UD 41. Nacionalismo y liberalismo en la Europa del siglo XIX
UD 41. NACIONALISMO Y LIBERALISMO EN LA EUROPA DEL SIGLO XIX.
INTRODUCCIÓN.
1. EL LIBERALISMO.
El liberalismo europeo continental después de 1815.
1.1. LOS ORÍGENES DEL LIBERALISMO DEL XIX.
1.2. SIGNIFICADOS DEL CONCEPTO LIBERALISMO.
1.3. TIPOLOGÍAS DEL LIBERALISMO.
2. EL NACIONALISMO.
2.1. LOS ORÍGENES DEL NACIONALISMO.
2.2. SIGNIFICADOS DEL CONCEPTO NACIONALISMO.
2.3. TIPOLOGÍA DE LOS NACIONALISMOS.
Un nacionalismo liberal y revolucionario.
Un nacionalismo conservador.
3. LAS REVOLUCIONES BURGUESAS DE 1820-1823, 1830 Y 1848.
3.1. LAS REVOLUCIONES DE 1820-1823.
La revolución de 1820 en España.
Las repercusiones en Europa.
3.2. LA REVOLUCIÓN DE 1830.
La revolución de 1830 en Francia.
Las repercusiones en Europa.
3.3. LA REVOLUCIÓN DE 1848.
La revolución de 1848 en Francia.
4. EL LIBERALISMO TRIUNFANTE.
El triunfo del liberalismo en Europa en la segunda mitad del s. XIX.
El modelo británico.
5. LOS NACIONALISMOS DE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX.
5.1. LA UNIDAD ALEMANA.
El despertar del nacionalismo alemán.
Los primeros intentos de unidad.
Las guerras de unificación.
La Alemania de Bismarck.
5.2. LA UNIDAD ITALIANA.
La situación de la península italiana en la primera mitad del s. XIX.
El proceso de formación del reino de Italia.
5.3. LOS NACIONALISMOS EN EUROPA ORIENTAL.
Polonia.
Las nacionalidades del Imperio Austrohúngaro.
LOS PAÍSES BALCÁNICOS.
APÉNDICE: NACIONALISMO EN LOS PAÍSES BALCÁNICOS EN EL S. XIX.
INTRODUCCIÓN.
Esta UD se
concentra en la evolución política, dejando para otra UD los apartados
de pensamiento político y económico relacionados con el nacionalismo y
el liberalismo.
Un resumen.
La Restauración del Antiguo Régimen en el Congreso de Viena (1815), no fue completa. Las ideas liberales de la Revolución Francesa se habían extendido por toda Europa durante el periodo napoleónico y la burguesía las había hecho suyas. La Santa Alianza
entre las coronas absolutistas fracasó a largo plazo. El curso de los
acontecimientos sólo podía ir en una dirección, la de la sustitución
de las clases privilegiadas por la burguesía. Además el nacionalismo
surgió con una fuerza desconocida hasta entonces. Los países con un
sentimiento nacional tendieron a separarse o unirse, buscando dar
entidad estatal a su identidad nacional.
1. EL LIBERALISMO.
El liberalismo europeo continental después de 1815.
El liberalismo se mantuvo vivo en el continente europeo después de 1815. A pesar del Congreso de Viena y de la Restauración, los principios de la Revolución Francesa
no habían muerto. En todos los países europeos persistían grupos
políticos, más o menos numerosos, que defendían las libertades de los
ciudadanos, por lo que se les denominaba liberales. En los años
inmediatamente posteriores a 1815 casi todos los gobiernos (menos
Inglaterra) persiguieron a los liberales, en su mayor parte
intelectuales y burgueses, por lo que estos se vieron obligados a
organizarse en sociedades secretas, donde discutían su ideología y, a
veces, preparaban golpes de Estado.
1.1. ORÍGENES DEL LIBERALISMO DEL XIX.
Los orígenes del liberalismo estaban en las ideas de la Ilustración y la Enciclopedia (Locke, Montesquieu, Voltaire, Diderot, Rousseau), y el ejemplo del parlamentarismo inglés y de la Revolución Francesa.
1.2. SIGNIFICADOS DEL CONCEPTO LIBERALISMO.
La ideología
liberal pretendía establecer monarquías parlamentarias, en las que se
ejercería la soberanía nacional mediante una Constitución y se
limitaría el poder real a través de la división de poderes. Eran ideas
que estaban presentes ya en Gran Bretaña y en la Revolución
Francesa y que se mantuvieron sin grandes cambios hasta que la
industrialización provocó cambios sociales y la aparición del
proletariado como una clase amenazante.
Esto hizo que el liberalismo se adaptara, porque tenía contradicciones:
- Por un lado, el liberalismo era revolucionario porque deseaba la destrucción del Antiguo Régimen.
- Pero, por otro lado, el liberalismo era conservador
porque la burguesía liberal trataba de defender sus intereses y
derechos, sobre todo el de la propiedad, frente a las clases
trabajadoras. Esto lo realizó mediante la negación del sufragio
universal, pues concediendo el derecho al voto sólo a los que tienen un
determinado nivel de riqueza o de cultura (sufragio censitario).
1.3. TIPOLOGÍAS DEL LIBERALISMO
Estas tendencias contradictorias dan lugar a la aparición de diversos grupos liberales.
- Los partidarios de restringir las libertades y el derecho al voto, en beneficio de la burguesía, son los liberales moderados.
- Los que pretenden mayores reformas, en beneficio de las clases populares, reciben el nombre de liberales progresistas (en España también “exaltados”) y de sus filas y de su acción política surgirá la democracia parlamentaria,
que pide la soberanía popular, lo que supone el sufragio universal,
la ampliación de las libertades y el régimen republicano, en vez de
la monarquía parlamentaria.
2. EL NACIONALISMO.
Paralelamente
al liberalismo y relacionándose con él en muchas ocasiones, se extiende
por Europa el nacionalismo, por los mismos motivos: el impacto de la Razón y de las guerras napoleónicas, además de la necesidad de crear grandes mercados nacionales para el comercio.
2.1. LOS ORÍGENES DEL NACIONALISMO.
El nacionalismo
tenía sus orígenes en el fondo de los tiempos, pues siempre ha habido
conciencia de pertenecer a una comunidad en contradicción con las otras.
Pero con la Edad Moderna
el sentimiento nacional surgió entre la población y se consolidó con
el tiempo. En el s. XVI ya había un sentimiento de ser francés, español,
inglés, etc. Pero es en el s. XVIII y, sobre todo, en el XIX, cuando
este sentimiento se interioriza, se teoriza, se siente hasta el punto
de provocar guerras civiles e internacionales, revoluciones para crear
Estados con una base nacional.
Esta ideología
aparece en Alemania en la época napoleónica, bajo la doble presión de
las ideas revolucionarias y del Romanticismo cultural, que exaltaba la
libertad.
2.2. SIGNIFICADOS DEL CONCEPTO NACIONALISMO.
De las obras de
los autores alemanes (Fichte, Schegel) de principios del s. XIX puede
deducirse que el nacionalismo es un sentimiento cultural y político
que considera que cada nación, o entidad histórica, debe
constituir un Estado independiente. Según estos escritores la nación
está compuesta por grupos humanos con unos vínculos comunes: la lengua,
la cultura, la raza, los lazos históricos. Fichte sostiene en sus Discursos a la nación alemana
(1807) que: ‹‹Todos los que hablan un mismo idioma hállanse unidos
entre sí desde el principio por un cúmulo de lazos invisibles, porque
pueden comprenderse unos a otros y se comprenderán cada vez con mayor
claridad formando, naturalmente, un todo homogéneo››.
2.3. TIPOLOGÍA DE LOS NACIONALISMOS.
Un nacionalismo liberal y revolucionario.
El nacionalismo era un peligro para la Europa de la Restauración,
porque podía provocar la disgregación de los grandes Imperios, como
Austria y Turquía, mientras, por otra parte, suponía el derecho de
integración de los múltiples Estados de Alemania y de Italia. Esto
explica que el nacionalismo hiciera suyos los principios del liberalismo
y que ambas ideologías marcharan juntas en la mentalidad burguesa
durante varios decenios.
Un nacionalismo conservador.
Pero ya desde
el principio, en el pensamiento nacionalista surge una veta
conservadora, legitimista, tradicionalista, que ve las raíces del pueblo
en los mitos del pasado medieval, de la monarquía absoluta, de la
religión cristiana (católica en Austria, luterana en Prusia). De este
modo, una vez conseguida la unificación alemana e italiana hacia 1870,
el nacionalismo se erige en ideología conservadora y
antirrevolucionaria.
