El Arte gótico es un estilo artístico europeo con unos límites
cronológicos que encontramos aproximadamente entre el año 1140
y las últimas décadas del siglo XVI, según las áreas geográficas.
Se aplicó en el campo de la arquitectura civil y religiosa, la
escultura, las vidrieras, la pintura mural y sobre tabla, los
manuscritos y las diversas artes decorativas.
El término gótico fue empleado por primera vez por los tratadistas
del Renacimiento, en sentido peyorativo, para referirse al arte
de la edad media, al que ellos consideraban inferior y bárbaro
(godo, de ahí el término gótico) comparado con el arte clásico.
En el siglo XIX se produjo una revalorización de este periodo
debido a movimientos historicistas y románticos. El gótico apareció
a continuación del románico, a lo largo de la baja edad media,
y hoy día se considera uno de los momentos más importantes desde
el punto de vista artístico en Europa.
El estilo gótico encontró su gran medio de expresión en la arquitectura.
Surgió en la primera mitad del siglo XII a partir de la evolución
de precedentes románicos y otros condicionantes teológicos, tecnológicos
y sociales. La arquitectura gótica perduró hasta bien entrado
el siglo XVI en diversos países europeos como Inglaterra, mucho
después de que el estilo renacentista hubiera penetrado en otros
campos artísticos. Las mayores realizaciones del gótico se manifestaron
en el terreno de la arquitectura religiosa.
En contraste con la arquitectura del románico, cuyas características
esenciales son los arcos de medio punto, las estructuras macizas
con escasos vanos y las bóvedas de cañón o arista, la arquitectura
gótica empleó el arco apuntado, agujas, chapiteles y gabletes,
reforzando el sentido ascensional que pretende transmitir el edificio,
amplios vanos con tracerías caladas para conseguir la máxima luminosidad
y estructuras reducidas al mínimo.
Todas estas cualidades estilísticas fueron posibles gracias a
las innovaciones constructivas, especialmente a la aparición de
la bóveda de crucería. Las iglesias medievales poseían bóvedas
muy pesadas, que obligaban a disponer muros gruesos y con pocos
ventanales para soportar sus empujes.
A principios del siglo XII los constructores inventaron la bóveda
de crucería, que consiste en el cruce de dos arcos o nervios apuntados,
que conforman una estructura resistente sobre la que se colocan
los ligeros elementos de relleno que configuran la bóveda. Este
sistema además de ligero y versátil, permite cubrir espacios de
diversa configuración formal, con lo que posibilita un gran número
de combinaciones arquitectónicas.
Aunque las primeras iglesias góticas adoptaron una gran variedad
de formas, la construcción de las grandes catedrales del norte
de Francia en la segunda mitad del siglo XII se benefició de las
ventajas de las bóvedas de crucería. Con ellas se podían concentrar
los empujes en los cuatro puntos del vértice y posteriormente
apearlos por medio de los elementos sustentantes, que podían ser
los pilares o columnas pero también el sistema de estribo y arbotante,
un arco que transmite los esfuerzos tangenciales hacia un contrafuerte
situado en el exterior del edificio coronado por un pináculo.
Como consecuencia, los gruesos muros de la arquitectura románica
pudieron ser reemplazados por ligeros cerramientos con ventanales
que permitieron la aparición de la vidriera y facilitaron que
el edificio alcanzase alturas insospechadas. Así se produjo una
revolución en las técnicas constructivas.
Con la bóveda gótica los edificios pudieron adoptar formas variadas.
Sin embargo, la planta común de las catedrales góticas consistió
en tres o cinco naves longitudinales, un transepto, un coro y
un presbiterio, es decir, una composición similar a la de las
iglesias románicas.
Las catedrales góticas también mantuvieron y perfeccionaron la
creación más genuina de la arquitectura románica: la girola, una
estructura compleja que aparece en la cabecera del templo, generalmente
de forma semicircular con un deambulatorio alrededor y al que
se abren capillas radiales de planta semicircular o poligonal.
La organización de los alzados en el interior de las naves y
en el coro también mantuvo los precedentes románicos. Por otro
lado, los esbeltos pilares compuestos que separan las naves, con
sus finos fustes elevándose a través del triforio hasta las nervaduras
de las bóvedas, y el uso del arco apuntado en todo el edificio,
contribuyen a crear efectos de verticalidad que constituye la
expresión más intrínseca de la arquitectura gótica.
El objetivo prioritario de la organización exterior de la catedral
gótica, con sus arbotantes y pináculos, fue contrarrestar el peso
de las bóvedas. La fachada occidental o de los pies de la iglesia,
por otro lado, intentaba producir un efecto de desmaterialización
del muro a través de ricos recursos plásticos. La típica fachada
principal gótica se divide en tres cuerpos horizontales y tres
secciones verticales o calles, donde se abren las tres portadas
que se corresponden con las naves del interior. Las dos torres
laterales forman parte del cuerpo de la fachada y se rematan frecuentemente
por agujas o chapiteles. Por último, el gran rosetón sobre la
portada central supone un magnífico centro para la totalidad del
conjunto.
Gótico temprano
En Francia, durante la primera mitad del siglo XII, la bóveda
de crucería apareció esporádicamente en cierto número de iglesias.
Sin embargo, la fase que iba a conducir a la construcción de las
grandes catedrales francesas comenzó en 1137, con motivo de la
construcción de la girola de la iglesia abacial de Saint-Denis,
panteón real en las afueras de París.
En el deambulatorio de Saint-Denis, las finas columnas que sustentan
las bóvedas de crucería y la ausencia de muros divisorios entre
las distintas capillas radiales proporcionó un nuevo sentido de
espacio continuo, fluido, que anticipaba las creaciones posteriores.
Saint-Denis fue el modelo para la primera de las grandes catedrales,
Notre Dame de París (comenzada en 1163), así como para un periodo
de experimentación orientado a la desmaterialización del muro
por medio de la apertura de grandes ventanales traslúcidos. El
añadido de un cuarto piso en los alzados interiores incrementó
la altura de forma vertiginosa. Este piso adicional, denominado
triforio, consiste en un estrecho pasadizo con arquerías situado
entre la tribuna que se halla sobre las naves laterales y el nivel
de los ventanales superiores (claristorio). Las catedrales francesas
de Laon y Noyon también corresponden a esta primera etapa.
Gótico clásico
La fase experimental del gótico temprano se resolvió finalmente
en la catedral de Chartres (comenzada en 1194). Eliminando la
tribuna del segundo piso heredada del románico, pero manteniendo
el triforio, recupera la sección longitudinal de tres pisos o
niveles. En su defecto se gana altura a través de un amplio claristorio
o piso de ventanales, nivel de las arquerías, que proporciona
una luz casi vertical. Cada vano se organiza mediante una estructura
geminada, dividido por un parteluz y decorado con motivos de tracería
como tréboles, óculos o cuadrifolios. La catedral de Chartres
sirvió de modelo para las siguientes catedrales góticas.
Este periodo del gótico clásico culminó en la catedral de Reims
(comenzada en 1210).
En torno a 1220, la nave de la catedral de Amiens retomó el sentido
clásico y ascensional de Chartres y Reims, enfatizando la verticalidad
y la estilización de los pilares. De este modo Amiens supuso una
transición hacia la más elevada de las catedrales góticas francesas,
la catedral de Beauvais. En ella aparece un gigantesco piso de
arquerías (derivado de Bourges) bajo un piso de ventanales del
mismo tamaño, que permite alcanzar la altura sin precedentes de
48 metros.
Gótico radiante o rayonnant
La catedral de Beauvais se comenzó en 1225, un año antes de que
Luis IX de Francia ascendiese al trono. Durante su largo reinado,
de 1226 a 1270, la arquitectura gótica entró en una nueva fase
denominada radiante o rayonnant. El término rayonnant deriva de
los elementos radiales, como los de una rueda, que conforman los
enormes rosetones característicos de este estilo. La altura dejó
de ser el principal objetivo, y en su lugar se extremó la desmaterialización
del muro reduciendo el espesor de la mampostería, extendiendo
los ventanales y reemplazando el muro exterior del triforio por
vanos de tracería. Los muros de este periodo radiante asumieron
el carácter de membranas traslúcidas.
Todas estas características del gótico radiante fueron incorporadas
en la primera empresa importante llevada a cabo durante esta nueva
fase, la reconstrucción (comenzada en 1232) de la iglesia abacial
de Saint-Denis.
En la evolución de la arquitectura gótica, el progresivo aumento
de los vanos acarreó la posibilidad de crear un ambiente interior
sacralizado y simbólico a través de la luz coloreada que pasaba
a través de las vidrieras. Los colores dominantes fueron el azul
oscuro y el rojo rubí brillante.
El arte gótico es el que corresponde a la
Baja Edad Media, en su mayoría el siglo XIII, aunque
comienza en el siglo XII y alcanza hasta el XIV, y en algunos
países hasta el XV. Este es un período
dinámico desde el punto de vista socioeconómico,
muy variado, con intensos contactos con Oriente a través
de las cruzadas y las rutas comerciales, la burguesía nace
en las ciudades. Es un estilo muy ligado a los nuevos centros
culturales, universidades, catedrales y ciudades en general. El
auge de las ciudades favorece la aparición de las
órdenes mendicantes, franciscanos (1209) y dominicos
(1216). Las monarquías recuperan su poder poco a poco,
debilitando el sistema feudal.
El termino gótico fue utilizado por primera vez
en el siglo XVI por el italiano Giorgio Vasari, gran historiador
del arte. Con él quería definir el "oscuro" arte de
la Edad Media frente al glorioso pasado de la Antigüedad
Clásica.
Según esta definición el arte
gótico era sinónimo de bárbaro,
cargándose de connotaciones negativas. Esta actitud hacia
el arte medieval se mantiene hasta las primeras décadas
del siglo XIX, cuando el movimiento romántico descubre con
asombrosa admiración la arrolladora fuerza y originalidad
del Gótico, de manos del joven Goethe.
Se sueña a partir de este momento con un
renacimiento del arte medieval, llenándose de nuevo
contenido al termino gótico que empieza a distinguirse y
separarse claramente del románico.
El entusiasmo romántico y el historicismo, lleva
a cabo amplias restauraciones de edificios medievales,
llegándose a establecer el estilo neogótico,
arquitectura realizada a imitación de la gótica
medieval.
Actualmente como gótico entendemos un amplio
período artístico, que según los
países y las regiones se desarrolla en momentos
cronológicos diversos, pero que de forma general podemos
establecer desde mediados del siglo XII hasta comienzos del XVI.
Ofreciendo en su amplio desarrollo diferenciaciones profundas de
país en país.
Este arte se ha definido durante mucho tiempo de manera
bastante superficial, exclusivamente por la utilización de
uno de sus elementos, el arco apuntado, al que suele llamarse
arco ojival; pero la utilización de un elemento no puede
definir un estilo de forma global, se trata de un problema
más amplio, de una nueva etapa histórica, una nueva
concepción del arte y con él del mundo. Un elemento
estructural, por importante que sea, no puede resumir un concepto
global sobre la vida.
Los nuevos edificios religiosos se caracterizan por la
definición de un espacio que quiere acercar a los fieles,
de una manera vivencial y casi palpable, los valores religiosos y
simbólicos de la época.
El emblema del arte gótico es la catedral,
donde se dan cita todas las artes, tendencia que viene del
románico. Encontramos una humanización de los tipos
religiosos, que son mucho más naturales. Se pasa de la
Virgen reina a la Virgen madre, al Cristo doloroso en la cruz y a
los adornos mundanos. Ahora se ve en la naturaleza la obra de
Dios, la creación, y la belleza nos acerca a Dios. Pero
también aparecen edificios civiles en las ciudades, los
palacios, los ayuntamientos y las lonjas. La catedral se va a
llenar de luz, y es la luz la que conforma el nuevo espacio
gótico. Será una luz física, no figurada en
pinturas y mosaicos, luz general y difusa, no concentrada en
puntos y dirigida como si de focos se tratase, a la vez que es
una luz transfigurada y coloreada mediante el juego de las
vidrieras, que trasforma el espacio en irreal y
simbólico.
La luz está entendida como la
sublimación de la divinidad. La simbología domina a
los artistas de la época, la escuela de Chartres
considera la luz el elemento más noble de los
fenómenos naturales, el elemento menos material, la
aproximación más cercana a la forma
pura.
El arquitecto gótico organiza una estructura que
le permite, mediante una sabia utilización de la
técnica, emplear la luz, luz transfigurada, que
desmaterializa los elementos del edificio, consiguiendo
sensaciones de elevación e ingravidez.
Durante este periodo se instala una nueva religiosidad,
en la que destacará santo Tomás de Aquino, la
Escolástica. La filosofía de Aristóteles se
interpreta a la luz de la fe cristiana. Pero también se
reinterpreta a Platón. El neoplatonismo será
fundamental para la aparición de una estética
basada en la luz, ya que identificaba a Dios con la luz, la luz
celestial. San Benito, san Roberto y san Bernardo
pretenderán la reforma de la orden de Cluny, recuperando
su esencia austera.
La orden del Císter fue la que creó
y difundió el nuevo estilo, tras la reconstrucción
de la abadía de San Denis por el abad Suger. Era una
arquitectura sobria, austera y luminosa. En principio estaba
exenta de motivos decorativos, proclamando su aniconismo. No
obstante, las catedrales se irán llenando de estatuas y
pinturas. El artista comienza a ser reconocido y en algunos casos
firmará sus obras. Sobre todo alcanzan gran prestigio los
maestros de obra.
Arquitectura gótica
En el siglo XIII el mundo cristiano se ha vuelto mucho
más urbano y burgués. Surge una nueva
ideología que se plasma en los ideales del abad Suger,
brillo y esplendor frente a la austeridad del Císter. El
gótico se caracteriza por la verticalidad y la luz, que es
el reflejo de la divinidad. El nuevo estilo recibirá el
apoyo de las autoridades municipales y la burguesía. Su
expresión más típica es la catedral,
en la que encontramos todos los elementos del arte
gótico.
Sin dejar de ser un arte didáctico, el
gótico se vuelve mucho más decorativo que el arte
románico. Utiliza un nuevo tipo de arco y de
bóveda: el arco ojival y la bóveda de
crucería, que gracias a sus nervios que convergen en
contrafuertes adosados o bien separados de los muros a
través de los arbotantes, posibilita una envolvente ligera
y diáfana que se recubre con vidrieras que permiten el
paso de una luz tamizada por los colores de los cristales. Esta
luz crea una atmósfera irreal, símbolo de la
divinidad. Los rosetones son el marco privilegiado de las
vidrieras de colores, que tiñen el interior de color, o de
una luz blanca. Existe un contraste entre estructura y
apariencia.
Predominan las plantas de cruz latina en las que
se distingue: la cabecera, el crucero y las naves, de tres a
cinco. La cabecera tiene girola y capillas radiales. La nave
central y el crucero son más anchos y altos que las
laterales.
El arco apuntado es una de las señas de
identidad más características del arte
gótico. Confiere a los edificios esbeltez y verticalidad.
En el siglo XIII son muy abiertos, es el arco apuntado
clásico. En el siglo XIV se hacen más apuntados y
altos: se denomina arco lanceolado. Corresponde al momento de
mayor verticalidad. En el siglo XV se utilizan el arco conopial,
el carpanel y el mixtilíneo.
Los soportes, generalmente el pilar, evolucionan
desde los redondos (columnas) a los acanalados con forma de
estrella. Aparece el pilar fasciculado, que tiene el fuste
formado por varias columnillas delgadas (baquetones). En el
edificio gótico se necesita un sistema de contrapeso
adicional a la función sustentante ejercida por el pilar
(otra seña de identidad gótica) para ello se usan
los contrafuertes separados del muro. Los arbotantes enlazan la
bóveda central con los contrafuertes a través de un
arco rampante. En la intersección se ponen
pináculos para hacer más estable el conjunto.
Además, los arcos poseen canales de desagüe del agua
de lluvia, que terminan en gárgolas. En los edificios
más altos existen dos niveles de arbotantes.
Tan características como los arcos apuntados son
las cubiertas del gótico. Es la época de la
bóveda de crucería, que permite cubrir espacios
rectangulares a gran altura. Está formada por dos arcos
(nervios) que se cruzan en el centro: en la clave. El resto de la
superficie se cubre con plementos. Con este sistema todo el peso
de la cubierta descansa sobre los soportes, por lo que el muro de
descarga es innecesario y se puede cerrar el espacio con grandes
ventanales. No obstante, para cubrir toda la nave siguen
empleándose el sistema de arcos fajones. La bóveda
de crucería evoluciona con el tiempo. En el siglo XIII se
utiliza la bóveda de crucería simple. Para cubrir
los espacios que no son rectangulares se utiliza un tercer nervio
que divide la bóveda en seis partes (bóveda
sexpartita). En el siglo XIV la bóveda se enriquece por
medio de nervios secundarios (Terceletes) que van desde los
ángulos a la mitad de los nervios; y ligaduras, que van
desde el centro del cuadrado a la clave. Ellos dan a la
bóveda un aspecto estrellado (bóveda estrellada).
En el siglo XV a las bóvedas se añaden nervios
combados, que van del centro del cuadrado al centro de los
nervios pasando por en centro de los treceletes. Aparecen,
también, las bóvedas de plementería calada,
que se recubren con vidrieras.
Este sistema constructivo permite abrir vanos en los
muros. En realidad los muros no son necesarios para
sostener la cubierta, por lo que se permite la entrada de la luz
lo más posible. El muro se cierra con vidrieras de
colores que tamizan la luz. Las vidrieras se organizan en
tracerías, o divisiones de piedra, que forman los vanos.
Cada vidriera posee un armazón de hierro y un emplomado
que unen los diferentes trozos de cristal, y forman las figuras.
Las vidrieras son un elemento indisoluble de la arquitectura,
aunque utiliza los mismos convencionalismos iconográficos
que la pintura, y su mismo programa.
La portada se revaloriza. Aquí aparecen
los principales motivos ornamentales, que se vuelven más
naturales. En ella se colocan las torres y las puertas. Las
torres pueden estar adosadas a las naves, o justo encima de las
puertas laterales. La fachada típica tiene forma de
H. Está formada por dos torres cuadradas, rematadas con un
elemento piramidal. Poseen tres niveles: la portada de entrada,
los ventanales y el rosetón: que iluminan el interior.
También las portadas laterales se decorarán. El
rosetón tiene también una función
simbólica, pues representa la luz de Dios. En ocasiones la
fachada se remata con un gablete triangular. Las portadas siguen
el modelo románico: son abocinadas y en ellas se encuentra
la decoración escultórica. Su número
varía en función de las naves que hay en el
interior.
En el alzado de la catedral se distinguen tres
partes: la arquería, el triforio y el claristorio o
ventanales. El muro tiende a desaparecer, sobre todo en lo alto.
El triforio es estrecho, ya que pierde su función de
tribuna, y se emplea sólo para que pase la luz al
interior.
En el gótico se distinguen cuatro etapas:
el gótico primitivo o protogótico, al que pertenece
Notre-Dame de París. Tiene un aspecto un tanto
románico. El gótico clásico, del siglo XIII,
principalmente en la primera mitad, a la que pertenece la
catedral de Chartres, y en el que desaparece la tribuna, y los
ventanales se alargan. El gótico manierista, de la segunda
mitad del siglo XIII, que en algunos lugares se alarga hasta el
XIV. Se multiplican los radios de los rosetones, y se complican y
estilizan todos los elementos arquitectónicos.
Además, hay una mayor luminosidad, porque el triforio casi
desaparece en favor del claristorio. Y el gótico
flamígero, sobre todo en Francia durante los siglos XIV y
XV, en el que las estructuras se vuelven más sencillas y
la decoración más abundante. Se caracteriza por la
decoración de calados con adornos asimétricos,
semejantes a las ondulaciones de las llamas. Aparecen: el arco
conopial y las bóvedas estrelladas, como en la catedral de
Oviedo. Esta es la época en la que surgen, en
España, el estilo isabelino, en fusión con el
mudéjar.
Además de las catedrales, adquieren importancia
otros edificios civiles. Las ciudades crecen dentro de sus
murallas, gracias a la burguesía, y aparecen edificios de
administración y comercio. Se levantan el ayuntamiento,
las lonjas, sin dejar de construirse castillos y fortificaciones
militares, con menos vanos. La ciudad tiende a organizarse en
torno a la catedral, el ayuntamiento y la lonja. Aparecen,
también, palacios urbanos, que expresan la riqueza tanto
de los nobles como de la burguesía.
La arquitectura gótica en Europa
Francia es la cuna del gótico, como lo fue
del románico. En la fase protogótica encontramos
los edificios cistercienses como la abadía de San Denis, y
las catedrales de Laon y Notre-Dame de París. En el
período clásico destacan las catedrales reales, ya
que son los reyes los promotores de su construcción:
Reims, Amiens y Chartres. En el período manierista destaca
la Santa Capilla de París y la catedral de Rouen. En
general las construcciones francesas tienden a la
verticalidad.
En Alemania el gótico triunfa sobre todo
en las regiones occidentales, debido al influjo francés.
Sin embargo, aquí la tradición carolingia, otoniana
y románica es muy fuerte. La primera construcción
auténticamente gótica es Santa Isabel de
Magdeburgo. La influencia francesa se deja sentir en la catedral
de Colonia. También son destacables las catedrales de
Ratisbona, Erfurt, Ulm y Estrasburgo. No obstante, el
gótico llega hasta el siglo XV.
En Inglaterra el gótico tiene un
desarrollo peculiar. Potencia las líneas rectas; es
más macizo y horizontal y utiliza una pantalla a modo de
telón tanto por delante como por detrás de la
catedral. Además, usa con profusión las
bóvedas de abanico. En Inglaterra el gótico
presenta tres etapas: el estilo primitivo, con
catedrales como las de Canterbury, Lincoln y Salisbury; el
estilo decorativo, en el que la decoración se
hace independiente de la arquitectura, con catedrales como las de
York, Exeter y Wells; y el estilo perpendicular,
más racional y organizado, y con tendencia a la
desornamentación exterior, aunque se mantiene en el
interior. En este período destacan las catedrales de
Westminster, Gloucester y el castillo de Windsor.
El gótico apenas entró en Italia;
que continúa con las formas clásicas, los muros
macizos y la tendencia horizontal. No encontramos aquí las
señas de identidad góticas, más que en
algunos elementos. Los vanos son menos numerosos, lo que da pie
para ser pintados. Destacan las catedrales de Siena, Arezzo y
Milán. Pero lo característico del gótico
italiano es la arquitectura civil: palacios y lonjas, que
aparecen en las numerosas repúblicas italianas. Son, pues,
edificios de escasa altura. Destacan los palacios de las
Señorías de Siena y Florencia, la cartuja de
Pavía, el Ayuntamiento de Perusa y el palacio ducal Casa
del Oro de Venecia.
En Portugal el gótico llega a
través de España. Destacan el convento de Batalha y
el monasterio de Alcobaça. Sin embargo, en los siglos XV y
XVI se desarrolla el original estilo manuelino, que se
caracteriza por su abigarrada ornamentación. El estilo se
difunde por todo Portugal, pero destacan el monasterio de Belem,
el convento de Tomar y la iglesia de Olivenza, en Badajoz
(España).
La arquitectura gótica en España
En España el gótico tiene dos
ámbitos fundamentales, el camino de Santiago y las
ciudades comerciales de la Corona de Aragón, que en esta
época está extendiéndose por el
Mediterráneo. Distinguiremos cuatro períodos: la
fase de transición, el gótico pleno o
clásico, el gótico manierista o mediterráneo
y el gótico flamígero.
El gótico tarda en introducirse en España,
por lo que hay una fase inicial de transición
(siglo XII) en la que conviven las formas románicas y las
góticas. Los más representativos son los
monasterios de la orden del Císter, fundamentalmente en
Navarra y Argón. Inicialmente son monasterios rurales, y
carecen de decoración escultórica y
pictórica, en consonancia con la austeridad de la orden y
su aniconismo. Destacan las plantas en forma de T, las capillas
de la cabecera y el transepto y el claustro con dos pisos, el
superior para las celdas y el inferior para la vida comunitaria.
