TEMA 22.- PROCESO DE HOMINIZACIÓN Y CULTURA MATERIAL. LA APORTACIÓN DE LA ANTROPOLOGÍA HISTÓRICA

INTRODUCCIÓN.
1. LAS PRINCIPALES TEORÍAS DE LA ANTROPOLOGÍA HISTÓRICA SOBRE EL ORIGEN DEL HOMBRE.
Teorías desde la Antigüedad hasta la Edad contemporánea.
La teoría evolucionista de Darwin.
Las teorías del siglo XX.
2. EL PROCESO DE HOMINIZACIÓN.
FACTORES DE LA HOMINIZACIÓN Y DE LA EXTINCIÓN DE LOS ANTROPOIDES FÓSILES.
Las factores de la hominización: el caminar erguido y la organización social.
El orden de los primates y sus familias hominoideas.
La comparación con los póngidos.
Los factores de la diferenciación de los hominoideos.
Los factores de extinción.
UNA PERIODIZACIÓN.
2.1. LOS PRIMEROS HOMINOIDEOS. ÁFRICA.
LOS PRIMEROS HOMINOIDEOS.
El kenyapithecus.
El Ramapithecus y el Sivapithecus. Asia.
Un desconocido antepasado común.
Posibles ancestros.
LOS AUSTRALOPITECOS.
Australopithecus (o Ardipithecus) ramidus.
Australopithecus anamensis.
Australopithecus bahrelghazalia.
Australopithecus afarensis.
Australopithecus africanus.
Australopithecus garhi.
Australopithecus (o Paranthropus) aethiopicus.
Australopithecus (o Paranthropus) boisei.
Australopithecus (o Paranthropus) robustus.
Australopithecus Sediba.
2.2. LOS PRIMEROS HOMÍNIDOS.
HOMO HABILIS.
Homo habilis, Homo rudolfensis, Homo ergaster.
HOMO ERECTUS.
El homo erectus en África.
El homo erectus en Asia.
El homo erectus en Asia.
El homo erectus entre Asia y Europa.
El homo erectus en la Península Ibérica: el homo antecessor.
El homo erectus en la Península Ibérica: el homo antecessor.
El homo floresiensis: el “hombre enano”.
2.3. EL HOMO SAPIENS: LOS NEANDERTALES.
2.4. EL HOMO SAPIENS SAPIENS: EL HOMBRE ACTUAL.
BIBLIOGRAFÍA
PROGRAMACIÓN.
APÉNDICES DOCUMENTALES.
PROGRAMACIÓN.
APÉNDICES DOCUMENTALES.
INTRODUCCIÓN.
Esta Unidad Didáctica (UD) enlaza dos disciplinas
de las Ciencias Sociales, la Antropología y la Historia, en una base
común, la Antropología Histórica. Se estudian dos grandes temas: las
teorías antropológicas sobre la evolución humana y el registro
arqueológico de los fósiles de la evolución humana, con atención a los
restos de su cultura material.
Hay que reconocer que nos encontramos todavía en
los inicios de nuestro conocimiento científico pues la antropología
apenas lleva un siglo estudiando científicamente nuestro pasado
evolutivo y constantemente se realizan grandes descubrimientos que van
modificando las teorías. Por ejemplo, los trabajos de 1998 en tomografía
sobre la capacidad craneal modificaron a la baja varias de las
estimaciones sobre los australopitecos y a finales del siglo XX y
principios del siglo XXI se han descubierto varios importantes eslabones
perdidos de la Humanidad, que han cambiado nuestra visión del conjunto.
Por lo tanto, en esta UD hay que mantener el relativismo científico y evitar los dogmatismos y las afirmaciones aventuradas.
PROPUESTAS DE EVOLUCIÓN
Creacionistas
Consideran necesario la
intervención de un elemento sobrenatural para explicar el origen del hombre.
Dentro del mundo cristiano, se divide en teoría monogenista, el origen
de todos los hombres está en Adán y Eva, desde los cuales se va degenerando en
razas; y la teoría poligenista, según la cual hay diferentes creaciones
para las distintas razas. Las teorías catastrofistas, tendrían su origen
en la intención de conjugar los avances geológicos y biológicos con la doctrina
cristiana. Explicaban las etapas de la evolución con sucesivos diluvios
universales.
Evolucionistas
Se basa en que los distintos
animales han ido evolucionando desde seres más simples a otros más complejos.
En el siglo XVIII Linneo clasifica los seres vivos, poniendo la primera
base para fundamentar que los hombres actuales han evolucionada a partir de
otros seres, que pueden ser el origen de otras especies animales. Con Linneo se
inicia la ciencia conocida como taxonomía, donde se clasifican las especies
naturales de animales y plantas desde grupos genéricos hasta los más
específicos (reino, filo, clase, orden, familia, género y especie). Será Lammarck
quien elabore la primera teoría conocida como Aherencia de los caracteres
adquiridos@. Según esta, el esfuerzo de las distintas generaciones para adaptarse
a un entorno hace que los descendientes adquieran desde el nacimiento estos
desarrollos. Sin embargo, la leyes naturales, en concreto la genética desde
Mendel, demuestran que los seres vivos heredan unos genes determinados,
independientemente de la actividad de su progenitor.
Será Charles Darwin quien
ponga la base definitiva para la teoría evolucionista al elaborar su tesis
sobre la selección natural. Después de leer a Malthus, Darwin comprendía
que la naturaleza debía de emplear algún sistema para limitar el número de
individuos que forman la población de cada especie, y no superar la capacidad
de cada entorno para sostener a sus poblaciones de animales. Cuando realiza el
viaje con el Beagle a las islas del Pacífico sur observa que animales de
la misma especie, que han vivido mucho tiempo separados en distintos lugares,
se han adaptado a sus entornos y han evolucionado de maneras diferentes. Elabora
entonces su teoría, según la cual, la naturaleza escoge de entre todos los
individuos nacidos en una generación, a los más aptos para la supervivencia.
Unos mueren antes de alcanzar la edad madura y otros simplemente no consiguen
llegar a reproducirse. En el primer caso hay una selección natural y en el
segundo una selección sexual. De esta forma solo los mejor adaptados al
entorno, los más fuertes o los más atractivos para las hembras, son capaces de
transmitir su herencia genética, potenciando de esa forma una determinada
característica genética. Las mutaciones genéticas son aleatorias, pero otorgan
ventajas evolutivas a unos individuos sobre otros para un determinado entorno.
La combinación de los descubrimientos de Mendel en la genética, con los
de Darwin, darán lugar a lo que se llama el neodarwinismo. Según esto,
los individuos de una generación disponen de genes distintos, de tal forma que
con un ambiente inalterable la naturaleza otorga ventajas a unos sobre otros.
Al revés, cuando el medio ambiente cambia, lo que antes era adaptativo, ahora
ya no lo es, y son otros individuos los que consiguen llegar a adultos,
reproducirse y transmitir sus genes adaptativos.
1. LAS PRINCIPALES TEORÍAS DE LA ANTROPOLOGÍA HISTÓRICA SOBRE EL ORIGEN DEL HOMBRE.
El objeto de la antropología es el hombre, y, la
antropología histórica se centra en su evolución. La cuestión del origen
del hombre ha sufrido las evidentes implicaciones filosóficas y
religiosas del problema, por lo que su evolución es inseparable de la de
la ciencia, la filosofía y la religión.
Teorías desde la Antigüedad hasta la Edad contemporánea.
Durante dos milenios dominó una concepción
idealista, religiosa, que exponía la tesis de una creación “milagrosa”
por Dios de los primeros hombres. Esta tesis fue compartida por casi
todas las religiones, y la expresaron en forma de leyendas y mitos, a
través de las escrituras sagradas o de las reflexiones filosóficas
coinciden en dar explicaciones milagrosas acerca de la creación del
hombre. Por ejemplo las tres grandes religiones monoteístas, el
judaísmo, el cristianismo y el islamismo, coinciden en que el hombre fue
creado por Dios con arcilla, una idea mítica que se remonta a las
primeras civilizaciones fluviales, que consideraban que la humanidad
nació del barro de sus ríos, fuere el Nilo en Egipto o el Éufrates y el
Tigris en Mesopotamia.
Por contra, algunos filósofos y científicos de la
Antigüedad ya intentaron dar soluciones científicas al problema, de
acuerdo a sus propias posiciones filosóficas, aunque todavía no basadas
en la experimentación sino en el mito. Ejemplos bien conocidos son:
Anaximandro, que defendió la creación de los seres vivos, incluido el hombre, a partir del agua.
Aristóteles, que investigó el cuerpo humano y
estableció científicamente sus rasgos y diferencias respecto a los
animales, como el bipedismo y la capacidad craneal, iniciando así el
estudio científico del hombre. Su sistema fue el dominante casi hasta el
siglo XIX.
El médico Galeno, que estableció por primera vez la
semejanza entre el hombre y el simio, aunque no estableció la
consecuencia de una línea evolutiva entre ambos.
Lucrecio, que preconizó que el origen de los seres vivos es la tierra. Su poema De la naturaleza de las cosas es un buen trabajo antropológico, pues describe verosímilmente la vida primitiva y la aparición del lenguaje.
La teoría evolucionista de Darwin.
A principios del siglo XIX dominaba totalmente el
principio de la invariabilidad de los seres vivos. Dios había creado el
mundo en “siete días” y desde entonces no habían ocurrido cambios
significativos. La taxonomía o clasificación científica de los seres
vivos, con autores como Linné, no ponía en duda este principio, y se
limitaba a clasificar el mundo natural existente.
Pero la filosofía y la ciencia avanzaban. La tesis
de que el mundo cambiaba se imponía por la experimentación y la
observación. A mediados del siglo XIX, con la teoría de Darwin de la
evolución de las especies se dio una primera tesis verdaderamente
científica, basándose en los primeros restos encontrados del homo sapiens neandertal y los estudios de fisiología.
La teoría de Darwin, publicada en El Origen de las Especies (1859),
afirmó la unidad de origen entre el hombre y los animales y su
evolución diferenciadora. Se habría dado una evolución progresiva desde
el mono, de modo que el antepasado inmediato del hombre había sido una
especie extinguida de monos bípedos terrestres, de la Era Terciaria, que
habrían vivido en las regiones tropicales del Viejo Mundo y que habrían
evolucionado desde el caminar a cuatro patas a un caminar erguido que
permitió la liberación de las manos de su función de apoyo, y a su vez
esto favoreció la fabricación de herramientas y el desarrollo del
cerebro. Conseguido esto, la evolución hacia el hombre actual fue mucho
más rápida, pues la inteligencia es mucho más adaptable y evolutiva que
el cuerpo físico.
