martes, 27 de marzo de 2007

TEMA 58. EL ARTE ROMÁNICO

INTRODUCCIÓN.
1. LA SOCIEDAD Y CULTURA DEL ROMÁNICO.
El contexto histórico: el feudalismo.
El Románico como cultura rural.
Los monasterios y las órdenes monásticas.
Las ciudades.
2. ARQUITECTURA.
2.1. CARACTERÍSTICAS.
2.2. EVOLUCIÓN.
Primer Románico: 1000-1075.
Románico Pleno: 1075-segunda mitad s. XII.
Románico Tardío: 1200-segunda mitad s. XIII.
2.3. ELEMENTOS ARQUITECTÓNICOS.
Plantas.
Muros.
Materiales.
Luz.
Columnas y pilares.
Cubiertas.
Arcos.
Puertas.
Torre campanario.
Decoración.
Simbolismo.
2.4. TIPOS DE CONSTRUCCIONES.
IGLESIAS.
Iglesias de peregrinación.
Iglesias basilicales.
Iglesias de tipo rural.
MONASTERIOS.
La estructura del monasterio.
ARQUITECTURA CIVIL Y URBANISMO.
2.5. ESCUELAS.
FRANCIA.
ITALIA.         
ESPAÑA.
La escuela catalana.
La escuela del Camino de Santiago (castellano-leonesa).
Catedral de Santiago de Compostela.
3. ESCULTURA.
3.1. CARACTERÍSTICAS.
Escultura arquitectónica.
Escultura exenta.
3.2. EVOLUCIÓN.
3.3. TEMÁTICA.
3.4. ESCUELAS.
FRANCIA.
ITALIA.
ALEMANIA.
INGLATERRA.
ESPAÑA.      
4. PINTURA.
4.1. CARACTERÍSTICAS.
4.2. EVOLUCIÓN.
4.3. TEMÁTICA.
4.4. ESCUELAS.
FRANCIA.
ITALIA.
ALEMANIA.
ESPAÑA.
Cataluña.
Castilla y León.
4.5. MINIATURA.                

INTRODUCCIÓN.
Un resumen.
El tér­mi­no “Románico” se debe a De Caumont (1824), como deriva­ción de la formación en dicho periodo de las lenguas ro­mances y como ex­tensión de la supuesta influencia del arte ro­mano en todo el arte de los s. VIII-XII, aunque luego este pe­riodo se re­du­jo a los s. X-XIII, dan­do entidad propias a los estilos visi­godo, astu­ria­no, mozá­rabe, carolin­gio, otóni­da... Su fin no fue repentino ni coetáneo en todo Occidente: en Fran­cia decayó por el empuje del Gótico desde principios del s. XIII, pero se mantuvo bastante más tiempo en Italia y España.
El arte románico se desarrolló principalmente em las re­giones donde la tradición romana había permanecido viva (norte de Italia en el Im­pe­rio Roma­no Germánico, Fran­cia y España), en con­fluencia con los carácteres bárbaros del arte prerrománico, los precedentes carolingio y otónida, y con importantes apor­tes de Bizancio y del Islam.
Es el pri­mer estilo internacional del Occidente Medieval, la primera mani­festación artística del ca­rácter uni­ficador de la cultura euro­pea, la cual llevó consigo el comienzo del pro­ceso diferencia­dor entre Oriente y Occidente, en torno al na­ciente concepto de cristiandad, que culminaría con el Cisma de Occidente. Hay una verdadera fie­bre de construcción en Eu­ropa desde 1000, sobre todo de igle­sias (texto de Glaber, 1048), por gru­pos am­bulan­tes de maestros y picapedreros, al tiempo que la Iglesia y los monasterios promueven las grandes rutas de las peregrinaciones (Roma, Tierra Santa, Saint-Michel, Santiago de Compostela), todo lo cual difunde el Románico por Occi­den­te, desde Ita­lia a In­gla­terra, desde España a Alema­nia, e in­cluso en Pa­les­tina con las Cruza­das del s. XII.
El carácter cristiano es patente en todo el arte: la clien­tela, los tipos arquitectónicos, los temas figurativos.       Pero también el arte romá­nico refleja la estructura social feu­dal, pi­rami­dal, al presen­tar a un Dios todopo­deroso, hierá­tico, que impar­te justicia.
El románico es un arte profundamente unita­rio en mu­chos de sus aspectos, pero tiene también una multitud de escue­las o deriva­ciones locales, debido a la diversa aplicación re­gional de los mismos principios fundamentales. Sus centros son varia­dos, desde las ciudades (que comienzan a resur­gir con el comer­cio desde el s. XI y que edifican sus iglesias-ca­te­dra­les) a los monasterios rurales cistercien­ses y las igle­sias de los pueblos.
En España es un arte fundamentalmente de importación, que se introdujo por Cataluña y el Camino de Santiago, mediante la orden de Cluny, y favorecido por la consolidación de los reinos cristianos en el s. XI y la entrada de dinero (parias) desde la España islámica a la caída del califato omeya.
En el Románico hay una clara jerarquía de las artes, con predominio de la arquitectura, a la cual se subordinan las ar­tes plásticas, que se integran y adaptan en el marco arquitec­tónico.
La arquitec­tura se centra en un gran tipo constructivo, el tem­plo, de­finido por su es­tética maciza (muros sin aperturas, lo que os­curece el interior), la cu­bierta de bó­veda de cañón (en los espacios rectan­gulares, exigiendo muros con igual fuer­za en toda la longitud), la ar­ticulación en tramos (lo que fa­cilita la utili­zación de las cimbras de madera y abarata la construcción y la repara­ción), con ar­cos de me­dio punto (fa­jo­nes, for­me­ros y to­rales) sosteni­dos por los pilares y los grue­sos mu­ros reforzados por contra­fuertes en los puntos de sopor­te. Otras cubiertas alter­nativas son las bóvedas de arista (en los espacios cuadra­dos de las naves centrales y laterales, y que permitían apoyar el peso sobre cuatro puntos, que debían ser reforzados con con­trafuertes y que permitían que el resto de los muros fuesen más ligeros y con ventanas más amplias, en lo que es un paso esencial hacia el arco ogival y el futuro estilo gótico) y las de cuarto de esfera (en los ábsides y ca­pi­llas), y las cú­pulas (en los cru­ceros) sobre trompas o pe­chi­nas. Las torres campana­rio (o espadaña) en la fachada o late­rales son el único elemento cla­ramente ver­tical. Hay un clara mejora de los mate­riales, desde la ini­cial piedra rota hasta el sillar bien pu­lido del Románico ple­no.
La decora­ción es muy rica, con pin­turas murales cubriendo casi todas las paredes y con grandes conjun­tos escul­tóricos en los portales y las ven­ta­nas, en los capite­les de los pilares y en las galerías de los claus­tros.
Se distinguen las iglesias-catedrales, de planta basilical de nave única, y las iglesias de pere­grina­ción, más monu­men­ta­les, adaptadas al rito de los peregrinos mediante la multipli­cación de las naves, un amplio transepto, un deambu­la­torio (o girola) para la vuelta pro­ce­sional alrede­dor de la tum­ba del san­to (general­men­te situada en la cripta bajo el al­tar ma­yor) y un amplio ábside con capillas radiales.
Los mo­nasterios, con un tem­plo y varios edi­ficios espe­cia­liza­dos, son conjuntos ar­quitectó­nicos notables.