Destacan los monasterios de Poblet, La Espina, Fitero, La Oliva,
Santa Creu, Gradefes y La Moreruela. Se comienzan a construir las
catedrales de Zamora y Salamanca, con una clara influencia
islámica, y las de Tarragona y Lérida. Una de las
primeras catedrales góticas que se construyeron en
España es la de Cuenca, que se consagró en
1182.
La segunda etapa, en el siglo XII, es la del
gótico pleno. Fundamentalmente es el gótico de
Castilla y León. Este es el momento de máximo
apogeo del camino de Santiago. El estilo tiene una gran
influencia francesa y en él aparecen todos los elementos
que definen el estilo gótico. Las catedrales más
importantes son las de León, Burgos y Toledo.
También se construyen las catedrales de Oviedo y
Palencia.
La tercera etapa, en el siglo XIV, es la
manierista, y se centra, fundamentalmente, en el
Mediterráneo. Se acaban las catedrales de Palma de
Mallorca, Barcelona, Santa María del Mar (Barcelona) y
Gerona, y se construye la lonja de Barcelona. Son templos
más austeros, la nave central es más ancha y las
laterales son más altas. No abundan los arbotantes ni los
pináculos.
En el siglo XV aparece el gótico
flamígero, que en Castilla se denomina isabelino. En
esta época la decoración se desborda, las plantas
tienden a ser cuadradas, de una sola nave y los soportes
más delgados. El coro deja de estar en el centro de la
nave principal y se desplaza a los pies y en alto. Los motivos
decorativos aparecen en todas partes: portadas, ventanas,
cornisas, cresterías, pináculos, etc., y son,
fundamentalmente, escudos heráldicos, puntas de diamante,
conchas, etc., de inspiración mudéjar. Este estilo
parece que llega a España de la mano de los maestros de
los Países Bajos que trabajan aquí. En la Corona de
Aragón destacan las lonjas de Palma de Mallorca y
Valencia, la catedral de Tarragona y la Generalitat de Barcelona.
En Castilla aparecen dos escuelas: la de Toledo y la de Burgos.
Se conocen algunos maestros como Juan Guas, en Toledo, que
construyó San Juan de los Reyes, y la puerta de los leones
de la catedral de Toledo. En Burgos trabaja Juan de Colonia que
construiría las torres de la catedral de Burgos, la
capilla del Condestable; y la cartuja de Miraflores y
Simón de Colonia, que construye las fachadas de San Pablo
y San Gregorio en Valladolid. También se construyen la
Capilla Real de Granada y la catedral de Sevilla. A partir de
estos momentos en las ciudades aparecen palacios que crean un
modelo de fachada sobria, como el palacio del Infantado en
Guadalajara
Expansión de la arquitectura gótica
La influencia de la arquitectura gótica francesa en el resto
de Europa fue enorme.
En España, este estilo también está representado por las grandes
catedrales urbanas, si bien en el siglo XV la obra civil adquirió
mayor importancia.
En Alemania (que entonces formaba parte del Sacro Imperio Romano
Germánico junto a otros territorios de Europa central) el gótico
también apareció a lo largo del siglo XIII, aunque en una primera
fase convivió con los esquemas románicos autóctonos.
En Italia e Inglaterra la aceptación de los esquemas franceses
se encontró con mayores reticencias, de modo que su influencia
fue escasa. Las iglesias florentinas y las reminiscencias superficiales
del gótico francés en las fachadas de la catedrales de Siena y Orvieto
son simples fases transitorias en la evolución que condujo en
Italia del románico clasicista a los inicios de la arquitectura
renacentista en la obra de Filippo Brunelleschi.
Escultura
La escultura siguió el precedente románico, con una amplia difusión
de imágenes cuyo fin era adoctrinar a los fieles en los dogmas
de la fe religiosa y decorar las fachadas de las catedrales. La
escultura de los siglos XII y principios del XIII tuvo un carácter
predominantemente arquitectónico.
Las figuras más destacadas son las estatuas colosales de las
jambas (pilastras laterales) de las portadas y las de los parteluces
de los vanos de entrada. Reciben el nombre de estatuas-columna
por estar adosadas a estos soportes. A veces, la estatua-columna
tiende a liberarse del marco arquitectónico, como si fuera una
escultura exenta o de bulto redondo.
En el estilo considerado protogótico destacan las estatuas-columna
del famoso pórtico de la Gloria (fachada occidental) de la catedral
de Santiago de Compostela (España, último tercio del siglo XII),
donde apóstoles y profetas se hacen eco del nuevo sentido naturalista
idealizado, a la vez que expresan sus sentimientos y empiezan
a entablar lo que se denomina sacra conversazione, es decir, la
comunicación entre los personajes sagrados.
En Francia cabe reseñar las estatuas-columna de la fachada occidental
de la catedral de Chartres, que datan aproximadamente de 1155.
Las estatuas del pórtico Real de Chartres poseen unas proporciones
y un sentido del volumen que revelan un naturalismo ajeno al mundo
románico. Durante las décadas siguientes las figuras de Chartres
inspiraron a un gran número de artífices franceses. Sin embargo,
las estatuas-columna no eran las únicas manifestaciones escultóricas
figurativas de las portadas, que seguían un rico y elaborado programa
iconográfico centrado en los altorrelieves del tímpano, arquivoltas
y en menor medida, en los dinteles de las puertas. En los parteluces,
solían aparecer estatuas de la Virgen, Cristo o algún santo relacionado
con la iglesia catedralicia.
Aparición del naturalismo
Los convencionalismos en el tratamiento de los pliegues fueron
reemplazados por volúmenes más sólidos y naturales en un proceso
que comienza en torno a 1210 con la portada de la Coronación de
la catedral de París, y que continúa después de 1225 en las portadas
de la catedral de Amiens.
A partir de 1240 ya se aprecian en la fachada occidental de la
catedral de Reims y en las estatuas de los apóstoles de la Sainte-Chapelle
de París los pliegues pesados y angulosos, profundamente esculpidos
en forma tubular, característicos de la escultura gótica posterior.
Al mismo tiempo las estatuas se liberaron del soporte arquitectónico.
Virgen con El Niño
|
En las estatuas de Reims y en las del interior de la Sainte-Chapelle
se consolidó el típico rostro de las figuras góticas: forma triangular,
mentón destacado, ojos almendrados y una marcada sonrisa. Al mismo
tiempo se inició la representación de posturas y gestos amanerados,
que resultan de una síntesis entre las formas naturalistas, la
elegancia cortesana y una delicada espiritualidad.
Otros géneros desarrollados por la escultura gótica fueron las
imágenes votivas, esculturas de bulto redondo de pequeño tamaño
con representaciones de la Virgen y el Niño o de Cristo crucificado,
en las que se aprecian los cambios iconográficos que se produjeron
en el mundo gótico, como una mayor humanización y naturalismo.
Por otro lado, el relieve alcanzó gran esplendor en los retablos,
las sillerías de coro y los sepulcros de grandes personajes.
En relación a las tendencias naturalistas, aparecieron interpretaciones
más humanizadas de la Virgen con el Niño, imágenes que muestran
una relación amorosa en la que la Virgen mira a su hijo dulcemente
o juega con él mientras le ofrece una flor o una fruta. Un ejemplo
de esta nueva iconografía es la Virgen con el Niño de la portada
inferior de la Sainte-Chapelle, un modelo que siguió vigente en
Europa durante varios siglos.
Difusión de la escultura gótica
Aunque la génesis de la escultura gótica se iniciara en el norte
de Francia, como sucedió en el caso de la arquitectura, algunas
de las obras más notables se realizaron en Alemania. La escultura
gótica alemana se caracterizó por un fuerte expresionismo, algunas
veces en el límite de la caricatura, y al mismo tiempo por una
lírica belleza y elegancia formal
En Italia existió, como en el caso de la arquitectura, una cierta
reticencia a aceptar los postulados franceses. En este caso sería
más apropiado hablar de tendencias goticistas dentro de un clima
en el que va apareciendo el protorrenacimiento. El taller más
representativo fue el de Pisa.
En España, en el segundo cuarto del siglo XIII se introdujeron
las formas de la escultura francesa a través de las intensas relaciones
políticas y culturales que la monarquía española estableció con
la francesa. En el siglo XIII destacaron dos talleres en torno
a las catedrales de Burgos y León.
Artes decorativas
En Francia a lo largo del siglo XIII las artes decorativas estuvieron
bajo el dominio de la evocación religiosa. Los medallones que
aparecen en las ilustraciones de las Bibles moralisées (Biblias
moralizadas), en el segundo cuarto del siglo, se inspiraron sin
duda en el diseño de las vidrieras catedralicias. En el salterio
de Luis IX (posterior a 1255), los gabletes con rosetones que
enmarcan las miniaturas imitan los modelos de la Sainte-Chapelle.
A partir de 1250 el mismo estilo cortesano inspira la escultura
monumental y las pequeñas tallas elefantinas (de marfil).
Hacia 1300 las artes decorativas comenzaron a asumir un papel
más independiente. En la región del Rin se produjeron piezas de
un marcado carácter expresivo, que van desde las estatuillas de
la escuela del lago Constanza, como la del joven san Juan sentado
dejando caer su cabeza tiernamente en el hombro de Cristo, hasta
la espantosa evocación del sufrimiento de la pasión de Cristo.
Gótico final o tardío
París había encabezado el arte y la cultura europeas desde 1230.
Sin embargo, tras los estragos de la peste y el estallido de la
guerra de los Cien Años a mediados del siglo XIV, París perdió
la supremacía y se convirtió en uno más entre los numerosos centros
artísticos que florecieron en este periodo.
Pintura
Dentro de la evolución pictórica del siglo XV se distinguen dos
estilos, el estilo gótico internacional y el estilo flamenco.
El primero corresponde a los dos últimos decenios del siglo XIV
y perduró en la mayor parte de Europa durante la primera mitad
del siglo XV. El estilo flamenco surgió en Flandes en el primer
tercio del siglo XV, paralelamente al renacimiento italiano, y
se difundió por el resto de Europa durante la segunda mitad del
siglo.
El estilo internacional apareció en el centro del continente
como consecuencia de la fusión de elementos y formas del gótico
lineal con las innovaciones técnicas e iconográficas aportadas
por los pintores italianos del trecento (Giotto, Duccio, Simone
Martini y los hermanos Lorenzetti).
El estilo se caracteriza por la valoración expresiva de lo anecdótico,
la estilización de las figuras, el predominio de las líneas curvas
tanto en los pliegues como en las posturas corporales, la introducción
de detalles naturalistas con fines simbólicos y el empleo de una
técnica minuciosa.
Museo del Prado
|
El estilo flamenco se inició en las cortes de los duques de Berry
y de Borgoña. La principal aportación de esta escuela es la utilización
de la técnica al óleo, que permite una mayor viveza y enriquecimiento
de la gama cromática, la realización de veladuras y la obtención
de colores compuestos.
Los rasgos más definitorios del estilo flamenco fueron el mayor
naturalismo, el gusto por el detalle a través de una técnica minuciosa
y, en ocasiones, la codificación simbolista de la gama cromática
y de ciertos objetos. Los iniciadores de la escuela flamenca son
los hermanos Huberto y Jan van Eyck, cuya primera obra célebre
fue el retablo de El cordero místico de la iglesia de San Bavón
de Gante. Sin embargo, dentro de la escuela destacó una figura
excepcional, avanzada para su época: Hieronymus van Aken, llamado
El Bosco, que desarrolló en sus obras un universo surrealista
en clave moralizante. Entre sus obras cabe citar El jardín de
las delicias (Museo del Prado, Madrid).
A lo largo del siglo XV la influencia flamenca se extendió por
toda Europa, considerada como un renacimiento nórdico ajeno al
punto de vista conceptual de la edad media.
ARQUITECTURA
Arquitectura gótica (el texto sombreado en color te ofrece información
adicional) Contexto general A principios del siglo XIII tuvo lugar una profunda
revolución en las relaciones políticas y socioeconómicas; los señores feudales
y los campesinos pusieron en marcha una intensa explotación agraria con
excelentes resultados económicos, especialmente en el norte de Francia. La
acumulación de riquezas repercutió en las ciudades, donde se habían instalado
los señores de la tierra, dando lugar al crecimiento de las mismas, casi
abandonadas, con escasas excepciones, desde época romana. A las ciudades
acudieron los comerciantes y los artesanos, contribuyendo a una verdadera
cultura urbana, especialmente en las repúblicas italianas y las ciudades
comerciales de los Países Bajos, menos aristocráticas estas últimas que
burguesas. Paralelamente, los monasterios perdieron poder de atracción y surgió
un cada vez más numeroso clero urbano, en torno al obispo y al centro
espiritual de la ciudad: la catedral, es decir, la iglesia sede de la cátedra
del obispo. En cada población de importancia, la catedral fue algo más que un
monumento religioso: fue la obra colectiva de una comunidad de creyentes, en la
que invirtieron todas sus energías e ingentes cantidades de dinero, pero,
además, fue su centro y su representación simbólica. El gótico será el estilo
artístico imperante en esta Europa durante los siglos XIII, XIV y XV a partir
de la aparición de estos, y otros cambios de orden cultural, político y social.
El arco cronológico y espacial en el que se desarrolla el gótico es muy amplio
y por ello resulta bastante complicado establecer sus límites. El origen del
término gótico posee, como muchos otros, una fuerte connotación negativa. La
palabra “gótico” viene a significar «godo» y era utilizada por los humanistas
renacentistas para referirse aun tipo de escritura medieval contrapuesta a la escritura
«romana». Más tarde su utilización se hizo extensiva a la arquitectura y,
finalmente, al resto de las manifestaciones artísticas como la pintura, la
escultura y las artes menores. El Romanticismo será el movimiento que se ocupe
de revalorizar este estilo que, durante mucho tiempo, fue despreciado por su
alejamiento de la estética clásica. Francia, y concretamente la región de
L'Ile-de-France (París), es el lugar en el que se produjo su nacimiento a
mediados del siglo XII, como expresión del poder de la monarquía y de la
iglesia de este país. Desde aquí se extenderá a la mayor parte de los países
europeos, en los que se llevará a cabo una interpretación propia del estilo con
unas características que son el reflejo del pasado artístico y de la personalidad
de cada uno de estos lugares. Uno de los personajes que más contribuyó a su
nacimiento y desarrollo fue Suger de Saint-Denis, abad e historiador francés y
consejero del rey Luis VI el Gordo. Él fue, además, el encargado de impulsar la
reconstrucción de la abadía cluniacense de Saint-Denis, en la cual se ensayaron
una serie de innovaciones técnicas y arquitectónicas que anuncian la llegada de
la arquitectura gótica. El Císter es otro importante elemento a la hora de
establecer los orígenes del Gótico: se trata de una orden monástica que surge
en Francia al amparo de la personalidad de san Bernardo, quien arremetió contra
la orden cluniacense y condenó los excesos decorativos y la suntuosidad de
algunos edificios románicos. Afirmaba que los monstruos que ornaban los
capiteles distraían al fiel e impedían la concentración en sus rezos. Los
edificios de la arquitectura cisterciense son sobrios, carecen de elementos
decorativos, emplean con frecuencia la bóveda de crucería (este es uno de los
elementos que han invitado a considerar la arquitectura cisterciense como el
antepasado directo de la gótica) y amplios ventanales de una luz blanca y pura,
que no multicolor como sucede en la arquitectura gótica. Como apuntamos al
principio, durante estos siglos se producen importantes cambios en lo que
respecta a la cultura, la sociedad, la economía y el pensamiento. En el campo
de la filosofía se sustituyen las ideas platónicas, que tanto defendió san
Agustín, por la teoría de Aristóteles, de la que se hizo eco santo Tomás de
Aquino, custodiada y conocida por los musulmanes, y que será traducida en
Occidente a lo largo del siglo XII. Surgen figuras como san Francisco de Asís
(il poverello), al que seguirá el franciscano san Buenaventura, que aportarán
grandes cambios en el ámbito de la espiritualidad, dando origen a las llamadas
órdenes mendicantes. Aparece de este modo una nueva visión de la religión que
no está fundamentada en el temor imperante a partir del año 1000, sino en
valores como la pobreza, la humildad y la compasión. Estos cambios trajeron
consigo una nueva visión de Dios, alejada ya de la imagen de Dios justiciero
que ofrecía el Románico. Durante el Gótico, éste aparece como un ser mucho más
bondadoso y próximo al hombre. Frente al Románico, que es un arte rural, el
Gótico se desenvuelve en las ciudades, núcleos de población que experimentan en
estos siglos un vertiginoso crecimiento en torno a los burgos, barrios en los
que se asentaban los burgueses, gentes que se enriquecieron gracias a su
trabajo, la mayor parte de las veces de carácter artesanal. Si la nobleza
impulsó en su momento un arte rural y jerarquizado como era el románico, la
burguesía urbana, la nueva clase triunfante, desarrollará un arte urbano,
impregnado además de un nuevo sentimiento religioso (más humano y emotivo) y de
una sensibilidad más realista y que en el arte se manifiesta de forma más
naturalista. La vida burguesa permitió el acceso a la cultura de otras personas
que no fuesen monjes o clérigos. Allí se asentaban "las escuelas urbanas”
en las que se custodiaba el saber de la época y que, más tarde, dieron lugar al
nacimiento de las universidades. Una de las más representativas era París
integrada por las facultades de Derecho, Medicina, Teología y Artes. Junto a la
de París sobresalen Bolonia, Oxford y Cambridge.Este enriquecimiento mental del
mundo civil vino acompañado de un importante desarrollo económico que creó por
primera vez, desde el ocaso de Roma, la figura del cliente. Los monasterios
habían producido para ellos mismos. Ahora cualquiera que estuviese capacitado
podía producir para satisfacer la demanda de una clientela variada y libre.
Aparecieron así artífices independientes, auténticos hombres de negocios,
dedicados a construir, esculpir, pintar, tejer, cincelar para servir a una
extensa clientela. La mentalidad formada en estos factores hacía coincidir
racionalismo y realidad. Un optimismo teológico radical era la imagen de este
sentimiento que identificaba lo lógico con la verdad, lo físico con lo ideal y,
en el fondo, el mundo de la riqueza con el espíritu. El racionalismo gótico se
manifiesta en el geometrismo lineal que minó rápidamente el carácter de la
plástica románica, sustituyendo su pasividad, la estática de sus masas
constructivas y la visión irreal de sus policromías planas por un arte del
nervio, del perfil, de la moldura, de la imposta y de la línea. Algunos autores
relacionan estas características con la hegemonía del pensamiento escolástico y
la nueva “mentalidad racionalista”. El pensamiento de Alberto Magno
(1206-1280), Tomás de Aquino (1225-1274), Ramon Llull (1232-1315)... quería
racionalizar totalmente la visión del Universo y fusionar el mundo material y
el espiritual en un mismo esquema mental geométrico y riguroso. Por esto
predominan los valores lineales: aristas, molduras, tracerías caladas..., que
harán desaparecer las masas. Al igual que las Summae, que encarnan el ideal de
sabiduría de esta “Edad de la Razón”, una catedral gótica quiere ser un
edificio jerárquico en el que todo tiende hacia una unidad suprema, y en el que
están presentes todas las cosas del mundo. El edificio gótico, concebido
geométricamente, dejando interpenetrar el espacio exterior con el interior a
través de las vidrieras y los rosetones, participa en este conflicto entre la fe
y la razón, con la piedra y la luz, colabora en la tarea de demostrar la fe con
argumentos racionales. En definitiva, podemos afirmar que el Gótico es el
resultado de una serie de cambios, no sólo técnicos y constructivos, sino
cambios en la mentalidad, la cultura, la economía y la sociedad del momento.
Esta creciente secularización que tuvo lugar durante los siglos del Gótico
preparó el camino para la llegada del Renacimiento. La arquitectura gótica
Características generales de la arquitectura gótica El gótico supone, entre
otras muchas cosas, un cambio radical en la manera de construir que se produce
como consecuencia lógica de los estudios de carácter geométrico, matemático y
aritmético a los que se había llegado. Las aportaciones constructivas de este período
fascinarán aun buen número de personajes del siglo XIX, como Viollet-le-Duc, e
inspirarán el nacimiento del Neogótico. Las principales características de la
arquitectura gótica son las siguientes: La utilización del arco apuntado es uno
de los principales logros constructivos que permiten erigir edificios más
elevados, disminuyendo el empuje lateral, y además ayudan a acentuar
ópticamente la sensación de esbeltez que se pretende crear en el edificio
gótico. Este tipo de arco había sido utilizado ya en la arquitectura románica
de Borgoña y de Provenza, así como en la arquitectura cisterciense. A lo largo
del desarrollo del estilo gótico se utilizan otros arcos como el conopial,
escarzano, carpanel, mixtilíneo, el tudor,... La bóveda de crucería es otra de
las piezas fundamentales de la arquitectura gótica. La bóveda de crucería está
formada por el cruce de dos arcos apuntados. Inventada a principios del siglo
XII, conforman una estructura resistente sobre la que se colocan los ligeros
plementos o elementos de relleno que configuran la bóveda (resultan así
estructuras sumamente ligeras, llegando, los plementos, a tener espesores de
hasta diez centímetros y ser construidos con piedras blandas que pesaban menos
y se labraban mejor, reduciendo coste y tiempo en la ejecución de la obra).
Este sistema además de ligero y versátil, permite cubrir espacios de diversa
configuración formal, con lo que posibilita un gran número de combinaciones
arquitectónicas. Con ellas, en definitiva, se podían concentrar los empujes en
los cuatro puntos del vértice y posteriormente apearlos por medio de los
elementos sustentantes, que podían ser los pilares o columnas pero también el
sistema de estribo y arbotante. Como consecuencia, los gruesos muros de la
arquitectura románica pudieron ser reemplazados por ligeros cerramientos con
ventanales que permitieron la aparición de la vidriera y facilitaron que el
edificio alcanzase alturas insospechadas. Así se produjo una revolución en las
técnicas constructivas. La más sencilla es la bóveda cuatripartita pero poco a
poco se van enriqueciendo su traza: bóveda sexpartita, bóveda de terceletes y
bóvedas estrelladas formadas por terceletes y nervios secundarios como son los
combados (nervios curvos que se sitúan en la bóveda con fines ornamentales y no
constructivos), en una simbiosis entre la necesidad funcional y el gusto
estético. El muro pierde importancia frente al vano, cuyas dimensiones aumentan
considerablemente. Este incremento del tamaño del vano obedece al decisivo
protagonismo que adquiere la luz dentro del espacio sagrado. Estos vanos van
decorados con tracería calada. En el siglo XIII el arco cobijaba un rosetón con
trifolio o cuatrifolio y dos arcos menores que repetían el mismo motivo. Según
evoluciona el estilo la decoración evoluciona progresivamente hasta que en el
siglo XV aparecen los ventanales de arco flamígero (en forma de llama). Para
aumentar el movimiento ascendente del vano y del conjunto se suelen completar
ventanas y puertas con una moldura angular: el gablete. Las vidrieras son un
elemento esencial en la arquitectura gótica. No fueron creadas para dar luz, ya
que los templos son sombríos sino para crear un espacio trascendente. Es la luz
de Dios la que se recibe en el templo. Como elemento sustentante se emplean gruesos
pilares sobre los que descansan los capiteles y nervios de las bóvedas.