Los factores principales de esta evolución fueron:
la selección natural mediante las variaciones aleatorias en los seres
vivos y la supervivencia de los más aptos, el ejercicio de las funciones
útiles y su transmisión por herencia, la selección sexual y la
influencia del medio.
La teoría de la evolución de las especies era
materialista, antropogénica y opuesta a las tesis idealistas y
religiosas, que quedaron obsoletas en pocos años. Pero el defecto de la
teoría darwiniana era que exageraba la importancia de los factores
biológicos, sin dar la debida relevancia a los factores sociales y al
trabajo. Pero la teoría evolucionista fue la base adecuada para el
desarrollo de la antropología científica, cuyos mayores logros se han
realizado en el siglo XX.
Las teorías del siglo XX.
En el siglo XX han surgido múltiples teorías sobre
el origen del hombre y algunas se oponen a la darwiniana. Las cuatro
principales son el evolucionismo teísta, el neolamarckismo, la teoría de la mutación y la ortogénesis.
El evolucionismo teísta (Teilhard de Chardin)
concilia ciencia y religión con la tesis de que la creación del mundo
orgánico sigue una evolución dirigida a un fin místico.
El neolamarckismo (S. J. Gould) defiende que los organismos tienen una
‘voluntad’ de adaptación al medio, que les lleva a cambiar y finalmente a
mutar: los cambios de los individuos se transmiten a los fetos.
La teoría de la mutación (Hugo de Vries, William Bateson) defiende que
hay constantes mutaciones pero que no hay una selección natural entre
ellas.
La ortogénesis (Franz Weydenreich, H. F. Osborn)
desarrolla una teoría autogenética de la evolución, una tesis idealista
en la que no hay cambios casuales, siendo los cambios corporales una
tendencia interna a desarrollarse hacia una finalidad, que puede ser
determinada por Dios o por las mismas fuerzas vitales. Osborn
consideraba que los antepasados terciarios del hombre no proceden de los
antropoides sino que son incluso anteriores al Terciario, mientras que
Jones creía que el hombre procede directamente de un tarsino del
Terciario Inferior, y no de un mono antropomorfo fósil.
Pero la mayoría de las teorías proponen una línea
evolutiva, por ello básicamente darwiniana, según las tesis de Johanson
& White, Tobias y Leakey, algo distintas entre sí. Habría acuerdo en
que comenzaría con un Australopithecus del tipo afarensis o africanus y seguiría luego con la sucesión Homo habilis, Homo erectus, Homo sapiens y Homo sapiens sapiens, mientras que los restantes tipos de Australopithecus seguirían líneas evolutivas paralelas pero condenadas a su desaparición. Esta idea es la que se desarrolla a continuación.
2. EL PROCESO DE HOMINIZACIÓN.
El estudio de la evolución del hombre analiza las
características de sistema dentario, capacidad craneana, estructura del
cerebro, características faciales y establece analogías y diferencias
con los fósiles que le anteceden en la escala evolutiva. Es un estudio
difícil por la escasez y fragmentación de los restos.
FACTORES DE LA HOMINIZACIÓN Y DE LA EXTINCIÓN DE LOS ANTROPOIDES FÓSILES.
Los factores de la hominización: el caminar erguido y la organización social.
Una tesis en desuso, sostenida por muchos
antropólogos, es que la hominización fue un fenómeno físico cerebral:
las características humanas provienen básicamente de la mayor dimensión
del cerebro humano respecto a los simios, con una evolución en tamaño y
complejidad que en cierto momento permitió de repente hablar y fabricar
herramientas, con la posibilidad de crear y transmitir normas de
conducta. El factor que impulsó este cambio fue el caminar erguido, que
indujo otros cambios físicos.
Pero esta tesis ha sido desmentida por los
antropólogos físicos, que han demostrado que la capacidad cultural del
hombre evolucionó de modo gradual y no repentino. Así, el Australopithecus tenía
la tercera parte del cerebro de un hombre humano (era como el de un
gorila), pero ya podía caminar erguido y gracias a ello fabricar
herramientas. La cultura es la diferencia fundamental, más que el
aprendizaje y la comunicación. Por ejemplo los primates aprenden con la
experiencia y la comunican (con el ejemplo): los macacos japoneses y,
sobre todo, los chimpancés son muy inteligentes en este sentido. Pero )es
esto un inicio de la cultura? Un criterio estricto debiera reducir el
concepto de cultura a lo que diferencia al hombre de los animales, como
el aprendizaje, la previsión, el espíritu de aventura... El hombre se
adapta al medio, no biológicamente sino culturalmente.
Otras teorías estiman que aun es mayor el cerebro
de las ballenas o el de los elefantes, y que proporcionalmente al cuerpo
también es mayor el cerebro de algunas especies de cuervos y monos,
pero que el cerebro humano es más eficaz. Según el psicólogo Nicholas
Mackintosh, de la Universidad de Cambridge, el cerebro humano se
desarrolló hace 100.000 años y los avances tecnológicos hace sólo unos
50.000; siguiendo la teoría de Darwin, hubo un proceso de selección
sexual a favor de los humanos con cabeza y cerebro más grandes porque
serían más atractivos para el sexo opuesto, como el caso de la cola del
pavo real. Esta selección produjo un cambio evolutivo que preparó el
triunfo de la inteligencia.
En suma, las dos causas principales de la evolución
humana han sido un avance físico, el caminar erguido (ser bípedo), y un
avance cultural, la organización social. Estos dos factores han actuado
como causa, y no como efecto, sobre la evolución de la inteligencia.
El orden de los primates y sus familias hominoideas.
El orden de los primates se caracteriza por ser
mamíferos placentarios, con extremidades pentadáctiles largas, muñeca
oponible, hemisferios cerebrales bien desarrollados y ojos en posición
delantera.
Dentro de los primates encontramos dos subcategorías: los prosimios (entre ellos los lémures) y los simios.
Los simios (o antropoides) se diferencian en dos subcategorías: platirrinos y catirrinos.
Entre los catirrinos hay varios grupos: los
cercopitecos y el más desarrollado de los hominoideos (hominoides,
antropomorfos o seres con forma humana, del griego homo, hombre, y eidos,
forma), compuesto de dos familias de simios antropoideos (los
hilobátidos y lo póngidos) y la familia de los homínidos (con
capacidades de postura erguida, reflexionar y crear instrumentos).
Tenemos pues una sucesión de primate, simio, catirrino, hominoideo y homínido, hasta llegar al hombre.
El árbol de la evolución.
La comparación con los póngidos.
Muchos autores, por falta de formación taxonómica,
confunden estas familias y llegan a considerar que todos los grandes
antropoideos del Mioceno y Plioceno, incluyendo los australopitecos y
los antepasados de los homínidos, pertenecen a la familia de los
póngidos. En realidad los póngidos son sólo una familia más de los
primates antropomorfos, en la cual hoy se hallan el gorila y el
chimpancé en África y el orangután en Asia y no tiene una relación
filogenética directa con el hombre (que se distingue porque tiene
raciocinio), aunque sí afinidad. Parece seguro que ambos, póngidos y
homínidos, proceden de un antepasado común, y además, podemos estudiar a
este antepasado por la comparación de los rasgos comunes de póngidos y
homínidos, pues la afinidad de los póngidos y los homínidos lleva a
estudiar su semejanza en la estructura del cráneo, los dientes y el
esqueleto postcraneal, para conocer el proceso de hominización. La
hominización es un concepto dudoso, que para unos es el proceso de
acumulación de rasgos análogos de los grandes antropoides del Terciario y
para otros (más específico) será el proceso de antropogénesis a partir
de los arcántropos a los neoántropos.
La teoría de Brian G. Richmond y David S. Strait,
de la Universidad George Washington, (1980) afirma que los humanos
procedemos de un simio que andaba sobre los nudillos, como hacen hoy los
chimpancés y gorilas de África. [Redacción. El hombre procede un simio que andaba sobre los nudillos. “Diario de Mallorca” (23-III-2000) 80.]
Los factores de la diferenciación de los hominoideos.
Hace unos 40 a 30
millones de años aparecieron sobre la Tierra los antropoides, que se
dividieron en familias, de los que han subsistido dos de simios: los
simios hilobátidos (gibones de Asia) y los simios póngidos (gorilas,
chimpancés, orangutanes, bonobos... casi todos diferenciados entre sí
hace sólo 100.000 años) y una familia de homínidos (de los que
descendemos los seres humanos actuales, también hace unos 100.000 a 35.000 años).
Estas tres familias de diferenciación en los
hominoideos se lograron por tres vías para la adaptación al medio: vida
arbórea (driopitecos y procónsules), arbórea-terrestre (oreopitecos) y
terrestre (antepasados de los australopitecinos y homínidos). )Cómo
se formó la rama terrestre? Es indudable que el grupo terrestre procede
de uno de los otros dos grupos (el arbóreo o el arbóreo-terrestre),
pues en su estructura corporal hay pruebas de su lejana adaptación para
trepar y presionar las ramas.
El factor principal de surgimiento del fenómeno
ortógrado (caminar bípedo) fue la adaptación a un medio natural
diferente: más seco, de sabana, menos arbóreo, con nuevos enemigos
carnívoros y nuevas presas. Al parecer, algunos antropoides del Mioceno
Superior y Plioceno Inferior, bien adaptados a la vida arbórea, se
adaptaron a la vida en el suelo cuando el clima cambió y se hizo más
seco o en el límite del bosque, con una ampliación de la pelvis ósea que
permitió la marcha bípeda. Fue un proceso complejo y variable. La vida
en el suelo fue un avance decisivo: se gasta cuatro veces menos energía y
hay menos accidentes.
La posición alta de la cabeza, junto a la vista
binocular y cromática, favorecía la mayor seguridad de los antropoides, y
la selección natural mantuvo estos rasgos. La defensa instintiva con
palos, huesos y piedras usados con las manos libres fue el siguiente
paso.
Hubo, al mismo tiempo que se pasaba de la vida
arbórea a la terrestre, un cambio en los instintos al pasar de una
alimentación vegetal a una animal, lo que estimuló la vida gregaria,
para atacar y defenderse. Se intensificó así la organización social.
Richard Leakey en El origen de la Humanidad (2000) explica
que el bipedismo empujó el crecimiento del cerebro y nos hizo humanos, a
lo largo de un proceso de unos 5 millones de años. La encefalización
exagerada fue un reto evolutivo de doble espectro. Primero, porque no
obligó a nacer inmaduros —más de un año antes de que el cerebro alcanzara su tamaño final— para
poder atravesar la pelvis. La crianza entonces se ralentizó, atando las
madres a su prole y favoreciendo la formación de grupos. Las
herramientas dejaron de ser oportunistas para adquirir diseño y
convertirse en verdaderas esculturas. El segundo reto fue mantener un
órgano demasiado costoso, pues el cerebro representa el 2% de nuestro
peso y consume el 20% de la energía; de ahí que alternásemos la
condición de carroñeros con la de cazadores y recolectores.
