1. INTRODUCCIÓN.
La cultura griega
constituye la base de nuestra civilización y esto afecta a todos los órdenes: la
política, las diversas ciencias, la literatura, la filosofía, el ocio, el
teatro y el arte. Respecto a este último, podemos afirmar que ningún estilo
artístico ha influido tanto en la estética occidental como el que se desarrolló
en Grecia en el primer milenio antes de Cristo. La clave de la cultura y el
arte griegos es su concepción
humanística, al colocar al hombre como centro de todas las preocupaciones.
Un filósofo del siglo V a.C., Protágoras, resumió la idea anterior con una
frase: “El hombre es la medida de todas
las cosas”.
La estética griega
se fundamenta en la idea de la belleza, entendida en el
sentido de medida, proporción y armonía. Lo bello no tiene por qué ser inmenso
o colosal (como sí sucede con las civilizaciones del Próximo Oriente), sino que
es lo que está bien proporcionado. Un ejemplo evidente del antropocentrismo de
la civilización helénica en la peculiaridad de su religión. Los dioses griegos
tienen caracteres humanos tanto en el comportamiento como en su aspecto físico:
los artistas los representan con forma de hombres y mujeres, de quienes se
diferencian sólo por sus poderes sobrenaturales y por su carácter inmortal.
Otro aspecto
novedoso es la gran relevancia que tienen los artistas en la sociedad griega.
Pruebas de ello son que con frecuencia firmen sus obras y el hecho de que
conozcamos aspectos biográficos de los artistas, algunos de los cuales
alcanzaron gran popularidad. El genio individual y la originalidad son
manifiestas en el arte griego, por lo que hay un afán de superación y de
competencia que explica su constante evolución.
Señalemos que, pese
a la fragmentación política en polis o ciudades-estado (hasta la unificación en
el siglo IV con Filipo de Macedonia), son relativamente pocas las diferencias
estilísticas entre los artistas de las diversas polis. Ello se explica porque
los artistas eran contratados para trabajar en cualquier parte de Grecia y por
los constantes contactos de tipo religioso, comercial o deportivo entre las
polis. Estos fenómenos actúan como vehículos unificadores de la cultura y el
arte.
El arte griego está precedido por una etapa, la
creto-micénica, que se desarrolla en el segundo milenio antes de Cristo, de la
que vamos a tratar en primer lugar. Respecto del arte griego propiamente dicho,
tradicionalmente ha sido estructurado en tres periodos (aunque se pueden
subdividir en más): arcaico (siglos
VIII al VI a.C.), clásico (s. V-IV
a.C.) y helenístico (desde el s. III
a.C., prolongándose durante la dominación romana).
2. EL
ARTE GRIEGO: ARQUITECTURA.
La
arquitectura griega se distingue con claridad de la de otros pueblos de aquel
tiempo. Así, mientras en Egipto y Mesopotamia se construyen gigantescos
edificios para el culto y como enterramientos, en Grecia va a dominar una
arquitectura equilibrada, donde la belleza esté en el equilibrio de las
proporciones, en la medida justa y en la armonía de los elementos de que consta.
a.
Características
generales:
·
Uso
de la piedra en forma de sillar en aparejo isódomo (es decir, con la piedra
cortada en forma regular y dispuesta en hiladas de igual altura).
·
Es
una arquitectura adintelada, es decir de cubiertas planas. Los griegos no
emplearon nunca el arco y la bóveda, pese a que estos elementos eran ya
conocidos desde las civilizaciones mesopotámicas.
·
Los
edificios más importantes son los templos, seguidos de otros de uso civil:
teatros, odeones, estadios…
·
La
invención de los órdenes arquitectónicos, cada uno de los cuales tiene su
propia personalidad.
b.
Los
órdenes arquitectónicos:
Los
órdenes o estilos arquitectónicos griegos son tres: dórico, jónico y corintio.
Todos ellos constan de tres partes: pedestal, columna y entablamento.