3. LAS REVOLUCIONES BURGUESAS DE 1820-1823, 1830 Y 1848.
La revolución de 1820 en España.
En 1820
comienza en España un proceso revolucionario, el Trienio Liberal, que
limita el poder absoluto del rey Fernando VII y promueve importantes
reformas liberales en la propiedad agrarias y la legislación civil. La Constitución de Cádiz de 1812 es promulgada.
Las repercusiones en Europa.
El impacto de
la revolución española llega pronto a Italia, donde triunfa una
revolución liberal en el reino de las Dos Sicilias, que adopta como
constitución la española; a Portugal y a otros lugares. Finalmente,
esta oleada revolucionaria provoca la reacción de la Santa Alianza, que interviene militarmente en todos estos países hacia 1823 para restablecer el orden tradicional.
3.2. LA REVOLUCIÓN DE 1830.
La revolución de 1830 en Francia.
La Restauración de los Borbones en 1814, definitiva en 1815, supuso el regreso del rey Luis XVIII, que promulgó la Carta Constitucional (llamada “Carta otorgada”), que estableció un régimen parlamentario moderado y respetó las conquistas de la Revolución,
respecto a la igualdad ante la ley y la libertad de pensamiento, de
prensa y de culto. A partir de 1820 y hasta su muerte en 1824 fue
superado por las derechas. Le sucedió su hermano Carlos X, quien
pretendió volver al Antiguo Régimen.
En julio de 1830, en medio de una crisis económica, disolvió la Cámara
de diputados y retiró la libertad de prensa. Entonces se produjo un
movimiento popular en París, dirigido por los liberales, en defensa de
las libertades. La revolución, en tres días, consiguió que Carlos X
abandonara la corona, que fue entregada a su pariente, el liberal Luis
Felipe de Orleans.
Mapa de la Revolución de 1830.
Mapa de la Revolución de 1830.
Las repercusiones en Europa.
Las repercusiones fueron inmediatas en distintos lugares de Europa, con levantamientos liberales y nacionalistas.
El levantamiento en Bélgica
de los belgas (católicos y liberales) contra la monarquía holandesa
(calvinista y absolutista) triunfó en agosto de 1830, con el apoyo de
Francia y el reconocimiento de Gran Bretaña, creándose el reino de
Bélgica.
El levantamiento de los polacos contra Rusia fue duramente reprimido debido a la falta de ayuda exterior.
Lo mismo ocurrió con los movimientos liberales que estallaron en algunos Estados italianos, finalmente sofocados por los austríacos.
En España y Portugal, la influencia de la nueva situación llevó poco después al establecimiento de monarquías liberales.
Los liberales
que dominaron en estos países de Europa Occidental en el periodo
1830-48, en general eran liberales moderados, que contaban con el
apoyo de la gran burguesía, que temía las demandas económicas de las
clases trabajadoras. Por ello, sólo concedieron el derecho al voto a
las personas que gozaban de cierta posición. Desde el poder, esta
burguesía contribuyó a crear industrias y a construir líneas férreas,
lo que significó la propagación de la Revolución Industrial.
3.3. LA REVOLUCIÓN DE 1848.
Esta revolución fue mucho más intensa y extensa que la de 1830, por dos razones:
- La radicalización de las ideas liberales.
Frente a la alta burguesía liberal moderada, la pequeña burguesía y las
gentes humildes de las ciudades deseaban participar en la vida política
y conseguir mejores condiciones de trabajo. Es la democracia (un
movimiento radical en la época), que defiende el derecho al voto de
todos los ciudadanos.
- La crisis económica.
A partir de 1845, unos años de malas cosechas en Europa provocaron
hambre, carestía de alimentos y cierre de talleres. Los más
perjudicados fueron los obreros y las gentes pobres de las ciudades. El
descontento general fue aprovechado por los liberales demócratas para
impulsar movimientos revolucionarios en distintos lugares de Europa.
Mapa de la Revolución de 1848.
Mapa de la Revolución de 1848.
La revolución de 1848 en Francia.
Como en 1830,
la revolución empezó en París. En febrero de 1848, la sublevación de la
ciudad obligó al rey Luis Felipe a abandonar el trono. Se proclamó
entonces la II República,
con un gobierno de liberales y demócratas, en el que había incluso
algunos socialistas. Una de las primeras decisiones del nuevo gobierno
fue la proclamación del sufragio universal, la libertad de prensa y de
reunión, y la abolición de la esclavitud en las colonias.
Fue votada una Constitución, que en lo político se basaba en dos poderes: una Asamblea legislativa y un Presidente de la República,
que debía ser elegido cada cuatro años. Para oponer a los socialistas
el partido conservador, que deseaba la restauración de la monarquía,
eligió un camino intermedio: adoptar como candidato al príncipe Luis
Napoleón Bonaparte, sobrino de Napoleón, quien resultó elegido
presidente.
Las repercusiones en Europa.
A consecuencia
del triunfo de la revolución en Francia, en marzo estalló una
sublevación en Viena, lo que provocó un amplio movimiento
revolucionario y nacionalista en todo el Imperio de Austria: mientras
los austríacos exigían libertades, los checos, los italianos y húngaros
reclamaban también la independencia. Se producía una yuxtaposición de
liberalismo y nacionalismo. En los meses siguientes estallaron
sublevaciones similares en Prusia y otros Estados alemanes, y en Milán y
Venecia se produjo un levantamiento contra el dominio austríaco, con el
apoyo del rey del Piamonte, que concedió una Constitución a su reino.
Pero el
movimiento revolucionario europeo terminó en un gran fracaso, pues la
nobleza, los militares y la alta burguesía ayudaron a los reyes para
evitar que los liberales más exaltados tomaran el poder. El emperador de
Austria, con el apoyo ruso, consiguió dominar la situación en todas
partes. En Francia, finalmente, los burgueses ricos ayudaron al
presidente Luis Napoleón a dar un golpe de Estado (1852), mediante el
cual se proclamó emperador tras un referéndum, estableciendo un
gobierno autoritario y conservador.
4. EL LIBERALISMO TRIUNFANTE.
El triunfo del liberalismo en Europa en la segunda mitad del s. XIX.
La consecuencia
de las revoluciones burguesas fue que las ideas liberales se fueron
imponiendo en los países europeos, por grado o por fuerza. A finales del
s. XIX sólo un país importante de Europa, Rusia, seguía manteniendo
la monarquía absoluta y la sociedad del Antiguo Régimen.
A partir de
1830 los políticos liberales fueron dando forma a un sistema de
gobierno llamado democracia liberal parlamentaria, que acabó por
consolidarse a finales del siglo XIX y principios del s. XX, cuyas
características se conservan todavía: sufragio universal para la
elección del Parlamento (y en algunos casos del Presidente de la República), partidos políticos, poder ejecutivo responsable ante el Parlamento y elegido por este.
El modelo británico.
Las reformas políticas en Gran Bretaña
fueron las más notables, actuando como ejemplo (junto al de los EEUU)
para los demás países. El largo reinado de la reina Victoria
(1819-1902) vivió el desarrollo imperial, económico y democrático. La
igualdad para los católicos (1829), la reforma electoral (1832, 1867,
1884) ampliando el cuerpo de votantes a la burguesía y parte del
campesinado y del proletariado, la alternancia de liberales (whigs) y conservadores (tories),
el predominio creciente de la cámara de los Comunes sobre la de los
Lores, la mejora (nunca satisfactoria) de la situación autonómica de
Irlanda. El conservador Disraeli y el liberal Gladstone personificaron
el sistema democrático y parlamentario británico.
5. NACIONALISMOS DE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX.
5.1. UNIDAD ALEMANA.
El despertar del nacionalismo alemán.
La invasión napoleónica depertó el nacionalismo alemán, el pangermanismo, particularmente en Prusia. Fichte, con sus Discursos a la nación alemana (1807-1808) exaltó el espíritu nacional. El triunfo final en 1814 auguraba una nueva etapa histórica.
Alemania permaneció dividida después del Congreso de Viena (1815). Se creó la Confederación Germánica, con más de 30 Estados, en la que persistía la tradicional rivalidad entre Austria y Prusia, con dos dinastías enfrentadas, los Habsburgo y los Hohenzollern. Estos dos Estados eran muy diferentes. Prusia adquiría la Renania,
lo que la convertía en una potencia industrial. Austria era un
complejo conglomerado de nacionalidades. La unidad entre ambas era
imposible.
Los primeros intentos de unidad.