Hay numerosas es­cuelas o centros de difusión de la arqui­tectura, destacando inicialmente la lombarda, con su solu­ción revolucionaria de la bóveda y las deco­ra­ciones de lese­nas y ar­cuacio­nes cie­gas, que recogió la influen­cia romana y bizanti­na, y se di­fun­dió por la Toscana, el sur de Italia sobre todo en Si­ci­lia, don­de se enri­queció con la influencia normanda, bizan­ti­na e islámica y ha­cia la misma Fran­cia. Las es­cuelas de Francia, algo pos­terio­res, son los grandes centros difusores hacia el resto de Europa, des­tacando la de Pro­ven­za, muy in­fluida por el arte romano so­bre­viviente, con gran­des basíli­cas con crucero corona­do por cimbo­rrio y con las na­ves latera­les resueltas en cuarto de esfera; de Toulouse, con deambula­torios festoneados de ca­pillas radia­les; de Auver­nia, con tri­bunas elevadas sobre las naves latera­les; de Peri­gord, con ten­dencia a la imposta­ción de las cúpu­las; de Norman­día, monumental, con su fachada de dos torres y su cubierta de madera, que se difun­de hacia Inglaterra y la Eu­ropa Central; de Borgo­ña, con las gran­des iglesias de peregrinación promo­vidas por la Orden de Cluny, que se extiende hasta Cas­ti­lla y León por el Camino de Santiago.
Los temas figurativos de las artes plásticas, con una gran unidad en la escultura y la pintura, siguen una finalidad di­dáctica de tipo religioso. Domina una estética naturalista, pero irreal, en la que los cuerpos son inmateria­les, casi abs­trac­tos, estáticos, adaptados al marco, prefiriendo la inter­preta­ción antes que la na­rración. Es un arte majestuoso e hie­rático en el que interesa sobre todo su contenido simbólico. Predomi­nan los ciclos del Viejo y del Nue­vo Testamento y las vidas de los santos, lo que da una gran homogeneidad iconológi­ca al Ro­mánico, aunque las distintas tra­diciones culturales de las re­giones repercuten en una gran di­versidad de escuelas.
De los mismos centros de la arquitectura provienen los avances en la escul­tura, partiendo de formas decorativas orna­mentales de gusto bárbaro sobre todo geométricos y vegetales, que pervivirán en la or­namentación para llegar a los grandes ci­clos fi­gurativos com­pene­trados con las estructuras arquitec­tó­nicas, destacando los ta­lleres de Toulouse y del Rosellón. Las tallas de madera son de una gran expresividad (en especial los Cristos). En gene­ral, los espa­cios más concu­rridos se dedi­can a los grandes te­mas sagrados y los lugares más recónditos a los temas más pro­fanos y cotidia­nos.
En pintura, las grandes decoraciones de pintura mural (al fresco y al temple) en los muros y las bóvedas tu­vieron una programación iconográfica de origen bizantino, ree­la­borada en Italia y difundida junto a las construccio­nes lom­bar­das. Des­pués se diversificó en la pintura de balda­quines y antipendios (tablas de los altares). En general, los programas iconográfi­cos se disponían según un orden invariable: en el ábside el Pantocrátor -justiciero e implacable- en el interior de la al­mendra mística, flanqueado por el Tetramorfos (los Cuatro Evan­gelistas o sus símbolos); pero este lugar central podía estar ocupado también por la Vir­gen y el Niño, rodeada por los Magos que presentan sus ofren­das. Por debajo del ábside, una galería de Apóstoles con sus atributos. Los muros laterales se dedica­ban a temas evangélicos y otras alegorías, reservando el muro posterior, a los pies del edificio, para el Juicio Final. En las bóvedas y cúpulas, podía haber el Juicio Final u otros te­mas.
En las artes menores o decorativas, cabe señalar la expan­sión de la orfebrería y el esmalte, en metal y marfil, con in­fluencias bizantinas e islámicas. La mi­niatura (iluminación de libros) alcanzó una gran calidad en los scrip­toria monás­ticos y epis­copales, conti­nuando la gran tra­dición carolingia y otóni­da y sirvió como gran vehículo de difusión de los temas iconográ­ficos y de los motivos ornamentales en todo Occidente.

1. LA SOCIEDAD Y CULTURA DEL ROMÁNICO.
El contexto histórico: el feudalismo.
Su contexto históri­co es la crisis que experimenta Europa tras la des­com­posi­ción del Imperio Caro­lingio, con la aparición del feu­dalis­mo.
En lo religioso es la época de las grandes reformas mona­cales, de las peregrinaciones, del te­rror milenario, de las cruza­das.
Factores: Terror milenario, no sólo en el 1000, que exaltó la reli­giosidad (tema del Apocalipsis, Jui­cio Final). Feuda­lis­mo triunfan­te, que promueve monasterios y castillos en el cam­po gracias a la mayor es­tabili­dad política. Desarrollo demográfico en los espacios urbano y rural, con un fuerte cre­ci­miento eco­nó­mi­co (se promueven más igle­sias y catedrales), pero con una riqueza basada en la tierra, con un comercio aún escaso.
Re­forma de las institu­cio­nes reli­giosas (mo­nas­te­rios be­ne­dic­ti­nos, Pa­pa­do). Se consolida una Euro­pa cristiana y con una cul­tura y un arte en co­mún, que se difunden por el mo­nacato y so­bre todo por las pere­grina­ciones en los Cami­nos (culto a las reli­quias de los san­tos). Las Cruzadas abren Europa a influen­cias orientales.
Mezcla de in­fluen­cias artísticas locales y exter­nas muy va­riadas. No hay un cen­tro único de ori­gen, aunque Borgoña y Lombardía son los más influyentes.
Cronología: apogeo en ss. XI y XII, y en ciertos lugares perdura hasta finales del s. XIII.
El Románico como cultura rural.
Es un estilo artístico que da respuesta a las necesidades de una sociedad básicamente rural, organizada en torno a los monasterios, los castillos, pueblos y ciudades de escasa pobla­ción.
Los monasterios y las órdenes monásticas.
El arte románico simboliza el po­der y el esplendor de los monasterios en la épo­ca feu­dal, de la que son los au­tén­ti­cos focos cultu­ra­les.
En la Alta Edad Media predomina la orden benedic­tina, que sigue la regla de San Benito, en principio muy austera y que extenderán sus técnicas agrarias por toda Europa. Pero la ri­queza acumulada por los monasterios a lo largo de varios siglos hizo que los señores feudales codiciasen las abadías para nom­brar titulares a sus hijos, al igual que los obispados y demás cargos eclesiásticos.
Como reacción a estos problemas el mo­naste­rio de Cluny en Borgoña, sede de los orden cluniacence, fundado en 910 por el duque Gui­llermo de Aqui­tania, fue eximido de la au­toridad civil y reli­giosa, dependiendo direc­ta­mente del papado, para evitar la de­cadencia y ser casa de re­forma de la vida religiosa y del pue­blo cristiano. Sus mon­jes ele­gían a sus pro­pios aba­des. El ejemplo cundió, de forma que los mo­nas­terios bene­dicti­nos se rigen por la regla de Cluny. El mo­nasterio de Cluny se convir­tió en el gran cen­tro espiritual de Europa y centro de un ver­dadero im­pe­rio mo­násti­co que en el siglo XII com­prenderá casi 1.500 aba­días y prio­ratos, con un poder polí­tico y econó­mico de pri­mera mag­ni­tud, promoviendo el arte Romá­nico, las Cruzadas y las Pe­regri­nacio­nes a Roma, Tierra Santa (Jerusalén), San­tiago de Com­poste­la, Saint-Mi­chel en Bretaña, fomentando así el con­tacto entre los distin­tos pue­blos. Su influencia artística fue notable a tra­vés de los scrip­toria, la fábrica de los grandes edificios mo­násti­cos y de las artes plásticas y suntuarias aplicadas a la litur­gia. Se difun­de de este modo un tipo de arqui­tectura y ar­tes plásticas común para Euro­pa occidental, en el que se re­nue­van conceptos de la herencia clásica romana, de su arqui­tec­tura tardía, la tradi­ción prerrománica e incluso la oriental (Bizan­cio, Islam). Cluny en 1258 perdió su independen­cia respecto a la Coro­na de Fran­cia.