El orden dórico es el más antiguo. Se identifica con la virilidad,
sobriedad y austeridad. Se localiza en todo el mundo griego, pero
principalmente en el Peloponeso y el sur de Italia (“Magna Grecia”). El
pedestal se compone de varios estereóbatos
(escalones inferiores) y un estilóbato
(escalón superior a partir del cual arrancan los muros y columnas). La columna
carece de basa, su fuste es estriado en aristas vivas y con frecuencia presenta
éntasis (ligero ensanchamiento en la
parte central). El capitel consta de un collarino
(moldura muy fina), un equino (en
forma de plato) y un ábaco (prisma
cuadrado que ya existía en la columna cretense). El entablamento (que es el
nombre que reciben las cubiertas planas de los edificios clásicos) está formado
por tres partes: arquitrabe liso, friso constituido por triglifos y metopas (generalmente decoradas con relieves) que se van
alternando, y cornisa que sobresale
respecto al resto del entablamento.
El
orden jónico es un estilo femenino,
más esbelto y decorativo y con formas curvadas en el capitel. Su pedestal no se
distingue de los otros órdenes (consta de estereóbatos y estilóbato). La
columna tiene basa, de la que hay diversas formas. El fuste, más alargado que
el dórico, se distingue también de éste porque las estrías están pulidas y no
presenta éntasis. El capitel muestra un equino muy fino en la parte central,
pero se ensancha en los extremos formando las características volutas; en cambio, el ábaco es de mucho
menor tamaño que en el orden dórico. En el entablamento, el arquitrabe consta
de tres platabandas (o fascias), el friso es liso o continuo
(frecuentemente se decora con relieves) y la cornisa es similar a la dórica.
El orden corintio es simplemente una variante del jónico, del que se
diferencia únicamente en la mayor esbeltez de la columna y en el capitel, que
está constituido por dos filas de hojas
de acanto en la parte inferior y cuatro caulículos
separados por otras tantas rosetas en
la zona superior. El resto es idéntico al orden jónico. Según la tradición,
este capitel fue inventado por el escultor Calímacos de Corinto en la segunda
mitad del siglo V a.C. En Grecia este orden tuvo poca difusión, pero en cambio
será el preferido de muchos estilos artísticos posteriores.
c. El
templo griego:
El templo, como ya se ha indicado, es el edificio más notable de la arquitectura
griega a pesar de que la religión no tiene en Grecia tanta importancia como en
otros pueblos de su tiempo. Se concibe únicamente como casa del dios al que
está dedicado (del que se encuentra una imagen), no pudiendo entrar los fieles.
El culto se realiza en el exterior, junto a la fachada principal, donde se
sitúa un altar. El origen del templo griego está en el mégaron prehelénico, y
casi siempre tiene, al igual que éste, planta rectangular, aunque no faltan
algunos circulares (llamados monópteros o tholos). El espacio interior consta siempre de una naos o domos (que es la capilla que guarda la imagen del dios; los romanos
la denominarán cella) y una pronaos, que es un vestíbulo abierto al
exterior que resulta de la prolongación de los muros laterales y que terminan
en pilastras llamadas antas. Si el
templo es de gran tamaño aparece el opistodomos,
que es una estancia o pórtico falso que se encuentra en el lado opuesto a la
fachada principal.
La tipología de los
templos se establece en función de las columnas de la parte exterior.
Atendiendo a su número y al lugar donde se encuentren, podemos clasificarlos
en:
·
Según donde se hallen las
columnas: in antis (cuando sólo están
presentes entre las antas), próstilo
(con columnas en la fachada principal únicamente), anfipróstilo (columnas en las dos fachadas menores), períptero (cuando aparecen columnas
exentas rodeándolo completamente) y pseudoperíptero
(cuando algunas de las columnas de los lados mayores están adosadas al muro).
·
Según el número de columnas de la
fachada principal (que es siempre la de la pronaos): dístilo (dos columnas),
tetrástilo (cuatro), hexástilo
(seis), octástilo (ocho), decástilo (diez).
El número de columnas de las
fachadas laterales, cuando las hay, suele ser una más del doble del de la
principal.
Ya se ha indicado que la
arquitectura griega no usa el arco ni la bóveda. Por tanto los templos eran
adintelados y se cubrían a dos aguas. Se llama frontón a cada uno de los dos espacios triangulares existentes en
las fachadas anterior y posterior situados entre el entablamento y el tejado.
El interior de los frontones o tímpano
se decoraba con relieves.