Meave Leakey, esposa del anterior, explica la importancia esencial del bipedismo:
‹‹(...) Pero para mí el hecho de ser bípedos es el
origen de todo lo demás. Porque cuando eres bípedo dejas libres las
manos. Cuando liberas las manos de la necesidad locomotriz, desarrollas
destreza manual; bueno, al principio sólo las usas para recoger frutas y
demás, pero después desarrollas una fineza manual notable. Y cuando
tienes esa fineza manual eres capaz de hacer cosas que otros animales no
pueden hacer; porque sus manos están dedicadas a subir a los árboles o a
corres más deprisa. Y entonces con esa destreza puedes alimentarte
mejor; y al alimentarte mejor crece tu cerebro, porque el cerebro para
crecer necesita muchas proteínas. Y el ser humano sólo tiene un gran
cerebro en los últimos años, desde hace apenas unos pocos cientos de
miles de años. Pera mí, ser nosotros empieza definitivamente en el Homo erectus, es decir, en el bipedismo, hace 1,6 millones de años.›› [Rivera, Alicia. Entrevista. Meave Leakey. En busca de nuestros orígenes. “El País” Semanal 1.341 (9-VI-2002) 12-19. cit. 16.]
Evolución desde el gibón al hombre.
Los factores de extinción.
Las distintas especies de los primeros hominoideos
evolucionaron en esta dirección, pero sólo los australopitecinos
pudieron sobrevivir a los factores de extinción: cambios climáticos,
las hambrunas, la baja natalidad, la presión de los animales carnívoros y
la competición de otros grupos de antropoides. Cuando un grupo no
conseguía superar estos problemas y alcanzar un índice suficiente de
fecundidad entonces entraba en crisis y desaparecía a largo plazo.
De hecho, se calcula que el 95% de las especies
biológicas se han extinguido: la extinción es la regla y la evolución es
la excepción. Han persistido las especies que, gracias a mutaciones
eficientes y el azar, han superado múltiples problemas ambientales y han
podido reproducirse con éxito (que los nacimientos superen los
fallecimientos). En este sentido, en los grupos de hominoideos la edad
máxima lindaba los 30 años y las hembras debían tener prole muy pronto
para mantener la población del grupo y evitar que se extinguiera. Sólo
en el Paleolítico Superior, hace unos 15.000 años, la probabilidad de
supervivencia mejoró.
Dentro de las numerosas variantes de la evolución,
la mayoría de las ramas desaparecieron. La causa del éxito de
supervivencia de algunos grupos de australopitecinos fue que
desarrollaron la producción de herramientas de piedra (y seguramente de
madera), en vez de su simple uso.
UNA PERIODIZACIÓN.
Los últimos estudios coinciden en considerar a los
Australopitecos como los hominoideos más antiguos, aparecidos hace 5-3
millones de años. Les seguiría una rama de homínidos, formada a partir
de uno o varios de los grupos de australopitecos, aunque se cree que por
su parte no hubo una sucesión directa entre Homo habilis, Homo erectus, Homo sapiens (Neandertal) y Homo sapiens sapiens (Cromagnon), aunque estos grupos son muestras de una continua evolución que aún no ha sido completamente descubierta.
Esta propuesta de periodización es sólo aproximada y
plausible, y está sometida a los constantes descubrimientos de la
antropología, que varían las fechas. En cambio, el orden de sucesión es
muy fiable.
Hace unos 40-30 millones de años: la diferenciación en antropoideos.
Hace unos 14-12 millones de años: la diferenciación en simios que descienden de los árboles.
Hace unos 6-5 millones de años: la diferenciación de los antropoideos en las familias de póngidos y los primeros hominoideos: Australopithecus (5-2 millones de años).
En el Paleolítico inferior:
- 2,5-1 millones de años: conviven los Australopithecus con la aparición del primer homínido, el Homo habilis (2,5-1,6 millones de años), seguido por el Homo ergaster (2-1,5 millones de años).
- 1,8 millón de años-50.000 años: Homo erectus.
- 1,2 a 0,8 millones de años: Homo antecessor.
En el Paleolítico medio (100.000-30.000 años): Homo sapiens (Neandertal).
En el Paleolítico superior (160.000-40.000 años): Homo sapiens sapiens (Cromagnon).
2.1. LOS PRIMEROS HOMINOIDEOS. ÁFRICA.
LOS PRIMEROS HOMINOIDEOS.
En 1999 el equipo de Jean-Jacques Jaeger y sus
colaboradores de la Universidad de Montpellier II reveló el
descubrimiento en Myanmar (Birmania) de un antropoide de hace 40
millones de años, una especie llamada Bahinia pondaungensis, lo
que sugiere que los antepasados del hombre pudieron aparecer en Asia y
después se trasladaron a África. [“Science” (X-1999), reprod. en
Agencias (EFE). El antepasado de todos los simios vivió en Asia. “ABC” (15-X-1999) 42 y “El Mundo” (15-X-1999) 50]. El Bahinia pondaungensis,
de la familia de los társidos, era un animal muy pequeño, de unos 400
gramos, que vivía en los árboles y se alimentaba de insectos diminutos.
Se emparenta por su dentadura con otra especie, el primate Eosimias, de hace 55 millones de años.

Procónsul.
Los primeros ejemplares conocidos de hominoideos se han encontrado en África, en el Mioceno (22-5 millones de años, con sus periodos Superior, Medio e Inferior). El primer hominoideo fósil es del género Procónsul (24-5 millones de años).
Su capacidad craneana oscila entre 154 a 180 centímetros cúbicos y su
dieta era frugívora. El principal yacimiento es Rusinga (Kenia), en
donde el medio ambiente sería una oscilación a lo largo del Mioceno,
entre un bosque tropical húmedo que exigía una vida arborícola (lo más
frecuente) y periodos de un medio más seco de arbolado difuso para lo
que le convenía su condición de cuadrúpedo (aunque
de movimientos lentos), por lo que podía sobrevivir en ambos medios.
Cuenta con un esqueleto indiferenciado, sin los rasgos de adaptación que
tienen los simios posteriores. Se parece a los grandes primates vivos y al aegiptopiteco y
es considerado un antepasado de los grandes simios y los humanos, con
una combinación de caracteres de mono y antropoide: los huesos del
tobillo son estilizados como los monos, mientras que el pulgar del pie
es robusto y posee acetábulo grande y plano como los antropoides, y la
articulación directa entre muñeca y cúbito es semejante a los simios
catarrinos. Presenta un dimorfismo sexual muy marcado.
Además del procónsul, se conocen cuatro géneros más de homonideos. El micropithecus y el dendropithecus aparecen en Kenia occidental, donde coinciden con restos del procónsul. El dendropithecus era arborícola, aunque adaptado a una marcha cuadrúpeda. El afropithecus y el turkanapithecus aparecen en el norte de Kenia, donde no hay restos del procónsul. El afropithecus es un avance en la separación entre gibones y los grandes primates hominoides, hacia los 18-17 millones de años.
Hace unos 22 millones de años hubo una explosión de
especies de simios. Un ejemplo de hace 15 millones de años, en el
Mioceno Medio, es el Equatorius africanus —descubierto en las
colinas Tugen (centro de Kenia) en 1999 por el equipo Steve Ward, de la
Universidad de Ohio y otro de la Universidad de Yale—, que rastreaba
tanto el suelo como los árboles en busca de comida. Fue probablemente
uno de los antecesores del Kenyapiyhecus.
El kenyapithecus.
Hubo hace unos 16-14 millones de años una
extraordinaria proliferación de simios en gran parte del mundo
intertropical, desde Alemania a India y China, con numerosas especies
locales, varias de las cuales descienden de los árboles, de la que se
han encontrado restos en Africa y Turquía. Sustituyeron a las numerosas
especies de simios anteriores, que desaparecieron, y a su vez fueron un
eslabón perdido que también desapareció. Los simios y los hombres no
habían separado todavía sus caminos evolutivos, aunque algunos autores
sí los consideran nuestros ancestros.
Su principal representante es el hominoideo Kenyapithecus,
muy parecido a los grandes simios actuales, en el que aparecen por
primera vez, hace unos 15-12 millones de años, rasgos de adaptación en
los dientes (esmalte dental grueso, propio de una dieta de frutos más
duros) y los huesos de las extremidades (nudillos para andar sobre las
manos). Se distinguen el Kenyapiyhecus africanus, el más numeroso, y el Kenyapiyhecus wickeri,
que según Ward es el tronco de partida de la siguiente evolución,
siendo ambos un probable puente hacia los antecesores directos de los
homínidos.
El Ramapithecus y el Sivapithecus. Asia.

Fuera de África se conocen en Asia los Ramapithecus y los Sivapithecus, con una antigüedad de 13-11 millones de años. Algunos antropólogos creían que el sistema dentario del Ramapithecus era humano y ello habría probado que la divergencia simio/hombre ocurrió hace 14 millones de años.
Pero los estudios genéticos lo han desmentido. Asimismo se han encontrados pruebas de que el Ramapithecus y el Sivapithecus se diferencian sólo por el tamaño, comparten características del Kenyapithecus y
se relacionan en exclusiva con el orangután, siendo este fue el primero
en separarse de la agrupación general de los hominoideos.
Un desconocido antepasado común.
La genética histórica permite estudiar la evolución
de los organismos que han evolucionado de un antepasado común,
basándose en el principio de que son más distintos genéticamente a
mayor tiempo. Se sabe que los grandes simios actuales tienen una
estructura genética casi idéntica a la humana: el hombre y el chimpancé
tienen en común el 99% de su genoma y su separación ocurrió hace tan
sólo 6-5 millones de años.
No se ha hallado el antepasado que hace unos 6-5
millones de años fue común a los póngidos y los homínidos, pero se cree
que vivió en hábitats de bosque abierto o en la sabana arbolada de las
zonas tropicales africanas. Tenía un tamaño medio, en el suelo se
mantenía a cuatro patas y ocasionalmente de pie, totalmente recubierto
de pelo pero sin cola, con cara pequeña, ojos grandes y mirada fija,
nariz aplastada y hacia arriba, mandíbulas fuertes. No es probable que
se encuentren restos suyos porque su número fue escaso y vivió un tiempo
relativamente corto. Modificaciones rápidas y fundamentales en la
anatomía de las caderas y de los pies permitieron mantenerse de pie y
andar sobre los dos pies a los primeros y en relación con esto aumentó
el tamaño del cerebro y la mandíbula se estilizó.