El sentimiento
nacionalista de la época napoleónica persistió e inspiró las sociedades
secretas de los años 1820 y los movimientos revolucionarios de 1830 y
1848, pero los resultados fueron escasos, y acabaron en una dura
represión.
En 1818-1834 se desarrolló una Unión aduanera (Zollverein) alrededor de Prusia, ampliada desde 1834 a
casi todos los Estados alemanes del sur, lo que facilitó el
comercio y la producción y asentó las bases de la unión política a
largo plazo.
En 1848 el
Parlamento de Frankfurt planteó la unificación, ofreciendo al rey de
Prusia la corona imperial, pero la presión de Austria lo impidió. Aunque
la revolución de 1848 fracasó, dejó muy vivo el sentimiento
nacionalista y el convencimiento de la burguesía de que el
progreso estaba en las libertades políticas y en la unificación
territorial, que significaba la ampliación de mercados. Pero su
fracaso supuso que la unidad no la hicieran los liberales sino los
conservadores prusianos, lo que marcó el carácter del nuevo Estado
alemán, demasiado militarista.
En este sentido, Ignacio Sotelo[1]
explica la cuestión alemana (el problema de su unificación y
división, su implicación en dos guerras mundiales), entre otras
causas, por el fracaso de la revolución liberal de 1848, en unir el
país en una Gran Alemania liberal y democrática. No era posible
integrar a Austria mientras esta tuviera un imperio multiétnico. La
alternativa fue una Pequeña Alemania, frustrada y expansiva, fundada
sobre el ideal de la “grandeza de la nación” y no sobre la “soberanía
del pueblo”. Este ideal promovería los dos conflictos bélicos del s. XX.
El miedo de las potencias a una Alemania unificada explica su
división en 1945 y sólo la opción de una Europa unida, que diluyese
su amenaza, ha motivado que se haya permitido su reunificación en 1989.
Las guerras de unificación.
Mapa de las tres guerras de unificación de Alemania.
Mapa de las tres guerras de unificación de Alemania.
Bismarck, primer ministro (1862-90) del rey Guillermo I de Prusia (1861-88), reforzó el Estado y el ejército (organizado por Moltke) y planteó tres sucesivas guerras para lograr la unificación:
1) Contra Dinamarca (1864-65), en la que se ocuparon los ducados de Schleswig y Holstein, por parte de Prusia y Austria.
2) Contra Austria
(1866). Las divergencias entre ambos países permitieron a Bismarck
provocar el estallido de la guerra, muy breve, por la victoria del bien
organizado ejército prusiano en Sadowa. El resultado fue la exclusión
de Austria de Alemania. Prusia se anexionó todos los territorios que
separaban Prusia de Renania y creó la Confederación de Alemania del Norte, que comprendía todos los Estados alemanes, menos cuatro en el Sur, que se negaban a unirse a la Confederación. Al mismo tiempo, Italia, aliada de Prusia, consiguió Venecia.
3) Contra Francia
(1870). Bismarck planteó una guerra patriótica de todos los alemanes
contra un enemigo común para conseguir por fin la unidad política. El
enemigo sería la Francia
de Napoleón III, rival política y económica, quien también necesitaba
un triunfo exterior para consolidar su prestigio en Francia. El
discutido nombramiento del rey de España permitió crear una situación
bélica, con una declaración de guerra. Fue una guerra muy corta, con el
ejército alemán mucho mejor armado y organizado, con más ferrocarriles
para su rápido transporte. La invasión permitió aniquilar al ejército
francés en Sedán y tomar prisionero a Napoleón III. Se proclamó la República
en Francia, mientras las tropas alemanas llegaban a las puertas de
París, que acabó rindiéndose. Prusia se anexionó Alsacia y parte de
Lorena, creando un agravio que favorecería la I Guerra
Mundial. La victoria hizo que los Estados del Sur decidieran su unión:
en enero de 1871 Guillermo I de Prusia fue proclamado emperador de
Alemania en la Sala de Espejos de Versalles.
La Alemania de Bismarck.
Bismarck fue el
canciller de Alemania y dirigió con mano maestra su desarrollo
político, económico (sobre todo industrial) y militar, junto a un
sistema de alianzas que aseguraron su hegemonía europea y el aislamiento
de Francia. El crecimiento demográfico y económico de Alemania fue
extraordinario: a finales del s. XIX tenía 60 millones de habitantes y
era la segunda potencia económica europea, la gran rival de Gran Bretaña
en los mercados internacionales, y con un naciente imperio colonial. La
burguesía le apoyaba en su nacionalismo. En el interior Bismarck
afrontó dos enemigos: el catolicismo (primero la represión de la Kulturkampf
y luego la transigencia) y el socialismo (con una avanzada
legislación social). Moderado, no aspiraba a ampliar Alemania, pero
cuando dimitió en 1890 por desavenencias con Guillermo II sus sucesores
fomentaron un peligroso pangermanismo, uno de los factores posteriores
de la I Guerra Mundial.
5.2. UNIDAD ITALIANA.
La situación de la península italiana en la primera mitad del s. XIX.
La unificación
de Italia parte de una previa división en siete Estados independientes:
el reino de Piamonte y el Lombardo-veneto (bajo dominio austríaco)
al Norte, el de las Dos Sicilias en el Sur, los Estados Pontificios,
Toscana, Parma, Módena. Sobre estas tres últimas Austria ejercía un
protectorado. En toda Italia había grupos liberales y nacionalistas
(los carbonarios) que propugnaban la expulsión de los austríacos, la
unión de Italia y el establecimiento de un régimen de libertades.
Fueron reprimidos por Austria en los años 20. Nápoles, que en 1820 se
había levantado y conseguido una Constitución según el modelo de la
española de 1812, fue devuelta al absolutismo de los Borbones. La
revolución de 1830 en Romaña, Umbría, Módena, Parma... también
fracasó. Mazzini fundó la sociedad “Joven Italia” (1831), liberal,
nacionalista y republicana, que reunió a los carbonarios y a la que se
unió Garibaldi. Fue la vía opuesta a la monárquica propugnada por
Cavour, que triunfó al final.
La revolución
de 1848 sacudió Italia, en busca de la democracia y la unificación. El
reino de Piamonte-Cerdeña (bajo la dinastía de Saboya) se liberalizó y
dirigió la lucha contra los austríacos, pero fue derrotado. El
absolutismo se restableció en los Estados italianos, excepto en
el Piamonte, que mantuvo la Constitución en el reinado de Víctor Manuel II.
El proceso de formación del reino de Italia.
Piamonte fue el
Estado que dirigió el movimiento, que tendría un doble cariz:
liberador contra Austria, unificador de Italia bajo la dirección de
Víctor Manuel II y de su primer ministro, Cavour.
Mapa de la unificación de Italia.
La unificación se produjo destacando cinco fechas:
Mapa de la unificación de Italia.
La unificación se produjo destacando cinco fechas:
- 1859.
El Piamonte declara la guerra a Austria, contando con la ayuda francesa,
pues a Napoleón le interesaba aparecer en la política europea como
defensor de los nacionalismos. Después de las victorias de Magenta y
Solferino se consiguió la liberación de Lombardía, aunque Saboya y Niza
(de población francesa) fueron entregadas a Francia, por la ayuda
prestada.
- 1860.
El triunfo contra Austria promovió un movimiento nacionalista y
patriótico. Se realizaron plebiscitos en Parma, Módena y Toscana, además
de en las Marcas pontificias (Romaña, Umbría), que fueron favorables a
la unificación. Poco después, Garibaldi, con un ejército de
voluntarios, desembarcó en Sicilia y luego en Nápoles, y consiguió la
caída del rey absolutista borbónico de las Dos Sicilias.
- 1861.
Se reunió un Parlamento en Turín y proclamó el reino de Italia, cuyo rey
era Víctor Manuel II. Quedaban todavía fuera del nuevo reino Venecia,
en poder de Austria, y Roma, donde el Papa mantenía su poder con ayuda
de tropas francesas, ya que ante la presión de los católicos franceses,
Napoleón III se vio obligado a frenar el avance italiano hacia Roma.
- 1866.
Italia intervino junto a Prusia en una guerra contra Austria. A pesar
de las derrotas italianas, la mediación de Napoleón III hizo que Austria
cediera Venecia a Italia.
- 1870.
Las tropas italianas entraron en Roma, abandonada por los franceses,
tras la caída de Napoleón III. La unificación se había completado y
Roma pasó a ser capital del reino. El conflicto con el Papado no quedó
resuelto hasta los acuerdos de Letrán de 1929, que reconocieron la
independencia del Vaticano y la unidad de Italia.