La orden cisterciense aparece en el monasterio de Citeaux (finales del s. XI), fundado por Ro­berto de Molesmes, con el ánimo de reen­con­trar el espíritu de San Benito. Sus monjes pre­tenden una vuelta al carác­ter austero y senci­llo de la primera Iglesia, santifi­cando el trabajo manual de nue­vo, alejándose del ­boato clunia­cense y vi­viendo severamente (dormir en el sue­lo, comer una libra de pan y dos platos de verdura, ves­tir con tos­co há­bito blanco) y en si­lencio. Dicho estilo de vida se ex­tien­de rápida­mente por toda Europa. En 1154 ya hay 350 abadías y a finales del siglo XII llega a con­tar con 1.800 abadías.
La figura más importante de la orden cis­terciense es San Bernardo de Claraval (que entra como novicio en 1112 y muere en 1154), ter­cer hijo de un noble. Hombre de gran presti­gio en toda la Euro­pa civil y ecle­siástica, sus ideas incidirán en el arte. Pro­pugna la sencillez, que quedará plasmada en el re­chazo crítico a algunas de las imágenes con que se decoran los claus­tros, calificadas como *esos monstruos grotescos, ese de­sorden de bellezas deformes y de rare­zas esté­ti­cas+, para bus­car ex­presiones más cer­canas al cosmos, más natura­les.
Las ciudades.
En esta época renace la ciudad como núcleo urbano y de produc­ción artesanal, cuyo desarrollo urbanístico gira en torno a la iglesia-catedral, sede episco­pal, como centro espiritual y ob­jeto de las ambiciones artísti­cas de la comunidad, de la que se erige en monumento y símbo­lo, aunque también asume la fun­ción de sede administrativa y lugar de reunión, recogiendo el carácter de la basílica romana.

2. ARQUITECTURA.
2.1. CARACTERÍSTICAS.
Las características principales de la arquitectura romá­nica son: la jerarquía de la arquitectura dentro de las arte­s, el predominio de la iglesia, la cu­bierta de bóveda de pie­dra, la organización ar­ticulada y maciza del espa­cio.
- La jerarquía de la arquitectura dentro de las ar­tes, subordinando a ella la escultura, la pintura y el mosaico.
- La iglesia es el edificio predominante, en una época en que la Iglesia domina la vida social y cultural. Más secunda­rios son los monasterios y los castillos. La cons­truc­ción exige una capacidad económica considerable, por lo que las po­sibili­dades de la comunidad explican las dimensiones, calidad y deco­ración de cada obra. Hay una disposición de la planta basilical en cruz lati­na (con desarrollo del cruce­ro y del cim­bo­rrio), en sentido lon­gitu­di­nal con una cabece­ra dotada de áb­side y a ve­ces de giro­la.
- La característica fundamental de la arquitectura románi­ca es la cu­bierta de bo­veda de pie­dra, que exige fuertes muros de sustentación, con escasas aberturas y robustos contrafuer­tes.  Los elementos de soporte son los mu­ros de sillares, pi­la­res y con­trafuertes. Los elementos so­por­tados son arcos de me­dio pun­to, triforio y bóveda de ca­ñón.
- La organización ar­ticulada (tramos) y maciza del espa­cio, con fuertes efectos de claroscuro y luces rasantes que pe­netran por las escasas y es­trechas aberturas (puertas y venta­nas). El efecto macizo se incrementa por los toscos mate­riales de acabado.       
Nace un espíritu nuevo en la arquitectura (Bruno Zevi), una nueva con­cepción espacial: mé­trica espacial, precisa como la de un orga­nismo vivo, con con­centración de empujes y resis­tencias, adel­gazamiento de mampostería, abolición del arco triunfal (que restaba unidad a la iglesia) y del atrio, mayor atención a las fachadas (que muestran la división interna).
2.2. EVOLUCIÓN.
Primer Románico: 1000-1075.
Pobre y funcional, con piedra mal ta­llada o ladrillo; cu­bierta de madera para las naves y cubierta de bóveda para el ábside. En al­gunos casos hay una bóveda de cañón con arcos fa­jones y una cúpula so­bre el cru­ce­ro.
Románico Pleno: 1075-segunda mitad s. XII.
Ampliación y transformación de las cabeceras: deambulato­rios, tri­bunas y tran­septos. La causa es el ceremonial litúrgi­co más compli­cado en las peregrinaciones.
Románico Tardío: 1200-segunda mitad s. XIII.
Catedrales que anuncian el estilo gótico.                     
2.3. ELEMENTOS ARQUITECTÓNICOS.
Plantas.
Las plantas dependen de la función, visible en la ca­bece­ra: en las iglesias de peregrinación domina la giro­la, en las iglesias monásticas el coro.
Hay dos plantas: la más frecuente es la arcaizante ba­si­lical pero la más evolucionada y representativa es la de cruz latina (rema­tada con áb­side para cada na­ve). Si hay más de una nave las la­tera­les pue­den envolver el ábside con una giro­la, con peque­ñas ca­pillas radia­les (absi­dio­los) en la cabe­cera. Abundan las capi­llas para al­bergar las reliquias.
Muros.
Predomi­nio del macizo sobre el vano: gruesos muros, con po­cas y pequeñas ven­tanas abocinadas (saeteras).
Materiales.
El sillar es el material bá­sico de construcción. Los si­llares son maci­zos, de piedra bien puli­da, de forma regula­r (escuadrada).
Luz.
La luz es escasa, con fuertes efectos de claroscuro.
Columnas y pilares.
Columnas cilíndricas, del mismo grosor, que ol­vi­dan las propor­ciones clási­cas. Capitel de hojas, imitación del corin­tio, con motivos ve­getales, animales o histo­riados. Las colum­nas abundan sobre todo en los claustros, pero son poco relevan­tes en las iglesias.
Los pilares son el principal soporte. Se distinguen los compuestos, robus­tos, con pilastras y columnas adosadas.
Cubiertas.
Al principio hay una cubierta de madera que será sustitui­da por bóve­das de piedra.
La bóveda de cañón es la gran innovación para cubrir las grandes naves basilicales, generalmente en tramos rectangula­res, pero también hay bóvedas de arista (que aparecen en los tramos cuadrados como intersec­ción de dos bóvedas de cañón, generalmente para las naves latera­les), bóvedas de cuarto de cañón (pa­ra las tri­bunas sobre las naves latera­les) y de cuarto de es­fera (o de horno, para los ábsides). Este avance se expli­ca porque la cubier­ta, reali­zada en la mayo­ría de los casos por una bóveda de ca­ñón, se divi­de en va­rios tra­mos independientes, lo que aba­rata la cons­truc­ción al poder utili­zar una misma cim­bra (ar­ma­zón provi­sio­nal) repe­tidas ve­ces, al mismo tiempo que permite realizar con faci­lidad re­cons­truccio­nes parciales en caso de ruina. Esta técnica re­que­ría el refuerzo de la bóveda por medio de arcos fajones, por lo que los constructores se vieron obli­gados a levantar pilares com­puestos como sistemas de apoyo para transmitir los empujes a las naves laterales, empu­jes que son absorbidos por gruesos muros de cierre reforzados mediante con­trafuertes.
Cú­pula en el cruce­ro. Como el crucero es muy difícil de cubrir, se usa a menudo la cúpu­la-cimborrio (cim­borrio que apa­rece en el exte­rior), con apoyos en trom­pas y pechinas (una in­fluen­cia bizan­ti­na). En ocasiones también se utilizó la to­rre linterna.
Arcos.
Se emplean varios tipos de soportes: arcos fajones (tam­bién llamados perpiaños, divi­diendo en tramos la bóve­da de la nave central) sobre pilares, ar­cos formeros paralelos al eje de la bóveda, arcos torales en el crucero, y las medias bóve­das de las tribu­nas. Para so­por­tar las bóve­das gene­ralmen­te se usan arcos en el in­terior y contra­fuer­tes en el ex­terior.
El tipo de arco más común es el de medio punto (pronto doblado), que a veces es peralta­do y otras abocinado (su aboci­namiento, con cre­ciente apertura de la luz, tiene una cau­sa decora­tiva).
Puertas.