Las investigaciones progresan rápida y enormemente. En 1994 había sólo tres géneros: homo, paranthropus y australopithecus. En 2001 ya había seis géneros, al añadir: ardipithecus, orrorin, kenyatrhopus, y en 2002 se añadió el controvertido Sahelanthropus tchadensis.
Posibles ancestros.
El cráneo de Toumaï.
El cráneo del denominado “Toumaï” o Sahelanthropus tchadensis se
data hacia 7-6 millones de años. Fue descubierto en Toumaï (Chad) y
publicado en julio de 2002 por el paleontólogo francés Michel Brunet, de
la Universidad, que aseguró que muestra señales humanoides: “No afirmo
que fuera bípedo, porque no tenemos huesos de los miembros, pero sí que,
a la vista de los indicios, como la posición del reborde interior del
occipital por donde sale la médula espinal no estaré sorprendido si se
demuestra que lo era”. En la revista “Nature” (X-2002), un equipo de
antropólogos y paleontólogos norteamericanos y franceses puso en duda
que fuera humanoide y apuntaron que pertenece a un mono, ancestro común a
los chimpancés, los gorilas o a ambos, y que los dientes del cráneo,
por el desgaste y el tamaño, parecen de un mono hembra. [Antón, Jacinto.
Entrevista. Michel Brunet: ‘Toumaï’ puede tocar con el dedo nuestro más remoto origen. “El País” (8-X-2002) 31. / Redacción. Un grupo de expertos duda de la humanidad de ‘Toumaï’. “El País” (10-X-2002) 33.]
La posición crítica contra la tesis de Brunet la desarrollan Brigitte Senut, Milford Wolpoff y Martin Pickford [revista “Nature” (X-2002). Reprod. en Redacción. Los humanos llevan ocho millones de años de evolución, según un nuevo modelo estadístico.
“El País” (5-XI-2010).] El nuevo modelo, diseñado por Robert Martin,
del Field Museum de Chicago, sitúa al cráneo de Toumaï más tarde de la
diferenciación entre el primate y el hombre.
En 2000 los paleontólogos Martin Pickford (Kenia) y
Brigitte Senut (Francia) hallaron en Tugen Hills (región de Baringo,
Kenia) un ancestro humano de 6 millones de años, el Millenium man u Orrorin Tugenensis, 1,6 millones de años anterior al ramidus. [Rivera, Alicia. Hallado en Kenia un ancestro humano de hace seis millones de años. “El País” (5-XII-2000) 34.]
Cinco individuos, del tamaño de un chimpancé, bípedos que podían
colgarse de los árboles, que comparten con el hombre unos caninos que ya
eran pequeños. Puede ser un eslabón importante en la evolución.
En 1998 se difundió el hallazgo en una cueva de
Silberberg Sterkfontein (oeste de Johannesburgo) de un esqueleto casi
entero de un homínido Australopithecus por un equipo dirigido por
Ron Clarke, de la universidad sudafricana de Witwatersrand. Su cráneo
había sido hallado c. 1970, fichado como simio y datado en 3 o 3,3
millones de años, pero Clarke lo encontró en una caja en 1994, y en 1998
lo reclasificó y rehízo sus fechas, primero en 3,58 millones de años y
después en 4,17 millones de años. Gran parte del esqueleto continúa aún
en la roca.
Se le llama “pie pequeño” (little foot). Es
un homínido que cubre un amplio agujero temporal en el árbol evolutivo y
su esqueleto está casi entero (cráneo, pies). Parece una criatura de
1,21 metros de altura, que podía saltar de los árboles, en un entorno
boscoso y vivía como un chimpancé. Pudo caer en la cueva desde una
altura de 15 metros.
LOS AUSTRALOPITECOS.
Los australopitecos fueron hallados primero en
África del Sur y más tarde, en mayor número y diversidad, en África
Oriental., donde los arqueólogos y paleoantropólogos —entre
los que han sobresalido los miembros de la familia Leakey, formada por
el matrimonio Louis y Mary, el hijo Richard y su esposa Maeve, y los
hijos de esta pareja, Philip y Louise—, han
encontrado restos de los más antiguos ancestros conocidos del hombre,
sobre todo en la garganta de Olduvai (próxima al lago Victoria), en
Tanzania, y en Hadar (Etiopía). Además se han identificado cientos de
asentamientos paleolíticos por toda África, aunque todavía sólo unos
pocos han sido estudiados en profundidad, con la utilización del fiable
método de datación del potasio-argón para determinar la cronología de
los restos fósiles de los hominoideos y sus útiles líticos.
En el
periodo geológico del Mioceno medio e inferior (entre 16 y 5 millones de
años) se identifican numerosos grupos de grandes primates en África
Oriental y del Sur, muchos de los cuales se extinguieron sin
descendencia, mientras que otros han sido considerados ancestros de los
grupos principales de los primates de la actualidad.
En el Plioceno, hacia 5-1,9 millones de años, los
grandes primates africanos desarrollaron una lenta hominización, con un
grupo excepcional, el de los Australopithecus (“simio meridional”), de los que se han encontrado varios tipos: ramidus, anamensis, bahrelghazalia, afarensis, africanus, boisei y robustus. Eran pequeños de talla (entre 1 y 1,50 metros) y complexión (30-60 kilos), con un cerebro (380-550 cm;, como el de un chimpancé), pero caminaban (o podían hacerlo) erguidos.
Fueron los Australopithecus, con mucha probabilidad, quienes dieron paso al primer hombre, el Homo habilis.
Pero no hay que entender a los australopitecos como eslabones de una
evolución continua, pues aunque procedieron de un antepasado común,
probablemente no tuvieron una relación filogenética directa entre sí. En
todo caso sí son representantes de la evolución humana en constante
adaptación al medio.
Hay unos problemas de terminología. Para algunos
autores los australopitecos son homínidos, pues caminaban erguidos; la
mayoría todavía les considera hominoideos, pues no hay pruebas de que
produjeran instrumentos. Además, muchos autores en la actualidad
diferencian los australopitecos en géneros (ardipitecos,
australopitecos, parantropos y homos): habría un ardipithecus ramidus, del que procedederían los australopithecus anamensis, bahrelghazalia, afarensis y africanus, y los paranthropus aethiopicus del que procederían el boisei y el robustus.
Por mi parte, los sigo llamando australopitecos a todos, mientras no
haya un consenso definitivo en la antropología científica.
Hace unos 4 millones de años había al menos dos especies, los australopithecus ramidus (probablemente no bípedos) y australopithecus anamensis (bípedos).
La gran diversificación en tipos se produjo hace 3-1,5 millones de años: al convertirse el australopithecus afarensis en
bípedo pudo vivir y prosperar en un nuevo medio natural, la sabana, y
esa novedad siempre favorece en los seres vivos la diversificación.
Los Leakey (Louis, Mary, Richard y Meave)
consideran que en la base hubo un predecesor desconocido, hace 5
millones de años, que hubo un Homo todavía desconocido hace 3 millones de años, originando el Homo habilis y el Homo erectus. La línea de los australopitecos, sería una vía sin salida, con la sucesión de australopithecus africanus y australopithecus robustus-boisei.
Su teoría ha sido muy criticada, porque no hay pruebas de que hubiera
un Homo tan antiguo, mientras que sí las hay de los australopitecos.
En cambio, Johanson y White, cuya tesis es la más aceptada, consideran que el australopithecus ramidus está en la base de la evolución, que pasó por el tipo australopithecus afarensis (el primer bípedo conocido) y desembocó en el Homo habilis y luego el Homo erectus. Eslabones sin salida serían el australopithecus boisei y la línea australopithecus africanus-robustus.
Australopithecus (o ardipithecus) kadabba.
El Australopithecus kadabba.
El Australopithecus (o ardipithecus) kadabba es
un descubrimiento de dos paleoantrópologos, el norteamericano Tim
White, de la Universidad de Berkeley, California, y el etíope Yohannes
Haile-Selassie, del Museo de Historia Natural de Cleveland, en la región
de Asa Koma en Etiopía, en 2003. [Redacción. Hallados seis dientes fósiles en Etiopía de los primeros homínidos.
“El País” (5-III-2004) 39.] Son seis dientes fósiles con rasgos humanos
y simiescos, de homínidos de 5,8-5,2 millones de años, poco después de
la separación de la línea evolutiva humana de la de los chimpancés. Los
caninos son grandes y muy afilados, propios de los monos. Los dos
descubridores hacen más hincapié en la dentición que en la locomoción
bípeda para caracterizar a los primeros humanos.
Australopithecus (o ardipithecus) ramidus.
El Australopithecus (o ardipithecus) ramidus vivió
hace 4,5 millones de años, lo que le convierte en uno de los humanoides
más antiguos conocido. Fue descubierto en las excavaciones de Aramis,
en el desierto de Afar en Etiopía, por Tim White, Suwa y Berhane Asfaw,
en 1992-1993, aunque fue comunicado ya entrado el año 1994. El esqueleto
más completo, el de la hembra ‘Ardi’, fue publicado en 2009.
La hembra ‘Ardi’, una Ardipithecus ramidus (publicada en 2009).
Su medio natural era el bosque más que la sabana y
esto es una contradicción con la teoría de que los homínidos
evolucionaron a partir de un entorno de sabana abierta. Los restos
hallados junto al ramidus, de frutas y semillas fosilizadas,
además de fauna, ponen de manifiesto un ambiente boscoso, lo que parece
indicar que la evolución se inició en el bosque y que después se
asentaron en la sabana o que el bosque cambió. Pero un descubrimiento,
publicado en 2005, en Gona (Afar), de restos de 4,5 millones de años de
nueve individuos del ramidus, prueba que la evolución se produjo
desde el principio en un contexto de sabana y estuvo vinculada al
bipedismo, aunque se pasaban buena parte del tiempo en los árboles, como
indican sus desarrollados brazos.
Tiene un cerebro pequeño, y un tamaño de cuerpo
semejante al del chimpancé pigmeo. No se sabe con seguridad si caminaba
erguido, aunque sí lo sugiere el orificio de la médula espinal en la
base del cráneo. Los dientes de los caninos y molares son pequeños y
bajos; estos caninos pequeños son una característica importante de
proximidad con los humanos. Los huesos del brazo (forma del codo) están
muy evolucionados.
White y Johanson le llaman ardipithecus, para diferenciarlo de los australopithecus, de los que sería el antecesor directo, con dos líneas: la del afarensis que desembocaría en el Paranthropus, y la del anamensis que llevaría al Homo.
Australopithecus anamensis.