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Los
primeros templos, todos de orden dórico, se hacían de madera y barro. La piedra
no se generalizó hasta fines del siglo VII a.C. Son de la época arcaica el de
Hera en Olimpia y los conjuntos de Selinonte y Paestum (ambos en la Magna
Grecia, es decir el sur de Italia). Uno de los primeros templos jónicos fue el
Artemision de Éfeso. Es importante también el de Apolo en Corinto, orden dórico
(mediados del siglo VI a.C.).
Ya en la época clásica (siglos V
y IV a.C.) surgen los conjuntos arquitectónicos más importantes del arte
griego, principalmente los de Delfos, Olimpia y Atenas. Delfos era una ciudad-santuario dedicada al culto a Apolo,
construida entre los siglos VI y IV en un terreno en pendiente, junto a los
míticos montes Helión y Parnaso. Destacan el estadio, un teatro, el gran templo
de Apolo, el Tesoro de los Atenienses y el Tholos
de Marmaria. Éste último es un templo circular con una naos rodeada de
doble columnata: corintia la interior y dórica la exterior. Actualmente se
encuentra muy deteriorado y sólo se mantienen en pie tres columnas dóricas. En
el conjunto de Olimpia, dedicado a
Zeus, destacan los templos de Zeus y Hera y el famoso estadio.
La Acrópolis ateniense se sitúa sobre una colina de unos 150
metros de altura, lo que facilita su defensa (además de estar amurallada). Era
el lugar donde según la leyenda se produjo la disputa entre Poseidón y Atenea
por el patrocinio de la futura ciudad de Atenas. En su recinto se encontraban
los edificios públicos más importantes de la ciudad y algún templo, hasta que
fueron arrasados por los persas en las Guerras Médicas (año 480 a.C.). La
reconstrucción tuvo lugar en la segunda mitad del siglo V, siendo Pericles el
encargado de ello. La Acrópolis reconstruida perdió su carácter político y
militar y se convirtió exclusivamente en santuario religioso, al que llegaban
peregrinos procedentes de toda Grecia. Muchos siglos después los templos de la
Acrópolis sufrieron distintas destrucciones, reconversiones y expolios. Los
edificios más importantes son:
·
El Partenón. Considerado la cumbre
del arte griego y uno de los principales del arte universal. De la construcción se encargaron
los arquitectos Ictinos y Calícrates, que actuaron bajo la supervisión de
Fidias (el cual, a su vez, es el autor de las esculturas). Las obras comenzaron
en el 447. Es un gran templo hecho en mármol del monte Pentélico, de planta
rectangular, octástilo, períptero y tiene 17 columnas laterales. Su orden es
dórico, aunque el muro interior de la naos muestra elementos jónicos. Está
dedicado a la diosa Atenea Parthenos (protectora de las doncellas). Es de una
perfección absoluta en las proporciones, modelo supremo de armonía entre sus elementos.
·
Los Propileos. Constituyen la
entrada monumental al conjunto de la Acrópolis. Los realizó el arquitecto
Mnesicles a partir del 437 y constan de dos pórticos laterales (uno dórico y
otro jónico) que no llegarían a concluirse.
·
Templo de Atenea Niké (o de la
Victoria Áptera, es decir sin alas). Construido por Calícrates a partir del
425. De pequeñas dimensiones, es tetrástilo, anfipróstilo y de orden jónico.
Fue construido para celebrar la victoria sobre los persas en las guerras
médicas. Los relieves de su friso representan escenas de la Iliada.
·
El Erecteion. Se encuentra en el
lugar donde según la tradición Poseidón clavó su tridente. Obra de Filoclés (a
partir del 421), muestra una planta asimétrica e irregular para salvar la
pendiente del terreno (por lo que sus elementos se encuentran a distintos
niveles de altura) y por presentar una cella dedicada a Erecteo, Cecrops,
Poseidón y Atenea. Tiene varios pórticos, destacando la famosa Tribuna de las
Cariátides (seis elegantes y bellísimas figuras femeninas que cumplen la
función de columnas).
También
en Atenas, aunque fuera del recinto de la Acrópolis, se encuentran otros
edificios importantes: el Teatro de Dionisos (uno de los mayores de todo el
mundo griego), el Odeón, el Hefasteion (templo dórico, hexástilo y períptero),
la Linterna de Lisícrates (del siglo IV, monumento circular donde aparece el
orden corintio), etc.