Adquieren un gran desarrollo en el gótico porque se van adosando a ellos
pequeñas columnas a medida que se multiplican los nervios de la bóveda llegando
a convertirse en pequeños haces de columnas (baquetones).Al principio estas
columnas tienen un pequeño capitel y una basa propias pero llegan a desaparecer
formando un solo capitel corrido como si fuera una cinta decorada que da vuelta
a todo el pilar. En lo que se refiere al alzado interior de los edificios
religiosos, fundamentalmente las grandes catedrales, hay que señalar que, en un
primer momento, seguirá apareciendo la tribuna, que más tarde se irá
modificando en su estructura, para finalmente desaparecer por completo y ser sustituida
por una estrecha galería de servicio llamada triforio. Se configura así una
estructura interna tripartita formada por las arcadas inferiores, el triforio,
cegado o abierto al exterior, y el claristorio, cada vez más importante, donde
se localizan las grandes vidrieras. Todo este complejo sistema constructivo
debía estar necesariamente reforzado en el exterior con contrafuertes, en los
que descansan los arbotantes. Estos son arcos o tirantes de piedra que arrancas
en el exterior del edificio donde se produce la carga de la bóveda de crucería
y transmites el empuje de esta a un contrafuerte exterior, cumpliendo además la
función de ser canales por donde bajan las aguas del tejado. Sobre los
contrafuertes aparecen los pináculos. Algunos historiadores consideraron
durante cierto tiempo que los pináculos tenían una simple función decorativa,
pero hoy podemos afirmar que su función es la de ejercer una fuerza vertical
que neutralice los empujes laterales transmitidos por los arbotantes a los
contrafuertes. De cualquier forma, la profusión de contrafuertes con sus
pináculos contribuyen a la decoración exterior del edificio y dan ese aire
ascendente propio del estilo gótico. Las gárgolas también tenían una función
muy clara, ya que servían para eliminar el agua evitando que esta pudiese
deteriorar..las cubiertas. Las gárgolas toman las formas más fantásticas de las
que es capaz de crear la imaginación del artista. Los elementos técnicos y
estructurales antes mencionados se orientan en función de los que son los dos
elementos más importantes del gótico y que, de alguna forma, permiten explicar
a los demás: el interés por la elevación y la luminosidad de los edificios. El
edificio gótico es estilizado y de gran altura, invitando al creyente a elevar
su mirada al cielo. Esta tendencia a la verticalidad irá creciendo a medida que
pase el tiempo y exista un mayor dominio de las técnicas constructivas. Por
ello, las primeras catedrales, más pesadas y horizontales, darán paso a
edificios más esbeltos y livianos. El sistema seguido es el hasta ahora
comentado: La bóveda concentra los empujes en los nervios y éstos transmiten a
las columnas -a veces columnillas colocadas a contralecho-; pero éstas sólo
pueden soportar esfuerzos verticales. La componente horizontal de los empujes
de la bóveda ha de ser resistida por los arbotantes que progresivamente van
transmitiendo los empujes tanto de la bóveda como del viento a los estribos y
botareles que se equilibran con peso : los pináculos. Por tanto, el origen de
todo este sistema estructural reside en la bóveda de crucería que ordena y
condiciona en cascada todos los elementos estructurales que intervienen en las
construcciones góticas. Los elementos que mayor cantidad de materia necesitaban
- y por tanto mayor porcentaje de participación en los costes globales de la
obra de fábrica - eran justamente los estribos o botareles que equilibran los
empujes horizontales de los arbotantes por medio de la adición de masa pesante.
En el gótico consiguieron desarrollar leyes de construcción empíricas que se
podían entender por medio de relaciones entre las partes de los elementos que
intervienen en el proceso constructivo. Igualmente, la conversión de la
catedral como la nueva “Jerusalén celeste”, llevará a la sustitución de los
muros por vidrieras que permiten el paso de una luz coloreada que ofrece un
aspecto especial, sagrado, al interior de los edificios. Las propias vidrieras
tendrán un sentido religioso al filtrar a través de sus imágenes sagradas la
luz exterior. Y es que, para los siglos XII y XIII, la luz era la fuente y la
esencia de toda belleza visual. Fue la divulgación de la filosofía neoplatónica
y la vinculación que establece esta filosofía del concepto de Dios con el
ámbito de la luz, la que tendrá una mayor repercusión en la nueva arquitectura.
En efecto, Dios es como la luz, capaz de traspasar los cuerpos sólidos sin
romperlos (caso del cristal), de ser fuente de vida, y de ser también principio
y motivo de alegría y felicidad. La idea, difundida especialmente a través de los
escritos del abad Surger, tampoco era completamente nueva, porque ya el
Pseudo-Dionisio el Aeorpagita la había utilizado con la misma intención mucho
antes. Por poseer luminosidad se consideran hermosas a las estrellas, al oro y
a las piedras preciosas. En la literatura filosófica de la época y también en
la épica cortesana los términos "lúcido", "luminoso" y
"claro" son los adjetivos que se utilizan con más frecuencia para
describir la belleza visual. Esta preferencia estética se ve intensamente
reflejada en las artes decorativas de la época, que se deleitan en la
vistosidad de objetos relucientes materiales brillantes y superficies pulidas.
La aparición de la vidriera, movida por la asombrosa idea de sustituir los
muros opacos por otros transparentes, refleja este mismo gusto. Para el
pensador medieval la belleza no era un valor independiente de los demás sino
más bien el resplandor de la verdad, el brillo que despide la perfección
ontológica, y esa cualidad de las cosas que indica que tienen su origen en Dios.
Estas últimas reflexiones nos acercan al sentido y los orígenes del propio arte
gótico. Algunos autores subrayarán la importancia de las innovaciones técnicas
(bóveda de crucería, arbotantes,…) y su carácter funcional como elemento
explicativo a partir del cual se crea toda una estética novedosa (Se pone el
acento en la técnica, los procedimientos de construcción y sus
condicionamientos formales; la forma de los edificios, su evolución, están muy
ligadas al desarrollo lógico de los elementos constructivos); para otros, en
cambio, las nuevas necesidades plásticas son la causa de estas invenciones y no
al revés, es decir, la necesidad de abrir el muro para conseguir más
iluminación era la causa del recurso funcional a la bóveda de crucería.
Relacionado con ello, algunos autores explican las relaciones entre el sistema
de pensamiento escolástico, dialéctico, y el sistema de la arquitectura. Una
summa (clarificación de todo el conocimiento humano y universalidad
enciclopédica) teológica, una totalidad como la catedral (engloba todo el
conocimiento de la época en sus estructuras, vidrieras o esculturas).
Igualmente la perfecta separación entre las partes y su combinación entre sí,
la utilización de la geometría al servicio del proyecto divino, etc. Finalmente,
se subraya igualmente la influencia del contexto cultural e histórico vivido
con el renacimiento urbano, el desarrollo artesanal y comercial, la expansión
de las monarquías feudales (promotoras de buena parte de las grandes
catedrales) o el crecimiento de los cabildos catedralicios a la par que la
propia ciudad, para la cual la catedral es símbolo de la prosperidad material
vivida. La catedral gótica La ciudad gótica medieval significa y simboliza la
liberación de la misma, de los poderes vigentes en el mundo rural: los señores
feudales y los monasterios o abadía, quienes ejercían unos derechos y un poder
subsiguiente sobre todos territorios y las personas existentes bajo sus
respectivas jurisdicciones. Las ciudades se ponen preferentemente bajo la protección
del rey y éste a su vez las utiliza para controlar o contrapesar el poder de
ciertos señores feudales. Las ciudades se organizan autónomamente. Surgen las
universidades y los comerciantes se instalan definitivamente debido a sus
ventajas fiscales. Surge la burguesía. Es en este momento cuando se necesitan
edificaciones que representen el poder de la ciudad, aprovechando la
institución de nuevas diócesis o para dar cobijo a los crecidos cabildos
catedralicios con toda la carga litúrgica que esto necesitaban (la catedral,
imagen del poder de los obispos, quienes gracias a la burguesía podían eclipsar
ya a los monasterios). Es en este ambiente donde nacen las catedrales urbanas.
De esta forma, a la vez que durante el Gótico se construyeron muchos edificios de
carácter civil, algunos de ellos tan hermosos como el Palacio de los papas de
Aviñón, sobre todo, se hicieron edificios religiosos y, en concreto,
catedrales, las cuales se distinguían por su altura del resto de las
construcciones urbanas. Las catedrales surgieron como centro espiritual y
sociológico de la ciudad medieval, en cuya construcción participaron todos sus
miembros, desde el primer patrocinador; el obispo, incluyendo al cabildo y la
monarquía, hasta la nobleza, la burguesía y el pueblo llano , que se empeñaron
en convertirla en realidad, aunque tal empresa exigiera muchos años,
generalmente siglos. Muchas de ellas custodiaban importantes reliquias que
reportaban grandes beneficios económicos en forma de generosas limosnas. Por lo
general, las catedrales se construían en lugares en los que ya había existido
otro edificio con anterioridad, ya que durante la Edad Media el lugar elegido
para la ubicación de un edificio es algo primordial. La planta de la catedral
es de cruz latina con tres o cinco naves entre las que la central sobresale en
altura por encima de las laterales. Cuando esta diferencia está muy acentuada
estamos ante edificios “ad triangulum”, sin embargo, cuando la diferencia no es
muy pronunciada hablaremos de tendencia “ad quadratum”. Las naves laterales se
unen por detrás de la central creando la girola en torno a la cual se hallan
las capillas radiales. La planta simboliza la crucifixión de Cristo y los
pilares del crucero a los evangelistas. En los pies existen dos torres que
flanquean la fachada con tres portadas decoradas. En ocasiones también se
advierte la existencia de portadas monumentales en los brazos del crucero. En
la parte central de este último se ubica el cimborrio que se remarca en altura
con una aguja, algunas de ellas bellamente caladas. Las fachadas adquieren un
gran desarrollo no sólo la principal sino también las dos del crucero. Forman
paños rectangulares donde la decoración se extiende ampliamente rebasando las
portadas. La fachada principal está apoyada en torres laterales formadas por
pisos de masa hueca y rematadas con terraza o con un cuerpo apiramidado llamado
chapitel. También sobresalen campanarios y cimbórrios siempre rematados con las
agujas de los pináculos Bajo el tejado hay cornisas de arquería y rosetones.
Las portadas se colocan entre los grandes contrafuertes de las fachadas, son
abocinadas como las románicas pero se multiplican las arquivoltas y estatuas de
las jambas. Las portadas de las catedrales eran, al mismo tiempo que un método
de divulgación de la doctrina cristiana, el escenario en el que tenía lugar la
representación de misterios y autos sacramentales. La luz, queda dicho,
desempeña un papel, fundamental en el arte gótico puesto que simboliza la
presencia divina y penetra a través de las vidrieras realizadas con fragmentos
de vidrios de múltiples colores. El rosetón (con doble significado, aludiendo
al sol, símbolo de Cristo, y a la rosa, símbolo de María), situado a los pies
de la iglesia, es un gran vano de forma circular que permite el paso de luz
coloreada y contribuye a crear un ambiente de religiosidad, que sitúa al
creyente en un mundo celestial, en la Jerusalén celeste. La arquitectura civil
Como ya hemos comentado, el desarrollo comercial y artesano significó un
aumento del crecimiento urbano y del peso de la ciudad que creó nuevas
necesidades y amplió otras. Estas nuevas necesidades provocaron la aparición de
una arquitectura civil funcional que se convertía, al tiempo, en imagen
representativa y simbólica de los burgos. Son, por tanto, las regiones europeas
de mayor vida artesanal las que primero ven nacer y consolidarse una
arquitectura civil de prestigio. La arquitectura civil se caracteriza por la
diversidad de edificios y tipologías. Entre los de carácter representativo
convendría señalar los ayuntamientos. Símbolo de las libertades ciudadanas ,
suelen ser edificios sencillos cada vez más decorados (Flandes, Italia). En
ellos destaca la sala del concejo y, en ocasiones aúnan las funciones
mercantiles (mercado, almacén y negociado mercantil), jurídicas y
administrativas, mientras que en otros se separan. Los mercados y las lonjas
tienen su origen en las loggia italianas, pórticos donde se llevaban a cabo las
transacciones comerciales y que fueron sustituidos por edificios con grandes salones.
De las lonjas, podemos destacar las de la Corona de Aragón (Palma, Valencia,
Barcelona). Las viviendas urbanas son edificios rectangulares organizados
alrededor de un patio central desde donde se accede al primer piso. Otras
construcciones de carácter civil son las puertas y murallas, de carácter
defensivo, las atarazanas (grandes salas longitudinales para la construcción y
reparación de barcos) y los hospitales. Éstos, con une esquema heredado del
monasterio, están constituidos por una sala rectangular con cubierta de madera
y por un altar o capilla al fondo, para que los enfermos puedan asistir a las
ceremonias religiosas.
ARQUITECTURA GOTICA FRANCESA.
Gótico primitivo En Francia, durante la primera mitad del siglo XII, la
bóveda de crucería apareció esporádicamente en cierto número de iglesias. Sin
embargo, la fase que iba a conducir a la construcción de las grandes catedrales
francesas comenzó en 1137, con motivo de la construcción de la girola de la
iglesia abacial de Saint-Denis, panteón real en las afueras de París y
considerada por casi todos como la primera construcción gótica. La
significación de la abadía para la monarquía era enorme (construida sobre el
sepulcro de San Dionisio, patrón de Francia), pero lo fue aun más desde que se
hizo cargo de ella el abad Suger. Amigo de infancia de Luis VI y regente
durante la minoría de edad de su hijo Luis VII. La remodelación de la iglesia,
fundamentalmente de su pórtico y cabecera, es expresión del pensamiento
teológico y de la teoría política del influyente abad, que transmitió esas
premisas intelectuales al arte producido en el norte de Francia en el siglo
XIII. La afirmación de que “Dios es luz” por parte de Dionisio el Aeropagita y
su formulación de una jerarquía mística le sirvieron a Suger para hacer del
esplendor lumínico el ideal estético en todas las artes y para trasladar al
plano terrenal, con el fin de subrayar la grandeza del rey y su derecho divino,
la ordenación celestial. En el deambulatorio de Saint-Denis, las finas columnas
que sustentan las bóvedas de crucería y la ausencia de muros divisorios entre
las distintas capillas radiales proporcionó un nuevo sentido de espacio
continuo, fluido, que anticipaba las creaciones posteriores. La luz penetraba
por los nuevos vanos abiertos y permitía ver el destello de las reliquias de
San Dionisio. Saint-Denis fue el modelo para la primera de las grandes
catedrales, Notre Dame de París, I, II y III (comenzada en 1163), así como para
un periodo de experimentación orientado a la desmaterialización del muro por
medio de la apertura de grandes ventanales traslúcidos. El añadido de un cuarto
piso en los alzados interiores incrementó la altura de forma vertiginosa. Este
piso adicional, denominado triforio, consiste en un estrecho pasadizo con
arquerías situado entre la tribuna que se halla sobre las naves laterales y el
nivel de los ventanales superiores (claristorio). Las catedrales francesas de
Laon y Noyon también corresponden a esta primera etapa. Gótico clásico La fase
experimental del gótico temprano se resolvió finalmente en la catedral de
Chartres (comenzada en 1194). Eliminando la tribuna del segundo piso heredada
del románico, pero manteniendo el triforio, recupera la sección longitudinal de
tres pisos o niveles. En su defecto se gana altura a través de un amplio
claristorio o piso de ventanales, nivel de las arquerías, que proporciona una
luz casi vertical. Cada vano se organiza mediante una estructura geminada,
dividido por un parteluz y decorado con motivos de tracería como tréboles,
óculos o cuadrifolios. La catedral de Chartres sirvió de modelo para las
siguientes catedrales góticas. Este periodo del gótico clásico culminó en la
catedral de Reims (comenzada en 1210). Con sus equilibradas proporciones, Reims
representa el momento clásico de serenidad y reposo en la evolución de las
catedrales góticas. La tracería calada, característica de la arquitectura
gótica tardía, fue utilizada por el primer arquitecto de Reims. En las placas
primitivas de tracería, como en los ventanales de Chartres, el muro de
mampostería esta perforado por una serie de aberturas. Por el contrario, en la
tracería calada cada ventana se subdivide en dos o más arcos apuntados por
medio de finas columnillas de piedra llamadas parteluces, y en la parte
superior aparece un diseño que produce el efecto de un recortable. Reims sigue
el esquema general de Chartres, pero otra solución del gótico apareció en la
gran catedral de cinco naves de Bourges (comenzada en 1195): en lugar de un
crecido cuerpo de ventanas como en Chartres, el arquitecto de Bourges redujo el
claristorio en favor del cuerpo de arquerías y del triforio. En torno a 1220,
la nave de la catedral de Amiens retomó el sentido clásico y ascensional de
Chartres y Reims, enfatizando la verticalidad y la estilización de los pilares.
Esta catedral, levantada entre 1220 y 1279, con una nave de 133 metros de
longitud, 14,50 de anchura y 42 de altura, apeada en pilares cilíndricos con
columnillas adosadas, constituye el monumento capital del primer gótico y
supuso la transición hacia la más elevada de las catedrales góticas francesas,
la catedral de Beauvais. En ella aparece un gigantesco piso de arquerías
(derivado de Bourges) bajo un piso de ventanales del mismo tamaño, que permite
alcanzar la altura sin precedentes de 48 metros. Gótico radiante o “rayonnante”
La catedral de Beauvais se comenzó en 1225, un año antes de que Luis IX de
Francia ascendiese al trono. Durante su largo reinado, de 1226 a 1270, la
arquitectura gótica entró en una nueva fase denominada radiante o rayonnant. El
término rayonnant deriva de los elementos radiales, como los de una rueda, que
conforman los enormes rosetones característicos de este estilo. La altura dejó
de ser el principal objetivo, y en su lugar se extremó la desmaterialización
del muro reduciendo el espesor de la mampostería, extendiendo los ventanales y
reemplazando el muro exterior del triforio por vanos de tracería. Los muros de
este periodo radiante asumieron el carácter de membranas traslúcidas. Todas
estas características del gótico radiante fueron incorporadas en la primera
empresa importante llevada a cabo durante esta nueva fase, la reconstrucción
(comenzada en 1232) de la iglesia abacial de Saint-Denis (I, II). De la
primitiva estructura sólo se preservaron el deambulatorio y la fachada
principal. Sin embargo, el espíritu rayonnant está mejor representado por la
Sainte-Chapelle (I, II) , la espaciosa capilla palatina construida para Luis IX
entre 1242 y 1248, en la Île-de-la-Cité, en el centro de París. Los inmensos
ventanales, que se elevan casi desde el nivel del suelo hasta el arranque de
las bóvedas, ocupan la totalidad del espacio entre los haces de columnas,
transformando de este modo la capilla en una robusta armadura pétrea recubierta
por superficies acristaladas por donde se filtra la luz a través de vidrieras
multicolores. En la evolución de la arquitectura gótica, el progresivo aumento
de los vanos hizo posible la creación de un ambiente interior sacralizado y
simbólico a través de la luz coloreada que pasaba a través de las vidrieras.
Los colores dominantes fueron el azul oscuro y el rojo rubí brillante. En las
ventanas de las capillas subsidiarias y de las naves laterales se dispusieron
pequeñas vidrieras en forma de medallones, que ilustraban episodios bíblicos y
de la vida de los santos. Su proximidad con respecto al observador permitía la
contemplación de sus detalles. Cada una de las ventanas del claristorio, por
otro lado, estaba ocupada por enormes vidrieras con imágenes monumentales,
perceptibles desde el suelo. A partir del último tercio del siglo XIII la
mística oscuridad se fue disipando, a medida que la técnica de la grisalla
—cristal blanco decorado con dibujos en gris— se fue combinando con los paneles
de colores, cada vez más vivos y luminosos. Gótico flamígero La última fase de
la arquitectura gótica francesa recibió el nombre de gótico flamígero o
“flamboyant”, nombre derivado de los paralelismos entre los motivos de la
intrincada tracería curvilínea y la forma de las llamas. La profusa decoración
del estilo flamígero se localiza generalmente alrededor de los vanos
exteriores. El interior de las iglesias emprendió un proceso de simplificación
basado en la eliminación de obstáculos visuales, como los capiteles sobre
soportes verticales. El interés estructural se concentró en las bóvedas, cuyos
nervios, terceletes y ligaduras conformaban una tupida red de complicados
diseños. La arquitectura flamígera se origina en la década de 1380 con la obra
del arquitecto cortesano francés Guy de Danmartin. Sin embargo el estilo no se
consolidó hasta la conclusión de la guerra de los Cien Años en 1453, momento en
que tuvo lugar el resurgimiento de la actividad constructiva en toda Francia.
El auge de la arquitectura flamígera se produjo entre el final del siglo XV y
el primer tercio del siglo XVI en la obra de Martin Chambiges y su hijo Pierre,
autores de una serie de portadas entre las que cabe citar la fachada occidental
de la catedral de Troyes y las fachadas de los transeptos de Senlis y Beauvais.
ARQUITECTURA GOTICA EN LA PENINSULA IBERICA.
Protogótico. En los reinos españoles, además de las experiencias
cistercienses, en las que, sobre un modelo de edificio que es plenamente
románico, se fueron ensayando formas de construcción góticas, es decir, arcos
apuntados y bóvedas de crucería, existe una primera generación de edificaciones
religiosas que preparan el terreno a lo que sería la eclosión del gótico de
estilo francés. A esta generación pertenecen la llamada “Escuela del Duero”,
con iglesias parcialmente románicas de bóvedas gallonadas e incorporación ya
del arco apuntado (Zamora, Salamanca y Toro). Influencias francesas se
apreciarán en edificios como la iglesia de San Vicente y la catedral de Ávila,
así como el Pórtico de la Gloria, con bóvedas nervadas, lo mismo que la catedral
de Cuenca. Pero todas estas construcciones son casi por completo románicas, y
no hicieron más que adelantar algunos elementos aislados del gótico, sin
compartir sus esquemas generales ni, mucho menos, sus bases espirituales y
estéticas. A partir de aquí hemos de hablar de una gran heterogeneidad dentro
del gótico peninsular, debido a la convivencia de varios reinos cristianos
(Portugal, Castilla y Aragón) que reciben influencias diferentes que
condicionan su arquitectura. Ello será muy evidente en Castilla con la Francia
de los Capeto y, en el caso aragonés, y debido a sus relaciones políticas y
comerciales, con la zona italiana y del sur de Francia. A ello se suma que el
diferente desarrollo económico y político de los distintos territorios
condición sus empresas constructivas, que en el caso castellano se extienden de
forma más homogénea desde el siglo XIII, si acaso con un cierto estancamiento
en el XIV, y que en el caso catalán se ve impulsado con fuerza a partir del XIV
y en Valencia a partir del siglo XV. Gótico del siglo XIII. Los modelos
franceses llegaron a España de la mano de Fernando III en la tercera década del
siglo XIII y dieron lugar a catedrales que, como las de Burgos, Toledo y León,
representan la fase clásica de este estilo en nuestro país, el momento en que
más fielmente se sigue el modelo galo. A ello contribuyó sin duda la presencia
de sus obispos (el caso de Ximénez de Rada en Toledo y Mauricio para Burgos) en
París, donde pudieron establecer los contactos necesarios para llevar a sus
sedes a los arquitectos y a los equipos que se encargarían de ambas
construcciones. Se introducen las formas el clasicismo gótico y se imitan los
modelos franceses. Las obras más importantes son: •Catedral de Burgos. Se
inicia en el 1221 conforme a los modelos cistercienses, pero en 1245 se
modificó el proyecto siguiendo el gusto francés. En ella trabajó el maestro
Enrique (?-1277), quien también intervino en la catedral de León. Posee una
planta de cruz latina de tres naves, mientras que el crucero tiene una sola. La
cubierta la forman sencillas bóvedas de crucería y los tramos que presentan
mayor complejidad son aquellos que fueron reconstruidos en el siglo XVI. Los
ejemplos franceses que más influencia tuvieron en su construcción fueron
Coutance (planta y abovedamiento) y Bourges (alzado), mientras que la
utilización de dobles arbotantes nos remite a Saint-Denis. La fachada que sigue
el esquema de las iglesias francesas con tres cuerpos y tres calles y con
abundante decoración de hornacinas y esculturas. •Catedral de León. En León se
construye una catedral en 1255 por mandato del obispo Martín Fernández dentro
de un gusto plenamente francés. No en vano es considerada la más francesa de
todas nuestras catedrales. Su creador fue el maestro Enrique, segundo arquitecto
de la catedral de Burgos, que será sucedido por Juan Pérez. El modelo que sigue
en planta es el de Reims (basilical de tres naves muy altas), al tiempo que
para la organización del alzado, el punto de referencia elegido fue Chartres,
siendo la mayor parte de las bóvedas cuatripartitas. En ella es posible
apreciar un estrecho triforio, elemento que se irá atrofiando con el paso del
tiempo hasta terminar desapareciendo. Sus vidrieras invaden el espacio que
durante el Románico ocupó el muro y convierten al edificio en una inmensa urna
de cristal, en la que la luz inunda el espacio y desdibuja los contornos.