El Australopithecus anamensis vivió hace 4,2
millones de años. Se publicó en 1995 el descubrimiento de 25 individuos
por Meave Leakey en el lago Turkana en el norte de Kenia. La tibia
encontrada, larga para un andar bípedo, indica que andaba erguido, lo
que prueba que la forma de andar a dos patas se produjo en torno a medio
millón de años antes de lo que se creía. Parece que la hominización no
comenzó con el uso de instrumentos sino con la posición erguida, que
permitió y a la vez obligó a los individuos a observar más y mejor su
entorno y precipitó el desarrollo de su inteligencia.
Sería el eslabón entre el ramidus y las dos líneas del africanus (sin salida) y el Homo habilis.
Australopithecus bahrelghazali.
El Australopithecus bahrelghazali fue
hallado por Michel Brunet, jefe del equipo de paleontólogos franceses,
en el desierto de África central, en el Chad, en 1996. Hay una mandíbula
inferior y un canino de hace 3,5 millones de años (la misma antigüedad
de ‘Lucy’), con características tan diferentes a las anteriores que la
hacen una nueva especie, aunque algunos creen que es un tipo afarensis.
No se conoce su relación con los otros australopitecos.
Australopithecus afarensis.

El Australopithecus afarensis.
El Australopithecus afarensis vivió hace 3,6
millones de años (posiblemente perduró entre los 3,6 y 2,9 millones de
años). El más famoso ejemplar es la hembra ‘Lucy’ y fue descubierto por
Donald Johanson en Afar, Etiopía, en 1974 y presentado en 1976. Es un
esqueleto casi completo (cerca del 40% de las partes fundamentales) de
3,2 millones de años. Es el primer bípedo de caminar erguido conocido,
aunque caminaba de modo diferente a los humanos, con una adaptación para
trepar a los árboles, un esqueleto postcraneal; su cerebro tenía el
tamaño de un chimpancé, no creaba instrumentos de piedra y carecía de
lenguaje; medía poco más de un 1 metro y pesaba unos 30 kilos. Los
machos de la especie eran mayores. El rostro era ancho y prognato
(hocico pronunciado).
Se conservan 30 huellas del caminar (las primeras
bípedas) de esta especie, descubiertas por Mary Leakey en Laetoli
(Tanzania) en 1976 y publicadas en 1979, de dos adultos de 1,4 millones
de años, de 1,1 o 1,2 metros de altura y un peso de 27 kilos) y un niño,
que pisaban las cenizas del volcán Sadimán. Como los anteriores, su
cerebro era de 300-400 cm;, no mucho mayor que el de un chimpancé.
Según Johanson y White es probable que se originase en el ardipithecus ramidus y
que sea el ancestro de las especies posteriores. En cambio, según
Berger y McHenry, sería una rama sin salida, un “hermano” de otra
especie que sí sería ascendiente nuestro. [Berger, Lee. Los albores de la Humanidad. )Rehacemos nuestro árbol genealógico? “National Geographic”, v. 3, nº 2 (VIII-1998) 98-107. Aporta excelentes imágenes.]
Mapa de la evolución a partir del Australopithecus afarensis.
Mapa de la evolución a partir del Australopithecus afarensis.
Australopithecus africanus.
El Australopithecus africanus, hace 3,5
millones de años, perdurando hasta los 2 millones. En Olduwai parece
estar asociado a una industria lítica de guijarros o cantos toscamente
trabajados (2,6 millones de años), pero algunos investigadores la
atribuyen al Homo habilis. Tiene una cara robusta, inclinada
hacia delante (frente retraída, boca sobresaliente) con dientes molares
más grandes, y un cerebro de 400-500 cm; (el
cerebro del hombre actual es dos veces más grande respecto al cuerpo
que el de este antepasado). Cuenta con una altura de 1 metro, brazos de
sólo 1/4 parte del hombre actual, siendo la rapidez del alargamiento de
los brazos la característica más importante en la evolución
inmediatamente posterior. Se cree que desciende del anamensis.
Su primer hallazgo y uno de sus principales restos,
es el cráneo del ‘niño de Taung’, de 2,5-2 millones de años, hallado
por Raymond Dart en la cueva sudafricana de Taung (Transvaal), en
1925, y considerado entonces el primer “hombre-mono” y el inicio de la
paleontología moderna. Tenía unos 3 o 4 años de edad cuando murió, con
un cerebro del tamaño de un chimpancé, y era bípedo de acuerdo a la
forma de la base del cráneo y el ángulo en que encajaría en la columna
vertebral a través del foramen magno. Al principio el descubrimiento
de Dart pasó inadvertido porque la mayoría de los investigadores
creyeron que se trataba de un fósil de chimpancé joven. Pero en 1937 el
paleontólogo Broom descubrió en la gruta de Sterkfontein, en las
inmediaciones de Pretoria, otro cráneo similar, de un individuo adulto.
Desde entonces (1937) continuó la búsqueda de manera sistemática en
África del Sur, hasta 1949. Gracias a ello se descubrieron un gran
número de fósiles, cráneos y otros restos óseos que confirmaban las
primeras conclusiones de Dart.
Australopithecus garhi.
El Australopithecus garhi
El Australopithecus garhi fue descubierto
por White y Asfaw en Awash (Etiopía). Vivió hace 2,5 millones de años y
tenía un cerebro unas tres veces más pequeño que el actual. Su estatura
era de 1,20 metros y caminaba erguido en ocasiones. Se cree que usaba
instrumentos de piedra para despiezar animales, porque junto a él se han
hallado huesos con señales de piedras, y a unos 70 km hay
un yacimiento, de la misma época, con 3.000 herramientas de piedra de
2,6 millones de años, sin ningún homínido asociado al lugar. El uso de
estos instrumentos le permitió obtener un recurso energético de gran
valor, en forma de carne y médula ósea, que le habría ayudado a expandir
su cerebro.
Australopithecus (o Paranthropus) aethiopicus.
La línea de los Paranthropus se ha
descubierto hace poco. Todavía se consideran por la mayoría de los
autores como dentro del grupo de los australopitecos, pero gana fuerza
la tesis de que son una línea distinta e independiente, originada a
partir del Australopithecus afarensis. Comienza con el Paranthropus aethiopicus,
que vivió cerca del lago Turkana (Kenia), hace 2,5 millones de años.
Desarrolla un impresionante aparato masticador, con grandes muelas para
procesar alimentos vegetales muy energéticos, pero al mismo tiempo
duros. La mandíbula y los huesos de la cara son muy fuertes y grandes.
Dará origen a dos especies todavía más especializadas, el Australopithecus boisei y el Australopithecus robustus.
Australopithecus (o Paranthropus) boisei.
El Australopithecus boisei.
El Australopithecus boisei vivió hace 2,1-1,2 millones de años, en el África Oriental, emparentado con el “robustus”. El paranthropus boisei (originalmente llamado zijnanthropus boisei, luego Australopithecus y ahora también Paranthropus),
tenía un relativo gran tamaño, bipedismo, mandíbulas enormes apropiadas
para masticar vegetales duros, pero con cerebro más pequeño (500 cm;) que el robustus.
El primer resto descubierto, llamado ‘Cascanueces’ y
datado en 1,5-2 millones de años, fue descubierto por Mary Leakey en
Olduvai y presentado por Louis Leakey en 1959 como zijnanthropus, dándole este apodo por su poderosa mandíbula.
Una novedad destacable es la posibilidad (Wood,
1997) de que los primeros útiles conocidos, hace 2,6 millones de años,
pertenezcan a este hominoideo aunque sería un primo lejano del hombre,
una de las extintas ramas colaterales. Son unas rocas volcánicas
talladas para conseguir filos, muy parecidas a los instrumentos Oldowan,
la más antigua industria lítica (2,6-1,6 millones de años), anterior a
la achelense asociada al homo erectus.
Australopithecus (o Paranthropus) robustus.
El Australopithecus (o Paranthropus) robustus. Hallazgo en Koobi Fora.
El Australopithecus (o Paranthropus) robustus vivió
hace 2,1-1,2 millones de años, en Suráfrica. Con 1,50 metros de altura
destaca por el perfil cóncavo del rostro, mandíbulas fuertes, arrugas en
la frente, pronunciada cresta sagital en el cráneo, con el cerebro más
grande del grupo de los australopitecos (más de 500 cm;)
y músculos poderosos en la nuca para sostener una posición imperfecta
de la cabeza, ocasionada a su vez por una imperfecta posición bípeda.
Sus restos se hallan en cuevas que servían de madrigueras para las
fieras que los devoraban, y los descubrimientos más importantes se
hicieron en Drimolen (Suráfrica), en 1992-2000, con restos de unos 80
individuos. [Keyser, André W. Los albores de la Humanidad. Nuevos descubrimientos en Suráfrica. “National Geographic”, v. 7, nº 1 (VII-2000) 90-97. Siguen otros artículos de prehistoria.]
Australopithecus sediba.
El Australopithecus sediba es un descubrimiento en 2008 en Malapa, a 40 km de Johannesburgo (Sudáfrica), por el equipo de Lee R. Berger, de la Universidad de Witwatersrand, y datado por Paul Dirks, de la Universidad James Cook, de Australia.
Comenzó con dos esqueletos parciales con restos de
masa encefálica en descomposición momificada y se han ampliado los
hallazgos a más individuos. Se le relaciona con el género Homo temprano y se le data en cerca de 2 millones de años de antigüedad, así que podría ser una transición entre el Australopithecus africanus y el Homo habilis. Medía 1,27 metros de altura, la hembra pesaba unos 33 kilos, su cerebro era muy pequeño (420-450 cm³), tenía brazos muy largos, propios de los australopitecos como ‘Lucy’,
pero con una cara muy avanzada, con una nariz y dientes pequeños, una
pelvis que le permitía caminar erguido y piernas largas. [Rivera, Alicia. Un nuevo homínido da pistas sobre el origen del hombre. “El País” (9-IV-2010) 39.]
2.2. LOS PRIMEROS HOMÍNIDOS.
Llamamos homínidos a los eslabones posteriores a
los australopitecinos que se caracterizan por dos grandes avances: la
posición erecta y la fabricación de instrumentos. Algunos autores
consideran que comienza con el Homo habilis (Johanson) y otros con el Homo erectus. No sabemos si hubo una relación filogenética entre ellos.
La ordenación en categorías de Linné identifica una
especie cuando no hay transmisión genética con otra especie, pero ese
criterio no se puede aplicar inmediatamente a los fósiles, pues
desconocemos si cabía el intercambio genético entre el Homo habilis y otros. Esto implica un gran debate. Una escuela diferencia sólo dos especies: Homo habilis y Homo sapiens, mientras que otra escuela diferencia hasta ocho especies, desde el Homo habilis hasta el Homo sapiens sapiens.
HOMO HABILIS.