Se había
logrado la unidad política, bajo una monarquía constitucional, con un
régimen de libertades políticas y económicas e Italia se convirtió en
una potencia europea, con un gran desarrollo demográfico, pero se
mantuvieron las diferencias entre el Norte industrial y el Sur
agrícola.
5.3. NACIONALISMOS EN EUROPA ORIENTAL.
Polonia.
Dominada y
dividida por Prusia, Austria y Rusia, conservó en la parte rusa un
gobierno propio y su personalidad autónoma hasta la revolución de
1830-31 (repetida en 1863-64), sofocada por los rusos, que impusieron
una administración centralista rusa. En la parte alemana hubo un
proceso de germanización que alentó por reacción el resurgimiento del
sentimiento nacional polaco. El sector austriaco tuvo una amplia
autonomía y no hubo grandes problemas.
Las nacionalidades del Imperio Austrohúngaro.
La
germanización impuesta por Austria fracasó en Hungría y entró en crisis
con la derrota ante Prusia en 1866, que cerraba el dominio de Austria
en el sur de Alemania. Debía reorientarse hacia una monarquía danubiana
para evitar que los húngaros, la nacionalidad más fuerte, se
independizasen.
Por ello se llegó en 1867 a un Compromiso: nació Austria-Hungría,
un Estado confederal unido por la monarquía constitucional e
imperial de los Habsburgo, con ambos países en pie de igualdad, un
gobierno común en Asuntos Exteriores, Guerra y Hacienda, y un reparto
de sus esferas de influencia. Pero había muchas nacionalidades
descontentas en su seno: bajo el dominio austriaco estaban los
italianos del Trentino (Italia recuperó Lombardía y Veneto en 1859 y
1866), los checos (el grupo más importante de los insatisfechos) de
Bohemia y Moravia, y los polacos de la Galitzia;
los pueblos dominados por los húngaros eran: eslovenos, croatas,
serbios, bosnios, rumanos, ucranianos. Si se hubiera acordado una
confederación de todos estos pueblos tal vez se habría logrado
mantener la unidad confederal, pero sólo se hizo una división del
esfuerzo de dominación y al final este sistema fracasó.
LOS PAÍSES BALCÁNICOS.
Estaban sometidos desde la Edad Media al Imperio Turco, que les sojuzgaba sin concederles apenas derechos.
Tras siglos de
dominio turco, en oposición a Austria (que dominaba en el norte Hungría,
Transilvania, Eslovenia, Croacia y Dalmacia) las revoluciones
nacionalistas de la primera mitad del s. XIX llevaron a la
independencia de Grecia (1829) y Serbia (1830, con soberanía
parcial), con unos límites mucho menores que los actuales y la
aparición de poderosas fuerzas nacionalistas y separatistas en el
resto de los países eslavos de los Balcanes, que se expresaron
constitucionalmente en forma de monarquías conservadoras (a menudo con
reyes extranjeros sin una legitimación histórica, lo que provocó su
debilidad). Su proceso de violenta separación del “enfermo turco”, la
inestabilidad política y los conflictos de intereses marcarán desde
entonces el devenir de los Balcanes, en medio de una disputa
soterrada entre Austria (más tarde Austria-Hungría) y Rusia, con la
vigilancia estrecha de las otras potencias europeas (Gran Bretaña,
Francia, Alemania, Italia).
Una oleada
independentista llega como resultado de la guerra ruso-turca de
1876-1878, con los Tratados de San Estefano y Berlín, por los en esta
época (1878-1882) Rusia y Grecia ganan territorios, se independizan
Rumania, Serbia y Montenegro, alcanza la autonomía Bulgaria, y
Austria-Hungría ocupa Bosnia-Herzegovina. Hubo desde entonces y hasta
finales del siglo XIX varias modificaciones pacíficas de las
fronteras, debido a los problemas étnicos, y algunos conflictos (en
1897 Creta se independizó temporalmente de Turquía, antes de integrarse
en Grecia en 1908; Turquía obtuvo algunos territorios de Grecia).
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Kohn, H. Historia del nacionalismo. FCE. México. 1984. 631 pp.
Miller, David (dir.). Enciclopedia del pensamiento político. Alianza. Madrid. 1989 (1987 inglés). 704 pp.
Mommsen, Wolfgang J. La época del imperialismo. Siglo XXI. Madrid. 1982. 354 pp.
Palmade, Guy. La época de la burguesía. Siglo XXI. Madrid. 1976. 348 pp.
Porter, Roy; Teich, Mikulas (eds.). La revolución en la historia. Crítica. Barcelona. 1990 (1986 inglés). 439 pp.
Renouvin, Pierre. Historia de las relaciones internacionales. Akal. Madrid. 1990. 519 pp.
Robertson, Martin. El Estado-nación. Península. Barcelona. 1987. 259 pp.
Ruggiero, Guido de. Historia del liberalismo europeo. Pegaso. Madrid. 1944. 116 + 475 pp.
Sabine, George. Historia de la teoría política. FCE. Madrid. 1976 (1937 inglés). 677 pp.
Sereni, Emilio. Capitalismo y mercado nacional. Crítica. Barcelona. 1980. 320 pp. La economía y la unificación italiana.
Sigman, J. 1848. Las revoluciones románticas y democráticas de Europa. Siglo XXI. Madrid. 1977. 308 pp.
Touchard, J. Historia de las Ideas Políticas. Tecnos. Madrid. 1987 (1961). 657 pp.
PROGRAMACIÓN.
NACIONALISMO Y LIBERALISMO EN LA EUROPA DEL SIGLO XIX.
UBICACIÓN Y SECUENCIACIÓN.
Bachillerato, 1º curso. Historia del mundo contemporáneo.
Apartado 2. Balance del siglo XIX hasta 1914.
El origen de los Estados contemporáneos. Revoluciones burguesas, liberalismo y nacionalismo. La evolución de EEUU y Japón.
Está
relacionada en ESO, 2º ciclo. Eje 2. Sociedades históricas y Cambio
en el Tiempo. Bloque 5. Cambio en el tiempo. Núcleo 3. Cambio social y revolución en la época contemporánea.
- La crisis del Antiguo Régimen y las revoluciones liberales burguesas.
- Revolución industrial, desarrollo capitalista e imperialismo.
La UD se debe secuenciar en Bachillerato después de la Revolución francesa y el periodo napoleónico, y en relación con la Revolución
Industrial, a fin de situar el tema en su contexto histórico y
económico-social. En lo ideológico está directamente relacionada con la
UD del pensamiento político y económico en el s. XIX, por lo que se deja
para éste los aspectos de teoría política y económica.
RELACIÓN CON TEMAS TRANSVERSALES.
Relación con el tema de la Educación para la Paz y de Educación Moral y Cívica.
TEMPORALIZACIÓN.
Cuatro sesiones de una hora.
1ª y 2ª Exposición del profesor, con cuestiones al final de cada clase.
3ª Exposición del profesor, de refuerzo y repaso; más esquemas, mapas y comentarios de textos.
4ª Comentarios de textos; debate y síntesis.
OBJETIVOS.
Definir los conceptos fundamentales: nacionalismo, liberalismo, soberanía nacional, revolución liberal...
Sintetizar las ideologías del nacionalismo y el liberalismo en el s. XIX.
Resumir el proceso histórico de las tres fases revolucionarias en el periodo 1820-1848.
Comprender el proceso de unidad de los Estados de Alemania e Italia.
Valorar la importancia de los Estados en la nueva Europa contemporánea.
Reconocer en mapas históricos la evolución de las fronteras europeas en el s. XIX.
CONTENIDOS.
A) CONCEPTUALES.
- El nacionalismo.
- El liberalismo.
- Las revoluciones liberales de 1820-1823, 1830 y 1848.
- La unificación de Alemania e Italia.
- Los nacionalismos en Austria-Hungría y los Balcanes.
B) PROCEDIMENTALES.
Tratamiento de la información: uso de manuales, realización de esquemas del tema, análisis de mapas históricos.
Explicación
multicausal de los hechos históricos: en comentario de textos sobre la
relación entre la política, la economía, la cultura y las ideologías.
Indagación e investigación: recogida y análisis de datos en enciclopedias, manuales, monografías, artículos...
C) ACTITUDINALES.
Rigor crítico y
curiosidad científica, con una actitud crítica ante los textos, de modo
que el alumno desarrolle una opinión propia y significativa.
Tolerancia y solidaridad.
Interés por el pasado contemporáneo que marcó el mapa de la Europa actual.