•Catedral de Toledo. Es la que menos se ajusta a los modelos franceses. La
catedral de Toledo, otro de los grandes hitos de la arquitectura gótica
española, se inició en 1226 cuando el rey Fernando III y el obispo Rodrigo
Jiménez de Rada pusieron la primera piedra en el mismo lugar en el que había
existido una iglesia construida por Recaredo. Se cree que el verdadero artífice
de esta catedral fue Petrus Petri. La planta, de cinco naves, es muy similar a
la de Bourges y a la de Notre-Dame de París por su doble girola formada con
tramos triangulares y rectangulares que facilitan la distribución de los
empujes y permite abrir mayor número de capillas (de modo semejante se solventó
el problema de cubrición de este espacio en la catedral de Le Mans). En esta
catedral se deja sentir la huella musulmana, tal y como lo demuestran los arcos
polilobulados entrecruzados en el triforio de la girola y cierta decoración
geométrica de tendencia también árabe-mudéjar. Gótico del siglo XIV. Durante el
siglo XIV, en Castilla prosigue la construcción de las grandes catedrales
iniciadas en la centuria anterior. El maestro Rodrigo Alfonso inicia el
claustro de Toledo y se comienzan las catedrales de Palencia y Oviedo. El foco
artístico durante este siglo se desplazará a Levante, zona geográfica en la que
encontramos lo que se ha denominado Gótico levantino, que en el siglo XIV
presenta acusadas diferencias con respecto al Gótico del siglo XIII. En Levante
son muy frecuentes los edificios ad quadratum, en los que la diferencia entre
las naves laterales y la central está muy poco acentuada. Los arquitectos del
momento tienden a suprimir el crucero y a colocar las capillas entre los
contrafuertes. Los ventanales experimentan un menor desarrollo y los arbotantes
pierden importancia. Se busca una contemplación total y unitaria del espacio,
para lo que se adelgazan los pilares, muchas veces octogonales. Se tiende a la
horizontalidad y no tanto a la elevación, con un carácter menos esbelto y
ligero al exterior. Son edificios sobrios y simples, con poca decoración, que
deben, en parte, estas características a la arquitectura cisterciense que tanta
trascendencia tuvo en Cataluña y a influencias del sur de Francia e Italia. En
1298 se inician las obras que llevarán a la construcción de la catedral de
Barcelona. El edificio posee tres naves, girola, crucero y capillas entre los
contrafuertes. Bajo el presbiterio se halla la cripta con los restos de santa
Eulalia. No se sabe con exactitud quién trabajó en esta obra, pero se cree que
colaboró activamente en ella el arquitecto real Beltrán Riquer. Siguiendo el
ejemplo de Barcelona, se realizará un buen número de edificios como la catedral
de Girona, iniciada en el año 1312. Como casi todos los edificios religiosos de
la Edad Media, se comenzó a construir por la cabecera y bajo los planteamientos
de un edificio de tres naves inspirado en la catedral de Barcelona, pero una
vez que se concluyó la cabecera, prosiguió la construcción como si de un templo
de una única nave se tratase: La Colegiata de Santa María del Mar (también en
Barcelona) es otro bello ejemplo del Gótico catalán, cuya traza primitiva se
atribuyó durante un tiempo a Jaime Fabre, aunque hoy sabemos que el maestro de
obras debió de ser Berenguer de Montagut. Es una iglesia de tres naves, las
laterales casi a la misma altura que la central, con pilares estilizados y de
sección octogonal. Estas características contribuyen a crear un espacio
interior diáfano y dilatado, que podemos abarcar en su totalidad con tan sólo
con una mirada. En Palma de Mallorca se construyó la catedral sobre una antigua
mezquita. La planta rectangular está dividida en tres naves y una cabecera
cuadrangular. La luz entra a través de un gran, rosetón en la cabecera. En el
exterior, los contrafuertes, rematados en pináculos, se alinean rítmicamente.
Igualmente interesante es la catedral de Manresa, puesta bajo la advocación de
santa María de la Aurora. En este edificio la nave central es sensiblemente más
ancha que las laterales, mientras que estas se funden con las capillas
construidas entre los contrafuertes. Durante el siglo XIV se construyó un buen
número de edificios civiles, en los que no sólo se evidenciaba el poder de la
realeza y de los nobles, sino también el de la propia ciudad. Son, por lo
general, amplios espacios de una sola nave bajo cubierta de madera y arcos
diafragma. Dentro de la arquitectura civil del siglo XIV destaca el Salón del
Tinell del palacio real de Barcelona, mandado construir por Pedro el
Ceremonioso y el Salón del Ciento en el ayuntamiento municipal de Barcelona,
obra de Arnau Bargués. Las atarazanas, espacios dedicados a la construcción y
reparación de los barcos, constituyen otro buen ejemplo de lo que fue la
arquitectura civil en este siglo. En ellas se vuelven a utilizar los arcos
diafragma y la madera como elementos esenciales de cubrición. Las más
interesantes son la de Barcelona y la de Valencia. Para cerrar este apartado
dedicado a la arquitectura española durante el siglo XIV, es necesario hacer
referencia a una de las más bellas fortificaciones del momento: El Palacio de
Bellver de Palma de Mallorca, residencia real que se organiza en torno aun
patio circular de dos pisos con finas arquerías. Gótico del siglo XV. En este
momento el gótico alcanza su plenitud en España tanto en el campo religioso
como en el civil. Se funden la tradición del arte hispano musulmán con las
estructuras góticas flamígeras y el arte propagandístico de los Reyes
Católicos., dando lugar al estilo isabelino o gótico florido. Las
características más importantes son: - Sencillez constructiva, simplificación
de las plantas (sin girola en ocasiones) que tienden al modelo de salón y
complicada decoración. - Se complican las cubiertas con grandes bóvedas
estrelladas. - Se utiliza el arco conopial y mixtilíneo. - Los pilares, que se
adelgazan, se llenan de nervaduras y también se utilizan pilares retorcidos. -
Es frecuente la decoración a trépano, calando la piedra a modo de encaje. - La
decoración tiende a cubrir la estructura arquitectónica; fachadas, ventanas,
arcos,... - Los temas en la decoración son heráldicos, vegetales, cordones
franciscanos, cadenas, puntas de diamantes, conchas, medias bolas, rosetas, yugos
y flechas, caracteres epigráficos (efes e íes),... Hasta la época de los Reyes
Católicos la arquitectura se mantiene bastante clara de formas y con poca
decoración, pero pasada esta primera etapa se llega a un desarrollo de la
decoración pocas veces igualada. Las obras más importantes son: •Catedral de
Sevilla. Comienzan las obras en 1402 sobre el emplazamiento de la antigua
mezquita. Tiene planta de salón de cinco naves con capillas entre
contrafuertes. La bóveda es de crucería simple salvo en el crucero que se
recarga decorativamente. Es el templo mayor de España. Dentro del estilo
Isabelino destacan los siguientes autores: •Juan Guas. Trabaja en San Juan de
los Reyes (Toledo) y en el Palacio del Infantado (Guadalajara). Formado con
Hanequín de Bruselas, introductor de las formas flamencas. En él se funde el
Gótico flamígero con los elementos, soluciones y formas mudéjares, dando origen
al estilo Hispano-flamenco. En 1475 comienza a trabajar para la familia de los
Mendoza construyendo el Palacio de Manzanares el real (Madrid) y el del
Infantado en Guadalajara. Una de sus obras más importantes es la iglesia de San
Juan de los Reyes (Toledo), proyecto que no llegó a concluir y que fue
continuado por Simón de Colonia y Antón y Enrique Egas. Este edificio tiene una
sola nave con capillas entre los contrafuertes, un extraordinario cimborrio en
el crucero y un coro a los pies. Su claustro es uno de los más bellos de la
arquitectura gótica. Consta de dos pisos, en el de abajo se emplean arcos
apuntados y en el de arriba mixtilíneos. Está decorado con elementos vegetales,
geométricos y epigráficos. •Juan de Colonia. Realiza las agujas caladas de la
catedral de Burgos. Su hijo, Simón de Colonia, realiza la Capilla del
Condestable en la catedral de Burgos con bóveda estrellada y calada en su parte
central. En Valladolid construye las fachada-retablo de San Pablo. • En
Valladolid se construye la fachada-retablo del colegio de San Gregorio con una
complicada y rica decoración.. Edificios civiles. Destacan las lonjas destinadas
al comercio como la de Valencia y la de Palma de Mallorca. Son amplias salas
con bóvedas de crucería sobre un esbelto soporte de fuste helicoidal. También
es importante la Casa de los Picos en Segovia. Gótico del siglo XVI Hay que
señalar la pervivencia del gótico hasta el primer cuarto del siglo XVI. Las
obras más importantes de esta etapa son la catedral nueva de Salamanca y la
catedral de Segovia. ESCULTURA ESCULTURA GÓTICA Características generales de la
escultura gótica La escultura del Gótico experimenta un profunda evolución que
viene marcada, en primer lugar, por su progresiva independización de la
arquitectura. De este modo, alcanza un mayor volumen, emerge de la misma,
mientras que durante el Románico, la escultura aparece acomodada en la fachada
y absolutamente sometida a ella. A partir de aquí, y a lo largo del gótico para
culminar en el Renacimiento acabaría por asumir su papel como una de las artes
mayores. Ya desde el pórtico de Saint-Denis las esculturas que forman parte de
las portadas monumentales pertenecen a otra categoría: son estatuas exentas,
situadas en un nicho y cubiertas con doseles. Aunque no deben separarse, por su
función simbólica, del conjunto, ya no forman una unidad indivisible con el
marco arquitectónico como ocurría en el románico. No obstante, la escultura
seguirá, en su mayor parte, siendo monumental, es decir, estará ligada a la
arquitectura durante todo el siglo XIII. Para algunos autores, en esta
“liberación” escultórica tienen mucho que ver los cambios sociales y la
decadencia de las relaciones feudales y de dependencia, aun más en el marco
urbano, mucho más libre e independiente, que comienza a reivindicar el papel
del individuo (“la figura exenta”). En un segundo aspecto, el cuerpo humano se
representa de un modo más naturalista, con una mayor fidelidad a la realidad.
Frente a la figuración conceptualizada del arte románico que ponía el mensaje,
la expresión, por encima de la forma, el arte gótico recuperaba, después de
muchos siglos, el afán por lograr el parecido entre las formas naturales y las
formas artísticas (realismo y detallismo que se manifestaba en los propios
ropajes de los personajes, vestidos a la época, para reflejar su cercanía al
espectador), y lo hacía, al igual que una parte importante del arte
grecorromano, reduciendo la naturaleza a un ideal, renaciendo lo que hoy
entendemos por “belleza”. En este sentido, el canon es ahora más estilizado y
los rostros intentan reflejar los sentimientos, al tiempo que los personajes se
miran y se sonríen entablando un diálogo (“sacra conversazione”). Esta opción
estética tenía su base en las escuelas catedralicias desde las que, sobre todo
Santo Tomás de Aquino, basándose en la filosofía de Aristóteles, defendían lo
sensible como fuente de conocimiento. Pero, al mismo tiempo, había quienes
mantenían la teoría de los neoplatónicos de que hay una “idea general” (los
“universales”) en y antes de lo particular, que tuvo como consecuencia el que
se tendiera a representar cada ser, humano, animal o vegetal, según un tipo
ideal. Como resultado de ambas corrientes de pensamiento el mundo material dejó
de ser fuente de pecado, y surgió un interés por el mismo que culminaría con el
amor franciscano por la naturaleza más sencilla. En escultura se expresó en los
rostros y actitudes de los personajes, a través de una serenidad, gracia y
amabilidad nuevas. Para terminar diremos que la tendencia al naturalismo, a
pesar de que tiene un carácter propio, buscó sus modelos artísticos en la
Antigüedad y, en concreto, en la escultura romana (“Visitación” de Reims) o en
la pintura bizantina, provocando en este último caso un marcado amaneramiento,
manifestado en ritmos curvilíneos y expresiones más cortesanas que religiosas
(“Maestro de los Ángeles” de Reims). Los temas comienzan a sufrir algunas
variaciones. Se siguen representando en las portadas Cristos en majestad que
muestran las llagas de su Pasión. Pero el Cristo, rodeado de la Virgen y san
Juan, se ha convertido en un ser más próximo a los hombres y a su sensibilidad,
menos alejado de la humanidad que el Cristo románico. Ese Dios todopoderoso y
justiciero que se impone por el temor tiende a desaparecer. Será pues el
“Cristo de la pasión” el protagonista de la escultura (de hecho, se constata un
mayor interés por el Nuevo Testamento, y más concretamente por los Evangelios,
que antes). Y es que los cruzados dieron fe de la humanidad de Cristo, vieron
el lugar donde nació y aquellos en los que padeció el martirio y fue enterrado.
La Iglesia, frente a las herejías que negaban la naturaleza humana de Cristo,
insistió en su linaje humano (con el tema del “árbol de Jesé”), presentó a la
Virgen como su madre biológica y mostró su sufrimiento físico. El tema de la
Encarnación, fundamental para la doctrina de la Iglesia, se expresó a través de
la “Anunciación”, la “Natividad” o la “Última Cena”. Pero Cristo fue entonces
sobre todo el dios crucificado, cuyo evidente dolor debía mover a la piedad de
los fieles. Relacionado con el nuevo papel de la Virgen en la vida de Cristo,
la mujer experimenta una importante revalorización: deja de ser símbolo del
pecado para convertirse en fuente de inspiración y también, sobre todo al
principio, en reflejo de un mundo utópico que huye del dolor y sufrimiento. Por
un lado, se repiten los temas marianos como la Asunción, Anunciación,
Desposorios o Coronación de la Virgen, y por otro, se la interpreta como
personificación de la Iglesia. Será frecuente encontrarla en la escultura
exenta con el Niño Jesús en los brazos, en el parteluz de una iglesia, no como
simple trono de Dios, sino como madre que entabla un diálogo con su hijo, que
emana dulzura y sensibilidad. En la escultura exenta se repiten los esquemas
generales y así, sus dos temas principales son el Cristo crucificado y la
Virgen con el Niño. El crucificado del Gótico se sujeta a la cruz con tres
clavos y no con cuatro como se hacía durante el Románico, y comienza a dar
muestras de sufrimiento adquiriendo una dimensión más humana. En lo que se
refiere a la Virgen, su representación como Madre de Dios (“Theotokos”), en la
que ésta es casi una excusa para representar a Jesús a modo de trono (pues
ambos no mantienen ninguna comunicación, representándose a Jesús en su
naturaleza divina, y no como niño dependiente de su madre), es sustituida por
una Virgen sentada, o de pie, en ocasiones ya sola (la devoción a María se
había multiplicado y por ejemplo todas las grandes iglesias de la época estaba
dedicadas a “Nuestra Señora”), con el niño cogido con un brazo. Jesús se
manifiesta ya en su naturaleza humana, y no divina, y se presenta como un niño
atento a su madre y en una actitud de comunicación con ella, ambos juegan o se
acarician, lo que, a la vez permite un mayor juego formal frente al estatismo
del románico. Por otro lado, los santos hicieron de forma masiva su aparición,
sobre todo en los momentos finales del gótico en retablos pictóricos y
escultóricos o bien en esculturas exentas. Los libros sobre la vida de los
santos (Leyenda áurea de J. Da Voragine) se extendieron por toda Europa y los
fieles podían reconocer a cada uno por sus atributos o fisonomía, generalmente
referidos a su martirio. Estos son los protectores del hombre, los emisarios de
Dios para con la humanidad. En los momentos finales de la Edad Media se impone
la costumbre de dar culto a los santos: todo el mundo, hombres y ciudades,
debían hallarse bajo la advocación de un santo patrón. Esta devoción provocará
una fuerte demanda, sobre todo en el campo de la escultura. Finalmente señalar
que la temática derivada de los bestiarios cedió paso paulatinamente a otros
temas extraídos de la paganidad y cargados de naturalismo simbólico, como los
meses, las virtudes y los vicios, los signos zodiacales, e incluso temas de
representaciones históricas de carácter simbólico. En este sentido, en una
época de oposición entre Papado y poder civil, la realeza bíblica es utilizada
como instrumento pedagógico, con el fin de representar a los reyes de los
siglos XIII al XV como descendientes temporales de la realeza del Antiguo
Testamento (las galerías de los reyes son una constante en las principales
portadas catedralicias francesas), a la vez que aboga por la armonía que debe
existir entre el gobierno secular y el espiritual. Los materiales que el
artista del gótico utiliza son: la piedra de diversos tipos, para la imaginería
exterior; la madera policromada, para imágenes exentas, retablos, sepulcros y
la sillería de los coros; y mármol y alabastro, utilizados frecuentemente en
los conjuntos sepulcrales y ocasionalmente en retablos. Digamos también que
toda esta escultura aparece pintada, no sólo la de madera, sino también la
hecha en piedra o alabastro, acentuando con ello sus rasgos de realismo. En
cuanto a su localización, la escultura está presente en las fachadas de las
iglesias, en los retablos de los altares, en las sillerías de los coros y en
los sarcófagos. En el siglo XIII, destacará especialmente la escultura ubicada
en las fachadas de los templos, sobre todo en las puertas, siguiendo registros
horizontales unas veces, alineadas al arco otras, o adosadas a las columnas. El
pórtico estará repleto de esculturas, como queriendo adueñarse del feligrés
antes ya de su entrada en el templo; en las portadas se presentan los grandes
motivos espirituales, culturales y sociales de la época. Cabe reseñarse
igualmente el enorme desarrollo que nuevas tipologías van a experimentar, sobre
todo a partir de la Baja Edad Media: relieves sobre púlpitos, sobre puertas, la
escultura funeraria, los coros, etc. Finalmente comentar que la escultura
seguirá siendo, como en el románico, un arte mayoritariamente anónimo. Sin
embargo, la excelencia de algunos escultores hizo que incluso se conocieran sus
nombres, sobre todo en el periodo final con nombres como Claus Sluter, Gil de
Siloé o Pere Johan. Evolución de la escultura gótica Gótico primitivo La
escultura siguió el precedente románico, con una amplia difusión de imágenes
cuyo fin era adoctrinar a los fieles en los dogmas de la fe religiosa y decorar
las fachadas de las catedrales. La escultura de los siglos XII y principios del
XIII tuvo un carácter predominantemente arquitectónico. Las figuras más
destacadas son las estatuas colosales de las jambas (pilastras laterales) de
las portadas y las de los parteluces de los vanos de entrada. Dichas
estatuas-columna representan la transición entre el románico final y el gótico
primitivo, como se observa en el famoso pórtico de la Gloria (fachada
occidental) de la catedral de Santiago de Compostela (España, último tercio del
siglo XII), donde apóstoles y profetas se hacen eco del nuevo sentido
naturalista idealizado, a la vez que expresan sus sentimientos y empiezan a
entablar lo que se denomina “sacra conversazione”. En Francia cabe reseñar las
estatuas-columna de la fachada occidental de la catedral de Chartres, que datan
aproximadamente de 1155. Las estatuas del pórtico Real de Chartres poseen unas
proporciones y un sentido del volumen que revelan un naturalismo ajeno al mundo
románico. Sin embargo, las estatuas-columna no eran las únicas manifestaciones
escultóricas figurativas de las portadas, que seguían un rico y elaborado
programa iconográfico centrado en los altorrelieves del tímpano, arquivoltas y
en menor medida, en los dinteles de las puertas. En los parteluces, solían
aparecer estatuas de la Virgen, Cristo o algún santo relacionado con la iglesia
catedralicia. En torno a 1180 la estilización románica evolucionó hacia un
periodo de transición en el que las estatuas comenzaron a asumir una serie de
rasgos naturalistas como la gracia, elegancia, solemnidad, sinuosidad y
libertad de movimientos. Este estilo ‘clasicista’ culminó en la primera década
del siglo XIII en las series de esculturas de las portadas de los transeptos
norte y sur de la catedral de Chartres. De todos modos el término clasicista
debe ser matizado, debido a la diferencia esencial que existe entre las figuras
góticas y las del auténtico estilo clásico antiguo. En la figura clásica, sea
estatua o relieve, puede apreciarse un cuerpo completamente articulado debajo y
por separado de sus ropajes, mientras que en la gótica no existe tal
diferenciación. Lo que puede apreciarse del cuerpo es inseparable de los
pliegues de la vestimenta. Gótico clásico La organización de las portadas
continúa siendo, en esencia, la misma que durante el Románico. En los tímpanos,
durante el siglo XIII los temas se distribuyen en registros perfectamente
separados, mientras que, con el paso del tiempo, esta separación se va a ir
rompiendo y se crea una cierta confusión espacial. Estas grandes portadas serán
las principales obras registradas durante este periodo y tienen a Francia como
principal ejemplo, fundamentalmente en torno a las portadas de Reims y Amiens.
Los convencionalismos en el tratamiento de los pliegues fueron reemplazados por
volúmenes más sólidos y naturales en un proceso que comienza en torno a 1210
con la portada de la Coronación de la catedral de París, y que continúa después
de 1225 en las portadas de la catedral de Amiens. A partir de 1240 ya se
aprecian en la fachada occidental de la catedral de Reims y en las estatuas de
los apóstoles de la Sainte-Chapelle de París los pliegues pesados y angulosos,
profundamente esculpidos en forma tubular, característicos de la escultura
gótica posterior. Al mismo tiempo las estatuas se liberaron del soporte
arquitectónico. Es el periodo clásico de la escultura gótica. En esta línea
destacarán los conjuntos de la Visitación y la Anunciación en la fachada
occidental de Reims, o la imagen del “Beau Dieu” de Amiens. En las mencionadas
estatuas de Reims se consolidó el típico rostro de las figuras góticas: forma
triangular, mentón destacado, ojos almendrados y una marcada sonrisa. Al mismo
tiempo se inició la representación de posturas y gestos amanerados, que
resultan de una síntesis entre las formas naturalistas, la elegancia cortesana
y una delicada espiritualidad. Gótico final París había encabezado el arte y la
cultura europea desde 1230. Sin embargo, tras los estragos de la peste y el
estallido de la guerra de los Cien Años a mediados del siglo XIV, París perdió
la supremacía y se convirtió en uno más entre los numerosos centros artísticos
que florecieron en este periodo. El siglo XIV trajo consigo nuevas formas de
devoción popular que provocaron la proliferación de capillas privadas,
escenario del gran desarrollo de la escultura en este siglo y el siguiente. Los
nobles y los burgueses venidos a más que persiguieron los ideales
aristocráticos, quisieron asegurarse la salvación de su alma, por una parte, y
la persistencia de su memoria en este mundo, por otra, construyendo suntuosos
sepulcros dentro de las iglesias. Y aunque en un principio la tendencia al
arquetipo impidió el retrato, pronto la vanidad llevó al retrato funerario. El
propietario del sepulcro fue representado en vida, a veces recostado y hasta
sentado, y fue muy frecuente que a su alrededor, en las paredes del ataúd de
piedra, o en el muro al que a menudo se adosaba, se plasmaran escenas relativas
a sus funerales, ceremonia por la que se medía la importancia del personaje.
Pero las capillas privadas, dedicadas fundamentalmente al culto funerario,
tuvieron también la función de oratorio privado. En el reducido espacio de la
capilla era más fácil la concentración que en las grandes naves y, sobre todo,
era posible acercarse a las imágenes de devoción y a los retablos, que infundía
en los fieles amor y piedad. Estos sentimientos, amor y piedad, son los que
dominan la religiosidad delos siglos XIV y XV. Frente a la majestuosidad de las
imágenes sagradas de siglos anteriores, los protagonistas de la historia
cristiana se humanizan, gozan y sufren, mueren y triunfan. En esta línea se
situó la escultura gótica en el norte de Europa, que se mantuvo ajena al
protorrenacimiento italiano. La escultura del gótico final francés se
desarrolló sobre todo en Borgoña. En torno al 1400 en la corte de Felipe el
Atrevido en Dijon destacó la figura de Claus Sluter, que introdujo la
sensibilidad realista de los Países Bajos en Francia. Renunciando a los modelos
estilizados y a las afectaciones del siglo XIV, Sluter envuelve a sus figuras
en voluminosos plegados. En los personajes que acompañan el sepulcro de Felipe
el Atrevido (comenzado en 1385, Museo de Bellas Artes, Dijon), ofrece un amplio
repertorio de expresiones que contribuyen a enfatizar la evocación de tristeza
y dolor. En las estatuas de los profetas que rodean el Pozo de Moisés
(1395-1403, cartuja de Champmol, Dijon) transformó a los personajes del Antiguo
Testamento en patriarcas flamencos, cuya representación naturalista se funde
con un sentimiento de grandeza espiritual. Tras la muerte de Sluter, en 1406,
su influencia se difundió por el sur de Francia, España y posteriormente
Alemania.