Homo habilis, Homo rudolfensis, Homo ergaster.
El Homo habilis vivió hace 2,5-1,6 millones
de años. Louis y Mary Leaky encontraron la mandíbula de ‘Dear Boy’ en
Olduvai (1964), asociado a las primeras herramientas y considerándolo el
primer miembro del género Homo. Para algunos el Homo procede del Australopithecus y para otros procede de un antepasado común. El Homo habilis vivió sólo en África y no se han encontrado restos de una especie de características similares en otros continentes.

Es el primer Homo conocido. Las
adquisiciones fundamentales son la posición erecta y la fabricación de
instrumentos. Los primeros instrumentos líticos conocidos tienen 2,6 a 2,5 millones de años, pero es probable que los de madera fueran muy anteriores. Sería así probablemente el primer homo faber (hombre
fabricante) conocido que tallaba ya los guijarros por una sola cara,
pues los anteriores homínidos no los trabajaban sino que solo los
aprovechaban.
Es distinto de los australopitecos por sus cráneos,
caderas y piernas. Tenía algo más de 1,5 metros de altura, un peso
inferior a 45 kg, un cerebro más grande (650-800 cm;), cráneo redondo y cara perfectamente humana, con pelvis y cadera ya similares a las humanas. Los australopithecus tenían el fémur más largo y el peso se repartía de un modo distinto y más eficaz, pero la forma del Homo habilis le permitía parir niños con cerebro más grande.
Al parecer se produjo una radiación de especies coetáneas al Homo habilis: Homo rudolfensis, Homo ergaster,
ambos tal vez independientes o, al contrario, tal vez derivadas de
aquél. Pero estas especies han sido descubiertas hace muy poco, en los
años 1990, y falta un estudio más completo y definitivo.


El Homo rudolfensis en un proceso de creación de útiles.
El Homo rudolfensis, de 1,8 millones de años, fue descubierto por Richard Leaky en 1973, apenas un cráneo bautizado como ‘1470’.

El Homo ergaster.
El Homo ergaster (‘hombre trabajador’) parece un eslabón importante entre el Homo habilis y el Homo erectus. Vivió en África (Kenia, Suráfrica) hace 2-1,5 millones de años, con una forma corporal moderna, una estatura de 1,80 m, con cerebro más grande que el del Homo habilis y
dominando la fabricación de instrumentos muy elaborados. Probablemente
fue el primer homínido que salió de África, pero falta una confirmación
científica. Según algunos autores sólo sería una forma de Homo erectus africano, para distinguirlo del Homo erectus asiático, que tal vez sería anterior.
El reciente descubrimiento en 1998 en Etiopía, por el equipo de Ernesto Abbate, de la Universidad de Florencia, de un Homo mezcla de Homo erectus y Homo sapiens, datado hace 1 millón de años, puede ayudar a cubrir la laguna antropogenética.
Nuevos descubrimientos en 2003 de Robert
Blumenschine, de la Universidad Rutgers de New Brunswick (Nueva Jersey) y
su equipo, apoyan la teoría de que el Homo habilis es un eslabón fundamental en la genealogía humana. [Blumenschine. Robert. “Science” 21 (II-2003). cit. Roach, John. 1.8 Million-Year-Old Hominid Jaw Found. “National Geographic News” (20-II-2003).]
Se basan en un hueso maxilar superior de 1,8 millones de años, hallado
en Olduvai (Tanzania), que presenta rasgos intermedios entre el Homo habilis y el Homo rudolfensis, por lo que sugieren que este es sólo una variedad de Homo habilis y no una especie diferente.
HOMO ERECTUS.
El Homo erectus, descendiente del Homo habilis o del Homo ergaster,
se data hacia 1,8 millones de años y es originario de África. Fue el
primer homínido que indudablemente se extendió desde África a Asia y
Europa. Se creía que había desaparecido hacia 100.000 años, en
competencia con los coetáneos Homo sapiens y el más tardío Homo sapiens sapiens, pero parece que logró subsistir en Asia (los últimos en Java) hasta hace 53.000-27.000 años, coincidiendo con los Homo sapiens sapiens,
pero sin cruzarse con él. La altura máxima de los varones podía
alcanzar los 1,80 metros, pero las hembras eran más bajas y su capacidad
craneal media era superior a los 1.000 cm;.
Fémur de Homo Erectus, con posición totalmente erguida.
El Homo erectus en África.
Entre los descubrimientos recientes más notables destaca el de un Homo erectus joven,
el ‘niño de Turkana’ (de una edad cercana a los 12 años), de 1,6
millones de años, hallado por Richard Leakey en Turkana (Kenia) en 1984 y
comunicado en 1985. Su cerebro es de 880-1.250 cm;, muy pequeño para su gran tamaño y edad.
Hace 1,6 a 1,5 millones de años la selección cultural interviene junto a la natural para determinar la supervivencia de los grupos de Homo erectus:
los que no son capaces de competir culturalmente desaparecen, aunque la
salida de África de los grupos menos competitivos es la solución para
estos. En realidad ha habido muchas emigraciones, las más importantes
hacia 1,5 millón, 1 millón y 500.000 años.
Desarrolla una técnica lítica avanzada, la
Achelense tipo II, caracterizada por tres tipos de piezas bifaces:
hachas en forma de lágrima, hendedores y picos.
El Homo erectus en Asia.
El Homo erectus en Asia vivió entre 1,7 y
0,4 millones de años. Aparecieron sus restos en China y Asia
sudoriental, pero se cree que procedía de África, desde donde se
expansionó por Oriente Medio, Asia y Europa, hasta llegar al Lejano
Oriente.
Se ha descubierto en 2000 en China que las más
antiguas hachas de piedra datan de 800.000 años aC y corresponden a una
técnica avanzada, similar pero diferente a la Achelense tipo II (en
China todavía no se han hallado hachas en forma de lágrima). En África
había este tipo en 1,4 millones de años y en Europa hace 0,5 millones de
años, pero en Asia no se habían hallado restos de hachas, por lo que se
pensaba que el Homo erectus asiático era menos hábil que el
africano o que usaba materiales no fosilizables como madera o bambú.
Este descubrimiento demuestra que había formas propias, lo que sugiere
que hubo un desarrollo diferente, sin que hubiera una relación directa
África-Asia. [Rivera, Alicia. El hallazgo de hachas de 800.000
años cuestiona la teoría del aislamiento prehistórico de China Las
herramientas, las más antiguas de Asia, afianzan la idea de una pauta
cultural general. “El País” (3-III-2000) 46.]
Los restos del Homo erectus fueron
descubiertos por el médico holandés Eugene Dubois en Sangiran (Java) en
1891 y los dató en 1 millón de años, pero fue rechazado por la
comunidad científica y la religiosa. Su datación actual es de 1,7
millones de años.

Los restos del Homo erectus hallados en
Yuangmou y Zhoukoudian (China) y Sangiran (Java) muestran utensilios de
piedra y posiblemente de carbón vegetal así que dominaría ya el uso del
fuego, aunque recientes investigaciones en 1998 ponen en duda este
hecho. Los sencillos hogares en este lugar representan el testimonio más
antiguo del uso del fuego por seres humanos, al margen de escasos y
controvertidos casos en África (Kenia hacia 1,5 millones de años; Gran
Bretaña y China hacia 400.000 años). El fuego fue uno de los inventos
más importantes de la Prehistoria, pero según Carbonell se descubrió y
se perdió en varias ocasiones, desde su primera aparición hace 1,5
millones de años en Kenia hasta 50.000 aC, en que ya no hay dudas sobre
su existencia continuada como acto cultural a escala global. Antes los
homínidos africanos debían descansar en los árboles pero el dominio del
fuego permitió al hombre “nidificar” en el suelo y defenderse mejor de
los predadores, que en su mayoría son nocturnos.
El homo erectus pekinensis o sinantropo,
popularmente llamado ‘Hombre de Pekín’, fue descubierto en 1921, en la
cueva de Zhoukoudian (50 metros de espesor), por el sacerdote Teilhard
de Chardin. La mayor parte de los restos fueron enviados en 1941 a EE UU, pero los japoneses se apoderaron de ellos y se perdieron, aunque subsistieron los moldes.
Tiene una antigüedad de 460.000-230.000 aC. Las
últimas dataciones (1996) lo datan en 400.000 aC. Eran los primeros
fósiles de homínidos descubiertos en Asia y se creía que habían
coexistido con los humanos modernos, pero la nueva datación sugiere que
la especie pudo desaparecer antes de que surgiera el Homo sapiens sapiens (el
hombre actual). Los restos están asociados a huesos de animales, útiles
líticos usados para cortar, raer, penetrar y huellas de hogares. La
mayor parte de los huesos encontrados en la cueva fueron posiblemente
llevados allí por animales carnívoros, seguramente hienas. Poblaciones
de este homínido quizá persistieran hasta unos 250.000 años en China,
mucho más que en ninguna otra parte. Se extendió por toda Asia:
Tailandia, Vietnam, Corea o Java, salvo Japón. Vivía de la caza y
recolección.
Un descubrimiento en la datación de antiguos fósiles (Swisher y Curtis, 1996) ha permitido datar cronológicamente al Homo erectus de
Java mucho más cerca de nosotros, entre el 53.000 y el 27.000, lo que
significa que convivió durante un largo periodo con la especie humana
actual, una sucesora directa. De este modo, se desmiente la tesis de que
el homo erecto fuese el antepasado de los actuales asiáticos. No hay
una línea única que conduce a un camino de perfección, sino un arbusto
ramificado lleno de varas secas.
El Homo erectus en Europa. El caso español: el Homo antecessor.
El Homo erectus europeo
aparece hacia 1,5 a 0,5 millones de años, con pruebas como el cuchillo
de sílex descubierto en Atapuerca de hace 1,5 millones de años, o las
hachas líticas del tipo Achelense II de hace 0,5 millones de años.