Puertas abocinadas (como las ventanas), con arcos concén­tricos (arquivoltas). Se distingue el tím­pano entre el dintel y el arco, y el parteluz (una columna en el centro).       
Torre campanario.
Torre campanario (una o dos) situada al lado de la fachada principal o en la cabecera. Es el elemento más vertical del templo.
Decoración.
Decoración en pintura o escultura, con temas vegetales, animales, figurativos... La decora­ción es muy rica, con pin­tu­ras murales cubriendo casi todas las paredes y con grandes con­jun­tos escul­tóricos en los portales y las ven­ta­nas, en los ca­pite­les de los pilares y en las galerías de los claus­tros. En gene­ral, los programas iconográfi­cos se disponían según un or­den invariable: en el ábside el Pantocrátor justiciero e im­placable en el interior de la al­mendra mística, flanqueado por el Tetramorfos (los Cua­tro Evan­gelistas o sus símbolos); pero este lugar central podía estar ocupado también por la Vir­gen y el Niño, rodeada por los Magos que presentan sus ofren­das. Por debajo del ábside, una galería de Apóstoles con sus atributos. Los muros laterales se dedica­ban a temas evangélicos y otras alegorías, reservando el muro posterior, a los pies del edifi­cio, para el Juicio Final. En las bóvedas y cúpulas, podía ha­ber el Juicio Final u otros te­mas.
Simbolismo.
El simbolismo de las iglesias es notable. La planta con tres naves y transepto era alegoría de Cristo en la cruz. La cúpula central era alegoría de la bóveda celeste. Los pilares de los Apóstoles y profetas como fundamento de la Iglesia. Los muros del pueblo cristiano, un sillar cada hombre. El templo era el lugar de encuentro del hombre con Dios, en silencio y penumbra, en recogimiento espiritual.
2.4. TIPOS DE CONSTRUCCIONES.
IGLESIAS.
Iglesias de peregrinación.
Son las más completas y monu­menta­les, hechas en Románico Pleno. Pueden ser catedrales en ciuda­des o templos de monaste­rios y acogen a multitudes de fie­les y peregrinos. Tienen una gran unidad es­pacial, con una ar­mo­nía y un sim­bolismo que sus­citan la emoción de los fieles.
Se caracterizan por: Tres naves (la cen­tral es ma­yor). Un gran tran­septo. Pro­longa­ción de la nave principal en torno al presbiterio, median­te la giro­la (deambulatorio para la vuelta ritual de los fie­les). Absi­dio­los en el ábsi­de (pequeñas capi­llas de dis­tri­bu­ción ra­dia­l). Tri­buna su­pe­rior. Grue­sos pilares de sus­ten­ta­ci­ón.
Ejemplos: San­tia­go de Com­pos­te­la, San Mar­tín de Tours, San­ta Fe de Conques, San Sa­turni­no de Tou­lou­se.
Iglesias basilicales.
Se desarrollan en el Románico Pleno. Son menos gran­des, con tres naves con transepto menor, cabecera con tres áb­sides, a veces cimborrio en el crucero.
Ejemplos: Jaca, San Martín de Frómista.
Iglesias de tipo rural.
Muy numerosas, servían para muchas funciones: religiosas, ci­viles y mercantiles. Se caracterizan por ser pequeñas, con materiales pobres. Plan­tas muy variadas: una nave de cruz grie­ga, bien centralizada. La mayoría son portica­das.
MONASTERIOS.
Las órdenes monacales (sobre todo la benedic­tina) se ex­tendie­ron por Eu­ropa, difundiendo la religión, cul­tura, arte, técni­cas... Ubi­cadas en lugares apar­tados, se dis­tribuían en un nú­cleo princi­pal con el claustro, un gran patio con galerías de arcos de medio punto, ordenador de las depen­dencias: iglesia, sala capi­tular, refectorio, bi­blio­teca, coci­nas, dor­mitorios (en planta supe­rior)... Destaca en España el de Si­los (Bur­gos).
La estructura del monasterio.
Se presenta como una ciudad cerrada: centro religioso, cultu­ral, económico, etc. Hacia él convergen fuertes recursos, aspirando a ser una unidad autosuficiente de producción en las actividades agrícola y artesanal.
El acceso es controlado y limitado al exterior de la comu­ni­dad (una puerta, un horario de acceso, un lugar de recep­ción). Dentro del recinto, todo está perfectamente pautado, ordenado y hasta jerarquizado, enfocado a conse­guir el cumplimiento del camino de perfección elaborado a partir de la regla de San Benito de Nursia (siglo VI). La configuración del monas­terio venía defi­nida desde el siglo IX, tras un concilio cele­brado en Aquisgrán. La referencia a esta planta ideal estará presente en la construcción de todos los monasterios, introdu­ciéndose sólo algunas variaciones, pequeñas unas veces, de enorme contenido otras.
La vida gira en tomo al conjunto iglesia‑claustro, que ocupa el lugar central. Este conjunto, punto de intersección de la tierra y el cielo, es considerado como la Jerusalén celes­tial, la casa de Dios.
Por una parte, situadas a la izquierda, encontramos los edificios de resi­dencia y espera:
· Área de hospedería. Situada cerca de la puerta; suele haber dos casas, una para visitantes privilegiados y escola­res, y otra para pobres.
· Área de los novicios. Destinada a los que aspiraban a entrar en la comunidad; lugar transitorio de donde el aspi­rante saldrá tras una época de aprendizaje y la celebración de un ritual (imposición de la cogu­lla, beso de paz y retiro de tres días, signo de silencio y soledad, de muerte y resurrección).
· Área de enfermería. Apartada del resto, porque la enfer­medad se concibe como una secuela del pecado y una situación de impureza, acrecentada por el hecho de que se les daba de comer carne para fortalecerlos. El enfermo carnívoro no participaba de la comunión, y a los que se les administraba la extremaunción se les dejaba de suminis­trar carne a fin de que pudieran partici­par de la comu­nión an­tes de morir. Estar enfermo era sinónimo de ser peca­dor, por lo que in­cor­porarse a la comunidad reque­ría un rito de penitencia y aco­gi­da, pero no se moría solo: tras besar la cruz, el enfer­mo besa­ba a todos los hermanos y en su agonía le acompañaban los her­manos...
Completaban el monaste­rio: el cementerio, la casa del abad, el área de servicio, el refectorio y la sala capitular.
ARQUITECTURA CIVIL Y URBANISMO.
En la arquitectura civil destacan las casas, palacios ur­banos y casti­llos.
De las casas y palacios, construidos con materiales pobres en las ciudades, quedan pocos restos. Tienen dos pisos con una o dos puertas de medio punto y ventana­les.
Los casti­llos cuentan con mejores materiales, debido a su doble función residencial y defen­siva.
Las ciudades tienen calles angostas, insalubres, de traza­do regular si son fundaciones reales nuevas o sobre ciudades romanas, e irregular si se desarrollan a partir de varios nú­cleos o de una población musulmana.

2.5. ESCUELAS.
FRANCIA.
Francia es el gran centro de la arquitectura románica, con una enorme abundancia de edificios, sin un modelo único en los varios centros o escuelas regionales.
Provenza: simplicidad, con gran­des basíli­cas de una desta­cada nave central, con crucero corona­do por cimbo­rrio y con las na­ves latera­les resueltas en cuarto de esfera. Hay una gran in­fluen­cia de los edificios romanos sobre­vivientes. Destacan la iglesia de San Tró­fimo de Arlés y la abadía de San Gil.
Poitiers, Angulema y Perigord: en la región de Aquitania. Dominan las influencias bizantinas con la planta de cruz griega y la abun­dancia de cúpulas (Angulema, Perigord) sobre pe­chi­nas, y de la es­cultu­ra en la fachada. Destaca el rema­te cónico con es­camas en Poitou, con edificios de tres na­ves de igual altura.
Tou­louse: con deambula­torios festoneados de ca­pillas ra­dia­les.
Auver­nia: con tri­bunas elevadas sobre las naves latera­les.