LA ESCULTURA GOTICA EN LA PENÍNSULA.
Evolución de la escultura. Siglo XIII. Como se ha afirmado, la transición a
la plástica gótica la marcaron obras como el Pórtico de la Gloria, el pórtico
de la catedral de Orense o la Cámara Santa de Oviedo en las que se preludian
las característica de este nueva plástica. Pero será a partir del segundo
cuarto del siglo XIII cuando se introduzcan las formas de la escultura francesa
a través de las intensas relaciones políticas y culturales que la monarquía
española estableció con la francesa. En el siglo XIII destacaron dos talleres
en torno a las catedrales de Burgos y León. En Burgos destacan: - La puerta del
Sarmental, con temas como el Pantócrator, los Evangelistas escribiendo. sobre
pupitres, los apóstoles en el dintel y los ángeles y reyes músicos en las
arquivoltas. En ella se pueden apreciar claras influencias de las portadas del
transepto norte de la catedral de Reims. - Puerta de la Coronería o de los
Apóstoles con el tema del Juicio Final. - Puerta del claustro. En la portada
del claustro de esta misma catedral encontramos una escena de la Anunciación,
en la que el ángel sonriente muestra un gran parecido al ángel anunciador de
Reims. Adosadas al muro norte de este claustro se colocaron imágenes de
diferentes monarcas entre las que sobresalen las de Alfonso X el Sabio y de su
esposa doña Violante. En todas estas obras observamos mayor naturalismo,
elegancia en el ropaje, diálogo, comunicación de sentimientos y composiciones
escénicas con movimiento. En León también es importante la fachada occidental
de la catedral con el tema del Juicio Final. En el tímpano aparece la imagen de
cristo mostrando las llagas. En el dintel, el peso de las almas y como los
condenados son conducidos a grandes calderas, al paso que los bienaventurados
son congregados para llevarlos a la Gloria eterna, en las arquivoltas, ángeles
y la resurrección de los muertos y en el parteluz aparece la Virgen Blanca, de
rostro dulce y sonriente, que sujeta entre sus brazos al Niño Jesús. En esta
etapa también son importantes las tallas que representan a la Virgen con el
niño, expresando comunicación y diálogo, y los grupos del Calvario o
Descendimientos como el de Las Huelga (Burgos). Siglo XIV La escultura gótica
evoluciona paulatinamente hacia un mayor naturalismo, en el que la captación de
lo anecdótico y de los detalles menos trascendentes, la representación de los
sentimientos y de la expresión de los mismos, comienzan a cobrar mayor
importancia. La escultura se hace más narrativa y se despierta un creciente
interés por los nuevos temas, que incluían la vida de los santos. El principal
foco de interés es la Corona de Aragón, si bien esto no implica que en otros lugares
como Castilla, Asturias, León, Extremadura, Murcia, Andalucía y el País Vasco
no sigan apareciendo importantes muestras de escultura. En Toledo, durante este
siglo, se realiza la Puerta del Reloj dividida en fajas en las que se narran
diferentes escenas de los Evangelios. En Alava la escultura está representada
por la portada de la catedral de Santa María en Vitoria que, al igual que
Puerta del Reloj, se dividen en bandas horizontales en las que se narran
pasajes de la infancia de Jesús y la glorificación de la Virgen, la cual vuelve
a aparecer en el parteluz. En esta portada, los elegantes personajes se
desenvuelven con libertad y desahogo en el marco en el que se encuentran. En
Navarra, en la catedral de Pamplona, junto con otras obras promovidas por el
obispo Arnaldo de Barbazán, se lleva a cabo la puerta Preciosa, composición
escultórica dedicada a la Virgen. En ella es posible advertir una gran belleza
formal en el tratamiento de los paños, elegancia, suavidad, idealización,
mesura y una gran habilidad a la hora de agrupar a los personajes. En el siglo
XIV se produce el despertar de la escultura catalana, en la que influyen no
sólo Francia, sino también Italia, de la que se aprende un modelado más suave
en el tratamiento de los paños, e Inglaterra. En Girona y para la iglesia de
San Juan de las Abadesas se realizó el retablo de la Virgen Blanca en el centro
se encuentra una imagen de la Virgen en bulto redondo y a los lados escenas
evangélicas. Siglo XV Es el momento culminante de la escultura española por la
abundancia de obras y por su calidad. La nota más característica es la
influencia del realismo borgoñón que se manifiesta en el modo de naturalista de
interpretar los rostros, que desembocó en ocasiones en auténtico patetismo o
bien de melancolía, y en los pliegues de las vestiduras. Esta influencia se
debe a la llegada de artistas alemanes y flamencos a España. Por otro lado, se
debe mencionar la gran importancia que van a comenzar a tener los retablos (de
madera dorada y policromada, ocupando su predela o banco y sus cuerpos y calles
numerosas imágenes y relieves con temas religiosos) y las sillerías de coro (se
realizaban en madera de nogal sin policromar, repartiéndose la decoración por
los respaldos y brazos). Durante este siglo, y por influencia borgoñona
primero, y germana más tarde, se acentúa el naturalismo que llegó a desembocar
en ocasiones en auténtico patetismo. En muchos de los rostros hace acto de
presencia la melancolía. Nos encontramos ante uno de los momentos más
importantes de la escultura gótica. En Navarra eran manifiestas las influencias
borgoñonas y concretamente la de Claus Sluter, como demostró uno de los
artistas más representativos de esta zona, Johan Lome de Tournai. Su obra más
conocida, y además la más importante, es el sepulcro de Carlos el Noble y su
esposa Leonor en la catedral de Pamplona, en la que la manera en que unos
monjes ocultan sus rostros bajo la capucha y los dramáticos gestos de dolor de
otros, son prueba del conocimiento del trabajo de Sluter en la tumba de Felipe
el Atrevido. Uno de los escultores más activos de Cataluña fue Pere Johan,
autor del medallón que contiene la representación de san Jorge en el Palacio de
la Generalitat de Barcelona. El Reino de Castilla es el foco en el que se hacen
más evidentes las influencias borgoñona y flamenca. En Burgos nos encontramos
con dos excepcionales creadores: Juan de Colonia y Diego de Siloé. Siloé era
especialista en madera y alabastro, material este último que trabajaba con
extremo cuidado y con un gran virtuosismo técnico. El retablo de la Cartuja de
Miraflores es la obra que mejor representa su modo de trabajar la madera. En el
centro de la composición se encuentra Cristo crucificado sujeto por el Padre y
por el Espíritu Santo, alrededor los Padres de la Iglesia y escenas de la
Pasión. De semejante calidad es la fachada del Colegio de San Gregorio de
Valladolid, obra que ha suscitado entre algunos especialistas la duda en cuanto
a su atribución, ya que muchos consideran que es de Juan de Colonia y no de
Siloé. Escultura funeraria y exenta Durante la Edad Media se produjo un
acrecentamiento del interés por la muerte, lo que va a ir ligado al deseo de
algunos miembros de la nobleza y de la jerarquía eclesiástica de enterrarse en
el interior de los monasterios, iglesias o catedrales. A partir del siglo XIII
se comienza a generalizar entre los pertenecientes a estos estamentos un
profundo deseo de autoafirmación, que hace que se represente la propia efigie
sobre el sepulcro. Este podía ser exento o bien adosado a la pared, cobijándose
bajo un arco denominado “arcosolio” que se recubría con los motivos
decorativos. En la parte frontal del sepulcro podemos encontrar diferentes
temas: la Crucifixión, la Gloria de Cristo en majestad, la Epifanía, el alma
del difunto siendo transportada por los ángeles y la liturgia del entierro. Al
siglo XV pertenecen, por ejemplo, el sepulcro de Gómez de Carrillo de Albornoz
en la catedral de Sigüenza y el de don Martín López de Arce conocido como «el
doncel», también en Sigüenza. En este último, el difunto no aparece yacente
sino recostado sobre un haz de heno, como símbolo de la fugacidad de la vida, y
leyendo un libro, posiblemente una de las actividades que debió practicar en
vida. A sus pies, un siervo y un león aluden a la fidelidad. Una de las
esculturas funerarias más importantes de nuestro país es el sepulcro de Juan II
y su esposa Isabel de Portugal, que se encuentran en la Cartuja de Miraflores,
los cuales yacen en una cama con forma de estrella de ocho puntas. En esta
obra, la habilidad y la destreza en la ejecución son verdaderamente asombrosas.
La escultura exenta estuvo representada por los crucificados y las Vírgenes con
el Niño. Entre los crucificados debemos citar el Cristo de las Batallas en la
catedral de Palencia, cuyo cuerpo dolorido descansa sobre una cruz de gajos.
Cristo, por su sufrimiento, es más hombre que Dios, no triunfa sobre la muerte
sino que padece para alcanzarla. Entre las vírgenes se encuentra la de la
catedral de Toledo, conocida como la Virgen Blanca, singular por la influencia
francesa que muestra. Sonríe al tiempo que el Niño toca su cara con un gesto de
dulzura. El artista consigue expresar una bella relación entre madre e hijo en
la que predomina la ternura. PINTURA LA PINTURA GÓTICA Introducción. Elementos
generales La arquitectura gótica, con su afán de reducir al máximo la
superficie de muro, que sustituyó por vidrieras, hizo que la pintura mural, la
modalidad pictórica que había tenido una mayor difusión durante el románico,
quedara relegada a la decoración de estancias palaciales (yeso donde la
parquedad de medios económicos o el clima hacían que se prefiriera a los
tapices) o de edificios eclesiásticos de órdenes poco amigas de la ostentación.
Sobre todo en los siglos XIV y XV, la pintura, al igual que la escultura, se
independizó del marco arquitectónico, abriéndose el camino al triunfo de la
pintura de caballete. La clientela del arte de la Alta Edad Media estaba
compuesta por comunidades, fundamentalmente religiosas; en la Baja Edad Media,
los clientes, o al menos los comitentes, eran casi siempre particulares, razón
por la que entraron en juego el gusto o las preferencias estéticas
particulares, así como referencias a las condiciones de la vida social de
quienes encargaban las obras. Aunque algunos artistas trabajaban en sus
talleres y luego ofrecían lo pintado como una mercancía más, las obras
pictóricas más importantes obedecían a encargos de la realeza, la aristocracia,
los altos eclesiásticos, que emulaban a los príncipes, la alta burguesía, que,
igualmente, se convirtió en patrona de las artes sólo cuando pretendía ascender
socialmente, y, por último, las corporaciones profesionales urbanas o gremios.
Los pintores, por tanto, agrupados a su vez en gremios artesanales, disfrutaban
de escasa libertad a la hora de producir sus obras, pues se obligaban por
contrato a obedecer las indicaciones de sus clientes (“donantes” o
“comitentes”) e incluso dependían de los más adinerados de ellos como parte del
servicio doméstico. No obstante, y a pesar de que eran considerados y se
consideraban ellos mismos artesanos, podían llegar a salir del anonimato.
Muchos eran a la vez pintores y escultores, especialmente en los siglos XIII y
XIV. Y eran, salvo raras excepciones, laicos. La pintura, ejecutada para una clientela
dominada por los valores cortesanos y caballerescos que se habían difundido por
medio de la literatura desde el siglo XII, se vio grandemente influida por el
ideal, no sólo social, sino también estético, en boga. En ciertos círculos, la
omnipresencia del mismo condujo a una laicización muy notable, que se aplicó
también a las escenas religiosas, transformadas, por el contacto con la vida
cortesana, en ceremonias sociales en las que tomaban parte personajes
suntuosamente vestidos, de enorme elegancia en las actitudes. Pero, al mismo
tiempo, la religiosidad, como ya apuntamos a propósito de las imágenes
escultóricas, evolucionaba desde la decadencia del intelectualismo escolástico
hacia valores más populares y sentimentales. Se trataba de un cristianismo
verdaderamente sentido, tendente al misticismo, a la fe por la vía del amor y
no de la razón (se llegó a afirmar la irracionalidad del dogma). Esa
religiosidad tuvo también sus ecos en la pintura, con temas cada vez más cerca
de lo patético y más influidos por el teatro religioso, promovido especialmente
por las órdenes mendicantes. La aceptación en las artes figurativas del mundo
material que se había producido ya en el siglo XIII, siempre condicionada por
la reducción de la multiplicidad a un orden, a un esquema geométrico,
evolucionó, gracias en parte a las teorías de Guillermo de Ockham y a la
libertad del conocimiento científico que éste favoreció, hacia un realismo
auténtico en el que cabía la representación de lo particular. El retrato,
incluso, empezó a desarrollarse a causa de la inclusión de los donantes en las
pinturas religiosas. Relacionado con ello, hemos de decir que la pintura
medieval no fue solo una analogía de lo trascendental (un mero instrumento al
servicio de Dios) sino en cierto modo también una reproducción del mundo,
incluso del profano. Este progresivo mayor interés por la contemplación de las
cosas singulares y la reflexión sobre la realidad es evidente en el debate de
los universales, que se mencionó al hablar de la escultura. La postura
nominalista, que subrayaba que lo único existente eran los seres individuales,
se relacionaba con la filosofía aristotélica y la valorización de la naturaleza
y la vida cotidiana. Así, aunque en ocasiones las figuras y su ordenación
respondan a modelos tradicionales, lo diferente será la tendencia a la
individualización (aunque sea un coro de ángeles rodeando a una virgen o una
muchedumbre en un juicio final). Se pueden diferenciar fisonomías, los
movimientos del cuerpo se desprenden de un esquema uniforme y se vuelven más
complejos. Para Santo Tomás la obra de arte era un reflejo del mundo físico
que, a su vez, había de considerarse como una metáfora del cosmos divino. Este
interés por la naturaleza se observa en la misma interacción religiosidad-vida
cotidiana que introduce nuevos géneros pictóricos: entre los pies de los santos
empiezan a brotar unas flores titubeantes; en la anunciación llama la atención
un candelero y un lirio. Los detalles naturales se van abriendo paso, las
naturalezas muertas se multiplican (culminando en la pintura flamenca), y
aunque estas poseen un indudable valor simbólico también se han convertido en
un conjunto estéticamente independiente. La pintura de paisaje empezó a abrirse
paso en obras como la huida a Egipto; las figuras humanas se fueron haciendo
más pequeñas en relación al paisaje (en el XV ya puede hablarse de paisaje con
santos en lugar de al revés). No se había alcanzado sin embargo el
Renacimiento. El historiador Huizinga dice que van Eyck o Sluter siguen siendo
góticos, no renacentistas, y es cierto que aunque el uso de la luz para
subrayar la corporeidad es una innovación visual, la organización de los
objetos representados sigue siendo tradicional. En el políptico de Gante de van
Eyck cada grupo de figuras se organizan siguiendo principios simbólicos y
ornamentales, no reales. El aislamiento de la figura de raíz románica sigue
pues dominante. La estructura ornamental no unía, sino que separaba unas partes
de otras, para subrayar la sucesión de la lectura. La reproducción pictórica
parecía orientarse por el metaforismo del lenguaje: un texto se expresa en
forma de narración plástica. Aun así, otros hablan al final del periodo, y
refiriéndose sobre todo a Flandes, de un “prerrenacimiento septentrional” pues muchos
cuadros presentan innovaciones junto con elementos tradicionales y es difícil
deslindar claramente, la transición es continua. El placer de vivir que
expresaba la cultura cortesana se complementaba con el horror y, a la vez, la
fascinación que ejercía sobre ella la muerte. El esqueleto, imagen de la
vanidad (vanitas) de la vida mundanal, y los temas con él relacionados, fueron
variando de carácter a medida que se afirmaba la alegría vital. El ejemplo
moral se tiñó de rechazo a la muerte, de terror. Temas como la Danza Macabra o
el Triunfo de la Muerte son ejemplo de ello. De forma resumida, y aunque en
pintura gótica es más difícil hablar de características generales, ya que se
suele analizar las diversas escuelas y tendencias, podemos señalar las siguientes:
- Las técnicas empleadas son variadas según los soportes: temple y óleo, en
pintura sobre tabla, y el fresco en las pinturas murales. - El dibujo tiene una
gran importancia: delimita formas, marca modelados, crea ritmos compositivos. -
Importancia del modelado, desde tonos planos al juego de contraluces - La luz
contribuye a destacar el volumen, pero en general no es una luz real y puede
tener contenido simbólico - El color es un elemento clave, se utiliza en gamas
ternarias, con frecuencia es un colorido irreal lleno de contenido simbólico
(dorados) - El interés por la perspectiva también evoluciona, aparece la
preocupación por el espacio pictórico a partir del siglo XIV, con los pintores
italianos y el gótico internacional - La composición tiene muy en cuenta el eje
de simetría, con los elementos orientados hacia el centro teórico del cuadro. -
Las formas de expresión reflejan un nuevo ideal estético hacia un naturalismo
idealizado individual y expresivo, al igual que en la escultura. - La temática
religiosa, y en menor escala también la profana - Tiene un carácter narrativo y
finalidad didáctica y devocional.
EVOLUCIÓN DE LA PINTURA GÓTICA
La evolución de la pintura gótica se realiza en cuatro etapas que reflejan
la evolución y la personalidad de los artistas: El Gótico Lineal. El arte de la
miniatura (mitad del XII-mitad del XIV) Durante el siglo XIII buena parte de
los ejemplos pictóricos más destacados se encuentran en las páginas de los
libros. A medida que el sacerdocio perdía poder y la devoción se
individualizaba, comenzaron a copiarse salterios (recopilación de los Salmos)
no litúrgicos, y, después, Biblias moralizadas y libros de horas (con las
oraciones apropiadas para cada hora del día), todos ilustrados con miniaturas
por pintores casi siempre laicos que no formaban ya parte de los scriptoria
monacales, sino que tenían sus talleres en las ciudades. Las ilustraciones, que
tuvieron en un principio una finalidad aleccionadora, fueron imponiéndose a los
textos, hasta el punto de que los libros más ricamente decorados se encargaban
y se atesoraban básicamente por su valor artístico, lo que no significa que
dejara de dárseles el uso para el que estaban destinados. Si bien la miniatura
fue un arte muy extendido, existieron ciertos momentos y ciertos lugares en los
que tuvo un especial brillo. El primer brote importante tuvo lugar primero en
Inglaterra y después en el norte de Francia, con influencias mutuas, durante el
siglo XIII. Es el llamado Channel Style (“estilo del Canal”), que se engloba en
lo que se ha llamado “Gótico lineal”, un estilo más bien rígido, plano e
idealizado, que muestra la influencia de la pintura bizantina, bastante cercano
a la modalidad representativa que predomina en las vidrieras de la misma época,
con escenas cobijadas por elementos arquitectónicos, escasa o nula ambientación
espacial, tonos planos y abundancia de fondos dorados. En España el arte de la
miniatura vivió un episodio importantísimo en la corte de Alfonso X “el Sabio”,
que reunió a traductores, copistas y pintores para producir, aún dentro del
gótico lineal, una serie de manuscritos excepcionales tanto por su contenido,
de talante cosmopolita y culto, como por su forma. En el scriptorium
patrocinado por este rey en la segunda mitad del siglo XIII, se componen, entre
otros, las Cantigas de Santa María, que, suponen un esfuerzo gigantesco de
creación iconográfica. En el siglo XIV, fundamentalmente en su primera mitad,
perduró el desarrollo de esta tendencia con artistas como el maestro Jean
Pucelle, que fue también orfebre y marcó una importante cesura en la miniatura
gótica francesa con obras maestras de delicadeza decorativa, como “el Libro de
horas de Juana de Evreux”, en los que las figuras escapan al marco y se
insinúan preocupaciones espaciales adquiridas probablemente a través de la
pintura sienesa del Trecento. Con el gótico internacional (que se definirá más
adelante) la miniatura se hizo, más que nunca, cortesana. En la Francia de la
segunda mitad del siglo XIV, los personajes más importantes de la corte, encargaron
libros de horas en los que cada página iluminada muestra el mismo detalle, el
mismo cuidado y la misma calidad que la pintura sobre tabla contemporánea, si
no más, como puede comprobarse en las impresionantes composiciones de los
hermanos Limbourg, autores de “Las bellas horas” y “Las muy ricas horas del
duque de Berry”. El estilo “italo-gótico”. El Trecento italiano (segunda mitad
del XIV) Italia, durante la Baja Edad Media, se mantuvo un tanto al margen de
las corrientes dominantes en el continente europeo. Su arquitectura no
participó más que muy lateralmente en la formulación clásica del gótico francés
y sus escultores más destacados ignoraron las modas imperantes en otros lugares
para recuperar la herencia romana. En el caso de la pintura, ocurre que los
focos italianos actuaron más como emisores que como receptores de ondas
estilísticas. Así, aunque es cierto que el estilo internacional tuvo una buena
aceptación en Italia y se mantuvo hasta finales del siglo XV en ciertas
ciudades conviviendo con el primer Renacimiento, Europa se benefició aún en
mayor medida de las dos grandes corrientes que se pusieron allí en movimiento:
la bizantinista y la clasicista y volumétrica. En el llamado “Trecento” se
impusieron dos grandes centros artísticos: Siena, que continuaba la “maniera
greca” del siglo anterior de clara influencia bizantina (se trataba de una
pintura plana, de líneas sinuosas y sumamente amanerada, pero de una calidad
destacable, que tuvo gran aceptación por la elegancia y la amabilidad de sus
formas), perfeccionada y no copiada sin más por Duccio y Simone Martini, y
Florencia, con el gran pintor de la Edad Media italiana: Giotto. La pintura
sienesa resulta, frente a la de Giotto y sus seguidores, mucho más irreal:
empleaba los fondos dorados, los colores suntuosos y era sumamente ceremonial,
aristocrática. Las razones estaban en que a sus pintores (Duccio, por ejemplo),
no les interesa tanto la representación de una figura tridimensional o una
reproducción naturalista del objeto pictórico cuanto la satisfacción de las
necesidades estéticas de sus clientes, que preferían imágenes tradicionales
cortesanas. La imagen bizantina es ideal para temas solemnes como la
transfiguración de Cristo o la Madonna presentada por ángeles (“Majestad”:
concepto que definía los retablos o imágenes de devoción que adornaban lugares
públicos). Elementos como el fondo dorado, la alineación armónica y simétrica
de santos y ángeles, la ornamentación cincelada sirven para reflejar ese orden
divino. A pesar de ello, la escuela sienesa recoge sin embargo elementos que le
acercan a Giotto, por ejemplo, y sobre todo en las escenas de la pasión de
Cristo, la representación de espacios más o menos reales donde se mueven las
figuras, cuyos gestos y mímicas también presentan un carácter diferenciado y
cierto dinamismo. Relacionado con ello aparecen otros elementos comunes, tales
como son la individualización de los personajes, lejos ya de los estereotipos
practicados durante el medioevo. A esta individualización corresponde una mayor
expresividad de los rostros y el gesto, lo cual marca la separación de los
tipos bizantinos practicados el siglo anterior, hieráticos, inmóviles en su
dignidad eterna. También se presta mayor atención al cuerpo, con lo que se
consigue una mayor corrección anatómica, más realista, sin idealizar. Esto
implica introducir volumen y modelado en los cuerpos, que inmediatamente
repercute en los objetos que lo rodean y en el fondo, que deja de ser un panel
dorado para llenarse de paisajitos o interiores. En éstos se practican unas
rudimentarias reglas de perspectiva, divergentes, que unifican escenas de
diferentes marcos relacionándolas entre sí mediante puntos de fuga que sólo
operan para las escenas seleccionadas. También se innova en la temática: la
aparición de un poder civil fuerte, como son las repúblicas mercantiles,
demanda unas obras que respalden su imagen del poder. Sus más inspirados
cultivadores fueron Duccio di Buoninsegna, que añadió al hierático bizantinismo
anterior ciertas notas de humanidad, y Simone Martini, que llevó a su
culminación el ideal culto y piadoso de la ciudad. Dentro de la escuela
sienesa, los hermanos Lorenzetti, Pietro y Ambrogio, fueron los que más
ampliamente recogieron la aportación de Giotto. Las pinturas del Palacio Público
de Siena, las alegorías de Buen y del Mal Gobierno, ejecutadas por Ambrogio
Lorenzetti, constituyen uno de los ejemplos más ricos de pintura civil
conservados. En Florencia, Giotto di Bondone acudió a la tradición clásica para
crear un estilo pictórico en el que la investigación sobre la
tridimensionalidad fue el rasgo dominante. Muerto en el año 1337, trabajó en
Padua, Asís, Roma, Rímini, Ravena y Nápoles difundiendo así ampliamente sus
maneras de hacer. Según Cennino Cennini, «tradujo el arte de pintar del griego
al latín, adaptándolo a lo moderno». Es decir, dejó de pintar «a la bizantina»
para fundar una pintura diferente, más sólida, de volúmenes simples y bien
definidos, sobria, tremendamente teatral (las figuras humanas tratan de ser
verdaderas, abandonando esa especia de aura divina que tenían en Siena,
representándose personajes reales, de rostros individualizados, que se
relacionan entre sí y expresan sus sentimientos en el marco de la recuperación
del “individuo” y su “individualidad” -el descubrimiento del individuo no fue
un logro meramente intelectual de los humanistas, sino que vino acompañado de
la pintura, de modo que lo visual y lo conceptual se unieron-), coherente y
comprensible en cuanto a sus relaciones espaciales (en ello seguramente influyó
que fuera, además de pintor, arquitecto y escultor, lo que le fue de gran ayuda
en la representación de fondos arquitectónicos), introduciendo el paisaje y
profundos elementos arquitectónicos o situando a figuras de espaldas, aspectos
que ayudad a sugerir un espacio, recursos en fin que abrirían nuevas vías a la
pintura. Con la figura humana sucede lo mismo y también en ella se trata de
sugerir su tridimensionalidad con la insinuación del volumen lo que implicaba
la necesidad de sombras y gradaciones, por lo que se abandona el color plano
para introducir la gradación tonal de los colores o, por otro lado, el
tratamiento de los ropajes que empiezan a traslucir el cuerpo que llevan debajo
y su movimiento. Su propósito era pues la inserción de las figuras en un
espacio real, que intenta ser tridimensional, y en el que los objetos se
disponen con normalidad permitiendo una percepción completa y lógica de la
escena, y no de forma sucesiva como ocurría anteriormente o en la pintura del
norte de Europa. Su deseo es el de integrar figuras, animales y paisaje en un
espacio homogéneo, de percepción simultánea. Además el esquema de composición
de la obra es extraído de la observación real de la escena y no deudor de un
plan estético previamente dado. La asignación de un espacio de acción a la
figura lo alejó definitivamente de los bizantinos. Se quería implicar al
creyente en la temática sagrada en una nueva relación representación-observador
(integrar la realidad religiosa con el espacio real cotidiano). Las personas
santas del espacio pintado eran accesibles al espectador. Ello significaría el
abandono del esquema bizantino, que pretendía sugerir la cercanía de la fe,
pero que ilustraba a la vez la inaccesibilidad de las personas santas. Ese
estilo natural culminó en Italia a través de los modelos matemáticos en la
perspectiva central (ello permitiría diferenciar entre Fra Angelico y Masaccio
o Uccello, ya renacentistas). Es por ello Giotto considerado el antecedente
directo del Renacimiento posterior. En lo que se refiere a sus trabajos,
participó en la decoración de la iglesia alta de Asís, el centro franciscano de
mayor trascendencia, en el que trabajaron también Cimabue, Simone Martini y
Pietro Lorenzetti. Además, realizó la pintura mural de las capillas de los Scrovegni,
en Padua, y de los Bardi y de los Peruzzi, en la iglesia de Santa Croce de
Florencia. El estilo internacional (finales del XIV, primera mitad del XV) A
partir del año 1350, aproximadamente, las cortes europeas adoptaron de forma
más o menos simultánea un estilo pictórico que no era radicalmente nuevo, pero
que reunía determinadas características que se habían ido gestando antes. La
época se corresponde con el auge de la cultura cortesana a la que hicimos
referencia, dominada por unos ideales literarios comunes, perfectamente
conocidos en cada rincón de Europa, y por unos comportamientos sociales
adaptados a esos modelos librescos. Por doquier se celebraban fiestas y torneos
en los que los nobles lucían sus galas más espectaculares y despilfarraban sus
riquezas. Era una cultura de la ostentación, en la que hasta la guerra se
convertía en un desfile de modelos. Unas cortes y príncipes (o figuras como el
coleccionista duque de Berry) que se rodean de artistas, en un marco de lujo
desconocido hasta entonces, donde el coleccionismo de objetos como manuscritos
iluminados o pequeñas tablas pintadas fáciles de transportar se convierten en
algo frecuente. El ambiente cortesano se trasladó a la pintura, constituyendo
su tema más destacado, pero el estilo internacional no se caracterizaba
simplemente por una temática que, de forma más discreta, ya se había
introducido en la pintura del siglo XIII y de la primera mitad del XIV en los
círculos más refinados. Por ejemplo, en torno a estas cortes surge con fuerza un
nuevo ideal caballeresco, recogido por la propia nobleza cortesana, que provoca
la aparición recurrente de ciertos temas como la lucha de san Jorge contra el
dragón, los héroes de las canciones de gesta, los amores cortesanos, etc. que
determinan la irrupción con fuerza de la pintura profana en la historia. En
esta línea debemos entender la aparición de un nuevo género, el retrato, por
razones obvias. La propia pintura religiosa, aun mayoritaria, va a recoger
estas influencias cortesanas y elitistas aumentando las referencias a cortes
celestiales, o en la multiplicación de las ricas telas en mantos de vírgenes y
santos (por ejemplo, la escena de la “adoración de los magos” va a ser muy
demandada al permitir mostrar los vestidos de gala en sus personajes). Pero lo
que marcó de forma inconfundible al nuevo estilo fue la combinación de esa
temática mundana con la importación de tierras nórdicas de un cierto detallismo
realista en la representación, de considerable corrección, de figuras y fondos.