METODOLOGÍA.
Metodología expositiva y participativa activa.
MOTIVACIÓN.
Lectura de un
texto sobre la revolución de 1848 en París y comentario en 1ª clase, de
modo que sirva de evaluación inicial sobre los conocimientos y
opiniones de los alumnos.
ACTIVIDADES.
A) CON EL GRAN GRUPO.
Exposición por el profesor del tema.
B) EN EQUIPOS DE TRABAJO.
Realización de una línea de tiempo sobre el proceso.
Realización de apuntes sobre el tema, con esquemas de los principales puntos.
Comentarios de
textos sobre el nacionalismo y el liberalismo, las revoluciones de 1830
y 1848, y la unificación de Alemania e Italia.
Un debate de grupo con síntesis sobre la pervivencia de los valores de nacionalismo y liberalismo en la Europa actual.
C) INDIVIDUALES.
Realización de apuntes esquemáticos sobre la UD.
Participación en las actividades grupales.
Búsqueda individual de datos en la bibliografía, en deberes fuera de clase.
Contestar cuestiones en cuaderno de trabajo, con diálogo previo en grupo.
RECURSOS.
Presentación digital (o transparencias, diapositivas y mapas).
Libros de texto, manuales.
Fotocopias de textos para comentarios.
Cuadernos de apuntes, esquemas...
EVALUACIÓN.
Evaluación
continua. Se hará especial hincapié en que se comprenda la relación
entre los procesos de nacionalismo y liberalismo en Europa y los
conceptos.
Examen incluido en el de otras UD, con breves cuestiones y un comentario de texto sobre una revolución.
RECUPERACIÓN.
Entrevista con los alumnos con inadecuado progreso.
Realización de actividades de refuerzo: esquemas, comentario de textos...
Examen de recuperación (junto a las otras UD).
APÉNDICE: NACIONALISMO EN LOS PAÍSES BALCÁNICOS EN EL S. XIX.
Grecia.
Bulgaria.
Albania.
Rumania.
Serbia.
Montenegro.
Grecia.
La guerra de independencia de Grecia
se inició en 1820, apoyada por los comerciantes griegos, que habían
asimilado las ideologías liberal y nacionalista. En la Asamblea
de Epidauro se proclamó la independencia, pero el levantamiento fue
sofocado duramente por los turcos y egipcios (Quíos en 1822,
Missolonghi en 1824). La intervención de Rusia, Inglaterra y Francia,
con la victoria de Navarino (1827), obligó a Turquía a conceder la
independencia a Grecia (1830). Durante el siglo XIX Grecia vivió una
continua inestabilidad política, pero amplió su territorio hacia el
norte.
El reino de Grecia había logrado su independencia en 1829, pero durante todo el siglo se mantuvo la Gran Idea:
la restauración del Imperio Bizantino con capital en Constantinopla y
bajo el dominio griego, un ideal expansionista que perduraría hasta
1923.
En la segunda
mitad del siglo XIX reinó Jorge I (1863-1913) y Grecia amplió sus
territorios en 1863 (islas Jónicas) y 1881 (sur de Tesalia y del
Epiro). La derrota de 1897 en la breve guerra con Turquía no tuvo
consecuencias importantes por la intervención de las potencias y
Creta consiguió la autonomía, presidida por el príncipe Jorge de
Grecia. Durante el resto del siglo, la debilidad de Turquía y las
sucesivas intervenciones bélicas de Rusia, protectora de los eslavos
ortodoxos, permitieron la independencia (1878) de Rumanía, Serbia,
Montenegro y Bulgaria, aunque Turquía siguió dominando Tracia,
Macedonia y Albania. Por su parte, Austria-Hungría ocupó Bosnia y
Herzegovina (1883), luego anexionadas en 1980. La “Cuestión de
Oriente”, con el conflicto entre Austria, Rusia y Turquía por la
hegemonía sobre los nuevos Estados balcánicos, llevaría finalmente a
la I Guerra
Mundial, tras las dos guerras de los Balcanes en 1912 (Turquía contra
todos) y 1913 (Bulgaria contra todos), que dieron la independencia a
Albania y redujeron la Turquía europea a la Tracia. La
I Guerra Mundial permitió que Serbia extendiera su dominio sobre
Bosnia, Herzegovina, Montenegro, Croacia y Eslovenia, al principio
mediante una confederación, luego mediante la imposición central.
Bulgaria.
En Bulgaria en
el s. XIX se consolidó un movimiento nacionalista contra el dominio
turco. El primer levantamiento, en 1876, sufrió una terrible represión,
pero la intervención rusa permitió que se recuperase la independencia en
el Congreso de Berlín (1878), todavía bajo la soberanía nominal
otomana y dividido el país en dos partes, al norte un principado
autónomo (Bulgaria danubiana) pero tributario de Turquía, y al sur una
provinca otomana (Rumelia Oriental), que se reunificaron en 1885.
La Constitución
monárquica, después de cinco siglos de dominio otomano, fue aprobada
en Tirnovo (1879). Fue coronado príncipe el alemán Alejandro de
Battemberg (1879-86), sobrino del zar ruso. Había dos bandos: los
liberales, partidarios de las reformas, una política democrática, la
expansión territorial y una política antirrusa; los conservadores,
partidarios de mantener el orden social anterior, de la estabilidad
territorial y de los rusos. Alejandro I se apoyó primero en los
liberales y consiguió la anexión pacífica de Rumelia (1885) y
vencer a los serbios (Slivnica, 1886), pero su política antirrusa
provocó una conspiración conservadora y tras varios conflictos internos
fue depuesto en 1886. Fue elegido en su sustitución otro príncipe
alemán, Fernando de Sajonia-Coburgo (1887-1918), apoyado por los
conservadores.
Albania.
En Albania el
movimiento nacionalista creció en la segunda mitad del s. XIX, aunque
el predominio de la religión musulmana explica que no hubiera apenas
luchas. Más aún, los albaneses sirvieron con eficacia como soldados y
funcionarios al Imperio Turco. Desde 1878, empero, el separatismo
creció.
Rumania.
Rumania se
formó por la unión de los principados vasallos turcos de Valaquia y
Moldavia. El territorio rumano era el más desarrollado de los Balcanes,
con una administración bastante moderna y una amplia autonomía. En el
s. XIX se consolidó un movimiento nacionalista contra el dominio
nominal turco, ya muy débil desde 1829, cuando los rusos vencieron a los
turcos y establecieron una administración militar. En los decenios
siguientes las potencias (Rusia, Austria, Turquía) mantuvieron el statu quo,
en contra de los deseos unitarios de los rumanos y en la paz de París
(1856) impusieron la división en dos Estados, pero los rumanos la
sortearon porque eligieron como príncipe en los dos a Alejandro Cuza
(1859). Alejandro unió la doble estructura política en 1862. Sus
reformas económicas (sobre todo la agraria) provocaron una revuelta
terrateniente y burguesa que le expulsó. El alemán Carlos de
Hohenzollern fue elegido para el principado en 1866, hasta que fue
proclamado rey en 1881 como Carol I (1881-1914). La independencia
real fue proclamada en 1877, en plena guerra con Turquía al lado de
Rusia, y aceptada en el Congreso de Berlín (1878). Los partidos
liberal y conservador se sucedieron en el poder (con la oposición
socialista), consiguiendo una occidentalización, una estabilidad
política y un desarrollo económico (agrario e industrial) de los que
carecieron sus vecinos.
Serbia.
Serbia, en la
que un fuerte movimiento nacionalista había crecido durante el s. XIX,
alcanzó la independencia de un modo gradual, desde las revoluciones de
1804-1806 y 1815-1816, que asentaron su primera autonomía. El poder era
disputado desde el principio entre dos grandes dinastías nobiliarias
rivales: los Karageorgevic y los Obrenovic, que se sucedieron entre
sí a lo largo del siglo XIX, hasta 1903, mientras se conseguía la
independencia formal (1878) y crecía un movimiento político que exigía
la creación de una Gran Serbia, en oposición a Austria-Hungría.
Montenegro.
La pequeña
Montenegro, por su parte, estaba gobernada por la dinastía Petrovic, que
había luchado con éxito contra los turcos desde el s. XVII. Su
independencia fue reconocida en el Congreso de Berlín (1878), bajo el
reinado de Nicolás I.