Normandía: cubierta de madera, fachada con dos torres, grandes naves, poca escultura. Se difun­de hacia Inglaterra y la Eu­ropa Central. Destacan la abadía de Mont Saint Michel y la iglesia de San Esteban de Caen (ésta tuvo gran in­flujo en el Románi­co, en Inglaterra como en Composte­la).
Borgoña: son iglesias de peregrinación. Las bóvedas muy altas, especialmente la central, ventanales amplios (que ilumi­nan los capiteles historiados del interior), ar­cos con dovelas de colo­res alternados. Destacan Cluny, Santa Magda­lena de Véze­lay, San Lázaro de Au­tun, San Esteban de Ne­vers.
ITALIA.         
Es muy importante la influencia de la Roma antigua, adver­tible en el rema­te de la fachada a dos vertientes (similar a los fron­tones) y en que algunas fa­chadas tie­nen próti­ros (por­ches ex­terio­res, a veces sosteni­dos por leo­nes) siguiendo el modelo de los pór­ticos clásicos roma­nos. Hay también influencia paleo­cris­tiana (cru­cero poco des­taca­do), así como de la basíli­ca lombarda (con bóveda y pilares).
Lombardía. Es el gran centro difusor de inicios del Romá­nico, con su solu­ción revolucionaria de la bóveda, que recogió la influen­cia romana y bizanti­na, y se di­fun­dió por la Toscana, el sur de Italia -sobre todo en Si­ci­lia, don­de se enri­queció con la in­fluencia normanda, bizan­ti­na e islámica- y ha­cia la misma Fran­cia. Destaca también por las deco­ra­ciones de lese­nas (bandas lombar­das con pilastras ver­tica­les, muy difun­didas en Europa) y ar­cuacio­nes cie­gas (galerías de arcos ciegos en los muros, los "ar­qui­llos lom­bar­dos"). Destaca el ejemplo de San Ambrosio de Mi­lán (con bóve­da de cru­cería y crucero poco desta­cado).
Toscana: Recibe la influencia lombarda y de la arquitectu­ra clásica romana. Se caracteriza por las logias (galerías de ar­cos vivos), im­portancia de las colum­nas, decoración con va­riado cromatismo pétreo, predo­minio de la horizontalidad. Con­jun­tos de edificios sepa­ra­dos de catedral, bap­tiste­rio y campa­ni­le. Des­taca el con­junto de Pisa, y el tem­plo de San Mi­niato de Flo­ren­cia (sime­tría, equilibrio; geome­tría; rica decoración de incrustaciones).
Sicilia, Nápoles: Recibe la influencia lombarda y de la arquitectu­ra clásica romana. Influencia de la decoración islá­mica y bizantina (mosaicos, mocárabes) y de cúpulas. Destacan los templos de Monreale (con extraordinaria decoración), Bari.
ALEMANIA.
En Alemania domina un arte imperial, monumental. Pervive la tradición otónida y recibe variadas influencias: lom­barda, francesa. Se caracteriza por las plantas con ábsides en cabece­ra y pies, arquillos en muros y en torres cir­culares, naves eleva­das. Destaca San Mi­guel de Hildesheim (cubierta de madera) con una planta como de dos igle­sias ado­sadas (dos cruceros, dos presbi­terios, dos ábsides), Santa María de Laach, y las cate­drales de Spi­ra, Worms y Ma­guncia (estas con cubiertas de bóve­da de aris­ta). La duplicación del ábside obedecía al ri­tual estacional (con proce­siones a los diferentes altares), mientras que la reforma de Cluny concen­traba coro y altar en un solo lugar para celebrar la misa.
INGLATERRA.
Relacionada con la escuela normanda (desde la conquista de la isla en 1066). Se caracteriza por los templos de grandes proporcio­nes, con naves largas, un enor­me cimbo­rrio y un doble tri­fo­rio.
Destacan las catedra­les de Win­ches­ter, Gloucester, Peter­bo­rough, York, Canterbury y Durham (con la innovación de la bóve­da de crucería y el claris­torio supe­rior sobre el matro­neo, para aumentar la iluminación).
ESPAÑA.
La escuela catalana.
La escuela catalana se desarrolló primero (h. 1000), gra­cias a la proximidad europea, la influencia francesa y el botín obtenido por Ramón Borrell I en el saqueo de Córdoba (1010). Es­tuvo muy relacionada con la arquitectura de Lombardía y el sur de Francia, mediante cuadrillas ambulantes de albañiles (los de Cremona fueron famosos). La influencia islá­mica es sólo or­na­mental.
Se caracteriza por el rústico apare­jo de sillería, cu­bier­ta de madera en naves y bóveda en ábside, decoración lom­barda exte­rior.            
A ambos lados del Pirineo se hallan las primeras obras: San Martín de Cuixà y San Pedro de Roda (1022). En el s. XI la influencia lom­barda se encuentra en San Vicente de Cardo­na (1040), en el extraordi­nario monasterio de Ripoll (el abad Oli­va inicia la cabecera en 1032), con una gran torre, cinco naves y tes­tero de siete ábsides, arqui­llos lom­bardos, lesenas.
Des­ta­can asimismo San Juan de las Abadesas, San Cugat del Vallés, San Pablo del Cam­po y San Martín de Cani­gó.
Un románico más pobre, en las zonas rurales, con caracte­rísticas arcaizantes (planta basilical) lo representan las dos iglesias de Tahull (con sus torres), h. 1124.
Bien entrado el s. XII persiste el Primer Románico en las catedra­les de la Seo de Urgel (1175), Tarragona y Lérida (con bóveda de cruce­ría y arcos apuntados, pero con soportes aún macizos).
La escuela castellano-leonesa del Camino de Santiago.
Hay un problema terminológico respecto a la arquitectura de los reinos de Castilla y León. Tradicionalmente (por una concepción nacionalista del arte) se la ha lla­mado escuela cas­tellano-leonesa, pero en realidad trasciende estos límites geo­gráficos y se extien­de por el Cami­no de Santiago, la gran vía de co­muni­cación de la cultu­ra, el arte, el co­mercio... a través de Ara­gón, Nava­rra, Casti­lla, León y llega a Galicia, don­de se encuen­tra su obra cumbre, la catedral de Santiago de Composte­la. Su difusión ha­cia el sur del Camino se explica por la imi­tación. Por todo ello, debemos aso­ciar el estudio de su arqui­tec­tura y de su difusión al estu­dio del pro­pio Camino de San­tiago, en una indi­soluble uni­dad artístico-cul­tu­ral, como co­rresponde a las nue­vas metodologías formalis­tas, iconológicas y sociológi­cas de la Historia del Arte.
Las obras son financiadas por la población de las ciudades y pueblos del Camino y por las donaciones de los pere­grinos. Hay dos tipos: campesino-mona­cal (San Martín de Frómis­ta, San Salvador de Leire, Santo Domingo de Silos) y ur­bano (Jaca, San Isidoro de León, Zamora, Santiago de Composte­la.
En esta escuela es predominante la influencia fran­cesa, llegada en cuadrillas de albañiles contratados por los monjes clunia­censes. En la parte occidental es patente la influencia catalana en la planta basilical de la catedral de Jaca en Ara­gón, mientras que en la parte meridional influyen el Islam y Bizan­cio en las catedrales de Zamora y Salamanca y la Cole­giata de Toro (cúpula de crucero con arcos radiales sobre pe­chi­na), en San Martín de Segovia con galerías porticadas latera­les.
En el s. XI destacan en Aragón la catedral de Jaca (deco­ra­ción geomé­trica de aje­dre­zado, alternancia de pila­res y co­lum­nas), igle­sia y castillo de Loarre, San Juan de la Peña (cu­bierto por una roca), San Pedro el Viejo de Huesca.
En el s. XI en Navarra: iglesia del monasterio de Eunate.
En el s. XI destaca en León el Panteón Real de San Isido­ro, con influencia islá­mi­ca en el intradós lobulado del arco triun­fal del pórtico. En Castilla: San Martín de Frómista (Pa­lencia).