Este nuevo realismo, más o menos idealizado o amanerado según las regiones y
nunca antes conseguido en la historia del arte, alcanzó sus más altas cotas de
perfección en la pintura flamenca del siglo XV, cuya influencia se extendió a
toda Europa. En este sentido, el nuevo estilo se caracterizó por la valoración
expresiva de lo anecdótico, la estilización de las figuras, el predominio de
las líneas curvas tanto en los pliegues como en las posturas corporales, la
introducción de detalles naturalistas con fines simbólicos, el empleo del oro
que acentúa la elegancia y el refinamiento de la obra y el uso de una técnica
minuciosa. Se acostumbra a situar el punto de partida del estilo internacional
en la corte papal, establecida por Clemente V en Aviñón (1309), en la que se dieron
cita artistas de muy variada procedencia. Allí fue fundamental la influencia de
Simona Martín, la cual, unida a la pintura cortesana francesa, dio como
resultado la síntesis elegante a la que hemos hecho referencia. A partir de
aquí se difundió por todas las cortes presentando un carácter internacional con
diversos núcleos desarrollo (París, Praga, Milán, Dijon, Colonia, Avignon)
Entre los autores más destacados de esta tendencia, a pesar de que el anonimato
siguió manteniéndose, mencionar a Melchor Broederlam, Jean Malouel o Bernat
Martorell en la Península Ibérica. En ellos se ejemplifica cómo la figura del
pintor empieza a ser reconocida y el artista cortesano empieza a lograr cierta
liberación de las reglas del gremio o de los contratos eclesiásticos. La
escuela flamenca (siglo XV y principios del XVI) La pintura de la llamada
“escuela flamenca” se localiza en Flandes a lo largo del siglo XV,
prolongándose incluso en el XVI. Su conceptualización resulta difícil pues,
según algunos autores, no debe ser considerada como arte renacentista (incluso
se puede decir que se desarrolla en posición a los modelos normalizados
clásicos), que ya en esos momentos se está desarrollando en Italia, pero
tampoco se pueden enmarcar como un apéndice de la pintura gótica simplemente
pues huye del carácter místico, evasivo e ideal del estilo internacional que
trataba a la vez, y en una difícil combinación, de acercarse a la realidad. La
relación entre Flandes y Toscana fue breve y cada uno siguió su ruta por vías
divergentes. Los flamencos representaron la realidad divina, humana y natural a
un mismo tiempo, y los toscanos, sobre todo florentinos perfeccionaron, un
sistema de representación artística no subordinado a los valores religiosos
cristianos. Los flamencos, aún con fórmulas nuevas, estuvieron en armonía con
la colectividad nórdica de viva religiosidad. Los Van Eyck y Van der Weyden
demuestran su amor a lo humano pero lo expresan de un modo íntimo o alusivo a
un insondable misterio religioso. Esto les permite no contraponer lo humano y
lo divino y lo conciben en armonía con una espiritualidad que luego se revelará
en la Reforma de Lutero. Estos nuevos sentimientos religiosos en Flandes, por
sus características, pueden llamarse modernos. Era la forma de acercar lo divino
a lo humano. Sus santos e imágenes tienen el aspecto de seres vivos. Los
flamencos trataron pues de humanizar lo divino mientras que los ítalianos
divinizaron lo humano. A los artistas florentinos les faltó ese aliento
colectivo, intensamente religioso, de sus compañeros de Flandes y a los
flamencos les faltó esa rigurosa visión perspectiva de los florentinos aunque
introdujeron técnicas italianas como el claro-oscuro, la luz atmosférica, los
colores no uniformes sino esfumados, y el sentido del espacio. La separación
con la, Edad Media fue en Italia más clara, audaz y sistematizada que en
Flandes. El arte florentino llevó su revolución en un plano rigurosamente
humanista. No sintió la exigencia de representar lo cósmico ni lo sobrenatural.
Para ellos el objeto plástico más bello es el hombre y el punto creador focal
es su ojo. Con este poder creador, el artista se sitúa a la par de Dios. Sus
antecedentes más inmediatos estarían en los miniaturistas y artistas franceses
de los siglos XIV-XV, enmarcados en lo que se conoció como “Estilo
Internacional”, y caracterizados por su detallismo y minuciosidad.
Circunstancias socio-históricas. El desarrollo urbano de las ciudades flamencas
(Bruselas, Gante, Amberes, Brujas, todas ellas dependientes del ducado de Borgoña)
fruto del desarrollo artesanal y comercial favoreció el crecimiento de una
“burguesía” mercantil de gran poder económico que se convirtió en una de las
principales comitentes de las nuevas obras. Esto condicionaría desde el tamaño
de las obras, adaptadas para ser colgadas en las casas y por tanto de formato
pequeño, hasta la temática con el desarrollo del retrato. Significación e
innovación. Lo cierto es que esta nueva forma de pintura se distinguía por una
profundidad de la realidad pictórica que no se había visto hasta entonces.
Rechazaba la seductiva elegancia y los elementos exageradamente decorativos del
estilo gótico internacional, y mientras que con anterioridad, en las pinturas
religiosas del siglo XIV, existía la sensación de que se le ofrecía al observador
la posibilidad de vislumbrar el cielo -o de poner un insignificante pie en su
puerta, dicho en otras palabras-, los pintores flamencos bajaron lo sagrado a
nuestro mundo real. En lugar de representar una especie de drama superlativo
para el cual el mundo servía de gran escenario, los artistas prefirieron
plasmar interiores domésticos de la vida cotidiana: salones y dormitorios que
revelaban las pertenencias comunes de la existencia humana diaria. En las obras
de los pintores del norte encontramos una creciente reconciliación con el mundo
y el lugar que uno ocupa en él. Materiales y técnicas. Una de las aportaciones
decisivas de esta pintura será la utilización generalizada, que no invención,
del óleo (técnica consistente en disolver los colores en un aglutinante oleoso
que se obtiene a partir del aceite de linaza, de nuez o de aceites de origen
animal), pues hasta entonces se pintaba con temple, técnica que se continuará
usando. El soporte es, en ambos casos, la tabla (habrá que esperar al renacimiento
veneciano para ver el lienzo). Será muy frecuente la asociación de varias
tablas a modo de pequeños altares fácilmente transportables. Surgen así los
dípticos y polípticos, decorados tanto al interior como al exterior (en este
caso generalmente recurriendo a la grisalla que imita el efecto de la
escultura). Los más habituales serán los trípticos, de 3 tablas, sirviendo las
laterales de puertas de cierre. Las ventajas de la nueva técnica se concretarán
en la posibilidad de realizar una pintura más detallista que permite una mejor
captación de las calidades de los objetos. A la vez, permitirá la obtención de
colores de una brillantez excepcional entre los que predominó el rojo, el verde
y el azul, dotando al cuadro de gran luminosidad. Además concederá una gran
fluidez a la pasta y una mayor rapidez de su secado. Finalmente posibilitará la
obtención de veladuras (tintas transparentes que suavizan el tono de los
pintado) Artistas. El sistema de producción artística es heredero de la
tradición medieval, con un sistema gremial donde prima la concepción artesanal
frente a la conciencia individual, fuertemente intelectualizada del coetáneo
mundo italiano. Los pintores, tras un duro y largo aprendizaje, saben pues su
oficio y sus obras, en las que pueden consumir meses o años, son técnicamente
perfectas, de una atención esmerada. Ello sin embargo no significó que muchos
de ellos no tuvieran un amplio reconocimiento y vivieran en la riqueza,
reconocidos por los propios poderes (Jan van Eyck). Temática. Relacionado con
lo anterior hay que decir que la pintura religiosa se vio ensombrecida por la
cada vez mayor importancia de los temas profanos. Entre ellos destacó el
retrato, nuevo género que irrumpió con fuerza ante los deseos de la burguesía
flamenca (Matrimonio Arnolfini). Ello no significó la desaparición de la
pintura religiosa que siguió teniendo un papel preferente pues catedrales,
iglesias y monasterios siguieron siendo los principales comitentes (Político
del cordero místico de San Bavón). En muchas ocasiones se produjo una mezcla de
ambos géneros apareciendo en la obra los donantes de la misma en actitudes
orantes (Virgen del canciller Rollin), algo habitual en pequeños polípticos
para oratorios o casas particulares. Características: La principal característica
de la pintura flamenca es su deseo de representar lo más fielmente posible la
realidad, a todos sus niveles, por cuanto concederá la misma importancia a una
persona que a un objeto. Este reflejará la posición social de los retratados.
Esta predilección por los objetos acabará dotando a cada uno de ellos de un
marcado simbolismo y valor metafórico (matrimonio Arnolfini). Dicho naturalismo
les alejará de la idealización italiana, representando deformaciones o los más
nimios detalles corporales. Relacionado con ello, la minuciosidad se convierte
en una auténtica obsesión: los cabellos de una cabeza o de una piel, las flores
en un rosal, los más pequeños brillos y brocados de una tela,… Estas, por otro
lado, aparecen organizadas en torno a pliegues duros, geométricos (como si
estuviesen almidonadas), manteniendo la impronta del estilo internacional
(Descendimiento). Es una descomposición del mundo en un mosaico de detalles
realistas para volver a ensamblarlo en un espacio homogéneo. Junto a ello se
desarrollará la representación del paisaje, tema casi ignorado en la pintura
medieval. Se conseguirá, de forma intuitiva o empírica, un ilusionismo
paisajístico en el que se insertan las figuras, aún más espectacular que el de
los pintores italianos contemporáneos, muy obsesionados por la perspectiva
geométrica. Casi todas las obras reservan un espacio al mismo pues, aunque se
trate de una escena interior, siempre habrá una ventana a través de la cual se
pueda divisar que, además dota a la composición de profundidad. Característico
será la presencia de una línea de horizonte muy alta o la representación de
paisajes rocosos, inexistentes en Flandes. En lo que se refiere a la
composición, está enormemente elaborada y es fruto de abundantes estudios
previos. Este avance se ve sin embargo algo limitado por el carácter todavía
demasiado estático de las representaciones, la escasa relación de las figuras
(que a veces parecen como petrificadas) y el predominio de los detalles y las
partes sobre el conjunto. Todo ello recuerdos de los estilos anteriores que
hacen aproximar este estilo al gótico. A pesar de ello se asiste al desarrollo
de un nuevo método perspectivo, que no atiende a modelos geométricos ideales
(perspectiva lineal), sino a un conjunto de referencias sensoriales basadas en
la observación empírica. El espacio, los objetos, las figuras, la luz, están
representados desde un punto: el lugar desde el cual el pintor ve la realidad.
Se conseguirá así, como señalamos antes, un ilusionismo espacial que sirve para
localizar a las figuras y objetos. Artistas destacados (completar a partir de
lo comentado sobre sus obras en clase) Primera mitad de siglo. Los precursores:
los hermanos Van Eyck y Roger van der Weyden Jan van Eyck. Es el precursor y
principal miembro de esta escuela. Se estableció en Brujas donde desarrollará
todo su trabajo. En él se encuentran las principales características de la
escuela aunque Jean desarrolló una técnica superior a la de sus compañeros
sobre todo en perspectiva. Su mejor obra es El Retablo de San Bavón, políptico
de doce tablas, donde se resume la pintura flamenca: la perspectiva empírica,
la obsesión por el realismo se transforma en un detallismo extremo (la misma
perfección tiene una figura del primer plano que la hoja de un árbol del fondo),
el dominio del dibujo que ayuda a hacer un estudio de calidades táctiles, sobre
todo en el tejido, la sencilla composición simétrica, el colorido brillante, el
misticismo de la obra… Otra obra destacada es la Virgen del Canciller Rolin,
donde Jan convierte un tema religioso en unos estudiados retratos, con un
protagonismo de paisaje y todo ello dentro de una escena cotidiana y en un
escenario cotidiano y real. El canciller está arrodillado ante la Virgen y
sobre ésta hay un ángel. Al fondo una ventana por donde se sale a un espacio
exterior: un jardín y un fondo dividido en dos por un río. El detalle es el
mismo para el rostro que para la torre campanario del fondo. No hay profundidad
visual porque el dibujo es el mismo, siempre nítido. El detalle en los vestidos
es extremo. La Virgen responde al canon de belleza de la mujer flamenca y el
donante al canon de hombre de negocios, aunque el retrato es real e individual.
Detrás del donante está la ciudad terrena y detrás de la Virgen la Jerusalén
celeste, las dos unidas por un puente con siete arcos que simbolizan los siete
sacramentos. Es el símbolo de la fusión entre lo celeste y lo terrenal, esa
necesidad de comunión espiritual directa sin necesidad de la Iglesia. Muy
conocido es también su El matrimonio de Arnolfini. El cuadro es un certificado
de matrimonio por su simbología. Es el único retrato doble y de cuerpo entero
que conocemos de Van Eyck (a pesar de que fue un magnífico retratista como
certifica su famoso Hombre del turbante). Corresponde a un rico banquero
italiano afincado en Brujas y su reciente mujer. En esta obra el pintor recurre
a una técnica para amplificar el espacio que es revolucionaria: un espejo
cóncavo en donde aparece reflejado el pintor de frente y las espaldas de los
dos retratados. El color es brillante, la textura de los tejidos perfecta, la
nitidez y minuciosidad de todos los objetos es de miniatura. La composición es
sencilla y simétrica, la luz entra por una ventana a la izquierda pero no
selecciona y apenas crea sombras, el espacio es interior y el estudio de las
perspectivas es bueno. Abundan los símbolos. Rogier Van der Weyden.
Influenciado por Campin y Jean Van Eyck, trabajó en Bruselas y destacó por su
habilidad compositiva: las actitudes y los sentimientos se organizan con un ritmo
equilibrado pero dentro de un gran drama religioso. Él toca los temas más
dolorosos de la Pasión, donde presenta una variada gama de expresiones
dramáticas. En esta línea, su mejor obra es El Descendimiento donde vemos sus
principales características: el elemento protagonista es esa expresividad de
sus figuras tendente hacia el dramatismo patético. Es esta expresividad donde
Van der Weyden supera a Van Eyck. Además tiene una concepción monumental de las
figuras. Los fondos son planos pero las figuras son escultóricas, con relieve y
volumen. Usa el color para representar las calidades táctiles dándole al
conjunto un carácter preciosista y brillante. Los rostros son humanos,
individuales, patéticos y con posturas muy expresivas. La Virgen aparece desmayada
con el rostro blanco y en un difícil escorzo. En cuanto a la composición es
algo agobiante porque las figuras ocupan todo el enmarque y están dispuestas
sobre un fondo plano sin espacio ni profundidad. Pero aún así la composición
está estudiada y ordenada repartiendo tres personajes a cada lado, colocando
uno delante y otro detrás de la cruz y compensando toda su verticalidad con las
figuras de Cristo y María. Segunda mitad de siglo. Los seguidores: Thierry
Bouts, Hugo van der Goes, Hans Memling, Gerard David, Ambrosius Benson, Adrian
Isembrandt, Gerardo de san Juan (Gerrit tot Sint Jans). Van der Goes Es el
tercero de los grandes maestros de la escuela flamenca. Murió joven (1440-1482)
y desarrolla la mayor parte de su obra en Gante. Es el pintor más influenciado
por la pintura italiana porque él viajó varias veces a Florencia y conoció a
los protagonistas de la revolución pictórica que allí sucedía. De él es el
Tríptico Pórtinari. Portinari era un banquero florentino que encargó en cuadro
a Van der Goes en uno de sus viajes por Italia. El tríptico causó gran
sensación en Italia, impresionó por su expresividad y por la perfección que
permitía el óleo, desconocido aún allí. En el panel central vemos la escena de
la Adoración de los Pastores, un tema muy frecuente pero con un tratamiento
diferente: todos los rostros son individualizados, aparecen expresiones de
caras populares, pastores de clase baja y con rostros deformados. Las figuras
también gozan de un gran dinamismo, sobre todo en los mismos pastores. La
llegada del siglo XVI. El renacimiento en Flandes: El Bosco, Joachim Patinar,
Peter Brueghel, Quintín Metsys, Jan Gossaert El Bosco Es el más original de los
pintores flamencos. Nació y vivió toda su vida en una pequeña ciudad holandesa
llamada Hertogenbosch y por eso a é1 se le conoció siempre por Hieronimus Bosch
en Holanda y el Bosco en España. Su ciudad era rural y nada próspera y
pervivían en ella las antiguas tradiciones medievales arraigadas en un mundo
rural. Estos miedos ancestrales son los que pintará El Bosco. Vivió una época
de guerras de religión, de inestabilidad política, de declive económico en el
puente entre el siglo XV y el XVI. El Bosco va a revolucionar toda la temática
y la iconografía de la pintura. Sus imágenes oníricas e irracionales están
mucho más cerca de la vanguardia surrealista del siglo XX que de la pintura
renacentista. Pero esta locura constante en sus figuras le sirve a la vez para
criticar y satirizar una realidad cruda de su alrededor. Detrás de esa locura
hay una crítica de su realidad social. El fuego en la noche es una imagen que
se repite una y otra vez en sus cuadros, como una obsesión, el fuego como el
que ardía en las ciudades de su entorno, pero el fuego también como purificador
de todo un mundo perdido y en pecado. Y es que El Bosco dota a sus cuadros de
una moraleja, una lectura moralista y puritana. Él pertenecía a la secta de Los
hermanos de la vida común y critica su sociedad desde un prisma
místico-católico. Todo ese mundo de Apocalipsis, revuelto y desbaratado no es
más que la representación del subconsciente colectivo de esa masa
intrahistórica, con su mundo de terrores, locuras y supersticiones y amenazas
del fin del mundo en la Edad Media. Técnicamente no es tan innovador. Practica
un dibujo preciso y un color brillantísimo que evoca el mundo de las
miniaturas. Pero toda su obra carece de una elemental composición, de
perspectiva, espacio luz y volumen. Sus figuras son planas. Pero es porque la
pintura para él no es más que un medio para exponer un tema y le interesa más
el contenido ético de su obra que el estético. La colección más importante de
boscos está en España, en el Museo del Prado, porque en los primeros años del
siglo XVI los Países Bajos ya eran propiedad de la corona española y Felipe II
era un gran admirador de El Bosco siendo su principal coleccionista. Hoy toda
esa colección se encuentra aquí con obras como Los siete pecados capitales,
Tríptico del carro de Heno, El jardín de las delicias (su obra culminante) y La
adoración de los magos. Otros artistas flamencos de este periodo y gran
importancia serán: Patinir. Es el pintor flamenco que convierte el paisaje en
auténtico protagonista, cambiando además las llanuras holandesas por paisajes
con personalidad propia, con rocas y agua y una luz que engloba toda la unidad.