En
la época helenística y gracias a las conquistas de Alejandro Magno, el mundo
griego se extiende por Oriente. Las grandes construcciones de Pérgamo, Éfeso,
Rodas y Alejandría muestran ya las influencias orientales. El Altar de Zeus en Pérgamo (hoy en el
Museo de Berlín) constituye una obra singular, sobre zócalo y con planta
abierta. Es de orden jónico y fue construido en la primera mitad del siglo II
a.C. El templo de Zeus Olímpico en Atenas, de orden corintio, también es de este periodo (s. II a.C.).
d.
Arquitectura civil:
Además de los templos, en Grecia se
construyeron multitud de edificios para las necesidades de la población. No hay
grandes palacios ni tampoco sepulcros monumentales (salvo en la época
helenística), pero sí casas lujosas, teatros, gimnasios, hipódromos, odeones
(auditorios de música) y estadios (para las competiciones deportivas). La casa griega gira en torno a un patio, al
fondo del cual se encuentra la sala principal o androceo. A veces hay otro
patio posterior con columnas y jardines llamado peristilo. El modelo de casa griega será adoptado por los romanos (domus).
Enorme importancia tuvieron los teatros,
construidos al aire libre. Constan de tres partes: escena (o skaena, lugar donde se sitúan los
actores), orquesta (orchestra,
espacio circular destinado al coro) y graderío (koilon, de forma algo mayor al semicírculo, en Grecia siempre se
sitúa aprovechando la pendiente natural del terreno). Un muro situado detrás de
la escena cerraba el recinto. Los dos teatros más importantes son el citado de
Dionisos en Atenas y el de Epidauro,
obra de Policleto el Joven (siglo IV a.C.).
Destaquemos por último la figura de Hipodamos de
Mileto, gran arquitecto del barrio de El Pireo (siglo V), de traza
cuadriculada, a quien se considera el primer urbanista de la historia y que
tendrá enorme influencia en épocas posteriores.
3. LA
ESCULTURA GRIEGA.
Para
muchos autores, la perfección que alcanzó la escultura griega de la época
clásica no ha sido igualada en los veinticinco siglos transcurridos
posteriormente. La mayor parte de las esculturas griegas de los periodos
clásico y helenístico las conocemos a través de copias posteriores romanas ya
que las obras originales se han perdido.
La escultura griega centra su
estudio en el cuerpo humano, representando bien a dioses antropomorfos o bien a
seres mortales. Se puede apreciar una continua evolución: desde el esquematismo
y la rigidez propias de la época arcaica se pasa a la perfección, serenidad y
equilibrio que caracteriza a las esculturas clásicas del siglo V (aplicación de
los cánones), el comienzo de la expresividad a partir del siglo IV, y
finalmente el realismo expresivo del periodo helenístico, época en la que se
pierde la homogeneidad de etapas anteriores. Comprobamos a través de esta
evolución cómo los artistas griegos rivalizan por mejorar, por marcarse nuevas
metas y superarlas.
Los materiales escultóricos que
emplearon los artistas griegos fueron la madera, el bronce y, sobre todo, la
piedra (mármol principalmente). Todas las esculturas recibían una policromía
posterior, que con el paso del tiempo se ha perdido.
Podemos distinguir las
siguientes etapas: arcaica (siglos VII y VI a.C.), estilo severo (fines del VI y primer
tercio del V a.C.), periodo clásico (siglos
V y IV a.C.) y periodo helenístico (a
partir del III a.C., se mantiene durante la dominación romana).
PERIODO ARCAICO.-
Las
primeras esculturas griegas se caracterizan por su rigidez, esquematismo, falta
de naturalismo y la llamada “sonrisa arcaica” (o eginética). Los tipos iconográficos más importantes son:
- Las xoana, esculturas femeninas de madera y de reducido tamaño. Todas
se han perdido y sólo conocemos algunas copias posteriores realizadas en
piedra, como la Dama de Auxerre (s.
VII) y la Hera de Samos (sin cabeza, s. VI).