En el s. XII hay en Castilla una fiebre constructiva; sólo en Palencia hay 600 iglesias catalo­gadas. En Segovia: las igle­sias de San Mi­llán, San Esteban y San Martín tienen pórtico de ar­querías so­bre colum­nas, torres so­lem­nes; San Vicente de Avila sigue este modelo. En So­ria: San Juan de Ra­banera (ro­má­nico pu­ro), Santo Do­mingo (in­fluencia francesa), San Juan de Duero (influencia is­lámica en arquerías lobu­ladas).
En León se construye la iglesia de San Isidoro de León (el pórtico era anterior), con influencia mudéjar en el arco poli­lobulado del crucero. En el valle del Duero: influen­cias bi­zan­tinas del Poitou (cú­pu­la sobre pechinas, conos cubiertos con escamas), con las catedra­les de Zamora y Sala­manca y la cole­giata de Toro.
Catedral de Santiago de Compostela.
La catedral de San­tiago de Com­pos­tela (1075-1211) es la obra cum­bre del románico espa­ñol y la más evolucio­nada y monu­men­tal de las iglesias de peregrinación eu­ropeas. De hecho, debería cla­sifi­carse como una obra maestra del Romá­nico fran­cés, por su planta tan semejante a la de Saint Ser­nin (San Sa­turnino) de Tou­louse. Como un modelo europeo influyó posterior­mente en Espa­ña y la misma Francia.
Su cons­truc­ción em­pieza en 1075, se inte­rrum­pe en 1105 y se reini­cia en 1117 por el obispo Diego Gelmí­rez (de cultura fran­cesa), que reparó, abo­vedó y forti­ficó la obra ante­rior del edi­ficio. En 1124 se co­menzó la cons­truc­ción del claustro (tan pequeño que fue sus­ti­tuido en el s. XVI). La obra principal se acabó h. 1122-1128. Se financió con donaciones y ofrendas de los peregrinos, los habitantes de la ciudad y del rey Alfon­so VI (1072-1109), más las ren­tas del arzo­bis­po y el derecho espe­cial de acuñación de moneda. La inmen­sidad de la obra co­rres­ponde a las exigen­cias religio­sas y so­ciales de la época, en pleno apogeo del Camino de San­tiago y de la lucha de Castilla y León contra los almorávi­des.
Los maestros de obras parecen ser sobre todo franceses (Bernardo el Viejo) y se sabe que había 50 canteros dirigidos por Robert.
Se carac­te­riza por la planta de cruz latina, con tres na­ves y girola, como todas las iglesias de peregrinación.
Las proporciones son monumen­ta­les: 100 m de longitud, nave cen­tral de 10 m, na­ves laterales de 5 m, y la bó­veda de la nave cen­tral tiene 22 m de al­tu­ra unifor­me.
Recibe influencias arqui­tectónicas de todos los estilos ante­rio­res: prerrománico astu­riano (ábside recto de la capilla de El Salvador, capillas de planta de herradura embebidas en los muros, arcos de he­rra­du­ra, canecillos y decoraciones bajo el alero, con­trafuertes exteriores), ro­mánico es­pa­ñol (cabe­ce­ra de Jaca; combinación de nave central de bóve­da de cañón y naves latera­les de bóveda de arista de San Isido­ro de León), arte islámico (arcos lobulados en la Portada de las Platerías) y, so­bre todo, toma elementos del romá­nico fran­cés (gi­rola, capi­llas radiales, tri­fo­rio, prolon­ga­ción de las naves en el cru­ce­ro) -sobre todo del provenzal-.
Destacan el enorme crucero de tres naves, la cabe­cera com­plicada con una gi­rola (po­co frecuente en Espa­ña) con cinco capi­llas, y las dos to­rres que en­cuadran la fa­chada.
Se hizo un coro en el E de la nave cen­tral, siendo el pri­mer coro hispánico (también fue eli­mina­do en el s. XVI).
Las naves cola­terales cir­cundan todo el tran­sep­to y llegan al deam­bulato­rio sin estre­chamiento o inte­rrup­ción.
El transep­to es monumen­tal.
            En el interior destaca la articulación de los vanos.
La tribuna se prolonga por el deambulatorio (no se conoce bien la función de este alargamiento).
Hay dos portadas en el mag­nífico transepto de la primera etapa de construcción, en el N la Por­tada de Francia (o de la Azaba­che­ría) y en el S la Por­tada de las Platerías.
Al entrar en el vestíbulo encontramos el Pórtico de la Gloria (1188), desde el que se tiene una visión unitaria hasta el áb­side central.

3. ESCULTURA.
3.1. CARACTERÍSTICAS.
Es la principal arte plástica románica. Sus fuentes son los marfi­les, orfe­bre­ría y miniatura. Su apogeo se produce en el tránsi­to del s. XI al XII.
La plástica románica es en general no naturalista, pues su naturalismo es irreal ya que trata los cuerpos como si fuesen inmateriales. Es un arte docente, explicativo, ten­dente a la formación de los fieles, buscando su formación pia­dosa.            
Es un arte simbólico, que da una imagen del mundo espiri­tual. Dios es un juez terrible y apocalíptico, lejano, que exi­ge sometimiento.
Escultura arquitectónica.
La ley del marco arquitectónico: supeditación a la arqui­tectura (poses forzadas), función decorativa.
Concentración en portadas (tímpa­no, arquivoltas, jambas, par­teluz) y capi­teles de iglesia y claustro (vegetales, ani­ma­les, figuras). En la escultura exenta tenemos los Cristos en majestad (como el de Batlló).
Escultura exenta.
Temas: el Crucificado (en dos tipos, Maiestas y desnudo), y la Virgen con el Niño sentado en sus rodillas, hieráticos.
Materiales: madera, marfil, metal. Policromía.
3.2. EVOLUCIÓN.
Progresiva adaptación al marco arquitectónico, con mayor movimiento, hasta que al final se olvida la función arquitectó­nica. Dife­rente tratamiento del relieve: al principio muy plano y sencillo, al final con naturalismo y movimiento (sobre todo en los ropajes) en altorre­lieve.
3.3. TEMÁTICA.
Hay una relación entre los temas iconográ­ficos y su co­lo­cación en el templo. En el tímpano hay los temas de:
a) Dios en el Apocalip­sis: Pan­to­crá­tor con Tetramorfos y 24 An­cianos del Apocalipsis (San Pedro de Moissac, 1125).
b) Juicio Final: Pantocrátor con evange­listas, ángeles con trom­petas, apóstoles, Virgen, justos a la derecha y condenados a la izquierda con un monstruo (San Lázaro de Autun, 1130; San­ta Fe de Conques).
En los capiteles de la iglesia los temas (para educación de los fieles) son el hombre ven­ciendo al pecado o tentado por el diablo. En los capiteles y machones de ángulos del claus­tro los temas son alegó­ricos (para los más educados mon­jes) de mons­truos o pecados, o escenas narrativas de la Biblia (claus­tro de cate­dral de Gero­na, Silos en Burgos).
Carácter do­cente: expresividad para comunicar un mensaje reli­gioso, con alegoría, simbolismo e intelectualización, con mensajes distintos para los fieles y los monjes.
Fuen­tes iconográficas: AT, NT, Evangelios Apócrifos, le­yendas aúreas, martiriologios, bestiarios, pintu­ra y miniatura.
Figuración simétrica (a los lados), desproporcionada, téc­nica sencilla, en dos pla­nos, sin volumen, integrada en escenas sin perspectiva, con yuxtaposi­ción de figuras, con un programa didáctico para todo el templo. Es naturalista, pero poco rea­lista. Tiene una gran rigidez y una fuerte expresividad.
En muchas de las iglesias del Camino de Santiago hay una se­rie de men­sajes esculpidos que terminan en Compostela. Cada iglesia es un vehículo para un concreto sermón en piedra que se relaciona con el conjun­to, aunque en muchas se repiten los te­mas. Desde la cate­dral de Jaca (el crismón simbólico, visión de Dios como trini­dad en el Paraíso, Cristo como Salvador) a la catedral de San­tiago (Cris­to como Dios).