NACIONALISMO Y LIBERALISMO EN LA EUROPA DEL SIGLO XIX
1. LIBERALISMO Y NACIONALISMO
Liberalismo
El liberalismo es una filosofía política orientada
hacia la salvaguardia de la libertad del individuo, justificación última de la
sociedad política. El titular último del poder no es el rey sino el pueblo. El
poder popular implica las limitaciones del poder de los reyes mediante
constituciones donde se consignan las garantías de los ciudadanos y la división
de los poderes. Las leyes las hacen los parlamentos y los ciudadanos solo deben
cumplir lo que disponen las leyes según la interpretación que den jueces
independientes.
Se limita la actuación del poder
a la política, sin intervenir en los campos económicos y sociales. Se centra en
defender la libertad individual descuidando la justicia social:
Estado-gendarme. El liberalismo es inoperante frente a las contradicciones de
la revolución industrial. Es revolucionario porque propugna la destrucción del
antiguo régimen político. Es conservador porque es la ideología de una clase:
la burguesía. Del liberalismo se pasa a los ideales democráticos. El
liberalismo evoluciona en el siglo XIX:
-
Primera mitad de siglo. Monarquía. Sufragio censitario.
-
Segunda mitad de siglo. República. Sufragio universal.
Nacionalismo
En gran parte de Europa las
reivindicaciones liberales aparecen
unidas a las nacionales. Surgen durante las guerras de la Revolución y el
Imperio, por la simplificación territorial que favoreció una conciencia
nacional o por la solidaridad surgida de la ocupación extranjera. El concepto
francés de la nacionalidad pretendía que la nación se apoye en el
consentimiento consciente y voluntario de las poblaciones. El concepto
alemán herderiano dice que la nación es una comunidad inconsciente de raza,
lengua o costumbres. Hay que diferenciar dos tipos opuestos de nacionalismos:
-
Nacionalismos centrípetos. Tienden a la unidad nacional. Alemán,
italiano.
-
Nacionalismos centrífugos. Tendencia a emanciparse de un estado
plurinacional. Belga, griego, polaco, noruego,...
En los nacionalismos hay cuatro
factores que pueden actuar a favor o en contra de ellos:
-
Intelectuales. Van a dedicarse a hacer estudios filológicos e históricos, en busca
de las raíces comunes de un pueblo. Todos los nacionalismos de la segunda mitad
de siglo tienen una primera fase cultural.
-
Economía.
La burguesía van a buscar crear mercados nacionales. Este es el caso de las
burguesías alemana, italiana y rumana. Por contra, los checos preferirán seguir
integrados en el Imperio austriaco.
-
Religión.
Fue muy importante en el caso de Grecia, y también para Irlanda y Polonia. En
Italia la presencia del Papa en Roma dificultó la construcción nacional.
Tampoco fue un factor favorable en Alemania, por los recelos de los estados
católicos del sur frente al norte protestante.
-
Apoyo exterior. En el caso de griegos y belgas es Gran Bretaña. Durante el tercer
cuarto del siglo va a ser Napoleón III, interesado en acabar con el status
quo del Congreso de Viena. En la Paz de París de 1856 apoya a los moldavos y valacos, después en 1860 a
los servios. En la guerra entre Piamonte y Austria en 1859, apoya a los
piamonteses.
CONGRESO DE VIENA
Acabadas las guerras
napoleónicas, las naciones vencedoras se plantean crear un equilibrio europeo
que evite que vuelvan a surgir nuevos conflictos bélicos de escala continental.
El Congreso de Viena (1815) es un compromiso de moderación, donde las grandes
potencias (Gran Bretaña, Prusia, Austria y Rusia, y desde 1818 Francia), se
comprometen a no alterar el status quo sin antes consultarse. Sus
principios son tres:
-
Legitimista. Restaura a los príncipes en sus tronos (salvo
excepciones).
-
Clerical. Formación de la Santa Alianza, paradójica unión de un rey
protestante (Prusia), un emperador católico (Austria) y un zar ortodoxo (Rusia).
Trono y altar.
-
Reaccionario. Crea una policía internacional antirrevolucionaria. El
liberalismo, nacionalismo y la cuestión social quedan borradas por decreto.
En Viena se reordena el mapa
europeo buscando contener la fuerza de Francia. Toda su frontera oriental
queda flanqueada de estados-tapón y se intenta simplificar el mapa y mantener
un equilibrio entre las potencias continentales:
-
Provincias Unidas fuertes incorporándoles Bélgica y Luxemburgo
-
Prusia se incorpora Renania.
-
Reino de Saboya-Piamonte reforzado.
-
Rusia recibe gran parte de Polonia y pasa a formar parte del grupo de
grandes naciones.
-
Austria recibe el reino lombardo-veneto y su influencia alcanza a toda
la península.
-
Suecia se incorpora Noruega.
-
Se crea la Confederación de Alemania, con 38 estados, teniendo un
ejército propio y una Dieta, presidida por Austria.
Durante más de medio siglo, va a haber unas naciones
muy interesadas en mantener el status quo surgido de Viena, que son Austria y
Gran Bretaña. Mientras Francia buscará alterar este orden, mientras Prusia
trata de aprovecharse de él en su beneficio.
OLEADAS REVOLUCIONARIAS (1820-1830-1848)
Revoluciones de 1820
Estalla la revolución en muchos
focos. La causa es el deseo que tienen los pueblos de tener una Constitución y
de acabar con la miseria. Hay que considerar la importancia de las sociedades
masónicas como germen revolucionario. Las de Italia y Rusia son sofocadas por
la fuerza de las armas austriacas. En España, en 1823, un ejército francés
restablece la monarquía absoluta. Francia interviene para no tener un santuario
liberal en su retaguardia. Tan solo triunfa la revolución en Grecia, con un
fuerte componente nacionalista.
Grecia entre 1821 y 1827 va a mantener
su guerra de independencia frente al Imperio Otomano. Desde 1824 los turcos van
recuperando el terreno perdido y están a punto de acabar con el levantamiento.
Rusia se prepara para la intervención pero Gran Bretaña se adelanta para
impedir que los rusos obtengan ventajas en los estrechos. En 1828 logra la
autonomía y en 1830 la independencia. La pequeña Grecia va a competir con los
turcos por extenderse, lográndolo sucesivamente en 1881, 1897, 1912 y 1918. Es
el primer éxito del nacionalismo europeo. Para el triunfo de este levantamiento
van a tener que conjuntarse varios factores:
-
Burguesía fuerte enriquecida con el comercio otomano.
-
Kleftas, guerrilleros independentistas.
-
Hetairía, sociedad secreta que consigue crear una conciencia favorable
a la independencia entre los intelectuales.
-
Religión. El Patriarca ortodoxo llama a la unión de todos los
ortodoxos.
-
Apoyo exterior. Apoyo de Rusia y Francia. Gran Bretaña interviene
porque quiere una descomposición lenta del imperio otomano.
Revoluciones de 1830
Es un momento revolucionario
donde domina el factor político salvo en Bélgica y Polonia, donde es el
nacionalismo. La revolución se inicia en Francia por los recortes que
realiza Carlos X de los derechos constitucionales de 1814. El movimiento parte
de París donde cae la monarquía de carta otorgada y sube al trono Luis Felipe
de Orleáns de la mano del anciano Lafayette.
Desde Francia, pasa a Bélgica
que se levanta contra el dominio holandés. Gran Bretaña interviene para evitar
que Bélgica se convierta en un satélite de Francia. Así en 1831 se firma el Protocolo
de Londres, por el que Gran Bretaña es el garante de la independencia
belga, y este es un Estado neutral. Eligen como rey a Leopoldo de
Sajonia-Coburgo y se dan una Constitución.
En Polonia la revolución
es sofocada de forma violenta por el ejército ruso. La región pierde la
autonomía que gozaba desde el Congreso de Viena, y se prohíbe el uso del
polaco. El ejército ruso se entretuvo en Varsovia y por eso no pudo intervenir
contra los belgas. La revolución es sofocada en todas partes y su balance es
que Francia es un estado liberal, y que Bélgica es independiente.
En
Gran Bretaña los whig aprovechan el éxito de los revolucionarios de
Francia y plantean una reforma electoral en 1832. Hay una cierta agitación
social motivada por la resistencia primero de la Cámara de los Comunes y
después de la Cámara de los Lores. Finalmente se acaban liquidando los burgos
podridos. Esa ley electoral es en si una revolución, porque los intereses
industriales adquieren el mismo peso político que la aristocracia
terrateniente. Se configuran los dos grandes partidos, el whig (liberal) y el
tory (conservador), que alternarán en el gobierno hasta la Primera Guerra
Mundial. El sufragio irá ampliándose poco a poco a lo largo de todo el siglo
XIX.