- Los kuroi (kuros en
singular), son atletas vencedores, representados desnudos y con rostros
inexpresivos (la sonrisa arcaica no es una muestra de expresión alegre), aunque
durante algún tiempo se creyó erróneamente que eran representaciones del dios
Apolo. Siempre son jóvenes, tienen el pelo largo y son imberbes, los puños
están pegados al cuerpo y el pie izquierdo se representa adelantado (por
influencia egipcia). Con frecuencia lucen un stéfanos (cinta del triunfo) en la
frente, lo que les confiere un carácter heroico y semidivino. Los ojos suelen
ser almendrados y se marcan mucho las cejas. No pueden considerarse como
verdaderos retratos, debido a que son prototipos cada vez más idealizados. La
evolución de las representaciones de kuroi nos sirven para comprobar la
evolución del arte griego durante esta etapa: las primeras son muy rígidas y no
se cuidan mucho ni los detalles anatómicos ni las proporciones, al contrario
que en las últimas, que van ganando en naturalidad. Su tamaño varía desde el
natural hasta ejemplares mucho mayores.
-
Las korai (koré en singular), son doncellas cuyo significado no se sabe con
seguridad, aunque sí está claro que tienen un carácter religioso (se coronan
con diademas, por lo que se supone que son sacerdotisas o semidiosas). Van
siempre vestidas (jitón o túnica
corta; himatión o manto que se cruza
en el pecho; o bien un peplo, que es
una pieza de lana que abarca hasta el pecho). El vestido hace encubrir las
formas anatómicas al principio, pero más adelante se ajustará al cuerpo
remarcándolo. También presentan la característica sonrisa arcaica.
PERIODO CLÁSICO
ESTILO
SEVERO O DE TRANSICIÓN.-
A
finales del siglo VI y durante las primeras décadas del V a.C. surge un estilo
de transición entre los periodos arcaico y clásico, conocido como “estilo
severo”. Se caracteriza por la progresiva pérdida de la rigidez en las figuras
(mayor importancia del movimiento), mayor naturalismo y la tendencia a
desaparecer la sonrisa arcaica. Los ejemplos más importantes son:
-
Relieves del templo de Afaia en Egina
(hoy en Munich). Son del año 500 a.C.; el tema tratado es la Iliada (guerra de
Troya), por tanto se trata de escenas bélicas. Las figuras son muy modernas por
su naturalismo y los minuciosos detalles anatómicos, pero aún conservan la
sonrisa arcaica (eginética), lo que contrasta con el dramatismo de algunas
escenas (por ejemplo, uno de los guerreros se está suicidando y sin embargo
muestra un rostro sonriente). Hay que destacar la perfecta adaptación de estas
figuras al marco triangular del frontón. Las esculturas conservadas se
encuentran en el Museo de Munich.
- Poseidón (aunque algunos autores piensan que es Zeus), en bronce. Se le
representa lanzando el tridente (que no se conserva). Obra original (apareció
en el mar, arrastrado por las redes de unos pescadores) cuyo posible autor
fuese Ageladas, maestro de Policleto y quizá de Fidias.
-
Auriga de Delfos. También es una obra
original, hecha en bronce. Su autor no se conoce con certeza, pero puede ser
Onatas o Pitágoras. Su gran belleza y la serenidad son plenamente clásicas,
pero en cambio presenta cierta rigidez y estatismo (sin concordancia con la
conducción del carro) y el pelo está poco logrado. Formaba parte de un conjunto
que incluía el carro, los caballos y probablemente una Victoria. Ya ha perdido
la sonrisa arcaica, que es sustituida por la serenidad clásica.
- Relieves del templo de Zeus
en Olimpia, de mediados del siglo V. Suponen un gran
avance en la resolución del problema compositivo de los ángulos de los
frontones. Las figuras, enfrentadas en la batalla, muestran gran libertad de
movimientos. Relata la lucha de los centauros contra los lapitas, narrada en
ocasiones con enorme dramatismo.
- Trono Ludovisi. Es un relieve de piedra en forma de tríptico. El tema central es el
nacimiento de Afrodita saliendo del mar. En los laterales se representan
figuras alegóricas del Amor sacro y el
Amor profano, tipo iconográfico de gran trascendencia en el arte occidental
posterior. El conjunto es totalmente simétrico.