            Como ejemplo de la escultura románica tenemos la Virgen de la Catedral de Gerona, estática, des­propor­cionada, es­que­ma­tiza­da, severa, sin belleza humana, una repre­sentación de lo divi­no, con ropajes austeros, con de­talles de una religión de temor (seguramente el Niño portaba un ce­tro).
3.4. ESCUELAS.
FRANCIA.
Diferentes escuelas regionales:
Languedoc: Pórtico de San Saturnino de Toulouse (As­cen­sión del Señor, en romá­nico puro). Destaca el tímpano de Moissac (obra cum­bre del Ro­má­ni­co, tema del Apocalip­sis).
Borgoña: San Láza­ro de Autun (Juicio Final del maestro Gisleberto). Santa Mag­dale­na de Vézelay (Pente­costés). Movi­mien­to, figuras alargadas y flexibles, realismo.
Auvernia: Santa Fe de Conques (Juicio Fi­nal).
Provenza: San Trófimo de Arlés (influencia clásica, del relieve de los sarcófagos romanos).
Región de París: Pór­tico Real de Char­tres (esculturas-pi­la­res y otros relieves con variedad de temas, con acentuada verticalidad, y una actitud noble y serena).
ITALIA.
Influencias bizantina, francesa y clásica. Fa­chada de Ca­tedral de Módena y trono episcopal de Bari (por Wi­li­gel­mo). En la catedral de Parma el Descendimiento de la Cruz (1178) por Benedet­to Antelami, el mejor escultor románico ita­liano. En Pisa el púlpito de la catedral (por Guglielmo) y la pila del Bap­tiste­rio de Pisa (por Guido de Co­mo).
ALEMANIA.
Tiene una escasa escultura monumental. Portadas de Augs­bur­go y Hil­des­heim. Decoración vegetal o animada.
INGLATERRA.
Hay pocos ejemplos por la preferencia nor­manda por decora­ción geo­métrica y vegetal y por la mayor influencia de los aus­teros monjes cistercienses.
ESPAÑA.
Los inicios se localizan en Cataluña, h. 1000, con los capiteles de Ri­poll y los dinte­les de Sant Genís les Fonts.
En el s. XI destacan:
Tímpano de Jaca con crismón flanqueado por ani­males.
Por­tadas de San Isidoro de León.
Por­ta­da de las Pla­te­rías en San­tiago de Compostela (do­ble natu­ra­le­za de Cris­to).
Claustro de San­to Do­mingo de Si­los (ca­pite­les y machones).
En el s. XII destacan:
En Cataluña la portada de Ripoll (serie de frisos).
En Na­varra (influen­cia francesa) la portada de San­güe­sa, San Juan de la Peña, San Mi­guel de Es­tella.
Hay tres grandes maes­tros de la época de transi­ción al gótico, en la segunda mitad del s. XII, destacando en ellos la influencia francesa, con un cre­ciente naturalismo: el Maestro de la Cámara San­ta de Ovie­do, el Maestro de San Vi­cente de Avi­la y, sobre todo, el Maestro Ma­teo (activo en 1168-1217), en los tres ar­cos del Pór­tico de la Gloria de Santiago de Com­pos­te­la, un com­pendio de la iconogra­fía románi­ca.

4. PINTURA.
4.1. CARACTERÍSTICAS.
Es un arte docente, explicativo, tendente a la formación de los fieles, buscando su formación piadosa.           
Es un arte simbólico, no naturalista, que da una imagen del mundo espiritual. Dios es un juez terrible y apocalíptico, lejano, que exige sometimiento.
La pintura puede ser mural o sobre tabla, pues se vincula a los muros del interior -en los que se utiliza la técnica del fresco- y a la pintura exenta en los fron­tales de altar (los antipendios).
Las formas son simples, casi geométricas. Los colores son planos, sin preocuparse de crear espacio en profundidad.
La minia­tura es muy im­por­tante, por su carácter docente y como testimonio y difusor de los temas y es­ti­los.
Se caracteriza por un dibujo grueso (linealidad), que con­tornea enérgicamente la silueta y separa con un trazo negro cada superficie cromáti­ca; con esta intensificación se explota el poder del dibujo para la cons­trucción de formas. La seguri­dad de la siluetación es admi­rable en las superficies curvas de los ábsides, en las que los artis­tas llegan a sentirse tan có­modos como en el tra­bajo de super­ficies planas.
Hay un color puro, sin mezclas, o a lo sumo con dos tona­lida­des. Se prefiere el plano cromático amplio, en el que se obtie­nen efectos violentos y con el que se expresa muchas veces al­gún simbolismo medieval.
Hay una carencia de profundi­dad y luz. Es una pintu­ra bi­dimen­sio­nal y plana. Las figuras se disponen en posturas para­lelas a manera de relleno de un plano, y con frecuencia resal­tan sobre un fon­do monocromo o listado en fran­jas horizontales de diver­sos to­nos. Al no proceder a la mezcla de los colores las esce­nas ca­recen de vibración lumínica, au­sencia que contri­buye a resaltar de forma más poderosa la geo­metría de las for­mas.
Es una composición yuxtapuesta; prefe­rencia por las figu­ras fron­tales y por la eliminación de cual­quier forma que rompa el pla­no. En los grupos las figu­ras no se rela­cionan hasta el ro­máni­co tardío, alrededor de 1200. La com­posi­ción geométrica es com­pleja: triángulos, pirá­mides, cuadra­dos, círculos. Las figu­ras son hieráticas, sin mo­vi­mien­to, sim­ples y estiliza­das, sin ca­non (con un canon alar­gado al fi­nal del ro­mánico).
El muro se prepara al fresco de forma tan concienzuda, apli­cando los colores sobre una capa fresca de cal ab­sorbente (lo que ha conservado muchas obras) que, arrancadas las pintu­ras de Berlanga o de Tahull, quedan siluetas y colores adheri­dos a la cal; quizás los toques fina­les se dieran con temple, lo que ha contribuido a mantener la viveza de los to­nos.
Tiene un carácter antinaturalista y simbólico , con un gran po­der expresivo, falta de realismo, y tendencia a la es­quematiza­ción. Este antinaturalismo extremo sigue la escuela bizantina: el ar­tista prefiere plasmar vivencias antes que re­producir for­mas reales. No hay fondos de perspectiva ni paisa­jes.
El género por excelencia es la pintura mural, y los mosai­cos de influencia bizanti­na se usaron sólo en Italia (catedral de San Marcos de Venecia), pero también se pintaron frontales de altar. En España abunda la pintura al temple sobre tabla en los fron­tales de altar (Cataluña y Aragón), con una temática varia­da: Cris­to, Virgen, Santos. El esquema es simétrico, gene­ral­men­te en tres ca­lles vertica­les. Destacan los frontales de Seo de Urgel y de Aviá.
4.2. EVOLUCIÓN.
Se distingue un periodo de románico bizantinizante, en el s. XI y uno de románico pleno, en el s. XII, ya completamente autónomo, pero no por ello mejor.
Predominan las influencias bizantina (ubica­ción, iconogra­fía, hieratis­mo, siluetas con grandes rayas), clásica, copta y prerrománica (de cada región), y de la miniatura mozárabe.
4.3. TEMÁTICA.
Las pinturas se localizan en el interior de los templos, con una finalidad docente, explicando la doctrina oficial de la Iglesia.
Las figuras son hierá­ticas y frontales. No hay una pers­pectiva geomé­trica.
4.4. ESCUELAS.
FRANCIA.
Es el mayor centro de la época, con dos estilos:
A) Lo­cal, románico puro, en tonos claros, con figuras so­bre fondo dis­puesto en bandas anchas.
B) Bizantinizante, con figuras sobre fondo azul oscuro, con riqueza de color y deta­lles decorativos (frescos de Berzè-la-Ville en Saone-et-Loire).