Revoluciones de 1848
El
antecedente del ciclo revolucionario de 1848 está en Suiza en 1846. Se
enfrentan los intereses de los cantones católicos (federalistas y
conservadores), frente a los cantones protestantes (unionistas y liberales).
Después de un abreve guerra civil llegan a una solución de compromiso. Una
república federal y liberal con un modelo similar al de Estados Unidos, con las
funciones bien diferenciadas, para el Estado la política exterior, defensa,
aduanas, moneda y ferrocarril, mientras los cantones se ocupan de educación,
religión, justicia y prensa.
El
ciclo revolucionario de 1848 fue el más importante, duradero y amplio de los
tres que conoció Europa en la primera mitad de siglo. Afectó prácticamente a
todo el continente. Hay que destacar tres características:
-
Entrada de las ideas democráticas. Los liberales propugnan, monarquía,
soberanía nacional, sufragio censitario e igualitarismo político, los
demócratas propugnan república, soberanía popular, sufragio universal e
igualitarismo social.
-
Movimiento obrero. En este momento ya hay corrientes anticapitalistas, y las trade
union han adquirido fuerza. Definen la propiedad como un robo. Se redacta
el manifiesto comunista y surgen grupos anarquistas. La izquierda ha
reflexionado y plantea alternativas al fracaso del capitalismo.
-
Crisis económica. Malas cosechas de 1845-1846, enfermedad de la patata, crisis de
cereales en 1847, subidas de precios y crecimiento de las enfermedades
epidémicas. En la industria se produce un problema de sobreproducción que
afecta primero a los sectores textil y ferroviario. Culparán del paro a las
máquinas. Las acciones de las sociedades con dificultades de venta se hunden,
los bancos no pueden hacer frente a las demandas de crédito y los fondos
estatales se han destinado a comprar productos agrícolas. Se discute sobre si
es la última crisis de tipo antiguo (agrícola), o la primera de tipo moderno
(financiera). El peso de la crisis en la revolución es relativo, ya que no es
la del 48 una revolución de masas sino de elites. La crisis económica acompaña
o agrava la revolución pero no la provoca.
La revolución se desarrolló en
dos partes, la primera fase en el mes de marzo se extiende por toda
Europa la reclamación de una constitución, libertades públicas, derecho al voto
y demás reivindicaciones liberales. Los gobiernos se encuentran desorientados y
ceden ante la presión popular. Pasada la primavera se desarrolla la segunda
fase, donde los distintos gobiernos van reaccionando y se vuelve a la
situación anterior, de tal forma que para 1849 todas las revoluciones han sido
liquidadas.
En
Francia se desarrolla primero una revolución social que es reprimida de
forma sangrienta. Se derriba un gobierno liberal por otro democrático con
sufragio universal. Tras las elecciones se opta por una solución moderada:
república liberal. No se quiere revolución social ni reacción monárquica. Es
elegido Luis Napoleón como Presidente de la República y una asamblea con
mayoría monárquica y un minoritario grupo republicano radical. Aprovechando el
rechazo hacia estos grupos radicales, da un golpe de Estado en 1851 para al año
siguiente restaurar el Imperio.
En
Austria la revolución supone la caída de Metternich y la desmembración
de los distintos territorios. En Viena se desencadena una revolución. Primero
se dan una constitución y luego una Asamblea Constituyente. Bohemia y Hungría
se producen revoluciones nacionales. Debido a las disensiones de la asamblea de
Praga entre checos y alemanes el ejército interviene y recupera el poder sobre
la ciudad. Debido al nacionalismo magiar en Hungría, se organiza un ejército
que junto con el que ha devuelto el orden a Praga restituye el poder de los
Habsburgo en Viena. Los territorios italianos que se habían declarado
independientes son sometidos por el general Radetsky. Tan solo la revuelta magiar
necesitó del apoyo de las tropas rusas. Al final Austria mantuvo su integridad
territorial, sistema político y redujo la autonomía de ciertas regiones.
En
Prusia el rey Federico Guillermo IV consintió la reunión de una
Asamblea, hasta que esta decidió formar en las zonas polacas gobiernos locales
con polacos. Entonces intervino el ejército y liquidó toda la acción
revolucionaria. El rey dio una carta otorgada y organizó un parlamento donde
los diputados eran elegidos mediante un sufragio mezcla de universal y
censitario. Todos los varones tienen derecho al voto, pero se organizan en tres
grupos en función del nivel de renta y cada grupo elige el mismo número de
diputados.
Hubo
también un componente nacionalista en la revolución de 1848. En la Confederación
Germánica se organizó la Asamblea de Frankfort que preparó la
unificación de Alemania en un estado liberal y ofreció la corona al rey de
Prusia. Este la rechazó, después de valorar la oferta, porque no podía aceptar
ser emperador por designación popular. En Italia el rey de
Cerdeña-Piamonte decide ocupar Lombardía que ha rechazado el dominio austriaco
a la vez que Venecia se declara república independiente y los estados de la
Toscana expulsan a sus príncipes absolutistas. El Papa Pío IX rechaza encabezar
una guerra antiaustriaca. El gobierno de Viena cuando puede reaccionar recupera
todos los territorios italianos y derrota al ejército Piamontés. En Roma
estalla una revolución que proclama la república y expulsa al Papa. Ante la
petición papal de ayuda, ejércitos austriacos, napolitanos y españoles vencen a
los republicanos. Queda estacionado en Roma un ejército francés en salvaguarda
del poder terrenal del Papa.
En 1850 todo había acabado, y el
mapa de Europa no sufrió cambio alguno. Sin embargo hubo dos logros. Una gran
potencia, Francia, adoptó el sufragio universal como forma de elección de sus
gobernantes. Fueron abolidos todos los vestigios de régimen señorial que
quedaban en Europa, salvo Rusia que hubo de esperar hasta 1861 para acabar con la
servidumbre.
2. LAS UNIFICACIONES ITALIANA Y ALEMANA
Unificación de Italia (1859-1870)
Los precedentes se encuentran en
los intentos fallidos durante las revoluciones de los años 1820, 1830 y 1848.
Las formas en que se podía realizar la unión eran varias:
-
Neogüelfismo. Crear una confederación de estados con el Papa a la
cabeza. Fracasa porque Pio IX se niega a hacer la guerra a un emperador
católico como el de Austria.
-
República. Opción propugnada por Mazzini y Garibaldi. Están desunidos
entre federales y unionistas y además no tiene apoyo de la burguesía.
-
Monarquía. Unión de toda Italia bajo el Piamonte. Este será el camino
que se tome. La dinastía Saboya cuenta con un personaje excepcional como
Cavour.
Los factores favorables con los
que contaba la península italiana eran, un pasado común, una misma lengua, un
afán de la burguesía piamontesa de tener un mercado nacional, el apoyo exterior
de Francia y Prusia, contar con un hombre fuerte y calculador como Cavour,
apoyado por un estado fuerte como Piamonte. Junto con Cavour, hay que destacar
a dos republicanos, Mazzini que será el gran ideólogo y Garibaldi, hombre de
acción.
El proceso se divide en tres
fases, en función de tres guerras:
-
1859-1861.
Cavour diseña con Napoleón III una alianza para expulsar a los
austriacos del norte de Italia. Tras las victorias de Magenta y Solferino,
Napoleón III firma bruscamente el armisticio presionado por su propia opinón
pública conservadora. Deja el Véneto sin ocupar. Quiere una Italia reducida,
formada por tres estados independientes: al norte Piamonte, en el centro los
Estados Pontificios y al sur Nápoles. Esto ofende a Cavour. Los ducados de
Parma, Módena y Toscana junto con la Romaña se sublevan y piden su anexión al
Piamonte. Francia la acepta a cambio de Niza y Saboya. Garibaldi
indignado por el trueque organiza una expedición militar en Génova, con la
aquiescencia de Cavour, desembarca en Sicilia y Nápoles. Ante el peligro de la
proclamación de una república, Francia acepta el envío de un ejército piamontés
que ocupa la mayor parte de los Estados Pontificios. El rey Victor Manuel,
que quiere evitar a toda costa el ataque de los republicanos a Roma, convence a
Garibaldi, se anexiona el sur y centro al Piamonte. El 23 de Marzo de 1861 es
proclamado el reino de Italia.
-
1866.
Aprovechando la coyuntura de la guerra austro-prusiana, los italianos ocupan el
Veneto pero deben renunciar a la Italia irredenta (Istria y la costa
dálmata).
-
1870.
Al iniciarse la guerra franco-prusiana, los franceses retiran sus tropas de
Roma, momento que aprovechan los italianos para ocupar los restos de los
Estados Pontificios.