En la Huida a Egipto es tan importante el paisaje como la escena principal, la
cual casi desaparece dentro de él. Cielo, Agua y Tierra forman un todo en el
cuadro. El paisaje de Patinir es siempre estático, inmóvil y evocador de un mundo
apacible. Peter Brueguel. Es un maestro del siglo XVI. Recoge el
simbolismo del Bosco pero adaptado a un paisaje real. Hay una concepción
dinámica del paisaje, con ondulaciones y una vitalidad bullente. En la serie
Las Estaciones, de donde se extrae Los Patinadores, las figuras son meros
elementos insertos en el concierto total de la obra. Lo que vive realmente es
la Naturaleza y el hombre es sólo una parte de ella.
Con la denominación de Gótico se referían los artistas del Renacimiento italiano a todas las producciones artísticas de la época medieval. Consideraban que era un arte degenerado, al interpretar mal los godos (los italianos fueron invadidos por ostrogodos e identificaban a todos los pueblos germánicos como godos) las reglas del arte que venían de la época imperial romana. Más tarde, se va a diferenciar el Románico del Gótico y este último término sirve para el arte de los siglos XIII al XV.
1. CIRCUNSTANCIAS HISTÓRICAS
A partir de finales
del siglos XII hay un desarrollo de las ciudades, debido a la apertura
de rutas comerciales, ferias y mercados. En ellas las personas pueden eludir
los lazos feudales, ya que las ciudades pertenecen al rey y por tanto sufren
unas cargas fiscales menores. La burguesía adquiere protagonismo
político y social y quiere reflejarlo en el embellecimiento de esas ciudades en
continuo movimiento. Es el momento de esplendor de los gremios, sobre todo los
relacionados con la industria textil en Flandes, norte de Francia, norte de
Italia y Alemania renana. Además los circuitos comerciales relacionados con
esta materia son los más rentables. Surge inmediatamente una herramienta
imprescindible, la banca, que financia operaciones mercantiles y facilita el
movimiento de los capitales. El comerciante y el banquero se convierten en los
burgueses más acomodados y como tales los primeros donantes de las iglesias y
promotores del arte.
Las ciudades juegan
ahora un papel clave, pues los reyes tratan de apoyarse en ellas para debilitar
el poder de los señores feudales. Se inicia ahora la convocatoria de Cortes,
donde los representantes de las ciudades aprueban los impuestos para el rey, y
este a cambio les concede diversos privilegios, en especial sobre el gobierno
de la propia ciudad.
En el ámbito cultural
las lenguas vernáculas desplazan al latín en la literatura, se fundan las
primeras universidades, y gracias a figuras como Guillermo de Ockham, la
escolástica queda reducida a la teología. El monopolio cultural eclesiástico se
rompe por la irrupción de la burguesía.
2. ARQUITECTURA
La arquitectura
gótica va a tener una difusión geográfica muy amplia, desde Tierra Santa hasta
América. En algunos lugares de Europa, especialmente en Inglaterra, continúa a
lo largo de casi todo el siglo XVI. Hay una verdadera obsesión con las
matemáticas, consideradas como la ciencia que enlaza Dios y mundo. Los
arquitectos buscan la luz, elevación, sienten horror al macizo. Hacer perder al
muro su función sustentante y de cierre en favor de la vidriera. Intenta
conseguir la máxima elevación la expresar el ansia de Dios.
Los principales
cambios con respecto al Románico se dan en la sustentación, donde se
generaliza el arco apuntado, ya usado por musulmanes y en el románico
borgoñón, por su verticalidad ofrece presiones laterales inferiores que el arco
de medio punto. La cubierta se realiza mediante la bóveda de crucería o
de nervios, consistente en la construcción de cuatro arcos haciendo un cuadrado
y otros dos que se cruzan en diagonal. Sobre esta estructura de seis arcos se
cubren los cuatro plementos. A partir de este esquema inicial se desarrollan la
bóveda sexpartita, de terceletas y estrellada. Al multiplicarse los nervios
secundarios de la bóveda se transforma el pilar, se adelgazan las
columnas adosadas al pilar y aparece el capitel corrido. El contrafuerte
se separa del muro y surge el arbotante, semiarco que deriva los empujes
de la parte superior del arranque de la bóveda de ojiva hacia el contrafuerte.
Sobre el contrafuerte se coloca el pináculo con función decorativa y de
contrapeso.
Hay también acusados
cambos en planta. Continúa la cruz latina pero el transepto no se marca
al exterior, y en ocasiones la cabecera tiene la misma anchura que la nave de
transepto. Los ábsides dejan de ser
semicirculares y se convierten en poligonales. La nave central se eleva
especialmente, aunque también se da la llamada planta de salón, donde todas las
naves tienen la misma altura. La tribuna, perdida su función, se va
convirtiendo en galería o triforio.
Cambia la decoración
del templo, tanto la escultórica del exterior como la pictórica del interior.
La reforma cisterciense rompió la sobreabundancia decorativa del románico. Hay
una decoración geométrica a partir de la combinación de líneas de los arcos. La
decoración vegetal es muy fiel a la naturaleza y las figuras tienden hacia un
mayor naturalismo. Desaparece la pintura mural al desaparecer el muro, y a
cambio se introducen las vidrieras. La pintura sobre tabla ocupa el espacio de
los retablos de altar y la talla sobre madera destaca en la sillerías.
Cronología
-
Siglo XIII. Gótico pleno. La nave central se divide en tres
cuerpos, superior con las ventanas, el intermedio con la tribuna que se conserva
aún y el inferior formado por dos soportes y arcos apuntados que separan la
nave central de las laterales. Predomina la piedra sobre el vano.
-
Siglo XIV es tiempo de crisis, se detienen las obras en
Castilla, Francia e Inglaterra, al contrario de los Países Bajos y Cataluña. En
el tramo superior de la nave central se abren ventanales alargados
desapareciendo la tribuna que se convierte en triforio. Se multiplica el número
de nervios de la bóveda, y estos recorren el muro hasta los pies del pilar.
-
Siglo XV se ve una interdependencia de escuelas, y se da un
recargamiento decorativo que da lugar al Gótico flamígero. El ventanal ocupa
todo el espacio del triforio. Las ventanas simulan una tracería vegetal más
naturalista que geométrica. Se multiplican todos los elementos que favorezcan
el sentido ascensional. La bóveda se llena de nervios secundarios.
3. ESCULTURA
La característica fundamental de la
escultura gótica es el realismo. Mediante una lenta evolución van
desapareciendo los complicados programas iconográficos y las figuras
esquemáticas a favor de una claridad mayor en la composición, figuras de
mayor tamaño y una fantasía menor. Los pliegues se hacen más naturales y las
figuras tienen una esbeltez debida a la ley del marco que sigue
imperando. Hay un regreso a la naturaleza al representar los animales y
vegetales como elementos que aportan riqueza decorativa. Esto último es debido
en especial a la influencia de San Francisco de Asís (1184-1226): cada criatura de la naturaleza es un reflejo de la
divinidad.
El artista gótico se interesa por lo
anecdótico, recupera el paisaje, individualiza los rostros y por fin en
el siglo XV aparece el retrato. Dentro del espacio arquitectónico continúan los
mismos espacios reservados para la escultura, pero las figuras se desprenden
del muro y se hacen de bulto redondo, quedando dentro de hornacinas
rematadas con arcos apuntados y gabletes. Los tímpanos contienen muy pocas
figuras de gran tamaño. En las arquivoltas las figuras se disponen el paralelo
al arco y cada una dispone de un apoyo y un remate arquitectónico. En el
interior de las iglesias los sepulcros se decoran con la escultura de la
persona allí enterrada. También se cubren de esculturas los púlpitos, pilas
bautismales, sillerías de coro, etcétera.
En la escultura exenta sigue
predominando la representación del Cristo crucificado y la Virgen con
el Niño. Cristo en la Cruz aparece sufriente y muerto, desmadejado,
recordando a quienes le contemplan el sacrificio que ha hecho por la salvación
de los hombres. La mujer deja de ser
fuente del pecado y la Virgen gana protagonismo, se comunica con su
hijo y el Niño juega con ella. El mensaje se ha humanizado y nos presenta a
Jesús como hombre. En el gótico surge la representación de la Piedad, la
Virgen sosteniendo el cuerpo muerto de Jesús.
PINTURA
Muchas de las características de la
escultura sirven para la pintura. Una de las diferencias principales es que se
abandona paulatinamente la pintura mural y se desarrolla sobre tabla, sobre
todo para los retablos de altar. Predominan los fondos dorados para darle un
valor simbólico a la luz y por influencia de los mosaicos bizantinos.
No se puede hacer una sucesión
lineal de estilos en la pintura del gótico, porque se dan simultáneamente
formas diferentes, una vez entre lo que se hace en Francia frente a Italia, y
luego entre Italia y Flandes. Podemos hacer una división en estilos, que en
ocasiones son simultáneos.
-
Gótico Lineal (1200-1330). Caracterizado por entroncar con la pintura románica tardía,
el colorido brillante, la pintura plana, prescindir de los problemas
espaciales, abundancia de obras realizadas en códices y vidrieras y el sentido
narrativo.
-
Ducento (siglo XIII). Relacionado con los talleres bizantinos aún activos en
Venecia o Sicilia. Hay que diferenciar dos tendencias, la maniera greca
más centrada en un a pintura amable que busca agradar al espectador, y que
deriva después en la llamada escuela sienesa, y el italo-bizantino, que
partiendo de la influencia bizantina busca un mayor naturalismo y es continuado
es la escuela florentina.
-
Trecento (siglo XIV). Italia se convierte en el principal referente de la pintura
del momento. La influencia franciscana lleva a la búsqueda del naturalismo y la
expresión de sentimientos. Existe una preocupación por el espacio con el empleo
de puntos de vista que convergen en puntos de fuga fuera de la composición.
También se cuida la anatomía y la expresión de gestos y actitudes. Existen dos
estilos, la escuela florentina con Giotto a la cabeza, con innovaciones
técnicas y estéticas que rompen con el bizantinismo y abren paso al
Renacimiento, y la escuela sienesa, que sigue fiel a lo bizantino y cuya
figura central es Simone Martín.
-
Gótico Internacional (1350-1420). Está directamente relacionado con el triunfo de la monarquía
y la burguesía en estos momentos. Hay un gusto excesivo por el lujo, la
elegancia y la pintura amable. Surge de la fusión de lo que fue el gótico
lineal con la pintura del Trecento llevada a Avignon por Simone Martín.
Valoración de la línea, el movimiento, exaltación cromática derivada de Siena y
un sentido aristocrático francés.
-
Primitivos flamencos (siglo XV). Lo más destacado es el cambio técnico que supone la
utilización del óleo sobre lienzo o
tabla. El óleo permite el retoque que en el temple era imposible. Permite
además el detallismo miniaturista. La clientela es burguesa y aristocrática. El
maestro se instala en una ciudad y no se desplaza de un lugar a otro, hay dos
centros principales, Brujas con Van Eyck y Tournai con Robert Campin. Aparece
el retrato individual. Es característico que en el fondo de la composición se
abra un paisaje, generalmente urbano.
ESCUELAS REGIONALES
4. Francia
En el siglo XII hay un intento por
parte de la monarquía de Luis VI de fortalecer la autoridad del rey. Para ello
necesita elementos externos que se contrapongan con los señores feudales. Hace
falta una arquitectura grandiosa, reflejo de lo que quiere ser la monarquía.
Aquí está el origen del gótico. El abad Suger, consejero real, decide
reformar, entre 1132 y 1140, el lugar de enterramiento de los reyes de Francia:
la abadía de Saint Denis. Dispuso tres pórticos en lugar de uno,
correspondiendo cada uno a las tres naves interiores. Dispone una gran ventana
sobre el pórtico central y encima de él el rosetón. Como elemento de cubierta
emplea la bóveda de crucería, con los nervios bien marcados. También introdujo
el arco apuntado, que ya se había empleado en las construcciones románicas de
Normandía e Inglaterra. El espacio que dejaba libre el muro es ocupado por la
vidriera, en la que Suger busca despertar la mente de los creyentes de las
tinieblas mediante la luz.
Las tres principales catedrales
francesas de la segunda mitad del siglo XII y primera del siglo XIII, son punto
de partida para el gótico en el resto de Europa. Se encuentran en el territorio
controlado por la dinastía de los Capeto. Las catedrales de Chartres
(segunda mitad del XII), Reims y Amiens (primera mitad del XIII) tienen tres naves hasta el transepto, que es saliente y
cinco naves en la cabecera con girola, tribuna reducida al triforio en
beneficio del claristorio y empleo del arbotante que deja el muro como simple
cerramiento.
En la segunda mitad
del siglo XIII, una obra alcanzará el máximo extremo en la eliminación del
muro, la Saint Chapelle de París, capilla de los reyes de Francia. Está
totalmente cubierta de vidrieras, donde se desarrolla un programa iconográfico
completo del Antiguo Testamento. Suele denominarse a este estilo como gótico
radiante. El siglo XIV será muy escaso en obras debido a la inestabilidad
política y finalmente la Guerra de los Cien Años.
Es en Francia donde
tiene más desarrollo la pintura del gótico internacional, aunque no dispone de
maestros de primera fila en el siglo XIV. En los primeros años siglo XV los hermanos
Limburgo son los miniaturistas que trabajan para el duque de Berry, para
quien hacen el Libro de las Muy Ricas Horas del duque de Berry. Las
figuras que aparecen en sus páginas responden al modelo estilizado y elegante
del gótico internacional, mientras los paisajes son ya escenarios concretos con
figuras reales, en lugar de espacio para la anécdota. Estas obras son muy
importantes por el empleo de materiales preciosos como el pan de oro y el
lapislázuli. En los años centrales siglo XV destaca Jean Fouquet. Viaja a Roma donde trabaja con Fra Angelico. Combina influencia renacentista
italiana con la de los primitivos flamencos. Esta síntesis puede observarse en
el Díptico Melun, donde mezcla detallismo flamenco y monumentalidad de
las figuras italiana, rostro del donante flamenco y rostro de la Virgen
idealizado.
5. Inglaterra
El uso del arco
apuntado fue un elemento experimentado en Inglaterra desde la época de la
introducción del románico normando, en catedrales como la de Durham, acabada
hacia 1133. Los primeros arquitectos góticos franceses pudieron tomar esta
experiencia como punto de partida. Es sin embargo en el siglo XIII cuando puede
hablarse propiamente de gótico inglés. Mantiene la longitud de las naves,
introduce un doble crucero y cabeceras planas sin girola, así como una
elevación de las naves no tan exagerada como la francesa. De este gótico
primitivo de la primera mitad del siglo XIII es ejemplo paradigmático la catedral
de Salisbury, donde a las características antes citadas hay que señalar la
separación del especio en dos zonas, una para clérigos y otra para el pueblo.
Esto es influencia de las iglesias conventuales, las más frecuentes en estos
momentos.
Será en Inglaterra
donde van a surgir los terceletes y las bóvedas estrelladas. Se configura así
un estilo puramente nacional, como en la catedral de Winchester, y que
alcanzará su máxima expresión en el gótico perpendicular a partir de la
segunda mitad del siglo XIV. Ahora aparecen las bóvedas de abanico, que
aligeran el peso y evitan los arbotantes, cubriéndose con una profusa
decoración de molduras. Como ejemplo podemos citar la capilla de San Jorge
en Windsor.
6. Alemania
La influencia francesa es muy fuerte. Destacan sus
catedrales por la elevación y las torres en la fachada, muy altas, puntiagudas
y caladas. En el XIII la catedral de Colonia cuyas torres servirán de
ejemplo para las que posteriormente se harán en Burgos. También la catedral
de Estrasburgo, siguiendo de cerca los modelos franceses de Chartres, Reims
y Amiens. Desarrollarán la planta de salón, unificando el espacio interior de
las catedrales.
La escultura tendrá
un gran desarrollo en los retablos hechos en madera tallada y policromada. Uno
de los principales maestros, en la segunda mitad del XV, será el austriaco Pacher,
que realiza la mayor parte de su obra en el Tirol y deja sentir ya una cierta
influencia renaciente italiana.
En la pintura hay que
destacar a Schongauer, en la segunda mitad del siglo XV. Conservamos el
lienzo de la Virgen de las Rosas, pero es mucho más importante por sus
grabados. Servirán como fuente de inspiración a todos los pintores del siglo
XVI. La técnica que emplea es tan depurada, que el propio Durero querrá
aprender con él. Hay influencia del Quatrocento, pero adapta a la impronta alemana
y con arquitecturas góticas de fondo.
7. Italia
Hay una pervivencia
de la herencia clásica que desvirtúa mucho las formas góticas, con lo que los
arcos se van a apuntar ligeramente y las ventanas van a tener un tamaño
reducido. Debido a que los municipios tienen una importancia muy grande en una
sociedad donde las ciudades y los burgueses son cada vez más ricos, predominan
más los edificios civiles que en otros lugares de Europa. En este sentido
podemos destacar la Signoría de Florencia, que pese a su aspecto de
fortaleza es el edificio donde reside el poder municipal, o el Palacio Ducal
de Venecia donde la decoración sí recuerda más a un gótico florido. El
edificio religioso más destacado es la catedral de Milán, que reúne,
dada la situación geográfica de Lombardía, las mayores influencias francesas y
germánicas de toda Italia. Iniciada su construcción en 1386, no será consagrada
hasta 1577, por lo que no deben extrañar las ventanas con remates de frontos
triangulares y curvos propios del manierismo. Destaca su alzado de la fachada
triangular, con cinco naves en planta que se van reduciendo en altura desde la
central, además de la abundancia de pináculos.
En el campo de la
escultura destaca la familia Pisano. Nicolás Pisano, en el siglo XIII
retorna al clasicismo influido por los sarcófagos y esculturas romanos,
logrando fundir el goticismo con el espíritu clásico. En el Púlpito del
Baptisterio de Siena (1260) hace resurgir la escultura clásica de bulto
redondo. Andrea Pisano, en el siglo XIV, realiza las primeras puertas
del Baptisterio de Florencia. Dentro de un marco polilobulado recorta las
figuras sobre un fondo plano.
En el campo de la pintura distinguimos dos escuelas. En la escuela
de Florencia destacan Cimabure y Giotto. Cimabue (1240-1302) introduce
ya elementos realistas en sus composiciones rompiendo un poco el hieratismo
bizantinizante. Obra principal son los frescos de la iglesia inferior de San
Francisco de Asis donde representa una Virgen con el Niño y un San
Francisco que revela afanes retratísticos. Sus figuras adquieren ya volumen y
se relacionan con su entorno. Giotto (1267-1337) abandona
definitivamente la maniera greca, la forma de componer influida por el arte
bizantino. Es el primer pintor que copia de la naturaleza, valorando la luz en
la matización de los colores y con gran dominio del dibujo. Preocupación por el
espacio y el volumen de las figuras. Desaparecen los esquemas rígidos para
pasar a la utilización de un carácter eminentemente expresivo en sus obras.
Trabajó con Cimabue en Asís. Se le encargan los frescos de la capilla de la
Arena de Padua donde destaca el Abrazo ante la Puerta Dorada por su
naturalismo. En Florencia decora las capillas Peruzzi y Bardi de la iglesia de
la Santa Croce. Los hermanos Lorenzetti (Pietro y Ambrogio), en la
primera mitad siglo XIV, introducen la iconografía de la Virgen de la humildad,
relacionada con la de la leche. En ellas se relaciona el Niño con la Madre, en
una actitud de juego o consuelo. En el descendimiento muestran la angustia y
desesperación de los protagonistas y un Cristo desmadejado. En la Alegoría
del Buen y Mal Gobierno realizan arquitecturas superpuestas siguiendo
esquemas de Giotto y muestran gusto por los detalles.
La escuela de
Siena cuenta con autores como Duccio y Simone Martín. Duccio
(1255-1319), fiel a la tradición bizantina y dominado por la ternura y el
sentimentalismo. Su obra más importante es la Maestá para el altar mayor
de la catedral de Siena. En el anverso la Virgen entronizada con ángeles y
santos en santa conversación. En el reverso catorce temas evangélicos, con la
Crufixión en el centro. Simone Martini (1283-1344), realiza una Maestá
en la cual rompe con la rígida disposición de los personajes en filas
superpuestas para situarlos en una disposición semicircular consiguiendo mayor
movilidad. En el retrato ecuestre de Guidoriccio da Fogliano recorta la
figura sobre un fondo azul de perfil anunciando el Quattrocento. En su Anunciación
insinúa el estilo internacional. Introduce la iconografía del ángel que se
comunica delante de la Virgen arrodillada. El movimiento sinuoso de la Virgen
expresa la ternura propia del arte sienés.
8. Países Bajos-Borgoña
Igual que sucede en
Italia, una floreciente sociedad industrial y mercantil va a demandar además de
edificios religiosos otros de uso civil. Entre los edificios religiosos destaca
la catedral de Amberes, y entre los civiles podemos citar la Lonja de
Ypres. En el siglo XV desarrolla el llamado gótico flamígero, el más
ornamentado de todos.
En el siglo XIV hay
en Borgoña una figura capital, Sluter. Es el creador de una escuela
plena de realismo. Su gran obra es la portada de la cartuja de Champmol
y la tumba de Felipe el atrevido de Borgoña. En la primera aparecen los
duques retratados en el momento de ser presentados por sus santos titulares a
la Virgen. La tumba destaca por el cortejo de monjes plañideros que portan el
féretro del duque. Es quizá la obra escultórica más importante del momento.
Donde es
especialmente rico el gótico flamenco es en la pintura, donde llega a
representar una opción válida frente a la renovación que va a suponer el Renacimiento
en Italia. Los primitivos flamencos abarcan todo el siglo XV y podemos
dividirlos en tres generaciones.
a) Primera generación
Robert Campin (1378-1449). Iniciado en el gótico internacional, será uno de los
creadores de la escuela flamenca. Maestro de Van der Weyden. Crea el retrato de
busto de tres cuartos frente al espectador con un fondo oscuro. Influido por
los maestros más jóvenes como Van Eyck e incluso Van der Weyden.
Juan Van Eyck (1390-1441). Junto con su hermano mayor Huberto logra perfeccionar la
técnica del óleo añadiendo resinas al aceite de linaza y así aglutina
perfectamente pigmento y aceite. El Políptico de la Adoración del cordero
místico de Gante es obra de los dos hermanos y un compendio de las
características del estilo. Cerrado aparece una Anunciación en la parte
superior y en la inferior los donantes rezando ante Juan el Bautista y Juan el
evangelista, que están pintados como estatuas, y todo enmarcado con arquerías
góticas. En el interior se resume toda la iconografía cristiana medieval para
transmitir el mensaje de que la sangre de Jesús sirve para salvarnos a todos.
El Matrimonio Arnolfini es un retrato de esponsales donde utiliza un
espejo convexo para integrar a los testigos del enlace que están al otro lado
del cuadro. Realiza varios cuadros donde la Virgen y el Niño están con el
donante que reza frente a ellos, compartiendo protagonismo en la escena, como La
Virgen del canciller Nicolas Rolin y La Virgen del canónigo Van der
Paele. El detallismo de esta última llega hasta poder apreciarse lo que
está escrito en el libro que sostiene el canónigo a través de sus lentes que se
posan en él. O en el caso del primero, el detalle extremo de las dos personas
que al fondo se asoman para ver pasar las barcas por el río.
b) Segunda generación
Roger Van der Weyden (1399-1464). Formado en el taller de Campin y conocedor de la obra de
van Eyck. Unió lo aprendido de estos dos maestros, añadiendo una gran destreza
para la composición y dotar a sus personajes de una espiritualidad que conmueve
al espectador. La tabla del Descendimiento del Museo del Prado es una
obra de juventud, en ella plasma el dolor contenido, la desesperación, el
desmayo de la Virgen y el cuerpo desmadejado de Cristo. Cristo y la Virgen
tienen la misma postura. Los personajes de los lados cierran la composición al
inclinarse hacia el interior.
Dieric Bouts (1420-1475). Seguidor de Weyden.