ITALIA.
Hay también dos estilos:
A) Local, en Lom­bar­día, con un romá­nico más puro.
B) Bizantinizante en el Sur (hasta el s. XI hubo dominio bizantino).
ALEMANIA.
Destacan las pinturas murales de Jorge de Oberzell y la igle­sia de Schwarzheindorf.
ESPAÑA.
Cataluña.
Cataluña es un lugar de excepción por poseer los me­jores y más numerosos res­tos de Europa, al no ser destruidas las peque­ñas iglesias del Pirineo leridano.
La influencia bizantina es im­portante, vía Lombardía. Las más an­tiguas pin­turas mu­rales con­servadas son las de Sant Quir­ze de Pedret, y del Romá­nico Pleno destacan las de San Cli­ment y San­ta Maria de Tahull (de in­fluencia bi­zantina, con gran es­tiliza­ción de la figura), realizadas por un desconocido maestro de Tahull h. 1124.
Castilla y León.
Destacan las obras del maestro de Maderuelo (en Santa Cruz de Maderuelo, tal vez del mismo maestro de Tahull), San Baudi­lio de Berlanga y el conjunto del Pan­teón de San Isi­doro de León (seis bóvedas llenas de pintu­ras de excelente color y luz, cuyo Pan­tocrátor es un obra maes­tra, con influencia bizan­tina, general en todas las mejores obras).
4.5. MINIATURA.                
Los talleres monásticos y episcopales, los scriptoria, decora­ban con miniaturas los libros religiosos: biblias, salte­rios, ha­giogra­fía, libros profanos...
La miniatura influyó mucho en la pintura mural, mediante su iconografía.
En España predominó la influencia mozárabe (Beato de Lié­bana, Si­los) hasta la llegada en el s. XI de la influencia francesa.
Los centros principales estuvieron en los monasterios de Cata­luña: San Pedro de Roda, Ripoll y Vic. En Castilla destaca el de Silos.

57. BIBLIOGRAFÍA.
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Yarza, Joaquín. Arte y arquitectura en España 500/1250. Cátedra. Madrid. 1990. 385 pp.

PROGRAMACIÓN.
57. EL ARTE ROMÁNICO.
UBICACIÓN Y SECUENCIACIÓN.
En BACH, en las modalidades de Artes y Humanidades y Ciencias Sociales, en 2º curso, como optativa, así como para otras moda­lidades.
BACH, 2º curso. Historia del Arte. Apartado 3. Los estilos artís­ti­cos: evolución histórica y diversi­dad espacial.
El arte cristiano medieval: configuración de una iconogra­fía. Peculiaridades españolas.
RELACIÓN CON TEMAS TRANSVERSALES.
Relación con los temas de la Edu­cación Moral y Cívica y la Educación Ambiental (la contaminación es uno de los grandes peligros para la arquitectura y la escultura).
TEMPORALIZACIÓN.
6 sesiones.
1ª Documental, 30'. Diálogo, 10', para evalua­ción previa. Expo­sición del profesor, 20', sobre característi­cas generales del Románico: cultura, orígenes.
2ª Exposición del profesor, 50', sobre el urbanismo y la ar­quitectura. Diálogo con cuestiones, 10'.
3ª Exposición del profesor, 25', sobre la arquitectura. Diálogo con cuestiones, 5'. Actividades prácticas so­bre urba­nismo y arquitectura, 30'. El Camino de Santiago y la catedral de Santiago de Compostela mere­cen un es­tudio espe­cial en la UD, con bastantes diapositivas y un mapa.
4ª Exposición del profesor, 50', sobre la escultura. Diá­logo con cuestiones, 10'.
5ª Exposición del profesor, 25', sobre la pintura. Diálogo con cuestiones, 5'. Activida­des prácti­cas so­bre escul­tura y pintura, 30'.
6ª Exposición del profesor con refuerzo de lo anterior, 25'. Comentarios de textos, esquemas, mapas, 35'.
OBJETIVOS.
Relacionar Historia de Europa con el Románico.
Reconocer características, escuelas y ejemplos de arqui­tectura, escultura y pintura.
Resumir la evolución del arte románico.
Analizar obras clave del románico en España.
Valorar el Camino de Santiago como hecho cultural y so­cial.
Valorar el patrimonio artístico.
CONTENIDOS.
A) CONCEPTUALES.
La Europa del año 1000.
Orígenes del primer estilo internacional de Occidente.
Significación del Románico.
Características de arquitectura románica y escuelas.
Características de escultura románica y escuelas.
Carac­terísticas de pintura románica y escuelas.
Románico en España, en especial el Camino de Santiago.
B) PROCEDIMENTALES.
Análisis de la relación entre arte y sociedad.
Análisis de las obras de arte en diapositivas.
Análisis comparativo del lenguaje plástico y visual romá­nico y gótico.
Asimilar conceptos de causalidad múltiple y continuidad.
Comentario de textos medievales sobre arte.
Localización del Camino de Santiago.
C) ACTITUDINALES.
Rigor crítico y curiosidad científica.
Valoración y conservación del patrimo­nio artístico.
Valoración de la obra de arte como un producto de la so­ciedad en la que aparece.
METODOLOGÍA
Expositiva y participativa.
ACTIVIDADES.
A) CON EL GRAN GRUPO.
Exposición por el profesor del tema, con proyección de diaposi­tivas de imágenes y transparencias de esquemas concep­tuales, mapas y planos. Se hará hincapié en la relación entre sociedad y arte.
B) EN EQUIPOS DE TRABAJO.
Realización de una línea de tiempo sobre el proceso del arte románico.
Elaboración de un mural con un esquema del arte románico y fotocopias de principales obras.
Elaboración de un mapa de Europa y otro de España con las líneas de difu­sión del Románico y los principales lugares. En especial el Camino de Santiago en un mapa de España.
Realización de esquemas sobre los apartados de la UD: ar­quitectura, escultura, pintura, cerámica...
Comentarios de obras principales de cada una de las artes.
Comentario de textos medievales sobre arte.
C) INDIVIDUALES.
Realización de apuntes esquemáticos sobre la UD.
Participación en las actividades grupales.
Búsqueda individual de datos en la bibliografía, en debe­res fuera de clase.
Contestar cuestiones, con diálogo en grupo, pero respuesta individual en el cuaderno.
RECURSOS.
Presentación digital, tTransparencias, diapositivas, mapas (Europa y España).
Maqueta de un monasterio (St Gall o Cluny) y de una igle­sia románica (San­tiago de Compostela).
Libros de texto, manuales.
Fotocopias de textos para comentarios.
Cuadernos de apuntes, esquemas...
Documental. Historia del arte y de la cultura. La arqui­tectura romá­nica. La escultura románica. La pintura románica. San Pablo Films. Excelente didactismo. 8' cada parte, que se puede emitir al principio de la sesión correspondiente.
EVALUACIÓN.
Evaluación continua. Se hará hincapié en la participación en las actividades de grupo, la calidad de los comenta­rios de las dia­posi­tivas, el debate de los contenidos, el domi­nio de los térmi­nos y el análisis de las ca­racte­rísticas del Románico.
Trabajos docu­men­tados y exposición en clase.
Exa­men final al concluir Arte me­dieval cristiano (Románico y Gótico), para relacio­nar ambos es­tilos.
Exa­men con dos partes:
1) Tres pre­guntas breves de esquema sobre características gene­rales de arquitectura, escultura y pintura.
2) Comen­tarios de siete dia­po­sitivas de arte, sobre ar­qui­tectura, es­cultura y pintura. Deben ser fá­cilmen­te reco­no­ci­bles. Se valorará la iden­tificación de la obra y del autor, del lugar donde se halla el edificio, la época y fase, las ca­racte­rísticas principales del arte en cues­tión, etc.
RECUPERACIÓN.
Trabajo personalizado guiado por profesor, con bibliogra­fía guiada y atención de dudas. Deben realizarse esquemas, co­menta­rios de obras y una entrevista personal.

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