Para el estudio del Homo erectus en Europa
nos centramos en España, donde se han hecho los principales
descubrimientos. El Paleolítico Inferior (con sus restos culturales y
humanos asociados) está bien representado en los yacimientos del
Aculadero (Puerto de Santa María, Cádiz), Orce (Granada) y especialmente
en el de Atapuerca (Burgos), donde los continuos hallazgos desde los
años 1980 anuncian una auténtica revolución de los conocimientos
existentes sobre la Prehistoria. Los arqueólogos del CSIC Emiliano
Aguirre (director del yacimiento de Atapuerca entre 1976 y 1990), José
María Bermúdez de Castro, Juan Luis Arsuaga, y Eudald Carbonell, en las
cuevas de Elefante (utensilios de sílex de 1,5 a 1,25 millones de años, con un Homo antecessor de 1,2 millones de años descubierto en 2008), Gran Dolina (Homo antecessor de
800.000 años), Sima de los Huesos (pre-neandertales de 400.000 años) y
Trinchera-Galería (300.000 años) para los más antiguos, mientras que
Portalón y Mirador son del Neolítico y la edad del Bronce. Estos
hallazgos llevan la antigüedad del hombre en Europa hasta 1,5 millones
de años (utensilios), y físicamente a los 0,8 millones de años (tres
dientes y un fragmento de mandíbula en TD6, en 1994), gracias a la
comprobación paleomagnética de que los restos tienen más de 780.000
años, cuando cambió la orientación magnética de la Tierra por última
vez. Atapuerca, con 1.000 piezas, ha suministrado el 80% de los fósiles
humanos en el mundo del Pleistoceno Medio (730.000 a 120.000
años), de pre-neandertales con cráneos medianos, con elevada capacidad
craneal, con un cuerpo muy robusto (hasta 100 kilos, como demuestra la
gran pelvis ‘Elvis’, de 300.000 años, publicada en mayo de 1999), de
estatura media (1,75 metros), con una tipología mediterránea grácil.
Podían vivir unos 50 o más años. Seguramente desaparecieron debido a la
superioridad social de los Homo sapiens sapiens. Según Arsuaga
los neandertales y los sapiens eran especies distintas, no emparejables;
en cambio, para María Amor Beguiristain eran una especie única, la Homo, aunque había diferentes morfoespecies, con apariencias físicas bastante distintas, pero que podrían tener descendencia común.
Una simulación de las principales rutas de expansión desde África.
)Por dónde pasaron los homínidos, sea el Homo erectus o el Homo ergaster, a Europa hace 1,5-1 millones de años? )Por Asia Menor o por Gibraltar? Carbonell cree que por la primera, porque el estrecho era demasiado difícil, y es seguro que el Homo erectus estaba
en el Cáucaso hace 1 millón de años, por lo que las nuevas poblaciones
vendrían desde el Este de Europa a través del largo arco del
Mediterráneo oriental. En cambio, Tobias cree que llegaron también por
Gibraltar, en base a los restos de Orce descubiertos por Gibert y que el
hombre podía superar esa distancia, pero es la tesis más improbable.
En todo caso, aparece lo que se cree (pues hay pocos restos para estar seguros) era un tipo de Homo erectus en
Europa hace 1 millón de años, en el Paleolítico Inferior, siendo el
primer homínido europeo conocido. Hay sólo pruebas líticas antes de 1
millón de años, pero después abundan en España los restos humanos entre
800.000-400.000 años. Los instrumentos de piedra son primitivos, de
cantos rodados, puntas y rascadores, y sobre todo las primeras hachas de
mano en Europa. Faltan pruebas de fuego, que se esperan encontrar.
Entre 400.000-120.000 años se introduce el método de tallar la piedra de
“lascas preparadas”, que posibilitaba tener utensilios especializados.
Discutibles y no plenamente confirmados por la
ciencia son los descubrimientos de Josep Gibert en Orce (Granada), con
una asociación de fragmentos de huesos e industria lítica que llega
hasta la extraordinaria fecha de los 1,6 millones de años. Plantea la
existencia del ‘Homínido de Orce’, un Homo erectus llegado del
Este de África. Lumley cree que es un mamífero équido, pero el último
Congreso de Granada (1996) parece confirmar las revolucionarias tesis de
Gibert.
El Homo antecessor.
En 1997 el equipo de Atapuerca formado por Bermúdez de Castro, Arsuaga y Carbonell presentó la especie del Homo antecessor [publicación
en dos números de la revista “Journal of Human Evolution”, en 1997 y
1999], un eslabón perdido de la evolución humana, entre el Homo erectus y el Homo sapiens.
Su rostro tiene similitudes con el neandertal y el hombre actual, por
lo que podría ser un antecesor de ambos a la vez. Su cerebro tenía unos 1.000 cm;.
Sus restos, seis individuos (86 huesos), se descubrieron en Atapuerca,
en años anteriores. En 1999 se habían encontrado un centenar de restos,
sólo en 6 m5 del estrato TD6 de la cueva de Gran Dolina.
Su antigüedad, 800.000 años, les convierte en
antecesores del hombre de Neandertal. Procedían de África, tal vez de
antes de 1 millón de años. Eran altos, fuertes, vivían en grupos, se
dedicaban a la caza o al carroñeo y practicaban el canibalismo
alimenticio de acuerdo a las huellas de descarnamiento de los huesos,
aunque todavía se discute si eran miembros del mismo grupo, de otros
grupos de Homo antecessor o incluso de otra especie
contemporánea. En todo caso, se desmiente la teoría de que el hombre
llegó relativamente tarde a Europa, aunque unos pocos historiadores
siguen afirmando que el hombre llegó a Europa hace 500.000 años.
En Europa la evolución fue relativamente rápida: el Homo antecessor de
Atapuerca hace 800.000 años practicaba el canibalismo, consumía carne
humana (los cortes en los huesos son inequívocos), pero hace 400.000 a 300.000 años en Atapuerca ya había enterramientos, fuego, trabajo de piel para vestido, transporte.
Hace 400.000 años parece que hay un boom demográfico en los tres continentes y las poblaciones de Homo erectus evolucionados
se expanden, ocupando amplios espacios. En Palestina, en esta época ya
hay protoarte, con una escultura en huesos. En Atapuerca también parecen
estar en la línea evolutiva que lleva a los preneandertales (que no
están en la línea evolutiva del hombre actual), como surge de una
reconstrucción facial y social del hombre de Atapuerca. [AA.VV.
Especial Atapuerca. “El País” Semanal 1.067 (9-III-1997) 44-52.]
Eran muy complejos socialmente, como demuestran los últimos hallazgos
(publicados en 1996), de que en Atapuerca hace 300.000 años había ya
unas actividades de trabajo de la madera, el curtido de pieles, el
descuartizamiento de piezas de caza y, en definitiva, una estructura
social compleja, con enterramientos colectivos, con lo que se retrotrae
estas formas sociales mucho más lejos de lo que creían la mayoría de
los antropólogos, que las situaban sobre el 50.000 aC. En 2003 se ha
publicado el hallazgo en 1998 de un hacha bifaz tallada en cuarcita
roja, llamada ‘Excalibur’, asociada a restos humanos de modo que se cree que formaba parte de un rito funerario.
El Homo floresiensis: el “hombre enano” de la isla de Flores.
El Homo floreseinsis, en una recreación plausible.
El Homo floresiensis fue descubierto en la
cueva de Liang-Bua de la isla de Flores en 2003 (aunque fue publicado en
octubre de 2004) por un equipo australiano e indonesio dirigido por los
australianos Peter Brown, Michael Morwood y Bert Roberts, y el
indonesio Radien P. Soejono, [Ruiz de Elvira, Malén. Una especie humana de un metro de altura vivió hace 18.000 años en una isla de Indonesia. “El País” (28-X-2004) 36. Extracto de artículo de Peter Brown et al, en “Nature” en p. 37. / Brown, Peter; et al. A New Small-Bodied Hominim from the Late Pleistocene of Flores. “Nature”, vol. 431 (28-X-2004) 1055-1061. / Morwood, Michael J.; Soejono, Radien P.; et al. Archaeology and Age of a New Hominim from Flores in Eastern Indonesia. “Nature”, vol. 431 (28-X-2004) 1087-1091. / Wong, Kate. El hombre de Flores. “Investigación y Ciencia” 342 (IV-2005) 22-31.]
En 2004 se había desenterrado un esqueleto bastante
completo (una mujer adulta) y hasta seis individuos más, datados en
16.000 aC. Vivió en la isla indonesia de Flores hacia 10.000 aC, cuando
desapareció debido a una erupción volcánica. Tenía un metro de altura y
una capacidad craneal de sólo 360-380 c³. Probablemente fue una adaptación enana de la especie Homo erectus —otros autores consideran que derivó del Australopithecus o del Homo ergaster— que
llegó a la isla cuando estaba unida a Bali y Java durante una
glaciación, y se quedó aislado, evolucionando hacia un tamaño menor para
ahorrar energía y porque no tenía depredadores competitivos. Usaba
herramientas líticas y el fuego, y cazaba elefantes enanos (el Stegodon),
desmintiendo la idea de que es necesaria una gran capacidad craneal,
sino que bastaría que el cerebro fuera complejo, con muchas
interconexiones internas. Este descubrimiento apunta a que la diversidad
humana fue mucho mayor de lo que se suponía y probablemente a que
existieron más especies aisladas en otras islas indonesias; asimismo,
leyendas locales informan de la existencia de seres enanos en la selva
hasta hace relativamente poco tiempo.
2.3. EL HOMO SAPIENS: LOS NEANDERTALES.
Comparación entre Neandertal y Cromagnon.
El Homo sapiens o Neandertal. Foto tomada de un documental de la BBC.
Los estudios de ADN realizados en 1987 de Cann, Stoneking y Wilson sitúan el origen genético de la Humanidad en África hace 200.000 a 100.000 años.
Parece que hubo un tipo arcaico o pre-Sapiens,
cuyos restos se han encontrado en Heidelberg, Swascombe y otros lugares
de Europa. El arqueólogo Mellars considera que este preneandertal
apareció en Europa hace unos 300.000 años y que se originó en las
poblaciones de Homo erectus europeas.
Pero el Homo sapiens realmente apareció hacia 150-120.000 años y perduró hasta hace 30.000. Hay varias especies conocidas de Sapiens, aunque la más abundante y mejor estudiada es la de los Neandertales, que vivieron en Eurasia occidental.
Los primeros restos de Neandertal fueron
descubiertos en Neanderthal (c. Dusseldorf, Alemania) en 1856. Parte de
un cráneo y otros huesos. En 2000 fueron presentados 50 fragmentos
perdidos del mismo hallazgo, comprendiendo parte de la órbita ocular
izquierda. [Redacción. Neandertales. “Diario de Mallorca” (4-IX-2000) 80. Avance del artículo de Redacción. Germans unearth hoard of Neanderthal remains. “Nature” 407 (7-IX-2000) 9.]
Los neandertales tenían un esqueleto pesado y
fuerte, eran muy musculosos, con cara prominente de nariz y dientes
grandes. Sobresale su arco ciliar prominente (o toro supraorbitario), la
ausencia de mentón y una mandíbula fuerte para resistir poderosos
músculos de masticación. Su voluminoso cerebro era similar al del hombre
moderno (1.500 cm;).