EL
PERIODO CLÁSICO PLENO.-
Se desarrolló entre los dos
últimos tercios del siglo V y todo el IV a.C. Habida cuenta que se aprecian
notables diferencias entre ambos siglos, dada la gran evolución que caracteriza
al arte durante esta etapa, vamos a diferenciarlos.
SIGLO V.- Se caracteriza
por la perfección formal, la serenidad expresiva (serenidad “clásica”), la
aplicación del canon de Policleto, la elegancia en las actitudes y el
equilibrio. Muchas veces las figuras aparecen representadas desnudas, lo que
debemos interpretar como una muestra del antropocentrismo que caracteriza a la
cultura griega clásica.
Obras y autores importantes son:
- Atenea pensativa, relieve procedente de la Acrópolis de Atenas que data de mediados del
siglo V. Posible autoría de Mirón.
-
Mirón fue un escultor
insuperable en la representación del movimiento. Su obra más importante y que
alcanzó enorme fama es el Discóbolo,
cuyo original se perdió (sólo lo conocemos a través de copias romanas): el
estudio anatómico es sencillamente perfecto, aunque el pelo presenta cierto
arcaísmo. Se le atribuye también el grupo
de Atenea y Marsias.
-
Policleto, natural de Argos,
se especializó en el bronce, pero no ha llegado ninguna de sus obras originales
hasta nuestros días. Fue él quien inventó el canon de las siete cabezas, usado por los artistas de su siglo. En
el Doríforo (que es el Canon por antonomasia por la perfección
de sus proporciones) nos ofrece la belleza perfecta, en un joven ya plenamente
desarrollado y seguro de sí mismo (no es un efebo, como lo eran los kuroi).
Algunos piensan que no es un atleta, sino el héroe Ulises, que portaba con
desenvoltura una lanza sobre sus brazos. Su movimiento no le resta sentido de
la estabilidad (se apoya en la pierna derecha, mientras descansa la otra. El
contraposto es perfecto). El Diadumenos representa
a un atleta vencedor que se ciñe el stéfanos. El original era también de
bronce, pero sólo se conservan algunas copias en mármol, una de ellas en el
madrileño Museo del Prado. Policleto ganó un célebre concurso (que conocemos a
través de Plinio) convocado por el santuario de Artemisa en Éfeso. El tema era
la Amazona Herida y participaron los
más importantes escultores de su tiempo, entre ellos Fidias y Crésilas.
-
Fidias, posiblemente fuera
discípulo de Ageladas. Es el mejor escultor de su tiempo y uno de los mejores
de la historia del Arte. Ejerció enorme influencia sobre los escultores
contemporáneos y posteriores. Plutarco nos ha dejado algunos datos de su
biografía, pero quizá sean más legendarios que reales. A Fidias se le considera
el inventor de la técnica de los paños
mojados. Su obra es muy extensa, tanto en bulto redondo como en relieve,
casi toda se encuentra en la Acrópolis de Atenas, excepto el famoso Zeus de Olimpia, realizado en oro y
marfil (crisoelefantino).
Entre sus obras en bulto redondo
destacamos: la Atenea Prómacos
(combatiente), bronce de nueve metros, destinada al exterior del Partenón; la Atenea Lemnia, también de bronce; la Atenea Parthenos (doncella), de oro y
marfil, tenía en una mano a la Victoria y con la otra se apoyaba en su escudo.
Todas estas obras han desaparecido y sólo las conocemos a través de copias
romanas en piedra.
Los relieves del Partenón son un
modelo de belleza, armonía, serenidad y equilibrio. El frontón occidental representa la contienda entre Atenea y Poseidón
por el patronato de la ciudad de Atenas. El oriental
relata el milagroso nacimiento de Atenea de la cabeza de Zeus, junto con otros
personajes entre los que destaca el grupo de las Parcas. Las metopas son de calidad más irregular,
por lo que se piensa que intervinieron sus discípulos. Se conservan 19 de las
92 que tenía originalmente. Representan diversas guerras míticas
(Centauromaquia, Amazonomaquia, Gigantomaquia e Iliada). Seguramente la obra
más importante sea el larguísimo relieve del muro interior del Partenón, de 160 metros, que representa la Procesión de las Panateneas, cuyas
figuras son de un tamaño aproximado del 50 % del real. Es de admirar la
habilidad que demuestra Fidias evitando la monotonía gracias a la enorme
variedad de formas que confiere a las figuras del cortejo. La mayoría de los
relieves del Partenón se hallan en el Museo Británico en Londres, a donde
fueron traídos a comienzos del siglo XIX.