El Retablo de la Última Cena de Lovaina es una de sus obras
cumbre. Cristo centra la atención de todos los presentes a la vez que mira de
frente al espectador. Todo queda enmarcado en una arquitectura cerrada.
Hugo Van der Goes (1437-1482). Profundiza en lo trágico y recibe influencia italiana.
Se puede apreciar en su Adoración de los pastores donde emplea un
formato enorme (2,49 x 5,74), inusual en la pintura flamenca, no así en Italia.
Realiza contraposición de llenos y vacíos y de luz y oscuridad.
c) Maestros fin de siglo
Hans Memling (1435-1494). Discípulo de Weyden. Su obra es conocida por lo
accesible de su mensaje, la suavidad de las formas y el afán de agradar al
cliente. Los desposorios místicos de Santa Catalina de Brujas está
considerada como su obra más importante. Desarrolla una sagrada conversación,
con los personajes en primer plano (Virgen con el Niño, Juan el bautista, Juan
el Evangelista, Santa Catalina y Santa Bárbara) y detrás en los vanos que deja una
columnata, episodios de las vidas de los santos.
Gerard David (1460-1523). Recibe la influencia de toda la escuela flamenca
anterior. Tendrá importancia para los pintores renacentistas flamencos. Su
pintura tiene un intenso lirismo y dulzura. En el Descanso en la Huida a
Egipto del Museo del Prado representa a la Virgen en el momento de dar el
pecho al Niño.
El Bosco (1450-1516). Su obra se basa en la iconografía cristiana medieval.
El Bosco sacaba a la superficie un mundo inmerso en el desequilibrio, el
contrasentido y el engaño en donde la angustia, el peligro, el delirio están
siempre presentes (M Victoria Chico). Sus obras más importantes están en
el Museo del Pradogracias a la afición que por este pintor flamenco mostró
Felipe II. Destacan el Tríptico del carro de heno y el Tríptico del
Jardín de las Delicias. Se caracteriza por la compleja iconografía, los
colores rosados y azules muy marcados y el pequeño tamaño de sus figuras.
9. Castilla
El gótico entra en
Castila por las estrechas relaciones que tiene Fernando III (1217-1252) con
Francia. Durante su reinado se inicia la construcción de las tres princpales
catedrales castellanas del siglo XIII. La catedral de Burgos consta de
tres naves, crucero marcado y numerosas capillas laterales. En la fachada se
sigue el esquema en "H", mezcla de Amiens y Reims. Las puntiagudas
agujas son de Juan de Colonia del siglo XV y el cimborrio de Vallejo, del XVI.
Destaca la capilla del Condestable, del siglo XV por su bóveda estrellada. La catedral
de Toledo la inicia el maestro Martín, francés, seguido de Petrus Petri.
Planta de salón y cinco naves. Destaca la solución de la girola, con tramos
rectangulares y triangulares que dan lugar a la alternancia de capillas grandes
y pequeñas. Contiene la catedral una de las mejores muestras de la escultura en
Castilla del siglo XV, en el Retablo Mayor y la Sillería de Coro, obra de Rodrigo
Alemán, donde introduce temas de la Guerra de Granada. La catedral de
León es obra del maestro Enrique, en planta copia a Reims, la fachada con
rosetón y gablete sigue a Chartres. A pesar de iniciarse en la primera mitad
del XIII, su obra fundamental es de la segunda mitad, siendo por tanto la más
luminosa de las españolas de ese siglo.
Durante el siglo XIV
hay un parón en las construcciones debido a las minorías de edad, guerras
civiles y monarcas débiles. Sin embargo, de nuevo en el siglo XV se desarrolla
una arquitectura muy ornamentada debido a la introducción del gótico flamígero
por la entrada de numerosos maestros flamencos. Es un estilo que va a enlazar
con el plateresco. La catedral de Sevilla cuenta con cinco naves,
intervienen maestros flamencos y entra de lleno en el XVI. Es una de las
catedrales más grandes de Europa. Su disposición recuerda a una mezquita en
planta, hay que recordar que se construye sobre el solar de la antigua mezquita
de Sevilla. San Juan de los Reyes en Toledo es un encargo realizado por
la reina Isabel la católica al arquitecto Juan Guas quien hace también
el Palacio del Infantado. De una sola nave con capillas entre los
contrafuertes. Claustro magnífico y cabecera poligonal. Metido dentro del
gótico flamígero con una profusa decoración. También en Toledo el Hospital
de la Santa Cruz obra del arquitecto Enrique Egas. Sigue modelos
italianos en la planta que tiene forma de cruz griega con brazos muy alargados.
En pintura Castilla
va a ser un foco secundario frente al catalán. En la segunda mitad del siglo
XIV destaca el italiano formado en Valencia e instalado en Toledo, Gerardo
Starnina. Lleva la influencia florentina a Castilla. Se le
considera responsable del plan general de la capilla de San Blas en la
catedral de Toledo. Completo programa pictórico, siguiendo el ejemplo de Asís,
donde introduce el carácter de Giotto en las arquitecturas y logra unos excelentes
efectos de luz y color. También realiza en la catedral la capilla de San
Eugenio.
La figura más
destacada de la escuela castellana del siglo XV es Fernando Gallego
(1468-1507). Formado en Flandes y relacionado con Van der Weyden y Bouts,
desarrolla su actividad en Salamanca y su entorno. Dibujo detallado e inetrés
por captar la expresividad de sus personajes. Insiste mucho en el dramatismo en
obras tempranas como la Crucifixión del Prado, que sigue muy de cerca
los modelos flamencos. Desarrolla un estilo más personal en la Bóveda del
Zodiaco, realizada al fresco para decorar el techo de la biblioteca de la
universidad de Salamanca. Destaca la libertad empleada en el uso de la
iconografía y el abandono del dramatismo anterior. Realiza hasta su muerte
numerosos retablos, en cuyos trabajos se forma la escuela castellana de la
primera mitad del siglo XVI. Resulta una pintura serena, de suaves veladuras y
exquisito dibujo.
10. Aragón
Mientras el gótico
castellano tiene unos inicios brillantes en el siglo XIII, en la corona de
Aragón, será el siglo XIV cuando se realizan las principales obras. La catedral
de Gerona se inicia en tres naves, pero se opta por una sola para evitar la
penumbra. Aspecto exterior cuadrado. Predomina el muro y son menos airosos los
pináculos y arbotantes. La catedral de Mallorca destaca por su enorme
altura y anchura, con altísimos contrafuertes en su costado sur. Tiene el
aspecto del armazón del casco de un barco invertido. Aunque el siglo XV es
menos prolífico, destaca la construcción de lonjas como las de Palma, Valencia,
Barcelona y Zaragoza.
Será en el campo de
la pintura donde destaque la corona de Aragón, sobre todo os pintores
catalanes. En el siglo XIV destaca la familia Bassa, cuyo taller inicia Ferrer
Bassa (activo 1324-1350) exiliado en Italia en 1321, aparece en Barcelona
en 1324. Su obra más importante es la decoración pictórica de la Capilla de
San Miguel en el monasterio de Pedralbes en Barcelona. Destaca la Maestá,
donde sigue modelos bizantinos, se nota la influencia sienesa en la Virgen y la
de Giotto en el Niño. Trabajó con él su hijo Arnau Bassa, considerado
por algunos como la cabeza principal de la pintura gótica del XIV en Cataluña.
Como obra principal tenemos el Retablo de San Marcos, encargado por el
gremio de zapateros de Barcelona y hoy en la Seo de Manresa. Destaca el sentido
narrativo, el color y la doble influencia de Giotto y Siena, igual que en su
padre. Ramón Destorrents (segunda mitad XIV) es formado en el taller de
los Bassa, mantiene la técnica del temple al huevo e incorpora al rico colorido
la insistencia en el blanco, que da un gran luminosidad a sus composiciones.
La segunda mitad del
siglo XIV en Cataluña está dominada por la familia Serra. Tienen su taller en Barcelona e introducen la influencia de la escuela
sienesa del Trecento y la transmiten por toda la corona de Aragón. Realizan
retablos utilizando un sentido narrativo y tomando escenas sacadas de los
evangelios apócrifos, que acaban configurando una iconografía propia catalana.
Tiene especial importancia los temas relacionados con la Virgen María. No hay
obras claras que pertenezcan al mayor de los hermanos, Francesc, aunque
se le atribuye el retablo de Sixena. Jaume continúa al frente del
taller a la muerte de su hermano y es el
autor del retablo de Gualter, donde narra episodios de la vida de San
Esteban. Podemos destacar la obra del tercero de los hermanos, Pere, que
realiza el retablo del Espíritu Santo de Manresa. A caballo entre los
dos siglos tenemos a Luis Borrasá (1360-1426), formado en el taller de
los Serra. Dentro del estilo internacional cuida la expresión y el movimiento
en obras como el retablo de San Pedro en Tarrasa.
En el siglo XV
podemos destacar a dos pintores catalanes: Martorell y Huguet. Bernat
Martorell (primera mitad del siglo XV) se forma con Borrassá en el
gótico internacional. Crea un importante taller de pintura y miniatura en
Barcelona que sigue activo después de su muerte. Obra suya es el famoso retablo
de San Jorge, donde destaca el cuidado dibujo, el escalonamiento de planos
en zig-zag, y una arquitectura llevada al fondo de manera forzada. En el retablo
de San Vicente, se nos revela un pintor que asimila novedades como las
matizaciones de luz y el intento de captar la psicología de los personajes.
Bartolomé Bermejo, aunque de origen cordobés , desarrolla su actividad
pictórica en la corona de Aragón, primero en Zaragoza y Valencia y al final de
su vida en Barcelona. Es el primer maestro de la escuela hispano-flamenca,
hasta el extremo de pensar que se formara en Flandes cerca de Bouts. Suyas son
dos obras capitales, Santo Domingo de Silos del Prado, donde el
espectador pierde la atención de la mirada fija del santo debido a la multitud
de detalles nimios que podemos encontrar, y la Piedad del arcediano Desplá
de la catedral de Barcelona, una de sus últimas obras, donde alcanza un gran
dramatismo. Jaume Huguet (1414-1492) es el broche de oro del mejor
momento de la pintura catalana. Tras la muerte de Martorell se convierte en el
más importante pintor de Barcelona durante cuatro décadas. Sufrió una serie
crisis productiva durante la guerra civil entre la Generalitat y el rey Juan
II, que provoca un parón en las actividades económicas catalanas entre 1462 y
1472. Su estilo es ecléctico entre el internacional, flamenco y las novedades
renacentistas que llegan en esos años. Continuando con la técnica del temple
realiza el retablo de San Jorge, así como el retablo de los Santos
Abdón y Cenen de la iglesia de Santa María de Tarrasa. Destaca la
monumentalidad de las figuras y el detalle con que realiza el suelo.
11. BIBLIOGRAFÍA
AZCÁRATE, J.Mª., Arte gótico en España, Madrid, Cátedra, 1990.
BLANCA PIQUERO, Mª A., Historia del Arte de la Baja Edad Media,
Barcelona, Planeta, 1994.
BLANCA PIQUERO, Mª. A., La pintura gótica de los siglos XIII-XIV,
Historia visual del Arte, tomo 5, Barcelona, Vicens-Vives, 1989.
CHICO, María Victoria, La pintura gótica del siglo XV, Historia
visual del Arte, tomo 6, Barcelona, Vicens-Vives, 1989.
GUDIOL, J., ALCOLEA I BLANCH, S., Pintura Gótica Catlana, Barcelona,
Ediciones Polígrafa, 1986.
MARTÍN GONZÁLEZ, J.J., Historia del Arte, tomo I, Madrid,
editorial Gredos, 1986.
MUÑOZ PARRAGA, Mª del C., BORRÁS GUALIS, G.M., El Gótico. Arte de
la Baja Edad Media, Historia del Arte, tomo 5, Madrid, Espasa-Calpe,
2000.
SHAVER-CRANDELL, La Edad Media, Introducción a la Historia
del Arte de la Universidad de Cambridge, Barcelona, Gustavo-Gili, 1985.
YARZA, J., La Edad Media, Historia del Arte Hispánico,
Madrid, Alhambra, 1980.
YARZA, J., Baja Edad Media. Los siglos del Gótico, Introducción al
Arte Español, Madrid, Sílex, 1992.
YARZA, J., MELERO, M., Arte Medieval II, Conocer el Arte,
tomo 5, Madrid, Historia 16, 1997.
El tema es de Cris (con pequeñas aportaciones mías)
TEMA
59 EL ARTE GÓTICO
- Presentación: relación con otros temas.
- Contexto histórico.
- Características generales y fundamentos estéticos.
- Arquitectura.
- Escultura
- Pintura
- Conclusión
- Bibliografía
- Presentación: relación con otros temas.
- Continuación del tema El arte del Románico
- Temas de Historia: La Baja Edad Media en Europa y los Reinos peninsulares en los siglos XIV y XV.
- Antesala tema del Arte del Renacimiento.
- Contexto histórico.
2.1. Cronología: Europa desde ½
s. XII hasta primer tercio S. XVI. CUIDADO: cada país tiene su
evolución. Por ej. Italia s. XV ya es Renacimiento.
2.2. Término Gótico: Vasari, Italia,
s. XVI, peyorativo, arte bárbaro contrapuesto al Renacimiento.
- Contexto histórico:
- Transformaciones $ finales de la Edad Media. Desarrollo del comercio, gremios, burguesía (capillas), importancia de las ciudades.
- Nacimiento de las Universidades, cuestionan el monopolio de la cultura de la Iglesia.
- Monarquía autoritaria (ya no feudal)
3.Características generales y fundamentos estéticos.
3.1. Evolución del pensamiento teológico y
filosófico.
- S
XII traducción de Aristóteles “Sensación prima sobre abstracción”: la clave del
conocimiento está en la experiencia. Arte más real, más imitativo, no tan
abstracto como el Románico.
-
Pensamiento Escolástico (mejor representante Santo Tomás de Aquino, s XIII): armonizar razón y fe.
3.2. S. XII. Reforma Cisterciense: San
Bernardo, suprimir la decoración. Esto impulsa el avance de los elementos
estructurales.
3.3. S. XIII nuevas órdenes. Franciscanos y
Dominicos. Cambio de mentalidad ligada a corriente
aristotélica: Belleza como obra de dios. Germen del pensamiento humanista.
Primer síntoma de secularización, se valora la belleza humana, cierto
antropocentrismo.
3.4. S XIV Crisis económica y demográfica.
Tiene reflejo en la espiritualidad religiosa: formas más dramáticas y mundanas.
4.Arquitectura.
4.1. Orígenes
-De
forma paralela en dos puntos:
-Abad
Suger, abad de San Denis en la región parisina
-Orden
del Cister. (Ej Monasterio de Poblet o
Santa María de Huerta Soria)
4.2. Tipología de los edificios góticos.
-Arquitectura Civil
-Relación
con el creci de la burguesía urbana: gremios, aytos, palacios, lonjas
-Arquitectura religiosa: la catedral
-Símbolo
de: $ de la ciudad, casa de Dios, sede-cátedra del obispo
-Planta
basilical o de salón, cabecera macrocéfala, con una o dos girolas con corona de
capillas radiales. Carece de
crucero de brazos salientes. Como mínimo, 3 naves de igual altura y, por
consiguiente, sistema de iluminación lateral.
-La planta se divide en tramos
rectangulares o cuadrados determinados por las columnas y arcos transversales.
Desde mediados del s. XIII abrir capillas, entre los contrafuertes, gremios o cofradías.
-Alzados
evolucionan:
-Alzado cuatripartito: estructurado en
cuatro niveles es utilizado en el gótico inicial (catedral de Laon). Los 4
niveles son:[] 1er piso: arcadas o arquerías, 2º piso: tribuna, 3º piso:
triforio, 4º piso: claristorio o ventanales
-Alzado tripartito, 3 niveles, desde fines
del siglo XII. Este modelo se distinguen dos variantes, una primera que
presenta el triforio ciego y una segunda con el triforio calado. Los niveles
son: 1er piso: arquería, 2º piso: triforio, 3º piso: claristorio o ventanales.
-Alzado bipartito: desde 1300 solo dos
plantas: 1er piso: arquerías, 2º piso: claristorio o ventanales.
-Tres fachas: a los pies y en los brazos del transceptor.
-Portadas abocinadas, arcos apuntados, gabletes, galerías y rosetón.
4.3. Estructura
arquitectónica.
-Aportes técnicos que permiten edificios esbeltos, verticales-ascensoriales,
que impresionan, alturas hasta ahora
desconocidas, edificios atectónicos (difíciles de apreciar desde el exterior).
-Menos
presión, se adelgazan los muros (vano sobre muro), se abren vanos, más luz,
rosetones y vidrieras: luz coloreada y fragmentada.
En
el interior tensión entre dos impulsos: el vertical/ascendente y el
longitudinal hacia la cabecera.
-Elementos sostenidos:
a.
Arcos apuntados que evolucionan: alancelados, rebajados, carpanel, conopial,
etc. Descargan mejor las presiones: contrafuertes con arbotantes, agujas-pináculos
(decoración-contrapeso), más altura, adelgazan los muros, permite elevar la
altura de las naves laterales, más luz.
b.
Bóveda de crucería que evoluciona de cuatripartita (formeros (los laterales)
más fajones (los que marcan el ritmo)), bóveda sexpartita, bóveda de
terceletes, estrelladas y de abanico (S. XV Gótico Perpendicular, Inglaterra).
Florones de madera o metal decoran las claves.
-Elementos
sustentantes: pilar fasciculado con baquetones. (Capiteles poca importancia,
motivos vegetales)
4.4. Repaso por países:
a-FRANCIA (4 etapas):
-Gótico inicial (2ª mitad del S XII)
-Cabecera
de Saint Denis (Abad Suger, 1144) 1ª vez
-Notre
Dame París, fachada en H, herencia Románico lombardo.
-Gótico clásico (1ª mitad del XIII)
-Bóveda
tripartita, tres alturas (arcadas, triforio, claristorio). Catedrales de
Chartres, Reims, Amiens
-Gótico radiante (2ª mitad del XIII)
-Los
vanos ganan. Saint Chapelle París
-Gótico flamígero (S. XV)
-Multiplica
la decoración. Fachada catedral de Rouen
b-ITALIA
-Gótico religioso
-Peso
de la tradición clásica.
-Arcos
medio punto, ventanas más peque, ausencia de arbotantes, menos vertical,
mármoles de colores, gabletes.
-Basílica
san Francisco de Asís, catedrales de Siena, Florencia, Milán.
-Gótico civil
-Palacios
toscanos: fortaleza con una torre muy alta. Palacio signoria de Florencia,
palacio de Siena.
-Palacios
venecianos: más lujosos. Palacio Dux Venecia
c-INGLATERRA
-Evoluciona
hacia estilo muy decorativo: gótico perpendicular (trompas en abanico colgante)
Abadía de Westminster, Capilla colegio real de Cambridge.
d-ALEMANIA: muy compacta.
Catedral de Colonia
e-PORTUGAL
S.
XV gótico manuelino con elementos mudéjares, exhuberancia decorativa.
Monasterio de los Jerónimos de Belem (Motivo soga)
f-ESPAÑA (4 etapas)
-Tardorrománico (2ª mitad S. XII)
-Bóvedas
de crucería en Catedral de Zamora o Ávila
-S XIII Castilla
-Grandes
catedrales: Burgos, Toledo, León (imita modelos franceses)
-S XIV Aragón
-Arqui religiosa:
-Predominio
del Císter.
-Catedral
de Mallorca
-Santa
María del Mar, 1378, planta de salón, (Capillas); Modelo Ad-cuadratum (3 naves
igualadas en altura, contrapuesto al modelo Ad-Triángulum: tres naves, la
central más alta formando un triángulo, propio de catedrales castellans influidas
por Francia)
-Arqui civil:
-Burguesía
emergente: castillo de Bellver, palacio real de BCN, lonja de la seda de Valencia,
lonja de Palma de Mallorca (bosque de palmeras)
-S. XV Castilla
-1ª mitad s XV: catedral de
Sevilla.
-2ª mitad s XV: estilo hispano
flamenco o estilo RRCC: horror vacui de tradición musulmana, fachadas como
retablos, motivos heráldicos, yugos y flechas, conchas, puntas de diamantes,
cadenas. 2 focos:
-Foco burgalés (Juan y Simón de
Colonia: capilla del Condestable en la catedral de Burgos y cartuja de
Miraflores)
-Foco toledano (Juan Guas - San
Juan de los Reyes) y Enrique Egas (Hospital de Santa Cruz de Toledo)
- Escultura
5.1.Temas: se humanizan los
temas religiosos y se incorporan nuevos temas: escenas evangélicas, marianas,
hagiográficas retratos, introducción elementos profanos.
Formalmente:
naturalismo, expresividad
5.2.Tipos:
a-Imagen devocional exenta:
-Cristo
crucificado, 3 clavos, sinuoso, expresión dramática.
-Virgen
con niño (que lo parece). Comunicación, no virgen trono.
b-Escultura monumental en portadas:
-Esculturas
más liberadas del marco, aunque figuras con dosel y ménsula, tímpano dividido
en franjas.
-Francia
(primer foco de la escultura) Amiens: virgen dorada; Reims: ángel de la
sonrisa.
-Alemania:
tendencia expresionista: figuras de la catedral de Bamberg
-Sepulcros:
Claus Sluter (escultor corte de Borgoña) Pozo de Moisés, sepulcro de Felipe el
atrevido.
5.3. Escultura en España:
-s
XIII Burgos (Portada de Sarmental); León (Virgen Blanca del Parteluz)
-s
XIV Toledo: Puerta del reloj
-s
XV Gran importancia del retablo, tallas, doradas, Gil de Siloé: Retablo de la
Cartuja de Miraflores. Sepulcros con difunto como vivo, arrodillado en posición
orante, Gil de Siloé: Sepulcro Infante don Alfonso; Sebastián de Almonacid: el
doncel de Sigüenza.
- Pintura
–Al
desaparecer el muro nuevos soportes: vidrieras, miniaturas, tabla (trípticos,
polípticos). Técnica temple y óleo (primitivos flamencos)
-Estilo
(igual escultura), evolución de lo lineal hacia el volumen, inicio de la
perspectiva.
-Fases:
-Gótico lineal o franco gótico (s XIII)
Vidrieras. En España las vidrieras de León y las miniaturas de Alfonso X el
sabio.
-Trecento (s XIV) 2 escuelas:
-Florencia: Giotto,
discípulo de Cimabúe. Sensación espacial, naturalismo, escenografía, unidad
psicológica de personajes, sensación de volumen. Inicia Renacimiento en Italia.
Frescos San Fran de Asís, Capilla Scrovegni. En España Retablo de Sancho de
Rojas
-Siena: Más ligado al
gótico, más bizantinizante, más plano, dorados. Simone Martini (Anunciación).
Hermanos Lorenzetti, pintura de carácter social, didáctica y alegórica. (Buen y
mal gobierno). En Espala hermanos Serra.
-Gótico internacional (Finales del
XIV-1ª mitad del XV). En las cortes francesas de Borgoña y Berry: pintura
cortesana, refinada, influida por la escuela sienesa, muy decorativa. Hermanos
Limbour, miniaturistas: Las muy ricas horas del duque de Berry.
-(OPCIONAL-RENACIMIENTO) Primitivos flamencos (S
XV), Países Bajos, ciudades, burguesía, tablas pequeñas, óleos que permiten
veladuras, realistas, retratos, paisajes, mucho detalles, perspectivas con
líneas de fuga. 3 generaciones:
- (1º m XV): Van Eyck, Robert
Camping y Van Der Weyden.
- (2ª m XV): Hugo Van Der
Goes
-(Inicios XVI): El Bosco,
Patinir. En España pintura hispano-flamenca (2º m s XVI): Cataluña, Luis
Dalmau: La virgen dels consellers; Aragón, Bartolomé Bermejo: santo Domingo de
Silos; Castilla, Fernando Gallego: la piedad.
(obra
anónima: la virgen de los RRCC, reúne todas las carac de los primitiv
flamencos)
7. Conclusión.
-XIX: Durante el Romanticismo,
revalorización del gótico por el gusto por lo medieval. (Neogótico)
-
Pintura- Prerrafaelitas
8.Bibliografía
-Ripoll
-Azcárate
No hay comentarios:
Publicar un comentario