La unificación italiana es en
realidad la absorción por parte de Piamonte del resto de la península. Deja
varios problemas pendientes:
-
Diferencias entre la pujante economía industrial del norte frente al
retraso del sur agrario se hace más visible.
-
Irredentismo por los territorios italianos no incorporados que
condiciona toda la política exterior hasta la época del fascismo.
-
Enfrentamiento con el Papa quien se considera prisionero en el
Vaticano. No alcanzará una solución hasta 1929
Unificación de Alemania (1864-1871)
Los precedentes hay que
buscarlos en 1815 en Viena. Después del congreso la Confederación Germánica
queda formada por 38 estados, siendo dos los dominantes: Austria y Prusia.
Prusia, reino oriental, adquiere Renania en la zona occidental y desea unir sus
dos zonas. En 1828 con la Zöllverein se logra la unión aduanera que
agiliza el comercio y hace tomar conciencia de nación a los alemanes.
Durante la revolución de 1848 se
plantean en la Asamblea Frankfort dos posibles soluciones, la de la Gran
Alemania, con todos los territorios alemanes incluidos los que están bajo
soberanía austriaca o bien la Pequeña Alemania, renunciando a las zonas
austriacas y recurriendo al rey de Prusia. Ante la reacción austriaca que logra
dominar todos los estados que se habían rebelado a su autoridad, optan por
ofrecer la corona al rey de Prusia que la rechaza. La asamblea se disuelve y se
acaba esta vía de unificación. La unificación vendrá de la mano de un estado
fuerte como es Prusia y dirigida por Bismarck, que tuvo una idea clara de las
acciones que debía realizar para conseguir su objetivo.
Los factores que favorecen el
proceso de unidad nacional son el pasado común, la lengua, la economía después
de la construcción de la Zollverein (1828) y los ferrocarriles (1850). Las
fases de la unificación son tres, marcadas por otras tantas guerras:
-
Guerra de los Ducados (1864). Dirigida por Prusia y Austria para impedir
que Dinamarca se anexionase los ducados de Schleswig, Holstein y Lanenburgo.
Luego Bismarck provocó a los austriacos anunciando la necesidad de una reforma
constitucional basada en la elección de un Reichstag por sufragio universal.
Las negativas austriacas se suceden de la ocupación prusiana de Holstein y la
consiguiente declaración de guerra austriaca.
-
Guerra austro-prusiana (1866). En el terreno diplomático Prusia se atrajo
a Rusia al apoyarla en la revuelta de los polacos de 1863. En la entrevista de
Biarritz (1865) ofreció a Napoleón III algunas compensaciones. También se alió
con Italia que tenía asuntos pendientes con Austria. Los austriacos tuvieron al
lado algunos estados alemanes, lo que aprovechó Prusia para ocuparlos. La
victoria de Sadowa zanjó la cuestión. Se formó en torno a Prusia la
Confederación de la Alemania del Norte con un Reichstag elegido por sufragio
universal y un presidente, el rey de Prusia. Desde este momento la atención
austriaca se desvía de Alemania y pasa a ocuparse de los Balcanes.
-
Guerra franco-prusiana (1870-1871). Bismarck busca un enemigo común para
atraerse a los estados católicos y este es Francia. El canciller publica unos
telegramas donde Napoleón III reclama recompensas territoriales a cambio de su
no-intervención en la guerra contra Austria. La guerra estallará con la excusa
de la candidatura al trono español. Después de la batalla de Sedán, Napoleón
III cae prisionero y se proclama la república. El ejército prusiano ocupa París
y en enero de 1871 se crea el II Reich con el Kaiser Guillermo I. Se incorpora
Alsacia y Lorena a la nueva Alemania, por los intereses de militares e
industriales.
La unificación se hace mediante la absorción de toda
Alemania dentro del estado prusiano. Las consecuencias serán varias:
-
Aceleración de la industrialización por la incorporación de Alsacia y
Lorena y los pagos de Francia como reparaciones de guerra.
-
Desarrollo de la Kulturkampf para uniformizar la cultura y educación
alemana.
-
Hegemonía europea basada en complejos sistemas de alianzas, aislamiento
de Francia y un potente ejército.
3. Europa balcánica
Todo el problema de los nacionalismos en los
Balcanes parte del “enfermo de Europa”, el Imperio Otomano.
-
Problemas endógenos
o
Territorios en tres continentes con multitud de
étnias y religiones.
o
Está en descomposición y no llega nunca la
reforma necesaria, al contrario, el Estado se centraliza cada vez más.
o
Sufre graves problemas hacendísticos.
-
Problemas exógenos son las ambiciones de las potencias:
o Rusia ansía una salida hacia un
mar cálido y lograr internacionalizar los estrechos.
o Austria, separada de Alemania
desde 1866 busca crecer hacia los Balcanes.
o Gran Bretaña quiere que todo el
proceso se ralentice.
o Alemania quiere ser el árbitro
de la situación.
Después de la guerra ruso-turca
de 1828-1829 por la independencia de Grecia, los rusos adquieren derechos sobre
la desembocadura del Danubio y zonas del Caucaso y establecen un protectorado
sobre Moldavia y Valaquia, que después de la ayuda prestada al sultán frente a
Mehmet Alí de Egipto, extienden a todo el imperio otomano. Una cuestión
religiosa sobre la preponderancia de católicos o de ortodoxos en los Santos
Lugares es la excusa para que Rusia plantea una serie de reclamaciones
territoriales. Animado por el embajador británico el gobierno otomano las
rechaza y declara la guerra. La Guerra de Crimea (1853-1856) se inicia
con la ocupación rusa de Moldavia y Valaquia y varios ataques navales. Gran
Bretaña y Francia organizan un ataque conjunto contra la península de Crimea y
después de sangrientos combates consiguen la rendición del nuevo zar, Alejandro
I. Las consecuencia de la guerra en Rusia son varias: el zar Alejandro I decide
emprender la modernización del país, Rusia pierde toda su influencia en los
Balcanes y Mar Negro y vuelve sus ojos a Oriente. La Paz de París mantiene la
situación territorial precedente, salvo que Moldavia y Valaquia adquieren la
autonomía.
El
reparto más importante sucede después de la derrota turca frente a los rusos en
1878, que obliga a la firma primero del tratado de San Stefano y después de la
reunión de la Conferencia de Berlín. En esta conferencia se establece lo
siguiente:
-
Rumania, Servia y Montenegro se convierten en
estados independientes.
-
Bulgaria recibe la autonomía.
-
Bosnia sigue bajo soberanía turca pero pasa a
ser administrada por Austria-Hungría.
-
Chipre se convierte en dominio británico.
-
Batun y Kars pasan a formar parte del imperio
ruso.
-
Tesalia pasa a formar parte de Grecia desde
1881.
En la
Conferencia de Berlín se repartieron los territorios en función de los
intereses de las potencias y sin tener en cuenta los deseos de los propios
eslavos. El debilitado imperio otomano mantiene una extensa franja de
territorio desde Constantinopla hasta la costa del Adriático.
En los
años finales del siglo XIX Austria se adelanta a Rusia en la influencia
sobre los Balcanes. Ocupa Bosnia, maneja a Milano Obrenovitch rey de los
servios hasta su asesinato en 1903, Rumania busca su apoyo para no verse
amenzada por la tenaza que le supone Rusia al norte y una Bulgaria prorusa al
sur. La misma Bulgaria opta desde 1887 por un príncipe proaustriaco, Fernando
Sajonia-Coburgo. Frente a estos éxitos diplomáticos de Austria, Italia
quiere “recuperar” los territorios de la costa Adriática, considerados como la
Italia irredenta, mientras mantiene aspiraciones sobre Albania. Rusia
aspira a conseguir la apertura de los estrechos para su flota de guerra,
centrando su interés en Constantinopla. Gran Bretaña quiere mantener en
pie al imperio otomano para poder actuar en la zona del canal de Suez.
4. BIBLIOGRAFÍA
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días. Relaciones Internacionales. Madrid, 1974.
HOBSBAWM, E.J.: La era de la Revolución,
1789-1848. Barcelona, Lábor, 1991.
HOBSBAWM, E.J.: La era del Imperio,
1874-1914. Barcelona, Lábor, 1989.
NERÉ, J.: Historia Contemporánea.
Barcelona, Lábor, 1977.
PALMER, R.; COLTON, J.: Historia
Contemporánea. Madrid, Akal, 1980.
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de las relaciones internacionales, Madrid, Akal, 1990.
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