Fidias está considerado como la
encarnación del clasicismo puro por la belleza e idealización de las figuras,
sus perfectas proporciones, la serenidad, el movimiento en su justo equilibrio,
la maestría en el tratamiento de los pliegues de los ropajes, las composiciones
estudiadas y equilibradas, etc.
-
Las Cariátides del Erecteion, obra de
fines del siglo V, aparecen inmóviles pero no rígidas. El peso del cuerpo
descansa sobre una pierna. Utilizan la técnica de los paños mojados (influencia
de Fidias). Su posible autor es Calímacos.
- Niké desatándose una sandalia (o Niké Áptera), también de fines del
siglo V, es un relieve de autor desconocido. Hay una cierta desmitificación en
la escena (sorprendemos a la diosa en una escena muy vulgar). Pero el
clasicismo se evidencia en la belleza en la perfección de la técnica de los
paños mojados. Procede del templo de Atenea Niké en la Acrópolis de Atenas.
CLASICO TARDÍO (SIGLO IV a. C.).-
Sigue
dominando el clasicismo, aunque con algunas novedades respecto al siglo V.
Aparece la expresión en las figuras (dramática en Scopas, más suavizada en
Praxiteles). Va ganando importancia el movimiento. Surge el desnudo femenino,
gana importancia el movimiento y los retratos van perdiendo poco a poco el
idealismo de la etapa anterior. Hay cuatro grandes escultores: Praxiteles,
Scopas, Leocares y Lisipo.
- Praxiteles, hijo de otro escultor llamado Cefisodoto, dotó a
sus figuras de una expresión ambigua, aparentemente alegre pero en el fondo más
bien lánguida y melancólica. Para él el movimiento debe ser incipiente, apenas
insinuado, cosa que consigue al sostener todo el peso del cuerpo sobre uno de
los pies, lo que produce la llamada curva
praxiteliana, de gran influencia posterior. También es característica de
este escultor la laxitud de formas.
Obras
principales: Sátiro en reposo; Apolo
Sauróctono (Apolo, en su papel de dios del Sol, se dispone a matar a la
lagartija que simboliza a la noche; es un perfecto ejemplo de curva
praxiteliana); Afrodita de Cnido
(primer desnudo femenino en bulto redondo del arte griego, posiblemente sea el
retrato de Friné, su compañera); y el grupo
de Hermes y Dionisos (es la única obra original suya que se conserva, fue
hallada en Olimpia en 1877 en el viejo templo de Hera; representa un momento de
reposo y distensión entre ambos hermanos en su huida de Hera).
-
Scopas se caracteriza por el
movimiento exagerado y la expresión patética. Natural de Paros, isla con
importantes canteras de mármol, por lo que desde muy joven se acostumbró al
trabajo con este material. Obras: Ménade
furiosa (en el Museo de Dresde, la Ménade, fuera de sí por su embriaguez,
se contorsiona danzando con el cabrito que acaba de matar); Cabeza de Meleagro (que refleja una gran
preocupación pues parece intuir su próximo final ya que se dispone a cazar el
jabalí de Calidón); intervino en la decoración escultórica de varios templos
así como en la del famoso Mausoleo de
Halicarnaso, en concreto la fachada oriental.
-
Lisipo. Por la elegancia y
serenidad de sus figuras, representa la continuidad de la tradición escultórica
ateniense del siglo V, a pesar de no haber nacido en aquella ciudad sino en
Sicione (la misma que Policleto). Escultor muy prolífico (se le atribuyen más
de 1.500 obras), fue retratista oficial de Alejandro Magno, a quien representó
muchas veces. Inventó el canon de nueve cabezas. Sus temas preferidos, aparte
de la figura de Alejandro Magno, fueron los atletas de edad madura y Herakles
(Hércules). Un aspecto muy novedoso en su obra es que concibe sus esculturas en
bulto redondo para ser vistas desde cualquier posición. Sus obras más
importantes son: el Apoxiomenos (“el
que se limpia rascando”, representa a un atleta que se quita el aceite, el
sudor y el polvo después de su participación; es por tanto una actitud vulgar,
nada heroica; se trata de una escultura original, descubierta en Roma en 1849);
y el Ares Ludovisi (que nos muestra al dios de la guerra sentado con las piernas
hacia adelante y las manos apoyadas en la rodilla izquierda; hay también un
amorcillo que es de época barroca, pero es posible que hubiera otro en la
escultura original). A Lisipo se le atribuye también el famoso Hércules Farnesio, que presenta la fuerza
y movimiento que serán característicos del periodo helenístico.