Vivían de la caza, practicada en grupos pequeños
(10-20 individuos) y vivían en cuevas en las épocas de frío. Fabricaban
los utensilios de piedra de la cultura Musteriense (raspadores y
puntas), hechos con lascas. Son los primeros humanos que entierran a sus
muertos y practican ritos, con elevada organización social. Por ejemplo
en Shanidar (Irán), un hombre fue enterrado con flores y había sido
cuidado hasta su ancianidad (medio ciego, cojo y manco). Pero no tenían
símbolos, por lo que hay dudas de que tuvieran un lenguaje articulado
como el del hombre moderno. Practicaban ocasionalmente la antropofagia.
Se han descubierto pruebas de canibalismo en los
neandertales del sur de Francia. En la cueva de Moula-Guercy, hace
100.000 años, se hizo un banquete caníbal, en el que devoraron seis
personas (dos adultos, dos adolescentes de 15-16 años y dos niños de
seis o siete años). Les rebanaron los músculos faciales, algunos
tendones de piernas y brazos y a uno le arrancaron la lengua. Los huesos
largos fueron partidos para comerse la médula. Parece que comieron la
carne cruda, junto a la de otros animales (ciervos...) con las mismas
marcas y cortes. [Defleur, Alban; et al. Neanderthal Cannibalism at Moula-Guercy, Ardèche, France. “Science” vol. 286, nº 9 (1-X-1999) 128-131.]
La mayoría de los autores creen que los
neandertales desaparecieron después de influir con cruces en la
población moderna, pues los Cro-Magnon de origen africano llegaron a
toda Europa hacia 40.000 aC, coincidiendo con los neandertales durante
6.000 años al menos (puede que 10.000 y según algunos autores hasta
40.000). En cambio, sólo algunos autores (Hublin, 1996) consideraban que
se extinguió sin dejar huella. Los estudios genéticos más actuales
apuntan a la validez de la tesis mayoritaria pues los neandertales se
mezclaron, aunque solo fuera tangencialmente con los Homo sapiens sapiens modernos,
debido a una cierta incompatibilidad genética (tal vez solo nos legaron
un 4% o incluso menos de nuestros genes), aunque sí intercambiaron con
más fluidez productos y técnicas.
Hay distintos y contradictorios estudios sobre el cruce genético del Neandertal y el Cromagnon.
Un estudio, publicado en “Nature” (III-2000),
realizado por un equipo de la Universidad de Glasgow dirigido por
William Godwin, afirma que había una relación muy estrecha entre los
Neandertales en lugares distintos, pero una gran diferencia respecto a
los humanos más modernos. Se estudió el ADN de un niño de 29.000 años,
enterrado en una cueva de Rusia, y se comparó con el del esqueleto de
Feldhofer (Alemania), encontrado en 1856 y analizado en 1997. Godwin
concluye: “Si ellos hubieran sido muy diferentes respecto al nivel de
ADN podrían haberse relacionado con los hombres modernos. El hecho de
que los dos neandertales están estrechamente ligados entre sí y no con
los hombres modernos implica que no tenían la diversidad necesaria para
encuadrarse con una gama de humanos modernos”. Ello demostraría que los
neandertales se extinguieron sin descendencia. [“El Mundo” (30-III-2000)
43]. Otra prueba coincidente es el descubrimiento en IV-2004 por
Fernando V. Ramírez Rossi (CNRS francés) y José María Bermúdez Castro
(CSIC español) de que los neandertales alcanzaban la madurez de su
desarrollo a los 15 años, antes que los cromagnon (18 años). Se basan en
un estudio de las capas de los dientes de 25 individuos de Atapuerca.
[Rivera, Alicia. Dientes de Atapuerca. “El País” (29-IV-2004) 37.]
En cambio, hay autores que son partidarios de la
hibridación: Trinkanus, de la Universidad de Washington, considera que
unos restos de la cueva rumana de Pestera Muleril demuestran que hubo
híbridos h. 30.000 años. [Tristán, Rosa M. El ‘romance’ entre neandertales y humanos modernos. “Mundo” (31-X-2006).].
Jeffrey Long, de la Universidad de Nuevo México en Alburquerque, afirma
que los neandertales nos legaron parte de sus genes en dos momentos de
hibridación, hace 60.000 años en el Mediterráneo y hace 45.000 años en
el Este de Asia. [Domínguez, Nuño. Los neandertales pudieron tener hijos con los sapiens. “Público” (22-IV-2010).]
En todo caso, finalmente se extinguieron,
sustituidos por la nueva población, en un proceso que más que una lucha
de exterminio (no hay pruebas de un enfrentamiento), debió ser una
gradual marginación: se arrinconaron en zonas marginales, en grupos
fragmentados y aislados, tan pequeños que no serían viables
genéticamente y así desaparecieron. Otra teoría, publicada por un equipo
de la Universidad de Cambridge en “New Scientific” (2004) supone que
desapareció por un acusado descenso de las temperaturas h. 30.000 aC, al
que no supieron adaptarse.
El Homo sapiens llegó a Asia relativamente
pronto. En Java hacia el 120.000 y en China se han encontrado sus restos
en Zhoukoudian, con una cultura de tumbas y elementos ornamentales, con
una avanzada organización social.
2.4. EL HOMO SAPIENS SAPIENS: EL HOMBRE ACTUAL.
Evolución del cráneo desde Australopithecus Africanus hasta Homo sapiens sapiens.
Comparación entre los cráneos de un Homo erectus y un Homo sapiens sapiens.
El Homo sapiens sapiens es el primer humano
anatómicamente moderno y su línea evolutiva ha llegado hasta el
presente, en un proceso que ocupa la mayor parte del Paleolítico Medio
(120.000-35.000 años).
Aparece un Homo sapiens sapiens arcaico en
África hace unos 300.000 años, según el descubrimiento del doctor Brauer
en Turkana, Etiopía, en 1997. Tenía rasgos modernos y arcaicos.
El Homo sapiens sapiens moderno aparece
mucho más tarde. Un hallazgo del famoso Tim White de la Universidad de
Berkeley (California) y del Natural History Museum de Londres, junto a
sus colaboradores etíopes desde 1997, realizado en 2003 en Herto, en la
región del Hawash Medio de Etiopía, lo data hace 160.000 o 154.000 años.
[Rivera, Alicia. Hallados en Etiopía los fósiles más antiguos de la especie humana actual. “El País” (12-VI-2003) 34. / Arsuaga, Juan Luis. Cuatro preguntas. “El País” (12-IX-2003). / Rivera, Alicia. Cortes en la cabeza y ritos funerarios. “El País” (12-IX-2003).]
Son dos cráneos fosilizados de dos adultos y un niño, con rasgos
arcaicos (toro supraorbitario, gran distancia entre los ojos, detalles
de la dentición) y modernos (forma del cráneo cerebral, cara aplanada)
que apunta que los Homo sapiens y los Homo sapiens sapiens convivieron
en esa región durante largo tiempo pero no tuvieron allí una relación
genética. Uno de los cráneos tiene unos cortes en la cabeza que sugieren
ritos funerarios.
Se pensaba antes que apareció en el Sur de África
hace 100.000 años, pero es seguro que llega a Oriente Medio poco
después. El hallazgo de sus restos en Cro-Magnon (Francia) hizo que se
denominase así a esta especie, aunque parece que hubo distintos grupos
compatibles entre sí.
En el Paleolítico Superior, aprovechando un cambio
climático hace 40.000 años, salen de África y aparecen en Europa
(36.000-32.000 en los Cárpatos) [Agencias. Descubren en Rumanía unos fósiles de los primeros seres humanos modernos de Europa. “El País” (23-IX-2003).
Los hallazgos de Erik Trinkaus, de la Universidad Washington de Saint
Louis (Missouri), se publicaron en “Proceedings of the National Academy
of Sciences” y señalan una convivencia con los neandertales.].
Hay otros hallazgos en Asia y también en Oceanía
(Japón y Australia, datados hacia 50.000 aC, a donde llegan gracias al
descenso del nivel del mar que crea puentes entre Corea y Japón, y a lo
largo de la Insulindia), donde los Homo sapiens sapiens irán
sustituyendo a los neandertales, en un lento proceso que ocurrió hace
unos 40.000-30.000 años. Los cambios climáticos bajaron el nivel del mar
y eso permitió superar el estrecho de Bering, como un “puente” entre
Asia y América, de modo que los humanos llegaron a América en varias
fases hacia 45.000, 30.000 y 20.000 años. Desde entonces, en todos los
continentes todos los habitantes son ya idénticos a nosotros.
El hombre de Cromagnon hizo avances importantes en
la técnica de fabricación de utensilios de piedra, con el moldeado de la
piedra mediante la obtención de lascas preliminares (técnica de “núcleo
preparado”), consiguiendo puntas triangulares y hojas de caras
paralelas, lo que permitía que encajaran en manos de hueso o madera y
fueran más eficaces. Con ellos, la caza y la recolección fue más eficaz.
Se organizan en poblados, con una organización social relativamente avanzada.
Comienzan a elaborar un pensamiento abstracto y se
inicia el arte. Ya tenían símbolos, expresados con el uso del ocre para
la ornamentación corporal y en la pintura rupestre y un lenguaje
articulado como el del hombre moderno.
Al respecto cabe un inciso. En la Prehistoria, sin
alfabetos ni códigos escritos, ¿cómo se desarrollaba la psique
cognoscitiva y el lenguaje? Es el problema de la intencionalidad en el
lenguaje y la cuestión de la consciencia de usar simbología. Piaget y
Vygotski coinciden en que sin lenguaje ni sistema simbólico no hay ser
humano, pero mientras que Piaget considera que el lenguaje es una
adaptación del hombre al medio, por su parte Vygotski opina que los
animales no tienen lenguaje, sino sistemas de intercomunicación, que son
los instrumentos adaptativos del hombre, en contacto con las
resistencias del medio, los que construyen el conocimiento.
Unas cuentas halladas en Suráfrica son los adornos
humanos más antiguos, con 75.000 años de antigüedad. Realizadas con
conchitas (N. kraussianus) perforadas y tal vez coloreadas con
ocre, fueron halladas por el equipo de Christopher Henshilwood
(Universidad de Bergen, Noruega) en la cueva de Blombos. [Agencias
(EFE). Un collar africano de 75.000 años. “El País” (15-IV-2004)
80.] Con el lenguaje se facilitó la difusión de la cultura en el seno
del grupo y entre los grupos, lo que aseguró el definitivo éxito de este
grupo, el nuestro.
La caza extensiva fue incrementándose con el
aumento de la población, desencadenándose un acelerado proceso de
extinción de especies: mamut de Siberia, caballo en América (al parecer
en sólo 1.000 años desde la llegada del hombre), etc. Era necesario un
nuevo salto cualitativo de la Humanidad. Sería la revolución agrícola
del Neolítico.