PERIODO HELENÍSTICO.-
A
partir de la muerte de Alejandro (año 323 a.C.) el arte escultórico griego se
caracteriza por la tendencia a la orientalización, la pérdida de la unidad de
estilo, la aparición de temas totalmente nuevos (por ejemplo la representación
de la vejez, la fealdad, los temas y personajes de la vida cotidiana…), la
tendencia al realismo (aunque también existan bellísimas obras herederas de la
tradición clásica) y la importancia creciente de la expresión. Dos dioses
relacionados con los instintos humanos más primarios ganan en importancia para
el arte: Dionisos y Afrodita. Atenas pierde la hegemonía artística (que es
consecuencia del declive de esa ciudad) en beneficio de otras situadas en el
Oriente helenístico: Rodas, Pérgamo, Éfeso o Alejandría.
Algunas de las obras no
adscribibles a ninguna escuela son: el Niño
de la Espina, el Niño de la Oca, varios retratos de gran realismo (Sófocles, Demóstenes, el falso Séneca…),
la Venus de Milo (del s. II a.C.,
posiblemente esté inspirada en un modelo de Lisipo o Praxiteles; su belleza y
serenidad la relacionan con el clasicismo), numerosas estatuas de Afrodita,
etc.
También debemos citar las obras
de algunas escuelas: las de Pérgamo, Rodas y Alejandría.
- Escuela de Pérgamo: muy
importantes son varias representaciones de luchas contra los celtas gálatas,
invasores de Asia (año 279 a.C.), como el
Galo suicidándose o el Galo moribundo,
ambas atribuidas a Epígonos. Las más célebres esculturas de esta escuela son
los relieves que decoran el basamento del Altar
de Zeus en Pérgamo, que relatan escenas de la Gigantomaquia. Son escenas violentas, por lo que las figuras
muestran un movimiento e inestabilidad exagerados, gran dramatismo y
expresividad. En total este friso mide 130 metros de longitud.
-
Escuela de Rodas: se formó con discípulos de Lisipo. El famoso Coloso de Rodas, atribuido a Cares de
Lindos, se esculpió en el año 280 a.C. pero quedó totalmente destruido por un
terremoto 56 años después. Representaba a Helios y sus proporciones eran
gigantescas. Es también de esta escuela el Grupo
de Laocoonte, que data del año 50
a.C., siendo sus autores Agesandro de Rodas y sus hijos Atenodoro y Polidoro.
Representa la muerte del sacerdote troyano y de sus hijos a manos de dos
serpientes que les rodean sus cuerpos. Es quizá la obra más representativa de
todo el periodo helenístico: realismo, retorcimiento de las figuras, dramatismo
y expresividad. El rostro de Laocoonte es particularmente expresivo porque al
dolor físico que siente se une el daño moral de presenciar la muerte de sus
hijos. Muy distinta, por su belleza y elegancia, es otra obra de esta escuela,
la Victoria de Samotracia (año 220
a.C.), cuyo autor es Pitócritos de Rodas. Representa a una Victoria alada y
vestida, pero la ropa se le pega al cuerpo, lo nos permite ver su anatomía
(técnica de los paños mojados). Hay que mencionar además el Grupo del Toro Farnesio (de dudosa
adscripción en cuanto a escuela), que representa a los hijos de Antíope atando
a Dirce a un toro salvaje que la descuartizará; el conjunto ofrece una
estructura piramidal.
- Escuela de Alejandría:
a ella pertenecen numerosas estatuillas de barro cocido, llamadas tanagras, que representa a mujeres corrientes en escenas de la vida cotidiana. También
debemos mencionar el Grupo alegórico del
Nilo.
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